Capítulo 33
Hubo una especie de frío en el aire. Yoongi no podría explicarlo con exactitud. El clima esa temporada no era tan frío, él incluso llevaba capas en su traje, en todo caso, debía sentirse un poco caliente en ese instante. Sin embargo, después de aquel actuar de Jimin, de solo verlo caminar en absoluto silencio, paso a paso, fingiendo que él no existía en ese mundo, hacía que los pelos de su piel se erizaran.
¿Qué tenía lo que él creyó hasta el momento que era un ratón hermoso e inofensivo en forma hombre que podía reducirlo a ese estado? Él era un subjefe endurecido que ni siquiera lloraba en voz alta, no entendía cuándo le había llegado a temer a Jimin. Nunca siquiera le dio una razón para eso, pero ahí estaba, con miedo.
No estaba haciendo un berrinche, no lo estaba amenazando, no le estaba apuntando con un arma directamente a la cara o sosteniendo una cuchilla contra su piel, pero algo en su comportamiento en general le estaba haciendo tragar saliva para aliviar la sequedad incómoda en la boca desde que le dio la primera mirada rato atrás.
Aunque era lo que más deseaba, se le hizo demasiado difícil extender la mano para tocarlo y abrazarlo. Le preocupaba que si intentaba abrazarlo, Jimin iba a rechazarlo dolorosamente y esa vez, él no estaría de humor para rendirse o permitirme hacer lo que quisiera. Todo lo que tenía eran ganas de regresar y tratar él personalmente con Seohee mientras dejaba que fuera Namjoon quien aplacara a Jimin hasta que fuera seguro la ira de todos había mermado.
¿De qué tenía miedo exactamente? Porque todo lo que estaba pensando era en arrastrarse ante Jimin para pedirle perdón, algo antes jamás sentido. A decir verdad, el enojo que sintió al ver la marca en el rostro de Jimin creada tan amablemente por la perra de Seohee estuvo completamente abrumado por el miedo de nunca ser capaz de arreglar todo eso con Jimin.
Esa perra siempre le trajo más problemas de lo que valía. Después de que pidiera clemencia y obtuviese el perdón de Jimin, se aseguraría de que ella se comiera cada palabra o pensamiento que haya tenido contra Jimin. Le haría desear nunca haberse atrevido a respirar el aire que respiró el castaño.
Se trataba de una situación hasta cierto punto graciosa en donde Min no sabía si reír o llorar de frustración. El gran Min Yoongi, uno de los miembros de pandillas más temidos de La Familia, en realidad estaba encolerizado ante alguien que no tenía absolutamente ningún poder sobre él.
Se quedó sin poder, todo se había ido a la mierda y ni siquiera sabía cómo solucionarlo. Honestamente, elegiría un tiroteo o una redada policial en ese momento ante a la vista fría y hostil de Jimin. Estaba acostumbrado a sus sonrisas, sus pucheros y máximo a esos ojos que constantemente rodaban, no a mandíbulas tensadas, ignorancia y distanciamiento.
Se detuvo un momento para girar la cabeza en dirección a un Namjoon que trotaba hacia ellos para alcanzarlos, suponiendo que este ya había hecho lo que le había ordenado. Yoongi ni siquiera se atrevió a frenar sus pasos mientras avanzaba detrás de Jimin, a pesar de que el menor estaba dando cada paso tan dolorosamente lento que lo estaba poniendo muy ansioso.
Namjoon ya estaba junto a ellos, el mayor también miraba preocupado a Jimin, pero comprendía que necesitaba su espacio. Ya había estado a su lado en momentos parecidos y lo conocía lo suficiente como para saber que no era el mejor momento para hablarle. No obstante, el pelinegro estaba incrédulo ante su pasividad en ese momento.
Es que Yoongi esperaba que el peligris rompiera ese silencio tétrico, mas cuando se trataba de Jimin ya había notado que el mayor tampoco tenía pelotas. Cuando Jimin se detuvo justo en frente del auto, Min tragó saliva, sin estar seguro de que quedar atrapado en un espacio confinado con esa bomba silenciosa y que hacía tictac fuera una buena idea. Se encontraba legítimamente estresado.
Se quedó sin aliento cuando lo vio dar dos pasos más hacia el lado del pasajero del automóvil cuando agarraba la manija. Estuvo a punto de preguntarle qué estaba haciendo y por qué no iba a sentarse en el asiento trasero con él como siempre. El problema era que su voz no parecía funcionar y todo lo que hizo fue mirarlo impotente mientras el menor abría la puerta sin llave y entraba al auto sin siquiera mirar hacia atrás. No era exagerado decir, que a Min se le habían encogido por testículos, peor que aquella vez cuando era un niño.
Conociendo a su jefe, por su actuar, Namjoon le ofreció una débil sonrisa antes de entrar al auto por el lado del conductor esperando que eso lo tranquilizara. Los dos se estremecieron ante la fuerte explosión cuando Jimin cerró la puerta de golpe después de haberse sentado correctamente. Kim lo miró de soslayo y Yoongi suspiró fuerte, pasándose la mano por la cara.
Dios, él sabía que esa relación con Jimin le traería problemas un día. Lo supo, pero no se mantuvo firme frente a su cara ridículamente adorable y persuasiva. Sus labios, el cuerpo, la compañía... Maldición, ¿ahora cómo solucionaba ese maldito problema sin sonar y actuar como un idiota?
Resignándose a su destino, se subió al asiento trasero como siempre, mirando a Kim por el espejo retrovisor. Él asintió levemente antes de mirar a Jimin, frunciendo el ceño profundamente antes de inclinarse y alcanzar al castaño para tirar del cinturón de seguridad y abrochárselo rápidamente. No protestó, ni miró a Namjoon con esa sonrisa adictiva y apreciativa que siempre daba cuando hacían algo por él.
Así fue como Yoongi supo que estaba jodido, por la mirada que Namjoon le estaba dando a través del espejo, él también lo sabía. Durante todo el tiempo que dieron marcha atrás, el auto estuvo tan silencioso que Min ni siquiera se atrevió a moverse en su asiento, por temor a que el sonido del cuero cambiara el estado de ánimo de Jimin, dejándolo rígido y dolorido en su asiento, deseando que su mano derecha condujera más rápido o iniciara una conversación para aliviar el incómodo silencio.
Pero no había conversación que entablar. Llegaron al edificio, Namjoon aparcó y los tres subieron al ascensor en silencio. Jimin se apresuró a salir primero y entrar al apartamento del peligris sin decir una palabra. Se quitó los zapatos buscando alejarse de eso dos rápidamente, desapareciendo en la habitación tan rápido que dejó a los mayores en la puerta parpadeando.
Ni siquiera se encerró, no cerró la puerta detrás de él a pesar de su estado de ánimo. Pero todavía había una barrera que le impedía a Yoongi ir tras él y dicha barrera fue su cobardía.
— ¿No vas a hacer algo? — Namjoon preguntó en voz baja, pero vio a su jefe negar encogiéndose de hombros.
— ¿Qué crees que podría hacer para arreglar esto? ¡No puedo! Maldita Seohee. — Se quitó los zapatos. — ¿Por dónde empiezo? Nunca antes se había enojado así conmigo.
— ¿Quieres ver las imágenes ahora?
— ¿Las tienes contigo? — Asintió haciendo que Yoongi recordara cuán eficiente podría ser su mano derecha. — Muéstrame. — Instruyó con un suspiro cansado.
Ese era un buen momento para averiguar qué le había dicho o hecho exactamente esa mujer a Jimin mientras este se tomaba un tiempo para calmarse. El control de daños tendría que llegar después de que ambos tuvieran los datos correctos. Conociendo al menor, sabían que no querría hablar sobre lo sucedido.
Namjoon colocó su laptop en la mesa del comedor e insertó la memoria USB que tenía en el bolsillo de su pecho mientras Yoongi miraba desesperadamente la puerta del dormitorio. Una parte de él esperaba que Jimin no malinterpretara su distancia de él en ese instante como una señal de que no le importaba. Era todo lo contrario, por eso esa vez era tan difícil abordarlo con normalidad.
Sabía de las inseguridades que Jimin siempre había albergado cuando se trataba de su relación. Que el menor pensaba que todo era un juego para él y con tres personas involucradas en la relación, sabía que Jimin debía sentir que eso es solo era una fase para él, que cambiaría de opinión sobre lo que tenían.
Estaba consciente de que cada vez que siempre que más íntimos eran, terminaba yéndose inmediatamente después por algún motivo. Sabía que Jimin creía que lo trataba como algo momentáneamente conveniente. Pero, sinceramente, no el pelinegro desconocía de qué otra manera demostrarle que no lo era. Nunca había sido bueno expresándose, tal vez nunca lo sería.
Necesitaba encontrar una manera de hacerle saber a Jimin que eso no era un juego, que no estaba aburrido, que nunca lo estaría y que no andaba buscando a nadie más aparte de las dos personas en ese apartamento. Miró en silencio a Namjoon mientras trabajaba.
Había experimentado con él y prefería no tener relaciones sexuales con Namjoon de esa manera otra vez, pero eso no significa que iba a deshacerme de él. El destino entre ellos no terminaría solo porque prefirieran no tener relaciones sexuales. Su relación aún funcionaría sin importar si Namjoon y él eran íntimos o no. Ya habían hablado de esto en una noche estresante y borracha que tuvieron mientras trabajaban. Él se lo comentó y Kim estuvo de acuerdo con él.
Los dos estuvieron de acuerdo en que el sexo entre ellos solo era tolerable, pero no estaban tan metidos en el cuerpo del otro como ambos lo estaban con Jimin y eso estaba bien para Yoongi. Seguían besándose y tocándose, pero no necesitaban ir más lejos, ambos lo entendían. Aun así, no fue solo un juego o una prueba para Min. Namjoon estaba ahí para quedarse tanto como Jimin, eso era simple. Lo difícil estaba siendo tratar de encontrar un maldito plan de intervención para intentar que Jimin empezar a comprenderlo.
— Jefe. — Namjoon interrumpió sus pensamientos mientras giraba la computadora portátil hacia él.
El ángulo de la cámara estaba al final del pasillo fuera de los baños. Vieron como Jimin salía del baño, con la cabeza ligeramente inclinada, pareciendo sospechosa esa acción, antes de dejar de caminar por completo. Yoongi pausó el video, frunciéndole el ceño al mayor.
— ¿Audio?
— ¿Quieres conectar un auricular? No quiero que Jimin vuelva a escuchar nada de lo que esa mujer le haya dicho. — Espetó Kim con una mueca, no quería que el menor continuase pasando malos ratos.
El pelinegro asintió de inmediato, era una buena idea porque no quería más desencadenantes para Jimin. Una vez fue más que suficiente para toda una eternidad. Namjoon conectó y le entregó los audífonos antes de reanudar el video. Fue un torbellino de emociones lo que sintieron al ver y escuchar el video que se estaba reproduciendo. La sangre de Min hirvió desde la primera vez que ella se atrevió a gritarle.
— ¡Joder! — Juró, apretando los puños con fuerza mientras seguía mirando.
Jimin fue un puto ángel al no golpearle por lo que ella había dicho y hecho contra él. No era jodidamente normal lo bien que podía controlar su ira. Namjoon mínimo la hubiera zarandeado o dicho algo, Yoongi, le hubiera devuelto la bofetada para ver si le gustaba. Maldita loca, haría un ejemplo de ella para todos.
¿Cómo se había atrevido a poner las manos sobre la pareja de su líder? Yoongi solo quería ver si a ella se le ocurriría volver a abrir la boca siquiera cuando él terminara con ella. Iba a aplastar hasta el último trozo de hueso que tuviera en esas miserables manos por atreverse a levantarlas. La audacia que había tenido le parecía inexplicable.
Se estaba alterando tanto que un dolor de cabeza comenzaba a golpearlo. La mano de Namjoon se curvó alrededor de su muñeca en un intento de calmarlo en cuando lo vio, pero no estaba funcionando. Yoongi quería sangre, la sangre de Seohee específicamente y quería que todos los que alguna vez albergaron un mal pensamiento contra Jimin miraran y aprendieran las consecuencias de incluso mirarlo mal.
Él acabaría con ella. Le haría desear nunca haberle dicho o hecho algo a Jimin. Ella iba a morir sabiendo lo Jimin significaba para él de verdad. Conocería su lugar, besaría la tierra por la que caminaba el castaño y morirá sabiendo que él era permanente, que nunca jamás lo dejaría caer o lo desampararía. Era suyo para sostenerlo, tenerlo y mantenerlo. Él no iría a ninguna parte como esa puta de mierda le había dicho. Se arrancó los auriculares de las orejas y se apartó violentamente de la mesa una vez que vio que había entrado en la escena del video.
— A la mierda con esta perra. — Quería golpear algo. — Haz que Taehyung la transfiera a la sala de interrogatorios. Me encargaré de ella a primera hora de la mañana. — Namjoon asintió rápidamente y se levantó para tomar su teléfono. — Que le recuerden que ella cruzó la línea y lastimó a Jimin. Pagará por lo que hizo. — Escupió conteniendo sus ganas de demoler con las manos medio edificio. — Si ella se atreve a negociar clemencia, él puede comenzar su castigo antes de que yo llegue. Estoy seguro de que estará más que feliz de hacerlo, después de todo, ella era quien le informaba al Fantasma sobre lo que él tenía con Jeon.
Namjoon no le hacía preguntas, solo pasaba la información como en los juegos de teléfono aunque en la vida real. No se atrevía a cortar a Min cuando sabía que debía estar a punto de incendiar el mundo.
— Además Taehyung ha desarrollado una tendencia poco saludable a mimar a Jimin aunque cree que no lo sé. Taehyung y él se han acercado, es casi reconfortante ver a mis hombres tratar a Jimin como la joya preciosa que sé que es. — Se quedó mirando la puerta del dormitorio.
Yoongi tenía que hablar con él, pero sus pies estaban tan jodidadamente reacios de avanzar para enfrentar la situación con Jimin. Se temía que esta vez, no importa cuán pegajoso se volviera, cuán patético se tornara o cuántos sobornos intentase, no iba a poder contentarlo.
— Háblale. — Namjoon sugirió, recibiendo una mirada asesina. — Ve y habla con él. Dile lo que sientes ahora, acerca de él.
Aunque lo intentara, mismo estando molesto con él por varias cosas, Namjoon no podía simplemente ver a su jefe en ese estado, por eso lo presionó de nuevo.
— Deja de darle la oportunidad de adivinar lo que sientes por él. Deja de darle la oportunidad de que otros vengan y lo convenzan de que él no es tu prioridad, que lo dejarás. Ancla su corazón al tuyo por una vez, Yoongi... Te digo esto como tu amigo, tu mano derecha y tu amante. — Se pasó la mano por el pelo. — Sigues evitando tus sentimientos por él debido a tu orgullo y algún día lo perderás. Si no es hoy, entonces algún otro día. ¿Cuánto tiempo crees que Jimin pueda funcionar sin saber con certeza que sientes algo por él?
Mirando menos molesto de lo que quería a Namjoon por decirle qué hacer con su vida, el pelinegro apretó las manos. Para el mayor era muy fácil decir y hacer todas esas cosas, pero él no era así, tenía miedo de echarlo a perder todo. La comprensión de todas esas palabras dichas por Kim, esas palabras molestas, pero llenas de razón, lograron que su columna vertebral se tensara.
— No voy a perderlo.
— Él cree que te va a perder. — Le replicó negando con su cabeza. — Ahora sabes lo inseguro que se pone. Él piensa que en esta relación, solo él se preocupa lo suficiente como para tener miedo de perderte. Que no tienes nada que perder.
— Está equivocado.
— Dile eso.— Suspirando al ver su estado y sentir su pecho apretarse, se acercó a Min para darle un beso en los labios, sintiendo como su ira se desvanecía un poco. — Dile lo terco que es tu maldito corazón y que nunca vas a cambiar de opinión acerca de él. Dile lo que piensas sobre esta relación que tenemos. Dile cómo te sientes realmente hacia él. Tira tu orgullo, Min. No te matará decir la palabra con "A" si realmente lo dices en serio.
Min maldijo en su interior, todo se había intensificado rápidamente. Exhaló fuerte, sabiendo que había algo de verdad en las palabras de Namjoon, que debía prestarles atención. Él era su mano derecha y especialmente elegido por una razón.
— A la mierda todo. — Alzó las manos en el aire en simulacro de rendición mientras unía sus dedos y estiraba. Dándole una sonrisa incómoda y reacia, caminó penosamente hacia el dormitorio.
— ¿Y, Yoongi? — Ocultando su sonrisa y alivio lo llamó suavemente. — Recuerda arrastrarte, al menos arrodíllate.
El pelinegro se burló de él, deseando poder morder esa estúpida sonrisa en su rostro mientras caminaba hacia la habitación. Desde que tenían esta especie de relación íntima, Namjoon había olvidado a ojos de Min sus filtros y miedos hacia él. Sin embargo, nunca fue miedo lo que Kim sentía por él, primero fue respeto, admiración por lo que habría logrado y su fortaleza ante las adversidades, lealtad porque se sintió inspirado y de alguna forma se convirtió en su única familia.
Luego le atrajo un poco, no como Jimin del que casi se enamoró a primera vista, sino por esa tensión que provocaba sus instintos más brutos. Después, en algún punto, lo que no previó y a lo único que le tenía miedo, a ese sentimiento que iniciaba con "a" porque, a pesar de por un momento creyó que podía funcionar.
Ahora sabía con certeza que las cosas entre ellos jamás pasarían de lo que tenían en ese momento. Les estaba entregando todo y temía quedarse sin nada porque lo que esos dos tenían, por momentos le hacían temer que podría quedarse afuera.
Observó en silencio a Yoongi demorarse en la puerta, mirando la habitación vacilante. Jimin estaba sentado en la cama, su espalda contra la pared mientras leía un libro de los que le daba Namjoon. Parecía la imagen de la calma y la serenidad, pero Yoongi sabía cómo debía sentirse por dentro, lo que debía estar pensando.
Sus ojos trazaron la marca en su rostro y apreté los dientes. Jodida Han Seohee. Llamó a la puerta por primera vez desde que había estado viviendo en esa casa. Tuvo miedo, se preguntaban a dónde se habían ido sus cojones, esos que tan bien siempre tuvo puestos.
Se acercó a él con cuidado cuando Jimin ignoró los golpes, no queriendo agitarlo.
Estudiaba su reacción mientras avanzaba lentamente hacia la cama, colocándose en el espacio justo a su lado. Los ojos del menor nunca dejaron su libro, pero sabía que en realidad no estaba leyendo.
Extendió la mano cuidadosamente para acunar el lado lastimado, mas aún molesto, Jimin alejó la cabeza. Todavía no quería ser tocado por Min, no deseaba ni siquiera hablar con él. Ante esto, el pecho del contrario se apretó dolorosamente.
— ¿Todavía duele mucho? — Preguntó por lo bajo.
La marca en su rostro aún no había disminuido, había pequeños rasguños en este, presumiblemente por las uñas locas y cuidadas de Seohee. Cuando Yoongi se encargara de ella, acabaría con esas cosas afiladas primero. Jimin lo ignoró, sus dedos apretaban el libro con más fuerza. Tragándose su orgullo, el pelinegro lo volvió a intentar.
— Jimin. — Besó el costado de su cabeza. — Jiminie. — Besó su oreja.— Jiminie.— Besó su mejilla, — Jiminie. — Besó el costado de su labio, no queriendo sobrepasar el límite en ese momento, mas el menor simplemente movió su cuerpo más lejos de él. No obstante, Min pudo ver que sus orejas comenzaban a ponerse rojas. —Mi Jiminie, mi amor. — Maldición, eso había salido sin permiso del lado racional de su cerebro.
Al diablo con Namjoon por ponerle la idea de usar esa palabra en la cabeza. Notó que el castaño continuaba quieto y sus labios separados. A la mierda su orgullo. Si tenía que ser un tonto para llamar su atención, así sería. Alargó la mano para sostener su brazo.
— Nunca debiste pasar por eso. Ella será manejada por lo que hizo. — Susurró cerca de su oído, acercándolo a él, — Jimin. Por favor, háblame. — Cerró los ojos con fuerza el nombrado. — Jimin, por favor.
¿Por qué Min le estaba haciendo eso? Estaba molesto y odiaba que esas palabras alborotaran su corazón. Se mantuvo en silencio, esperando que se cansara y se fuera.
— Lo sé. Sé lo enojado que estás. Prometo que esto nunca volverá a suceder.
— ¿Cuántos? — El pelinegro arrugó el entrecejo sin entender su pregunta. — ¿Cuántos más de este tipo de ataques tengo que soportar? ¿Con cuántas mujeres has estado? ¿Con cuántas has roto porque estabas aburrido y pasaste a otra persona? ¿Cuántas tuvieron sentimientos por ti que no pudiste regresar, así que los sacaste de tu vida? ¿Cuánto tiempo falta antes de que me reemplacen? — Preguntó con amargura, su voz quebrándose al final.
El corazón de Yoongi pareció dejar de latir por un par de segundos, lo suficiente para que se asustara mientras negaba sutilmente.
— Nadie, no habrá más después de ti. No hay nadie después de ti. Lo eres todo, Jimin. — Le prometía desesperadamente, llegando a tocar su mejilla. — Sé que estás molesto, tienes todo el derecho de estarlo. Pero no te atrevas a compararte con esas mujeres. No eres ellas, nunca serás como ellas. Eres preciado y especial para mí, Jimin. Nunca serás reemplazado.
— Por ahora. — Se giró para mirar hacia otro lado, solo para captar la mirada de Namjoon. — Supongo que lo único bueno es que todavía tendré a Namjoon.
— Eso nunca sucederá. Puedo jurarlo, te lo prometo, Jimin. — Ahí estaba él otra vez soltando palabras que lo molestaban por muy bonitas que sonasen. Dejó escapar un suspiro cansado.
— Sabes lo que siento por las promesas que no puedes cumplir. — Negó con la cabeza. — Preferiría que no me prometieras nada.
— ¿Qué puedo hacer para que me creas, Jimin? — Preguntó, con los ojos fijos en su mejilla, la culpa devorándole las entrañas como si fuera un refugiado hambriento en un buffet. El menor lo miró sin comprender, antes de que las lágrimas comenzaran a acumularse en sus ojos.
— ¿Puedo? — Susurró suave.— ¿Puedo creerte?
— Puedes creerme. Eres permanente, Jimin, nunca te abandonaré.
— No lo sé, no lo sabes. Cualquier cosa puede pasar. — Apretó los puños y una lágrima cayó de sus ojos. — No quiero que me lastimen más, Yoongi. Estoy cansado de llorar siempre, ser siempre débil y tener miedo de perderte. No quiero creerte para darte cada parte de mi corazón y mi confianza, solo para decepcionarme al final del día porque simplemente te aburriste de mí.
— Nunca haría eso. — Aseguré firmemente. — No lo haré.
— No lo sabes.
El corazón de Yoongi se rompió por el castaño porque sabía que él le había hecho eso. Todos esos años atándolo, sin darle el amor y la atención que ansiaba, eso fue cosa suya. Su falta de confianza en una relación con él se debió a su historia y Min lo sabía. Ese era el problema que él creó y tenía que solucionarlo.
Fue el causante de todo, el miedo implacable en su propio corazón todo ese tiempo, lo comprendía ahora. Probablemente fue lo que Jimin había estado sintiendo durante todo este tiempo junto a él. El miedo de decir o hacer algo que lo alejara de él. El temor de que su amor por él se encontrara con una barrera debido a algo que hizo mal. El miedo a que él lo rechazara. El miedo a que lo dejara.
Tomó su mano entrelazándola con la suya, mirándolo con tanta emoción que deseó que él pudiera sentir lo que sentía por él solo a través del tacto en sus pieles.
— Lo sé, sé muy bien que no voy a cambiar nunca de opinión acerca de lo que siento por ti, Jimin. — Lo intentó de nuevo, viendo como el menor se burlaba de sus palabras lleno de incredulidad.
— ¿Y qué es lo que sientes por mí? — Lo desafió sabiendo las palabras exactas que Yoongi le diría, las mismas de siempre. Que él era permanente en su vida, que lo quería a su lado, que siempre lo quiso desde que era su mejor amigo y así podría continuar, con un sinfín de frases que al final del día, de nada valían.
— Te amo.
Buenas... Cómo están? 🙈🥰
LORED
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