Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Five

Los meses iban pasando un tanto lentos para el joven de cabellos turquesas. Se encontraba en su cuarto frente al escritorio escribiendo algunas notas que se le iban ocurriendo mientras escuchaba algo de música con sus auriculares.

— Girl, you know I want your love. Your love was handmade for somebody like me— cantaba en susurros con una sonrisa moviendo su cabeza al mismo ritmo—.  Come on now, follow my lead, I may be crazy, don't mind me...

Dejó de cantar en cuanto la canción se cortó para dar paso a una llamada entrante de parte de cierto pelimorado que le hizo sonreír más mientras un sonrojo se posaba en sus mejillas.

— ¡Oh, hola, conejito!— saludó risueño tomando el móvil para poder hablar más claro.

—N-No me llames "conejito", te lo he dicho muchas veces ya— se quejó la vocecita de Bonnie al otro lado del teléfono, haciendo reír dulcemente al moreno.

Llevaban casi tres meses de conocerse, todos los días iban juntos al instituto y el peliturquesa acompañaba al de piel pálida a su casa. El pelimorado admitía que disfrutaba gratamente de la compañía de aquel cariñoso alfa, quien estaba cumpliendo su promesa de cuidarlo. Cumplía con todos sus antojos, le llamaba por las noches preguntando por cómo se encontraba, tanto él como el bebé, le hacía compañía cuando sus amigos no podían ir a verle mientras descansaba, además de que a veces estudiaban juntos en casa del pelimorado. No podía creer que le iba a negar dejarle hacerse cargo de su embarazo, ahora no podía imaginarse seguir adelante él solo. 

Lo único que no le terminaba de gustar era el hecho de que también estaba tratando de "conquistarlo", ya que aún no le tenía demasiada confianza. A veces le incomodaba un poco lo muy cercano que era con él, aunque era cierto que respetaba su espacio y no lo presionaba para nada, pero no evitaba darle dulces besos, en las mejillas, y cariñosos abrazos cuando se despistaba, causando que se sonrojara involuntariamente y se pusiera de lo más nervioso. No quería sentir aquellos fuertes golpes en su pecho, ni sentir su rostro arder con tan solo recordar la hermosa y atractiva sonrisa del mayor, le daba pánico cada vez que el moreno le entregaba una mirada que desbordaba ternura y cariño, solo para él. Sentía no que debía aceptarlo, pero a la vez disfrutaba de sus gestos amorosos como si fuera lo más hermoso del mundo para el peliturquesa.

— Sabes que no voy a parar~— jugueteó con él un rato, escuchando sus ligeros y adorables quejidos—. En fin, ¿para qué llamabas? ¿Le pasó algo al bebé? ¿Necesitas que vaya?

— No, no, tranquilo, Bon, estoy bien...— el pequeño omega jugaba con un mechón de su cabello algo nervioso, acariciando su panza de ya casi seis meses con el móvil entre su hombro y su oreja—. Sólo... quería saber qué tal estabas...

— Oww, yo estoy bien, gracias— le parecía muy tierno ver que el pelimorado se preocupaba por él, sabía que poco a poco iba adentrándose en ese blandito y sensible corazón—. Sabes, estaba dándole los últimos retoques a mi canción, me gustaría que la escucharas y me dieras tu opinión, ¿qué me dices?— mantenía su feliz expresión esperando escuchar la respuesta de su amado.

— Te digo, lo primero, que te salió un pareado sin haberlo deseado— río ligeramente rodando los ojos y soltando un suspiro, escuchando igualmente la risita del contrario en su oreja, produciéndole un suave sonrojo—, y segundo, me encantaría ir a escucharte, pero mi madre me ha dicho que no me mueva de la cama, la pancita ya me pesa mucho...— miró hacia la ventana de su cuarto con una triste mirada, pues también le daba un poco de pena no poder ir a ver al peliturquesa viendo el tan buen día que hacía, era un día espléndido para salir a pasear.

— Oh, no hay problema, voy yo para allá— ya se levantó de la silla quitándose los auriculares y colocándose ahora el móvil en la oreja—. Deja que me prepare las partituras y la guitarra, estaré ahí en nada.

— ¡N-No, Bon, están mis padres en casa!— se asustó al oír lo decidido que sonaba el moreno—. Ya sabes lo que pasó la última vez que viniste cuando ellos estaban...

Hace un par de meses, Bonnie estaba esperando junto a sus padres en la sala del hospital para su cuarta ecografía. Estaba muy emocionado, pues ese día le dirían si iba a tener un niño o una niña. Él sinceramente prefería tener un hijo varón, simplemente porque le parecían más monos los niños que las niñas, además de que cuando creciera tendría menos problemas en enseñarle cosas básicas como a la hora de ir al baño. Sí, pensaba que el cuidar de su hijo iba a ser demasiado rápido, no le daría tiempo de enseñarle todo lo que quisiera, por lo que prefería estar preparado antes de fastidiarlo todo. Claro que tendría el apoyo de sus padres y de su... mmm... Aún no sabía cómo definir al chico de cabellos turquesas que tanto velaba por el últimamente, pues decir que era su amigo con el que iba a compartir paternidad con su primer hijo... como que no quedaba muy bien.

— ¿Bonnie?— el médico que se encargaba de las ecografías salió por la puerta, llamando a su próximo paciente—. Puedes pasar ya.

Asintiendo, se levantó de su sitio y, acompañado de sus padres, entró a la consulta. Se tumbó en la camilla disponible, mostrando su vientre bastante abultado para que le aplicaran aquel horrible gel helado que siempre le hacía temblar. Su mirada se desviaba observando la blanca habitación en la que se encontraba, ojeando la leve decoración que adornaba las paredes. Pronto se desvió su mirada al escuchar la voz del doctor mencionando que su bebé se encontraba en buen estado, muy saludable y con un buen tamaño siendo que ya tenía cuatro meses de gestación.

— Está muy grande y pronto podrás sentir sus primeras patadas, serán algo suaves, pero fáciles de notar— sonreía el hombre—, ¿quieres saber si será niño o niña?

— Mmm...— se quedó un rato pensando y, aunque le mataba la curiosidad por saber, negó con la cabeza—. Nah, prefiero que sea sorpresa para cuando nazca.

— Pero entonces, ¿cómo sabremos si debemos comprar ropa azul o rosita?— su madre no evitó hacer un puchero, era la más ansiosa de saber el sexo del bebé—. Y las paredes, y las sábanas de la cuna, y...

— Mamá, da igual si es niño o niña, el color no define el sexo del bebé— rió tranquilo el pelimorado—. Con tal de que sean colores suaves y pasteles ya está bien.

— Tienes razón, Bonnie, es bueno que pienses eso— su padre revolvió con cariño sus cabellos.

— Bien, pues si todo va bien, no hace falta que vengas a hacerte más ecografías, a menos que sientas molestias o incomodidad— anotaba en su carpeta los resultados, mirando con una sonrisa a la dulce familia.

— Muchas gracias, doctor— agradeció el pelimorado retirándose el gel con una toalla húmeda y volviéndose a vestir.

Salieron los tres del hospital, volviendo a su hogar tras comprar un poco de helado para el más joven, pues le había vuelto otro de sus caprichos, pero no podían negarle nada si era lo que el bebé deseaba. Sin embargo, una sorpresa aguardaba en su hogar.

En la puerta de la gran casa, sentado en las escaleras principales, se encontraba un apuesto muchacho mirando su móvil con expresión preocupada, golpeando el suelo levemente con su zapato derecho. Tenía el ceño fruncido, resoplando cada dos por tres, tomando su frente con su mano derecha, sujetando el móvil con la otra. Llevaba todo el día esperando un mensaje de cierto pequeño omega que no le había contestado a su mensaje de la mañana, como siempre hacía. Había decidido hacerle una visita sorpresa para poder saber si estaba bien o si algo le había pasado, pero al parecer había llegado en mal momento, pues no se encontraba en su casa.

No hacía falta mencionar que en ese momento le había petado el WhatsApp con mensajes de preocupación.

— ¿Bon?— de repente, la dulce vocecita del pelimorado le apartó de sus pensamientos, logrando que levantara su vista de la pantalla de su móvil y observara a su amado mirándolo confundido con un cono de vainilla en su mano—. ¿Qué haces ahí sentado?

No se esperó para nada que el moreno se le abalanzara sin aviso, haciendo que se le cayera el helado al suelo de la impresión.

— ¡Bonnie! Conejito, me tenías muy preocupado— le abrazaba con fuerza pero sin dañar su pancita—. No contestabas a mis mensajes y me asusté cuando vi que no había nadie en tu casa, pensé que te había pasado algo...

— Bon, no seas tan melodramático, estoy bien— no evitó reír enternecido con lo protector que era el peliturquesa con él, olvidándose de su postre y correspondiéndole el abrazo—. Tan solo habíamos ido al médico para hacerme mi última ecografía...

— Aah, me podrías haber dicho para poder acompañarte, yo también quería ver a nuestro pequeño— hizo un puchero escondiendo su rostro en el suave y blanco cuello del menor.

— ¡Hey, ¿qué estás haciendo con mi hijo?!— aquel grito asustó a ambos adolescentes que se separaron rápidamente—. ¿Y quién eres? ¿Te crees que es normal que te abalances de la nada a un omega indefenso?— como típico padre sobreprotector, alejó al pelimorado del moreno que estaba confundido con su actitud.

— P-Papá, tranquilo, lo conozco, no es ningún extraño— trató de separarse del pelimorado mayor, pero su agarre apenas le dejaba moverse, mirando igualmente a su madre preocupada por todo el escándalo montada—. Ahm... Mamá, papá, él es Bon. Es el... padre del bebé.

— Aah... Bueeno, tampoco pasó nada, creo que a tu madre le caí bien— rió algo nervioso al recordar la mirada de fuego de su suegro sobre él.

— Mi padre no te quitó el ojo de encima, ni quisiera te dejó acercarte a mi a menos de dos metros—sentía una gota cayendo por su cabeza—. Mmm... Tienes suerte de que solo esté ella en casa, papá se fue a trabajar hace una hora, llegará tarde hoy— puso morritos mientras desviaba la mirada—. Tal vez sí puedas pasarte un rato...— su leve orgullo no le dejaba admitir que se moría por verle de nuevo.

— Estaré ahí en diez minutos, de hecho te voy a llevar unas prendas para tu nido— no tardó en cortarle para avisarle entusiasmado, saliendo por la puerta de su casa—. Nos vemos entonces, conejito~.

— ¡Que no me llames a...!— colgó el teléfono, adoraba escuchar sus berrinches, pero si se quedaba más tiempo escuchando su linda voz iba a tardar más de lo que quería.

El timbre resonó por toda la casa, llamando la atención de la única fémina presente en la cocina, que estaba lavando los platos. Se secó las manos con un trapo de cocina y se acercó a la puerta principal, mirando por la mirilla para ver quién había llamado.

— Oh, Bon, qué sorpresa verte— sonrió complacida al abrir y dejar pasar al joven—. Supongo que viniste a ver a Bonnie, ¿no?

— Sí, señora, siento si vine sin avisar— se disculpó con una leve sonrisa agradable—. Estaba hablando con Bonnie y quise venir a hacerle compañía.

— Qué bueno eres, mi niño está ahora en su cuarto, le hará mucha ilusión verte— le dio unas ligeras palmadas en su cabello turquesa—. Desde que tiene que quedarse en casa para descansar no para de decir lo mucho que te extraña, aunque se rectifique al instante— rió junto al moreno quien la creía.

Tras la grata conversación con la dulce de su suegra, se asomó por la puerta del cuarto de su conejito, deleitándose con la imagen de este tumbado en su cama de lado, abrazando con un brazo su pronunciada barriga y roncando muy ligeramente, dando señal de su estado de sueño. Se sonrojó fuertemente, era la cosita más adorable que jamás había visto. Le recordaba tanto a la primera vez que durmieron juntos, sus cuerpos desnudos compartían su calor mutuo, abrazados con cariño y encajando a la perfección, como si estuvieran hechos para que al juntarse formaran la pieza perfecta de un rompecabezas. El aroma de su piel aturdiendo sus sentidos, mientras sus dedos paseaban delicadamente por su brazo que lo rodeaba, su carita rojiza o sus largos cabellos desordenados. Aquella imagen le hacía recordar tantas emociones diferentes que sentía el pecho inquieto y su rostro enrojecido.

Entró sin hacer ruido y cerró la puerta detrás de él, acercándose a la cama del menor. Recorrió un par de veces su rostro adormilado, tentado a querer acariciar su mejilla pálida y rosada con su mano. Le encantaba verlo dormir, podía verlo por horas hasta que se despertara, e incluso seguiría observándolo despierto. Tomó un mechón de su cabello y jugó un poco con él, admitía que envidiaba un poco lo sedoso y brillante que era su pelo, además de que su color morado le quedaba perfecto junto a su piel blanca y sus ojos rojos como rubíes. Decidió despertarlo de una manera calmada, seguro que querría dormir un poco más, pero ansiaba poder hablar un poco con él antes, así que tomó su guitarra de su funda y comenzó a tocar unas cuantas notas lentas y suaves, creando una ligera melodía que podría funcionar como despertador ligero. 

Poco a poco los ojitos del menor comenzaban a abrirse, removiéndose mientras se deleitaba con la canción que el peliturquesa le estaba tocando. Una sonrisa involuntaria escapó de sus labios, con su mano frotando sus ojos para poder ver bien dónde se encontraba y qué le rodeaba. Se sonrojó ligeramente al ver tan cerca a Bon, sentado a su lado, en su cama, con su guitarra en su regazo y regalándole una sonrisa que enamoraría a cualquiera. Se quedó sin palabras al ver lo muy atractivo que se veía a sus ojos.

— ¿B-Bon?— su voz adormilada sonaba más aguda y suave de lo normal, algo que desconcentró al moreno que lo miraba—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí?— apartaba unos mechones de su cara para poder ver mejor.

— Apenas me has dejado llegar a la mitad de la canción, así que no mucho— rió dejando de tocar, tomando suavemente la caliente mano del menor para posar un beso en esta, tanto en la palma como en el dorso—. ¿Has dormido bien? Te veías muy lindo aun cuando roncas un poquito.

— ¿Ah?— frunció el ceño—. Hey, yo no ronco, no inventes cosas así— desvió la mirada avergonzado, pero sin separar su mano tomada—. Y sí, estaba durmiendo bien hasta que me despertaste...

— Lo siento, pero aunque me encanta mirarte mientras duermes adoro más poder hablar contigo— no se avergonzaba de expresar sus pensamientos por su amado—, además de que tu voz suena más dulce cuando acabas de despertar.

— Agh... ¿C-Cómo puedes decir eso s-sin pena?— su rostro estaba tan rojo que se lo tapó con las sábanas, queriendo que la tierra se lo tragara, ¿por qué sus palabras le parecían tan lindas aun cuando fueran demasiado embarazosas para él?

— Porque es la verdad y como me gustas mereces saberlo— sonrió más ampliamente tratando de quitarle las cobijas para ver su carita de nuevo.

"Me gustas", aquellas palabras resonaban una y otra vez en su cabeza, no podía asimilar todavía que el moreno realmente tenía sentimientos sinceros por él, a pesar de que se enamorara de él sin apenas conocerse. Decidió dejarlo pasar por esa vez, saliendo de su escondite tímidamente, suspirando y sonriendo derrotado, dándole el gusto al peliturquesa de volver a ver su cara rojita y su cabellos más alborotados. Casi podía ver corazones en los ojitos verdes del mayor, causándole más nervios.

— Oh, por cierto, te traje más camisetas mías para tu nido— recordó levantándose para abrir el estuche de su guitarra para sacar de ahí unas cuatro camisas plegadas, entregándoselas al pelimorado.

— Mmm... Gracias, aunque no hacía falta, ya tengo suficientes con todas las que me has traído— rodó los ojos haciéndole ver que ya tenía cubierta casi toda su cama con todas sus prendas.

— No importa, cuantas más, mejor—sonreía despreocupado, como si en verdad estuviera feliz de que el pelimorado estuviera rodeado de su olor de alfa, siendo protegido aun si no estuviera él en su cama por las noches.

Pero no se esperó para nada la tímida petición del pequeño que le pedía acostarse junto a él, con el pretexto de que quería que su olor quedase aún más impregnado en sus sábanas. Lógicamente, el moreno no se negó en absoluto, tumbándose a su lado y abrazando su pálido cuerpecito sin permiso pero cariñosamente.

— Hueles tan rico...— olfateaba muy feliz el cuello del más bajito, embriagándose con su aroma natural a moras dulces—. Me dan ganas de comerte a besos~.

— ¡B-Bon, para ya, haces c-cosquillas!— se retorcía riendo sin parar, casi pateando al pobre moreno que empezaba a repartir dulces besos por aquel sector sin que el contrario se enterara—. No, Bon, le haré daño al pequeño si no paro...

— Oh, no, no, no, no puedo permitir que nada le pase a nuestro cachorro— paró sus cariñitos para entonces pasar sus manos por su vientre, notando lo grande que estaba—. Wow, cuánto crece ya, no recordaba que estuviera tan grande la última vez que hablé con él.

— Lo sé, entre que no me puedo mover y me tienen consentido con mis antojos, no puedo evitarlo— hacía un puchero avergonzado escondiéndose en su almohada—. No me extraña que haya engordado tanto.

— Oww, no pasa nada, conejito, aunque estés embarazado también puedes hacer ejercicio— acariciaba su vientre lentamente, desprendiendo sus feromonas de forma suave para calmarlo, pues aun cuando no se lo había dicho a la cara, sabía que disfrutaba de su olor—. Puedes pasear un poco cada día, es bueno que estires las piernas. Puedo acompañarte para que tus padres no se preocupen, y conozco un parque en el que hay bastantes puestos de ejercicio que creo que te gustarán.

— Mmm... Eso me gustaría— puso sus manitas encima de las del moreno—, pero, de momento... prefiero que nos quedemos acá un rato más... por fa...

— Cuanto quieras— no se pudo negar, pues el pelimorado ya se había dormido tomando sus manos, sin querer soltarlo.

———————————————

To be continued...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro