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Capítulo 40

— ¡Detente! — Se quejó Jimin golpeando la mano que actualmente descansaba sobre el hueso de su cadera.

Tiró de las mantas, acurrucando su cara en las sábanas. Se negaba a despertar. El calor de la cama era demasiado acogedor. Todavía estaba adormecido por la somnolencia y deseaba quedarse dormido, pero esa mano incesante que bajaba por el hueso de la cadera hasta su trasero estaba siendo una distracción increíble.

— Detente... — Exhaló, su corazón se aceleró ligeramente cuando sintió la cama cerca de él hundirse. Ahora estaba bajo las sábanas y odiaba poder sentir ese aliento en su piel. Bueno, no lo odiaba exactamente, le encantaba demasiado y eso era lo que odiaba.— Por favor.

Rogó, gimiendo cuando sintió que las sábanas de sus hombros se alejaban, besos cubrían su cuello, hombros, brazos. Gimió en voz alta cuando sintió el calor de una mano ahuecando sus testículos haciéndolo temblar ligeramente, pero se negó a abrir los ojos mientras gemía en las sábanas. Solo quería cinco minutos más. ¿Por qué no podía dormir cinco minutos más sin ser acosado?

— Sigue durmiendo entonces, haremos lo nuestro. — La voz de Yoongi bromeó desde abajo las sábanas, arrastrándose entre las piernas apretadas, separándolas mientras se estacionaba entre sus rodillas, sus brazos se enroscaban alrededor de las piernas del menor, sosteniéndolo firmemente sobre la cama mientras lo provocaba.

Jimin hundió los dientes en sus labios, con la cara aún enterrada en las sábanas al sentir las manos acariciando sobre su pecho desnudo, viajando en direcciones opuestas, finalmente separando ambos brazos del agarre que tenía sobre las sábanas. Las muñecas se las inmovilizaron en cuestión de segundos, dejando manos escapar una risita.

— Terco que eres. Veamos cómo duermes con esto. — La presión en ejercidas en las muñecas de Jimin mermó, llevando un trozo de tela pasando a su cara falsificando una máscara.

— ¿No tienen trabajo ambos? — Gimió, sus manos se dirigieron a la cabeza, sintiendo a una lengua húmeda arremolinándose alrededor de un pezón. Todavía era fácilmente debilitado por ese dulce punto suyo. Intentó agarrar los cabellos de Namjoon, pero se lo impidieron haciéndolas golpear sobre la suave cama.

— Es fin de semana, Jimin. — Kim declaró simplemente mientras mordisqueaba dicho pezón, enviando fuertes oleadas de placer por su columna escuchándolo jadear mientras arqueaba la espalda. Casi al instante, sintió la boca de Yoongi atrapándolo, chupando fuerte, haciéndolo apretar las rodillas o al menos lo intentó.

— Los mafiosos no descansan los fines de semana. — Apenas se las arregló.

Su mente todavía estaba entumecida por el sueño y su vista todavía estaba oscura con la máscara puesta, pero su cuerpo estaba completamente despierto. Sentí cada toque y mordisco de sus dientes, cada tirón de sus palmas, cada pellizco de sus dedos, cada lamida de su lengua, cada movimiento de succión de su boca. Todo eso que siempre lo volvía loco.

Su cuerpo estaba completamente despierto, pero ¿por qué todavía se sentía con tanto sueño? Quería gritarles que lo dejaran ya, no podía soportarlo, pero todo lo que logró fueron jadeos temblorosos y pesados.

— ¿Todavía estás obsesionado con eso? Jugamos a eso hace días ya, ya desempeñamos esos roles, Jimin. — Yoongi se echó a reír, su voz sonaba más lejos de lo que recordaba. — Despiértate.

¿Papel desempeñado? ¿Roles? Ellos eran mafiosos.

Jimin frunció el ceño, queriendo preguntarles qué querían decir. Pero se quedó sin aliento cuando sintió que manipulaban su cuerpo enredado entre las sábanas. Sus brazos estaban doblados detrás de él, sentía la rodilla de alguien clavándose profundamente en su espalda.

— ¡Ay! — Jadeó.

— L-Lo siento. — La voz de Yoongi estuvo de repente justo al lado de su oreja y esto lo relajó, el dolor en la espalda parecía disminuir. — Lo siento mucho. — El castaño se rio moviendo su trasero para ubicarse mejor.

— Nunca te disculpas, Yoon. ¿Qué te pasa?

Se hizo el silencio. Frunció el ceño, sin escuchar siquiera sus respiraciones. El peso en su espalda había desaparecido, pero se sentía atrapado en la misma posición.

— ¿Chicos? Hey, quítenme la máscara, ¿por favor?

Jimin tuvo la repentina urgencia de ver. Necesitaba mirar los rostros de sus novios, precisaba verlos, algo andaba mal. Necesitaba estar seguro de que estaban bien. ¿Por qué de repente sentía tanto miedo de que se lastimaran? Trató de levantarse de la cama para darse la vuelta, pero no importaba cuánto lo intentara, estaba pegado a la cama.

— ¿Yoon? ¿Namjoon? — Llamó en pánico cuando sintió que su cuerpo se adormecía nuevamente. Fue inusual. Estaba completamente despierto, pero su cuerpo no le respondía. — ¡Chicos! — Gritó, golpeando en la cama con el único brazo que logró mover, sintiendo el frío penetrante en su piel. Necesitaba saber dónde estaban ellos ¿Dónde estaban las sábanas? — ¡Yoongi! ¡Namjoon! — Gritaba desesperado. Su corazón se aceleró tan rápido que pensó que vomitaría.

¿Qué le estaba pasando? ¿Era eso un sueño o una pesadilla? Tenía que despertar.

— Por favor, Jimin, tienes que despertar. Lo siento mucho. — Escuchó de algún lado la voz de Yoongi, pero por mucho que buscó, no la encontró.

+++

Hacía mucho que Yoongi había dejado de funcionar, era el muerto viviente de Namjoon quien se estaba encargando de todo con el corazón en la mano, sin quererlo. Querían estar junto a Jimin, aunque fuera solo para verlo en ese estado, acostado allí.

No se había movido una pulgada, no voluntariamente de todos modos. Tuvo siete ataques de espasmos musculares, tres ataques de epilépticos, su corazón falló una vez, su respiración se detuvo dos veces. Había pasado por dos operaciones de emergencia. La espada que se incrustó en su espalda se había roto dentro de él, deslizándose más dentro de su cuerpo y perforando más órganos que el golpe inicial.

Jimin casi murió esa noche y ellos con él. Ahora todo lo que parecía mantenerlos vivos y respirando simultáneamente, eran los tubos que estaban conectados al cuerpo del menor, ayudándolo a respirar y dándole suficientes nutrientes para pasar otra noche. Era un espectáculo desalentador para la vista. Era como si esos tubos tuvieran un control sobre la vida de los tres, como si pudieran darles vida y también quitárselas fácilmente. Arrebatárselos a ellos.

La idea de perderlo hizo que la presión arterial de Yoongi subiera un poco. No podía hacer eso, prescindir de él. No podía vivir sin él. Él tenía que pelear, tenía que hacerlo o simplemente iba a matarse para llegar a él, para poder estar con él. Esos eran sus pensamientos y quería reírse de lo patéticos que eran. Lo débil que se había vuelto durante los días que Jimin había estado inconsciente, fuera de sus brazos, en esa cama que lo mantenía cautivo y lejos de él. Tan frágil, tan puro e inocente, pero tan herido.

Debería poder hacer algo por él. Cualquier cosa era mejor que sentarse ahí para contemplar la muerte, solo para mirarlo a los ojos una vez más y verlo sonreír tan brillantemente. Tenía miedo, le dolía el corazón de solo pensar que miraría hacia otro lado y se perdería el segundo donde abriese sus ojos.

Extrañaba tenerlo en sus abrazos, simplemente dejándolo respirar contra su cuerpo mientras estaban acostados, sin hacer absolutamente nada de importancia, simplemente disfrutando de la existencia del otro. Extrañaba sus toques, sus coqueteos, sus besos, sus sonrojos. Yoongi lo extrañaba mucho y lo necesitaba de vuelta. Lo quería de vuelta, pero estaba malditamente fuera de su alcance.

— Taehyung, verifica si se le debe dar más morfina. Creo que su temperatura está subiendo de nuevo. — Namjoon ordenó desde la silla al lado de Yoongi.

Taehyung, quien había dejado su habitación para ponerse a disposición de ellos en cuanto se enteró de lo que había pasado, se levantó de donde estaba sentado, con los ojos muy abiertos mirando el monitor junto a la cama de Jimin, antes de asentir y apresurarse hacia la puerta. Se veía terrible, todos lo hacían.

Todos los capitanes cercanos, Namjoon y él, se habían quedado en esa habitación, cuidando a Jimin sin mucho descanso. Apenas comían, no les molestaba mucho la higiene personal. Todos solo querían que mejorara. Todos deseaban estar ahí para verlo abrir los ojos y decir algo, cualquier cosa.

Namjoon miraba el cuadro desde su posición, solo sintiendo la opresión, solo desearlo volver a verlos a los dos ahí, vivos, molestándose, riendo. ¿Qué importaba lo demás? No importaba si él no era amado, si incluso se sentía usado en algún momento con solo volverlos a ver a los dos con sus ojos abiertos y comisuras elevadas. Saberlos vivos y en su vida, era todo lo que quería.

— Detente. — Exhaló Yoongi cansadamente, agarrando con fuerza la mano de Namjoon que estaba entrelazada con la suya, con la esperanza de darle algún tipo de consuelo, ambos intentaban consolarse. — Apenas ha aumentado medio grado. — Murmuró por lo bajo. — No te asustes. — Namjoon le apretó las manos nuevamente, pero eso no les ofrecía ningún consuelo.

— No me estoy asustando. — Respondió rápidamente. — Solo quiero asegurarme de que no tenga dolor. — De mala gana le hizo un gesto a Taehyung para que se sentara de nuevo.

Ahora, todas las miradas de la habitación estaban en ese maldito monitor, otra vez. Todos eran supuestamente grandes mafiosos con mucha experiencia, muchos ceros en billetes guardados en físico y legalmente en los bancos. Sin embargo, estaban todos reducidos a eso, indefensos y mirando como nada de eso podía traer a Jimin de regreso. Todos deseando que en esos diez años se le hubiera entrenado, que hubiese sido para de ellos para que al menos hubiese sabido qué hacer en una situación así, derribar el peligro en vez de lanzarse a él.

Yoongi deseaba que el castaño no tuviera dolor, pero ni siquiera podía mentirse a mí mismo. Sabía cuánto dolor debía estar pasando. Le había fallado, no pudo protegerlo. Mi pobre corderillo asustado, su mejor amigo. Ese pobre ángel que tenía por novio no merecía eso. Nunca lastimó a nadie en su vida. Siempre estaba siendo lastimado por personas a las que no les importaba. Yoongi le había hecho esto a él al meterlo en su vida una década atrás, era un puto fracaso.

Si tan solo hubiera hecho al menos un mejor trabajo protegiéndolo. Si tan solo nunca lo hubiese llevado a esa apertura. Supo los riesgos de tenerlo allí, pero solo quería saber que estaba cerca y darle el gusto de sacarlo a algún lado entretenido. Solo quería que disfrutara los frutos de su trabajo. Quería que se sintiera orgulloso de lo que podía hacer. Solo quería que tuviera algo de tiempo libre para hacer las cosas que amaba. Su Jimin amaba el arte. Le hubiera encantado cada momento en esa galería de arte de no haber sido por lo que sucedió.

Nunca debió haberlo metido en eso. Nunca debió permitir que lo descubriera porque así no hubiese tenido que presentarlo al negocio y exponer aún más su rostro a personas que podrían lastimarlo. Debió haber sido el hombre más poderoso del mundo, debió haberlo sabido mejor, debería haber sabido que se lastimaría. Lo sabía, pero fue en contra de todo lo que sabía y lo mantuvo a su lado egoístamente. Ahora yacía en una cama de hospital, muriendo y todo eso por su culpa.

— Taehyung, comprueba si es hora de que tome otra dosis de morfina. — Murmuró, sus ojos clavados en la cara pálida de su cordero. Era tan precioso, tan gentil, tan suave, tan dulce y lo arruinó todo con sus maneras egoístas.

— Pensé que habías dicho que no nos asustáramos. — Namjoon se sentó a su lado al ver lo abatido que se encontraba, imaginando todas las culpas que se debía estar echando. No lo culpaba, él también estaba repleto de culpa, sintiéndose impotente, deseando haber ido en contra de todo aunque eso hubiese acabado con la vida de ambos tal vez un poco antes. Había muchas culpas para repartir, pero no era el momento para ello. — ¿Sentiste algo? — Preguntó de inmediato sintiendo sus palmas comenzar a sudar.

Yoongi se volteó hacia él, negando con la cabeza y frunciendo el ceño. No era de extrañar que el pánico se reflejara en su rostro. Antes del último ajuste que tuvo Jimin en sus máquinas, Min tuvo una sensación extraña, por eso se había levantado para que el médico revisara y se asegurara de que cada tubo conectado a él funcionara bien.

Segundos después, Jimin había comenzado a convulsionarse, y fue por un golpe de suerte que el médico estuviera allí para estabilizarlo de inmediato, poniéndolo de lado, presionándolo para asegurarse de que no se ahogara con la sangre. Tosía por sus pulmones perforados por eso se aseguraban de que el sitio de la herida no se hubiera abierto nuevamente.

Fue puesto de lado desde entonces. Su cara pálida frente a ellos, pero sus párpados aún cerrados, ni siquiera sus globos oculares se movían. Estaba tan quieto, a pesar del aparato respiratorio que lo ayudaba a respirar profundamente. No lo decían en voz alta, pero ambos quisieron compartir su aliento con él, cada último aliento que tenían. Si pudieran dárselo, lo harían. Pero no sabían cómo.

¿Cómo podían ayudar? ¿Qué demonios había estado haciendo Namjoon? ¿Qué coño podía hacer Yoongi?

— Todos ustedes, salgan. — Ordenó Min mientras apretaba los dientes.

Podía sentir sus emociones en aumento. Estaba a punto de derrumbarse de nuevo y no podía dejar que sus hombres lo vieran débil. Especialmente no cuando estaba débil por otro hombre. Sus capitanes, los que habían llegado a amar a Jimin, se apresuraron a levantarse y salieron arrastrando los pies por la puerta. Fue solo cuando las puertas se cerraron de golpe detrás de ellos, que Yoongi soltó el agarre paralizante que tenía en la mano de Namjoon, enterrando su rostro en las palmas, soltando un sollozo.

Maldición, era un jodido débil, un debilucho sin fortaleza que debería estar luchando por el hombre que amaba y no hacía nada. Jamás lograba hacer nada bien por Jimin. Mil veces maldición. El peligris al ver esa imagen tuvo que obligarse a secar sus lágrimas, necesitaba estar ahí para su jefe, para los hombres que amaba.

Sus brazos se curvaron alrededor del cuerpo tembloroso de Yoongi, susurrando palabras de consuelo cerca de su oído. Min sabía cuánto necesitaba el consuelo él también, pero estaba tan perdido en sus propios pensamientos y emociones que lo apartó. No necesitaba eso de Kim. Podía decirle tantas palabras de consuelo como pudiera pensar, pero no cambiará el hecho de que Jimin todavía estaba acostado allí, en esa cama, luchando por sobrevivir. Namjoon era como él, también estaba indefenso, no podía hacer nada.

— Necesito estar a solas con él. — Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera evitarlo.

Los ojos de Namjoon se ensancharon, mirándolo desconcertado por un millón de motivos pese a no ser el momento o el lugar para preocuparse por su dolor o pensar. Un pinchazo en el pecho de Yoongi le hizo estremecer un poco, pero apreté los dientes y se obligó a mantenerse firme.

— Yoongi. — La voz del mayor se quebró al pronunciar su nombre.

Yoongi se dio cuenta de que lo había lastimado, todo estaba reflejado como nunca en su rostro arrugado de dolor por su despido. Debería sentirse mal, lo sabía, pero, sinceramente, no podría importarle menos. Namjoon al menos estaba vivo y jodidamente respirando, su dolor no se comparaba a lo que estaba sintiendo y pasando Jimin.

El menor estaba en la cama, con los ojos cerrados, luchando con cada respiración para quedarse ahí, para quedarse con ellos. Jimin lo necesitaba y él necesitaba al menor también. Así es como funcionaban, así es como siempre funcionó. Solo lo necesitaba a él, única y exclusivamente a Jimin. Eso era todo, era simple. La vida no podía ser menos complicada. Su existencia dependía completamente de la de Jimin, esa era su luz. Él era todo lo que necesitaba. Realmente era todo lo que necesitaba y no estaba pidiendo mucho. Si existía un dios y si él estaba escuchando. Incluso le rezaría.

— Sal, Kim. — Repitió, esta vez golpeando la mano que aún se extendía tentativamente hacia él.

— No me iré de su lado. — Apretó los dientes, su rostro arrugándose en una ira que no podía controlar. — No puedes obligarme. — Su rostro se volvió oscuro.

Él se contenía, siempre lo hacía, pero había cosas en las que no deseaba ceder. Sabía que cuando se trataba de Jimin sus botones eran fáciles de presionar porque se volvía vulnerable. Yoongi lo sabía, pero no le importaba el fondo de Namjoon en ese momento, era Jimin quien lo necesitaba. Tonto Namjoon, él le estaba dando la oportunidad de una pelea y en ese momento, eso era otra cosa que Min necesitaba.

— ¡Fuera! — Gruñó, golpeando con fuerza sus palmas contra los hombros de Namjoon.

— No. — Ese jodido peligris estaba poniendo a prueba su paciencia. Apretando sus botones de la peor manera.

Ni siquiera sabía Min por qué estaban haciendo eso, con Jimin allí a su lado. Pero no estaba dispuesto a dar marcha atrás. Ese momento de ira que sentía parecía ser la única cosa que sentía aparte de la impotencia en que lo azotó por mucho tiempo. Necesitaba eso, necesitaba pelear. Sentir que estaba haciendo algo, cualquier cosa. De lo contrario, realmente se quedaría de rodillas rezando como un estúpido. Por el amor de Dios.

— Sal mientras te lo pido amablemente. No olvides con quién y para quién trabajas. — Habitualmente ese era el momento en donde alcanzaba su arma, pero maldijo voz alta cuando recordó que estaban en un hospital y tuvieron que entregar las armas.

— No olvides cómo hemos cruzado esa línea hace mucho tiempo. — El mayor miró sus manos, sabiendo que si Yoongi quisiera, podría entablar combate con él en cualquier momento, solo necesitaba un empujón para eso. Sin embargo, no le importaba que fuera exactamente eso, su jefe. — No iré a ninguna parte. No puedes alejarme. — Sus mandíbulas se apretaron mientras hablaba.

— Él es mi mejor amigo. ¡Es mío!

— Él también es mío, Min Yoongi. — Su voz era firme y cruel, una que solamente utilizaba hacia sus víctimas, nunca con sus superiores.

No obstante, Yoongi lo conocía bien. Sabía que podría verse fuerte. Podía esconderse detrás de una máscara de ira, pero veía dolor en sus ojos por lo que le estaba insinuando, ahora reconocía esa mirada que le estuvo dando cuando regresó de Japón. Se tragó la culpa en el fondo de su garganta. Solo quería estar a solas con Jimin. Solo con su cordero herido, su ángel, su oxígeno, su todo. ¿Era tanto pedir?

— No. Nadie se lo llevará, es mío. Es mío para siempre. Es permanente. ¡Maldita sea, no puedes llevártelo! — Se abalanzó sobre un Namjoon que estaba listo para atacarlo al instante. Forcejearon por unos segundos, antes de que agitara el puño, rozando apenas su barbilla cuando el más alto le dio un fuerte codazo.

Yoongi giró su cuerpo lejos de él, pero el mayor lo empujó antes de que se incorporara, haciéndolo golpear el marco de la cama de jimin con un fuerte crujido, sacudiendo todo su ser, obligando al monitor a emitir un pitido fuerte y rápido, obligándolos a los dos a quedarse quietos al instante.

Los ojos del pelinegro estaban pegados a Jimin y su monitor, conteniendo la respiración, esperando no haberlo lastimado. Estaba conmocionado y de repente tan jodidamente consciente de que ese era el peor lugar y momento para tener una confrontación tan ridícula, especialmente porque en el fondo sentía las palabras que estaba diciendo.

¿Qué estaba haciendo?

Estaba siendo débil, estaba harto de sentirse tan inútil. Solo quería sentir algo más, cualquier otra cosa. Ese fue su único método horrible para hacerlo. Ambos apartaron los ojos de Jimin y del monitor al que estaba conectado. Yoongi no supo por qué, pero se estremeció ligeramente cuando Namjoon sostuvo su mirada de esa forma tan diferente a todas las veces anteriores.

Había algo en sus ojos que lo hicieron sentir aprensivo. No era agresión tampoco lujuria. No era nada de lo que pudiera reconocer. Pero lo atrapó con esos ojos suyos cuando dio un paso hacia él, alcanzando y agarrando la parte posterior de su cabeza con excesiva fuerza mientras golpeaba esos labios contra los suyos. Yoongi no peleó con él, no pudo. Ni siquiera le importaba si él lo estaba dominando en ese beso.

Lo dejó hacer lo que quisiera. Como si de alguna manera eso pudiera deshacer el dolor que le acababa de infligir hacía solo cinco segundos. Sabía que eso no lo recompensaba, pero respondió a su beso hambriento lo mejor que pudo. Namjoon le mordió los labios con intensión y el pelinegro sintió el dolor explotar contra su carne sensible. Lo estaba castigando por las palabras que dijo. Él se lo hace, duro, porque sabía lo que Yoongi necesitaba sentir. Siempre lo hacía y siempre se lo daba.

Cuando el peligris se alejó abruptamente, el contrario contuvo el aliento al ser testigo de lo que vio. Namjoon sostenía su cabeza con firmeza, obligándolo a ver por primera vez las lágrimas corriendo por su cara hundida y cansada.

— No te lo estoy arrebatando, no me lo estoy llevando. Yo no soy el malo aquí, Yoongi, soy el que siempre deja de lado todo por ustedes dos, por si lo has olvidado. Jimin necesita de nosotros. No me importa cuán jodido te sientes. No puedes alejarme, no puedes expulsarme porque estoy aquí para quedarme con él y contigo. Tenemos que hacer esto juntos, carajo. No tienes ningún derecho para alejarme. Yo también merezco estar aquí.

Yoongi dejó escapar un sollozo sin saberlo. Las lágrimas caían de su rostro y frente a él, no le importaba enjugarlas. Él era la única otra persona que podía verlo así.

El pelinegro seguía haciéndolo. Continuaba minimizando lo dolorosas y destructivas que podían ser las emociones. Incluso con Jimin, todos esos años, solo se preocupó por su bienestar físico. Mientras estuviera vivo y caminando, no quiso pensar en que él tenía alguna necesidad emocional de lo que posiblemente podría ocuparse. Había aprendido por las malas que para Jimin significaba mucho más que él también me preocupara por el menor emocionalmente. Quizás era todo lo que le importaba a Jimin realmente. Ahora estaba acostado en una cama de hospital luchando por su vida, todo lo que necesitaba de él era que protegiera su corazón. No le importaba si recibía una bala, una espada en la espalda o no. Eso era el amor de Jimin y él debió haber aprendido la lección.

Sin embargo, ahí estaba, todavía tan tonto cuando se trataba de Namjoon. Estaba siendo un ingenuo al pensar que debido a que Namjoon podía cuidarse solo, porque era fuerte y bueno con las armas, porque podía ser una bestia como él, no tendría que pensarlo dos veces antes de cuidarlo. Todavía estaba preocupado solo por sus necesidades físicas y nunca pensó en asegurarse de que sus necesidades emocionales fueran cubiertas del mismo modo.

Él lo jodía todo. Maldita sea, tenía suerte de que Namjoon fuera un hijo de puta obstinado y leal hasta el final. Tenía mucha suerte de que no se fuera cuando prácticamente lo expulsó. Sus manos que se aferraban desesperadamente a la camisa del mayor se aflojaron un poco, antes de dejar caer sus manos a los costados.

— Yo... — Tragó el nudo en su garganta y orgullo. — Lo siento.

Era hora de que se recompusiera. No había sido el más cariñoso o preocupado con Namjoon. Había dado por sentado su presencia en su vida, como lo había hecho antes con Jimin. El hecho de que Kim siempre estuviera a su lado cuando lo necesitaba, no significaba que estaría para siempre, si seguía socavando su valor, podría perderlo, lo vio en su mirado. Eso era lo que había estado escondiendo, sus pensamientos sobre alejarse de él, de ellos. Namjoon se merecía algo mejor. Él merecía ser sostenido en sus brazos y apreciado. Se merecía todo lo que tenía y podía darle. Desde el momento en que Yoongi propuso esa relación con ellos tres, debió haber cimentado su existencia a la suya. No debió tener que pasar por ninguno de esos rechazos que le ha lanzado. Se merecía algo mejor. El peligris acercó la cara del menor a su hombro, besando su cuello temblorosamente.

— Lo sé, ahora lo sé. — Se odiaba, Kim estaba tan dispuesto a perdonarlo, a aceptarlo que debía estar avergonzado.

— Yo jodidamente lo siento tanto. —Susurró contra al hombro mientras lo agarraba, aferrándose a él como si fuera su bote salvavidas y estuviera perdido en el mar. Por primera vez estaba tan consciente hasta de la diferencia de tamaños entre ellos. — Te necesito. — Lloró.

Ahí iba, el orgullo de Min Yoongi saliendo por la puerta. Había elegido a esos dos hombres para que fueran suyos para siempre. Merecían estar felices en ese momento, no miserables y luchando por aferrarse a él. Tenía que ser él quien lidiara con las últimas pajitas para sostenerlos a ellos junto a su corazón.

— Son tu todo bastardo egoísta. Despierta antes de perder a cualquiera de ellos. — Musitó tan bajo, que ni siquiera Namjoon lo escuchó, todo lo que sintió fue un lejano murmullo.

— Lo sé.— Namjoon repitió, permitiéndole clavar los dedos en su carne para sostenerlo más fuerte.

— No quise alejarte. — Lo sostuvo lo más cerca que pudo de su corazón. — Por favor, perdóname. No quise dejar que se lastimara. — Hundió las yemas de sus dedos profundamente en su cuerpo, queriendo sentir su calor por completo, esta vez, se permitió perderse en su olor a pesar de la precaria higiene que habían estado llevando, Kim seguía oliendo bien.

— Lo sé. — Tuvo dudas, no podía negarlo, hasta momentos atrás, aún tenía sus dudas, pero ahora tenía la certeza de esas palabras. Clavó los dedos en el cuello contrario, sosteniéndolo de la forma en que necesitaba que lo abrazaran. Permitiéndole llorar más fuerte en su hombro.

— Te amo.

Namjoon contuvo el aliento mientras cerraba sus ojos, dejando que dos lágrimas rodaran por sus mejillas. Su pecho esta vez sí sintió esas dos palabras, sentía que eran reales y lo decía de a corazón aunque a ellos dos aún le quedara mucho camino por delante. Asintió levemente, antes de besarle la cabeza al pelinegro.

— Lo sé. — Lo abrazó más fuerte. — Yo también te amo.

¡Hola nuevamente, 6ta actualización!

¿Qué les pareció el capítulo? Espero que les haya gustado.

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