Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

Namjoon contemplaba en silencio a Jimin durmiendo. El menor había salido a la sala un rato después de que Yoongi partiera. No dijo nada y del tampoco buscó algún tema de conversación, puesto que no le correspondía. Se limitó a sentarse en ese sillón a pocos metros del sofá para ver lo que sea que Jimin pusiera en el televisor. No obstante, no fue mucho lo que el castaño miró antes de caer en un profundo sueño.

Dejando escapar un leve suspiro, se levantó para buscar algo de agua, sintiendo su teléfono sonar mientras bebía. Fue extraño ver esa llamada de Min, ya que debía estar reunido en ese instante, por lo que contestó más veloz de lo acostumbrado.

— Escucha con atención y no digas nada, solo sí o no. ¿Jimin está mejor? ¿Duerme ahora? — La agitada voz de Yoongi invadió sus oídos.

—Sí.

— Entonces salte disimuladamente y ven a buscarme. — Demandó el líder de Indigo. — Estoy en las bodegas del Este. Mira mis coordenadas y ven por mí.

— Sí.

Sin decir nada más, el peligris salió del apartamento asegurándose de no despertar a Jimin en el proceso. Esa llamada significaba problema, peligro y debía moverse rápidamente. Ya en su auto, revisó sus armas para no perder mayor tiempo una vez que llegara al sitio y aceleró.

Estas bodegas se encontraban a casi veinte kilómetros de distancia, tardaría por mucho que se apresurara un cuarto de hora como mínimo y eso lo estaba desesperando. Sabía que Min se bastaba, era astuto y bastante salvaje, por eso confiaba en que pudiera aguantar hasta que llegara. Le advirtió que se llevara otro de sus hombres cuando le envió aquel mensaje en la madrugada para que se ocupara de Jimin.

Dispara primero, pregunta después, así se regían y así lo hizo Kim cuando llegó a esas bodegas. Con dos rifles cruzados sobre su hombro comenzó a dispararle a todo lo que entraba en su campo de visión. El peso de estas armas era liviano, pero el rebote cada vez que dejaban las balas salir hacían que sus brazos se tensaran como si estuviera levantando pesas. No obstante, estaba acostumbrado, no era la primera vez que lo hacía.

Yoongi conocía el disparar de su mano derecha, eso junto al hecho de que estuvo midiendo el tiempo, le aseguraba que quien había abierto fuego hacia los imbéciles que se reían de él, buscándolo, celebrando victoria antes de tiempo. Mirando su pistola, el pelinegro suspiró confiado para disparar.

Hubiese él mismo abierto fuego minutos atrás, pero no tenía municiones de respuesta para más de quince hombres. Tenía que dejar las balas para caso de vida o muerte, confiaba en que él era como un gato con muchas vidas, pero tampoco era invencible.

Cuando salió de atrás de los tanques de hierro repletos agua estancada de la lluvia de días antes, vio a Namjoon a la distancia ganando tiempo al exponerse mientras disparaba. Solo esperaba que el idiota estuviese usando chaleco antibalas. Quitándole el seguro a su pistola, empezó a disparar en dirección de aquellos que le daban la espalda para enfrentarse contra el peligris.

— Hey, imbécil. — Llamó al hombre con quien había estado supuesto a reunirse. — Gracias por ser tan idiota y regalarme tus territorios. Ya no tendré que pagar por ellos. — Espetó con una sonrisa ladeada apretando el gatillo y dejando salir su última bala.

—¡Abajo! — Gritó Namjoon disparándole a otro sujeto que salía de atrás de una de las columnas, listo para dispararle a Min. — Creo que es el último.

— Los creo no funcionan, barramos el lugar con cuidado para asegurarnos. — Demandó y el contrario asintió, sacando de su espalda una pistola que le lanzó al pelinegro.

— ¡Vamos! — Exclamó Min una vez que atrapó el arma en el aire.

Ambos limpiaron el sitio mientras Yoongi se regañaba mentalmente por cometer errores de novato. Pensando en Jimin todo el tiempo, no vio las señales y eso no se lo perdonaba, pudo haberse puesto en un peligro irremediable, dejando al menor solo y a la deriva sin él.

— Cero. — Musitó Kim viendo como el contrario seguía con su ceño fruncido.

— Bien, da el aviso para que pasen a tomar posesión del territorio perteneciente al difunto. — Habló mientras se dirigían al auto. Cuando Namjoon finalizó la llamada, hicieron contacto visual por el espejo. — Debemos ducharnos y quitarnos el olor a plomo que llevamos arriba.

Su mano derecha asintió, sabía que siempre que quedaban hechos desastre, debían borrar toda la evidencia antes de regresar a la casa.

— Gracias por lo de hoy. — Musitó el pelinegro mientras se vestían en aquella pensión perteneciente a su organización. Por un segundo, las manos que abotonaban la camisa de Namjoon se detuvieron confundidas porque Yoongi no solía agradecerle. — Bien hecho.

Tampoco felicitarlo. No sabía qué responderle a su jefe, por lo que solo le dio un asentimiento de cabeza.

— ¿Quieres ir a comer algo?

— Preferiría regresar pronto a casa... — Mencionó tratando de comprender el raro comportamiento de Min, ¿se había sentido por alguna casualidad al borde de la muerte o algo parecido?

— Cierto, Jimin. ¡Dios, Jimin! Vámonos, espero que no haya despertado aún.

+++

Estaba teniendo sin querer cierta dependencia hacia el mayor, no estaba bien, pero durante muchos años, Yoongi fue su ancla a la vida. Visitó psicólogos durante casi cinco años, pero estos de muy poco le sirvieron, avanzó más por su cuenta que con aquellos especialistas con las paredes llenas de diploma a los que debía pagarle sumas nada baratas de dinero.

El mayor lo había ayudado mucho, a pesar de que sin saber o bueno, de que él creyera que Yoongi no sabía nada, este más de una vez le dijera que nadie más que él mismo podía ayudarlo a superar su oscuro pasado. Que ningún especialista lo podía ayudar si él no estaba dispuesto a ayudarse a sí mismo. Al evitar cualquier contacto con él, sintió que estaba retrasando lo inevitable y eso le aterraba.

Los días pasaron desde la noche en que Jimin y su hermano tuvieron su "reencuentro". Esos fueron los mismos días que pasaron desde que su relación con Yoongi se volvió tensa. Fue peor porque se pasaba todo el día encerrado en casa, sin ir a ninguna parte debido a su pierna rota y cara amoratada. Todo tardaba demasiado en sanar por completo y estaba empezando a sentirse frustrado por estar encerrado e inmóvil durante largas horas cada día.

Al principio, era por culpa que evitaba hablar demasiado con el mayor. Tenía miedo de estallar en llanto si Yoongi volvía a confrontarlo por sus mentiras y lo que había sucedido con Kyung. Temía que no importara cuánto tratara el pelinegro de convencerlo y tranquilizarlo diciéndolo que nada había cambiado, que todavía iba a ser su amigo durante mucho tiempo, él lo perdería inevitablemente.

Más importante aún, él podría saber que era gay, pero no sabía que estaba enamorado justamente de él. Todavía no, de todos modos. Temía que llegase el día en que le diera una pista con su comportamiento y no creía que a él le agradara eso. Así que se acercó de puntillas a su mejor amigo más de lo que me hubiera gustado, con cautela.

Después de un tiempo, comenzó a ponerse ansioso y finalmente enojado con Yoongi. Sus palabras, "Creí que después de algún tiempo, después de ganarnos la confianza mutua, me dirías la verdad" seguían sonando en su cabeza. Comenzaba a preguntarse si realmente se había ganado su confianza lo suficiente, ya que posiblemente le estaba ocultando el mayor secreto. Honestamente, no decirle que era un mafioso era un problema mucho mayor que no decirle que sus padres lo habían abandonado porque era gay.

Pasó días generando ira y frustración sobre el asunto en su cabeza, tuvo mucho tiempo diariamente para hacer eso. Quedarse en casa con un Namjoon nada hablador le haría eso a cualquiera. Podía sentir que el peligris había comenzado a captar sus sentimientos, se mantuvo alejado de él casi siempre a excepción de las comidas. Ahora, le estaba empezando a gustar el sonido de la voz en su cabeza.

Se estaba volviendo loco.

Yoongi, a diferencia de Kim, estaba decidido a llegar al fondo del asunto. Estaba haciendo geniales fuerzo para tratar de mantener su relación igual a la que habían tenido antes del problema con el hermano, quizás intentando un poco demasiado a la vista del menor. Este último no podía verlos regresar al mismo lugar donde habían estado. Todos los días que veía su rostro, quería llorar o golpearlo. Se sintió miserable, luego se enojó. Su estado de ánimo estaba por todas partes, incontrolable.

— Me has estado evitando. — Jimin se estremeció ligeramente cuando sintió su aliento en el cuello.

¿Cuándo ese idiota se acercó al sofá? Era un jodido gato sigiloso, necesitaba ponerle una campana en su cuello, al menos un cascabel. Se había estado escondiendo esos días cuando estaba sumido en sus pensamientos y estaba empezando a ponerse nervioso. Ignoró a Yoongi tanto como pudo, pero su cuerpo le respondía.

Min cruzó al frente del sofá y se dejó caer a su lado. Agitó la nariz, tentado a alejarme más de él. Acababa de interrumpir los pensamientos cuando estaba en el segmento "molesto" de sus pensamientos.

Felicitaciones Min Yoongi, ahora déjame en paz antes de que te mire de mala gana.

— ¿Jimin? — Lo intentó de nuevo cuando no le respondió.

— Lo siento. — Apretó los dientes mientras se disculpaba.

En realidad, no tenía ganas de disculparse por evitarlo. Solo quería golpear la almohada de regazo en su cara y sofocarlo hasta la muerte con esta. Tal vez así finalmente comprendiera cómo se había estado sintiendo en los últimos días, estando en esa casa, sin poder hacer nada, con Namjoon y él rondando innecesariamente a su alrededor.

— ¿Por qué?

¿Por qué no pudo hacerle esas preguntas y presionarlo de ese modo cuando se sentía culpable por mentirle? Quizás entonces sentiría más ganas de humillarse que de dispararle con una pistola de paintball en su entrepierna porque le faltaba valor para usar una real.

— No quiero... — Exhaló en voz alta solo. — No deseo hablar, ¿de acuerdo?

Ahí estaba, el tono molesto de su voz ya estaba apareciendo. ¿Por qué no se percataba de ello? Necesitaba que lo sintiera y de favor, que se alejara. Yoongi necesitaba dejarlo tranquilo.

— ¿Por qué? — Volvió a preguntar exasperando al menor.

Oh Dios. Él realmente nunca se daba cuenta de nada y por ello Jimin frunció el ceño, levantándose del sofá, con la intención de regresar a la habitación de invitados y no tener esa conversación con su mejor amigo.

— Yoongi, deja de hacerme preguntas. — La mano del contrario salió para agarrar su muñeca, pero el menor se la quitó,

— ¿Qué quieres?

— ¡Que las cosas sigan igual! — Le gritó en un tono exasperado.

Oh no, no lo hiciste, Min Jodido Yoongi.

— No puede ser, ¿está bien? — Se alejó del sofá arrastrando los pies.

— ¿Por qué no? — Poniéndose de pie el pelinegro comenzó a avanzar hacia un Jimin que bruscamente se detuvo.

Dejó de caminar cuando se dio cuenta de que ese día Min estaba decidido a no dejarlo ir hasta que respondiera a todas sus estúpidas preguntas. Quería jugar la carta de "Todavía estoy herido y emocionado por mi encuentro con mi hermano violento", pero ya había usado esa carta de azar demasiadas veces esa semana.

Me pasó la mano por el pelo y se mordió los labios cuando el dolor en su costado le hizo retraer un poco su brazo.

— Te mentí, Yoongi. Te mentí. Traicioné nuestra amistad. — Eligió ese enfoque en su lugar.

Si únicamente seguían concentrando en su mentira, él no estaría tentado a exigir del mayor respuestas. Yoongi extendió la mano hasta ponerla sobre su brazo con una sonrisa.

— Lo sé y te he perdonado por eso. Estamos pasando dejando atrás ese incidente. Ya hemos superado eso. — Intentó sonar convincente, tal vez estaba realmente convencido de que lo habían superado, pero Jimin no.

—No lo hemos hecho. — Soltó viéndolo arrugar más su frente.

— ¿Por qué no? — El agarre de sus manos sobre mis brazos se había vuelto más fuerte y esto hizo que el menor se liberara por completo.

— Déjalo ya, Yoongi. Yo no quiero ser duro, pero yo he estado confinado en el primer nivel de nuestro apartamento demasiado tiempo. Viendo las repeticiones en la televisión y escuchando el sonido de la respiración de Namjoon. — Se estaba volviendo loco y ahora Min prácticamente estaba peleando con él. No muy listo de su parte.

— Pero habla conmigo para saber o entenderte. Dime, Jimin. ¿Por qué no podemos pasar de ese mal momento? — Levantó su voz, poniendo una mano en su hombro para evitar que se alejara de él.

— ¡¿No lo sé?! — Lanzó sus manos al aire en señal de rendición. — ¿Quizás porque sé que tú también me mentiste? — Le entrecerró los ojos. Muy bien, Min Yoongi, pidió eso, así que se lo iba a dar bien. Sería mejor que lo escuchara correctamente.

— ¿Qué? ¿De qué estás hablando, Jimin? — Exclamó con tono de incredulidad.

— ¡Sé que eres un mafioso! — Le gritó directamente a la cara.

— ¿Qué?

— Me escuchaste. — Apretó sus labios, negando con la cabeza. —Me voy a mi habitación. — Golpeó la mano en su hombro y caminó tan rápido como pudo hacia las escaleras.

No iba a volver a esa habitación de invitados olvidada. Se iba a esconder en la comodidad de un santuario que llamaba su habitación. Así podría reflexionar sobre sus acciones y palabras allí. Sin Yoongi. Logró dar unos diez pasos impulsados por la furia, antes de que Min dejara escapar un gruñido bajo.

— ¡Park Jimin, no camines más! ¡Detente!

El nombrado se congeló ante su orden. No había escuchado este tono en su voz desde la noche en que Kyung lo había atacado. Esas no eran las circunstancias en las que había querido volver a escucharlo hablar así. Recordó brevemente que quiso escuchar esa voz en la cama, donde los escalofríos que recorrieran por su columna no fueran por miedo, sino por algo completamente distinto. Pero suponía que no podía tenerlo todo.

— Date la vuelta. — Todavía estaba congelado. Las consecuencias de su arrebato solo ahora lo golpeaban. — Dije... Date la vuelta.

No pudo moverse. Ni siquiera podía respirar. De repente escuchó sus propias palabras sonando en sus oídos. ¿Qué había hecho? Iba a morir.

Oyó sus pasos acercándose, preguntándose cuántas personas escucharon esos pasos justo antes de dar su último aliento como estaba a punto de hacer él.

Mientras le daba vueltas para mirarlo, no pudo evitar estremecerme. Su barbilla fue agarrada, sus dedos se hundieron en sus mejillas, con una expresión indescifrable en su rostro mientras lo desafiaba.

— Dilo de nuevo. — Se sacudió como una hoja, las palabras escaparon de su mente y todo en lo que podía concentrarse era en no orinarse. — Park, dilo de nuevo.

— Dije. Eso... S-Sé que eres un mafioso. Sé que formas parte de una pandilla. Has estado en una desde que tenías diecisiete años. No soy estúpido, Yoongi. Soy tu mejor amigo, me paso todo mi tiempo contigo Me doy cuenta de las cosas. — Estaba empezando a calentarse y su lengua a soltarse, lo que probablemente no debería ser, si le importaba ver salir el sol al día siguiente.

— ¿Desde cuándo lo sabes? — Le entrecerró los ojos, mas Jimin le devolvió la mirada igual de desafiante. No quería demostrarle miedo y no lo haría.

— ¡Lo he sabido desde que teníamos diecisiete! — Lo soltó, eligiendo cruzar los brazos.

— ¿Por qué no has dicho nada? — Tenía una mirada oscura pero controlada en su rostro.

Para Jimin ese parecía su aspecto de "negocio". Lo tenía cada vez que hablaba en voz baja con Namjoon cuando él estaba cerca. Lo tenía cada vez que entraba a su guarida para hablar de algo en privado. Lo tenía la mayoría de los días cuando estaba de mal humor. Nunca había tenido esa expresión en su rostro cuando lo miraba directamente y le hablaba. Le dolía, pero no se amedrentaría, se burló, masajeando una mejilla con la palma de la mano, enarcando su ceja desafiante.

— Porque como tú, seguía pensando que me dirías la verdad. Algún día. — Le devolvió las palabras que le había dicho días antes. — Me di cuenta de que te ocultaba un secreto, Min Yoongi. Pero creo que el tuyo es mucho más grande, ¿no crees?

El contrario guardó silencio ante eso y él exhaló por la nariz ante su silencio. ¿Ese era Park Jimin? A Yoongi no le quedaba muy claro.

— Sabes qué, ya que probablemente me vas a silenciar de alguna manera, vamos a ir hasta el final de las cosas. — Arrastrándose de regreso al sofá y se dejó caer sobre este. — ¿Qué tan profundo estás en todo este asunto de las pandillas? ¿Cuál es realmente el trabajo de Namjoon? ¿Se queda en nuestro edificio? ¿Has matado a alguien antes? — Agitó su mano en el aire y sacudió la cabeza para mirarlo fijamente — No, no, creo que la pregunta más importante es, ¿por qué no me lo dijiste?

Yoongi continuaba en silencio, mirándolo con esa misma mirada neutral. De repente, el menor tuvo la tentación y el deseo de verlo rogar por su perdón. Tenía tantas ganas de ver a Min en un estado debilitado, como lo había visto una vez, hace nueve años, cuando sus padres fallecieron. Odiaba que lo estuviera mirando con esos ojos en blanco, como si le estuviera hablando a una pared y nada de lo que dijera fuera a llegar a él.

No habló, no se movió, solo parpadeó observándolo. Como si ese gesto fuera parte de él, nuevamente Jimin sacudió la cabeza con un resoplido, cerrando los ojos para calmar su furia. No sirvió de nada, Yoongi no se iba a romper. Ese imbécil impertinente que había amado durante casi diez años nunca iba a admitir su culpa ni a pedir perdón. Debería haberlo sabido, que las disculpas no estaban en su vocabulario.

— Bien, no digas nada. No te atrevas a decir ni una sola cosa, Yoongi. Voy a dejar este lugar y no me vas a detener ni a seguir si sabes lo que es bueno para ti. No quiero volver a escuchar tu voz ni volver a ver tu rostro. — Se levantó del sofá, con la intención de subir a su habitación y agarrar la bolsa que había empacado una de las tantas veces que quiso dejar ese lugar y nunca volver.

Pero ni siquiera pude dar dos pasos antes de que las palmas de Min se conectaran con sus hombros para lanzarlo contra el sofá. Su cara estaba encima de la contraria y pudo verlo apretar los dientes. En otro momento Jimin hubiese desviado su propio mirar, mas alzó las cejas en un desafío.

— Si vas a decir algo, te sugiero que comiences con una disculpa o que no digas nada en absoluto. —Las campanas de advertencia en su cabeza sonaron, recordándole que estaba siendo demasiado atrevido, arriesgándose con un mafioso.

Podía ser su mejor amigo, este podría haberle jurado que nunca le haría daño y que siempre lo respaldaría, pero no estaba tan seguro de que su relación en ese momento se basara en la confianza. Había visto demasiadas veces como el temperamento de Yoongi se mete con su racionalidad, devorándola sin piedad. Había conocido sus tendencias violentas e incluso los dedos mordisqueados y despellejados del propio Min eran testigos de esos momentos. Estaba cavando su propia tumba.

Al mismo tiempo, aunque no fuera el lugar o instante más oportuno, le excitaba un poco el hecho de que su mejor amigo mafioso, del que estuve enamorado durante los últimos nueve años, lo clavara en un sofá distrayéndolo un poco. Pero la rabia triunfó sobre la excitación que estaba sintiendo. Empujó su pecho para levantarse cuando no habló o hizo otro movimiento, excepto para mirarle a los ojos como si tratara telepáticamente de enviarle un mensaje.

— Usa tus palabras, Yoongi. No puedo leer mensajes telepáticos. — Usó sus buenos pies para patearlo, — O simplemente déjame ir, maldición. — Empujó su pecho con todas sus fuerzas, pero él lo incrustó contra el sofá con mayor fuerza, curvando sus labios con una mirada determinada en su rostro.

— No vas a ninguna parte.

Doble actualización

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro