Capítulo 29
— No, no negociamos el maldito precio unitario. — Yoongi se enfureció mirando al pelirrojo.
Jimin miró tentativamente a su mejor amigo, ahora amante, que estaba recostado en su silla, con la barbilla levantada en una sonrisa arrogante. Sintió un ligero escalofrío en su columna vertebral mientras consideraba el poder que irradiaba de su lenguaje corporal. Era en momentos como esos que se daba cuenta lo peligroso que Min podía ser y lo atraído que estaba por eso.
Seguía sintiendo miedo, pero de alguna forma, eso que lo recorría últimamente terminaba transformándose en algo más. Como si el peligro y el miedo fueran un afrodisiaco. Namjoon le había dicho que cada persona tenía formas diferentes de lidiar con el temor, algunos lo convertían en rabia que los ayudaba a tomar decisiones, algunos en excitación y así sucesivamente.
— ¿Cuánto tiempo llevas trabajando para mí, Taehyung? — Preguntó Yoongi, sus ojos se volvieron oscuros y críticos. Que el pelirrojo cometiera ese tipo de errores de forma tan seguida, no era normal. La primera vez no dijo nada, no era común que cometiera errores, la segunda se preocupó, incluso le extrañó, pero ya estaba molesto.
— Seis años, jefe. — El pelirrojo respondió, perdiendo una mirada vacilante en dirección de Jimin.
Este le ofrecía una sonrisa débil y alentadora, conociendo a Yoongi lo suficientemente bien como para saber que algo había dicho o hecho Taehyung que lo puso de mal humor. El pelirrojo probablemente iba a soportar la peor parte de su temperamento justo ahí, en ese instante.
Sabía lo que Taehyung esperaba silenciosamente que hiciera con esa mirada que le había dado. Quería que le dijera algo a Yoongi para distraerlo de la pregunta obviamente estúpida que acababa de hacer hacía quince segundos. Parecía que, en los meses en que habían estado oficialmente juntos, los hombres que trabajan para Min no solo se acostumbraron a la presencia de Jimin y a su estado civil, sino que también comenzaron a darse cuenta de que tenerlo cerca podría ser bueno para ellos. Por un lado, esos bastardos manipuladores lo habían estado utilizando para evitar que Yoongi alcanzara su punto álgido.
— ¿Te hiciste Capitán hace cuánto tiempo? — Preguntó Yoongi, mirando a Jimin y levantando una ceja antes de volverse hacia el pelirrojo con el ceño fruncido.
— Hace cuatro años y medio, jefe. — Le respondió rápidamente, sus ojos escaneando los dedos de Min que tamborileaban contra su escritorio con impaciencia. — Lo siento, señor. Sé que no debía preguntar de esa manera sobre las negociaciones de precios. Tengo controlado esto, no hay problema, señor. No habrá problemas con la transacción. — Se apresuró a explicarse.
Había estado desconcentrado en los últimos meses desde su ruptura definitiva con Jungkook. Cuando notó que lo habían dejado de seguir un mes atrás hombres pertenecientes a Kim Seokjin, intentó hablarle, comunicarse con él, pero fue el rubio quien esta vez se mantuvo ilocalizable.
Un hombre que vivía en la misma ciudad, alguien con quien se veía todas las semanas, se había esfumado de la faz de la Tierra desde aquella mañana en que se dijeron adiós. Le dolía la cabeza, no tenía deseos de escuchar pelear a Min aunque sabía que fue él quien cometió un error. Fue por eso que su mirada se dirigió hacia la pareja de su jefe brevemente en busca de salvación, pero este se quedó sentado en su asiento ignorándolo.
Es que Jimin no era bobo. Había una mirada en los ojos de Yoongi que aprendió a lo largo de los años, esa que significaba que estaba a punto de perder los estribos, y si alguien se interponía en su camino, lo haría pedazos.
No estaba dispuesto a colocarse frente a Taehyung para protegerlo del desastre que él mismo había cavado a pesar de que se preocupaba por el pelirrojo con el que tanto se reía cuando coincidían en algún lugar. Sabía que podría hacer algo por él, pero no lo haría. Es decir, Taehyung y todos necesitaban entender que incluso si Yoongi tenía cierta debilidad por él, no iba a intervenir para salvar sus traseros después de joderla.
Además, nadie salvaba su trasero cuando el pelinegro le devolvía el favor en el dormitorio. Yoongi lo dejaba salirse con la suya ahora en muchas cosas, pero su cuerpo pagaba las consecuencias después. Ahora mismo, todavía se sentía dolorido por la ronda que tuvieron esa mañana.
— No hagas que me arrepienta de mi decisión de convertirte en Capitán.
Taehyung inclinó la cabeza de inmediato, empuñando sus manos, recordando una y otra vez las palabras del jodido Jeon. Cuando Yoongi se ponía así, la idea de ser el hombre del líder de los Magenta no sonaba tan mal.
— Por supuesto, jefe. No te decepcionaré. — Yoongi gruñó, asintiendo con la cabeza hacia las puertas, una señal que el pelirrojo captó. Eso era un alivio, ni siquiera dudó. Le asintió con la cabeza respetuosamente, antes de girar sobre sus talones, dándole una última mirada de alivio a Jimin, antes de apresurarse hacia la puerta.
— ¿Y Taehyung? — Arrastró las palabras. El nombrado se congeló, sus manos a pocos centímetros de la puerta. Se giró para mirar a Min con una mirada ansiosa por el tono que este estaba usando.
— ¿Sí jefe?
— La próxima vez, mantén tus ojos en mí cuando te hablo. — Yoongi se inclinó hacia adelante sobre su escritorio, juntando sus manos con una mirada no impresionada. — Odiaría tener que buscar un nuevo Capitán porque estás muerto en algún lugar, en una zanja con los globos oculares afuera de tu cabeza. — Sus ojos se dirigieron hacia Park, indicando que había visto las miradas suplicantes que le había dado justo segundos antes.
¿Min estaba hablando en serio? Era imposible que creyera que solo porque había dejado sus encuentros con Jeon iba a ser tan estúpido como para meterse justamente con su pareja. Jimin se estremeció por la posesividad en su voz y lo que estaba insinuando. Min a veces podía ser completamente dramático y aún no había decidido si le gustaba o si lo odiaba más. Suspiró exageradamente, rodando los ojos cuando Taehyung asintió rápidamente.
— Sí señor. Lo siento por eso jefe, no volverá a suceder.
— Vete. — El pelirrojo abandonó en lugar velozmente, su cabeza estaba a punto de explotar con tantas cosas que la recorrían.
Cuando la puerta se cerró de golpe detrás de Taehyung, el menor cruzó los brazos y piernas, recostándose en el sofá en el que estaba con una ceja arrogante alzada.
— Entonces, ¿nadie más puede mirarme sin que amenaces su vista y sus vidas? — Yoongi se encogió de hombros.
— No me gustó la mirada que te estaba dando. Además, deja de estarle sonriendo a cada hombre que vez, a veces eres demasiado coqueto y los hombres pues, son un poco estúpidos cuando la cabeza de abajo se calienta porque la de arriba deja de pensar. — Odiaba que Jimin fuera tan suelto, caminaba, les sonreía o se relamía sus labios peinándose el cabello con los dedos y podía ver la mirada de todos. Lo miraban con deseo. — Además, no creas que no me he dado cuenta de que estás permitiendo que mis hombres te usen para aplacarme.
— Sí, de todas las cosas y escogiste darte cuenta de eso. — Murmuró entre dientes.
— ¿Qué fue eso? Habla si tienes algo que decirme.
— No dije nada. — Calló, pero luego negó con la cabeza. — Es que es gracioso que te des cuenta de mierdas como esas y que no hayas notado que estuve enamorado de ti durante nueve años, estúpido. — Murmuró bien bajo, mirándolo de reojo.
— Sé valiente y habla alto, Jimin. — Se levantó de la silla, caminando alrededor de su escritorio para sentarse arriba de este. Relamiéndose los labios, movió su cabeza indicándole al menor que se le acercara.
— ¿Cuándo volverá Namjoon? — Preguntó, cambiando de tema.
— Solo se ha ido a hacer un recado por... — Miró su reloj. — Apenas dos horas, Jimin. — Este estiró su cuerpo en el sofá, relajándose.
— Eres malo cuando él no está cerca. — Le comentó y Yoongi se rio entre dientes.
— Solo porque no está cerca para manejar a los tontos con los que trabajo y me estresan. — Le hizo un gesto para que se acercara a él de nuevo. —Ven aquí.
— ¿Sabes una cosa? No sé si lo has olvidado, no soy un perro al que le dices échate, ven aquí, dame la patita. — Protestó mirándolo seriamente durante varios segundos antes de rendirse ante la mirada de gatito regañado en sus ojos mientras le sonreía. — Si estás pensando en hacer algo sucio, olvídalo. Todavía me duele, Yoon.
Se levantó del sofá lentamente, arrastrando los pies mientras caminaba hacia el hombre que estiró sus brazos para un fuerte abrazo, besando un lado de su cabeza y presionando la mejilla del menor contra su pecho.
— Solo quiero abrazarte. — Besó la parte superior de su cabeza mientras el contrario colocaba los brazos alrededor de su cintura. — No solo tengo pensamientos sucios en esta brillante mente mía.
— Mmm, no estoy muy seguro de eso. — Replicó rodando los ojos.
— Hueles tan bien, Jimin. — Ese era su nuevo aroma preferido.
— Nada de pensamientos sucios. — Lo reprendió pellizcándolo.
— Solo te estoy dando un cumplido.— Murmuró en voz baja, un tono ronco. — Es extraño cómo te sientes tan bien en mis brazos. — El corazón contrario latió con fuerza.
—Te tomó nueve malditos años darte cuenta de lo que podrías haber tenido hace mucho tiempo.
— Sí, pero entonces no lo hubiera apreciado tanto como lo hago ahora, ¿no crees? — Le respondió, besando otra vez la parte superior de su cabeza. —Me alegro haber tardado tanto.
— Yo no. — Se alejó para mirarlo adecuadamente. — Intenta ser el que alberga sentimientos unilaterales por alguien que no mira en tu dirección y tiene varias mujeres sobre su cuerpo en cualquier momento del día. — Entrecerró los ojos.— Durante nueve jodidos años.
— No voy a disculparme por saber cómo divertirme, por cosas que sucedieron cuando no tenía la menor idea de cómo te sentías, cuando éramos solo amigos. — Levantó su ceño.
— También fui rechazado por alguien, brutal y dolorosamente. Tanto que todavía me hace pensar qué demonios hago en tus brazos después de un único intento por acercarte a mí. — Suspiró.
— Sobre eso... — Besó su nariz. — Me siento mal, pero soy alguien que siempre busca las opciones más crudas para castigar a las personas. Mi cerebro no encuentra nunca la cosa más sencilla, siempre se va por la más dolorosa, supongo que son gajes del oficio. — Lo miró con una mirada suave y de disculpa.
Esa misma noche pensó en si no había sido muy severo para hacer que no pensara más en él, pero su mente solo le dijo que estuvo bien. Cuando las cosas eran suaves, cuando los castigos no eran lo suficientemente duros, las personas tendían a repetir los mismos errores una y otra vez. Necesitaban un verdadero escarmiento para despertar y dejar de hacer lo que hacen. Como el que él le dio a Jimin, como el que el menor le dio a él cuando pensó que lo había perdido para siempre.
— Entonces entiendes por qué no puedo volver a tu departamento, ¿verdad? — Inquirió en voz baja y el mayor se tensó.
Le había estado insinuando que regresara a su departamento en los últimos días. Había sido bastante sutil al respecto, pero Jimin lo conocía y sabía que prefería tenerlo de vuelta en esa casa. Sabía lo incómodo que estaba, pasando su tiempo y sus noches en la casa de su mano derecha, en lugar de la suya. Pero solo pensar en las escaleras de caracol de esa casa reavivaba el temor de Jimin, la rabia.
Recordar la noche en que llevó a esa mujer a casa y la hizo salir de su habitación, cuando la folló contra su puerta. Todo lo que pasó después, como se humilló llorándole, diciéndole que lo olvidaría todo, incluyendo el beso solo para no perder su amistad.
— No estoy tratando de hacerme el difícil, pero realmente... No puedo. — El pelinegro sostuvo su rostro con ambas manos en silencio. Sus ojos buscaron los contrarios cuando sintió que sus lágrimas comenzaban a acumularse.
— Odio haberte alejado como lo hice, Jimin. — Exhaló, sus labios se abrieron en una expresión de dolor cuando una lágrima cayó de los ojos contrarios. — Déjame arreglarlo.
— No puedo olvidar esa noche, Yoon. — Dijo, esperando que entendiera a qué noche se refería, cosa que Yoongi sabía aún sin que lo implicara. — Esa casa me recuerda esa noche. El mayor le secó las lágrimas mientras dejaba que lo abrazara. — Estoy feliz en el apartamento de Nam. Tengo todo lo que necesito allí.
— ¿Nunca querrás volver a nuestro hogar, nunca más?— Jimin sentía un nuevo lote de lágrimas reunirse. Hubo un sentimiento amargo dentro de él que extrañaba el sonido de esas palabras. "Nuestro hogar"
— Tal vez.
— Deja de llorar, por favor. — Le agarró la nuca para limpiar las lágrimas de las mejillas una vez más. El menor parpadeó antes de abrir sus ojos y ver que los contrarios también estaban enrojecidos, casi como si Min fuera a llorar. — Olvídate del apartamento. — Ofreció una débil sonrisa. — Déjame lidiar con eso. Suspiró. — El hogar es donde podemos estar juntos, ¿verdad? — Le acarició la cara. — No tiene que ser en ese ático. El lugar de Namjoon está bien.
— Lo siento.
—No hay nada por lo que disculparse. — Plantó un beso en sus labios, fundiéndose en un abrazo. — Vamos a buscar a Namjoon y vamos a nuestro hogar. — Le susurró al oído.
Jimin sonrió agradecido, extendiendo la mano para colocarla en la de Min acurrucándose en su costado cuando él las entrelazó para salir de la oficina juntos.
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Jimin debió haberse imaginado que con Min siempre habría alguna discusión para conseguir lo que él quería. No se trataba del apartamento, ese era actualmente el menor de sus problemas. Como de costumbre, Min Yoongi resolvió sus problemas de la manera que mejor le pareció.
Él planeó todo para que ellos tres se mudaran a un nuevo lugar. Una casa, no más apartamentos para el líder y todopoderoso Min Yoongi. En medio día, iba a ser el orgulloso propietario de una casa y, como de costumbre, Namjoon y Jimin no tuvieron palabra que decir sobre ese plan. Simplemente lo compró, sin hacer preguntas.
Sin embargo, ese no era el problema que estaba enfrentando Jimin actualmente.
Su problema era que, con cada día que pasaba, sentía que estaba saliendo con dos Yoongi o dos Namjoon. De alguna manera, parecía que Yoongi se había estado contagiando de Namjoon y este estaba empezando a parecerse a pelinegro, a pesar de que entre ellos realmente no se había dado nada íntimo directamente, su mayor cercanía era en la cama cuando los dos se centraban en complacer a Jimin sin siquiera intercambiar un beso ente los dos.
Jimin sentía que ambos estaban constantemente en su contra ahora. Es decir, los dos bastardos calenturientos simplemente hacían todo lo que querían y el menor nunca podía hacer nada en la intimidad como él quería. Por supuesto, normalmente una vez que estaban a la mitad del juego previo, perdía la mayor parte de sus sentidos, pero aun así. Deseaba decidir algo sobre cómo tendrían sexo. ¿Por qué era tan difícil para cualquiera de ellos entender eso?
— Los dos siempre están viendo cuando lo hago con uno o el otro. Siempre soy yo quien recibe todo, con quien tienen sexo. ¿Por qué no lo hacen ustedes y me dejan mirar a mí en su lugar? — Alzó las manos en el aire exageradamente viendo como Yoongi reía.
— Pero me gusta verte. — Gruñó el menor irritado.
— ¡Todavía no lo entiendes! ¡Siempre quieres las cosas a tu manera! ¡Bueno, también quiero que las cosas salgan a mi manera! Entonces no, no me masturbaré mientras me miras. No, no voy a realizarle sexo oral a Namjoon mientras te masturbas y vienes solo. — Expresó con firmeza. — Esta noche, voy a verlos a ustedes dos tener relaciones sexuales y si no consigo eso, nunca más volveremos a tener relaciones sexuales.
Los mayores compartieron una mirada, sabían que Jimin no podría sostener esa amenaza. Rieron mientras negaban, pero cuando vieron a Jimin tan serio, los dos volvieron a mirarse. Yoongi enarcó una ceja al ver que realmente no parecía ceder y Namjoon se encogió de hombros.
— Bueno, parece firme en esto. — Comentó Kim.
— A mí me toma un poco desprevenido, Jimin tiene las bolas bien colocadas. — Remarcó Min descruzando las piernas. — Entonces, no hay sexo ¿eh?
— No me vuelven a tocar hasta que yo obtenga lo que quiero. — Respondió con aire de suficiencia, alejándose del borde de la cama donde estaban todos reunidos. Se arrastró hasta la cabecera, apoyando la espalda contra ella mientras cruzaba los brazos. — Decisión de ustedes.
Él no estaba loco, había visto algunas veces como uno estudiaba a otro, como cruzaban miradas y se relamían los labios, siempre acrecentando lo que estuviesen haciéndole como reacción. No podía equivocarse, había tensión sexual entre esos dos y, aunque la primera vez que lo notó le pareció raro, Jimin estaba intrigado por ver qué pasaría y quién se lo haría a quién.
Yoongi hizo un movimiento hacia Jimin para persuadirlo, mas este lo fulminó con la mirada, retándolo a que se acercara. Casi sonrió cuando lo vio detenerse donde estaba. Parecía que, después de todo, tenía algo de poder sobre ese bruto y loco sexual.
— Lo digo en serio, Yoon. Si no consigo lo que quiero ver esta noche, puedes despedirte de mi trasero.
— Pero me gusta tu trasero. — Min se quejó, sus ojos clavándose en el cuerpo desnudo del castaño que cruzó las piernas antes de alcanzar una almohada para cubrir sus partes.
Yoongi lo miró tranquilamente, si antes no se hallaba sin Jimin, ahora, menos. Incluso en la intimidad también, no quería otro trasero que no fuese ese, ninguno lo ponía tan eufórico o lo llenaba tanto emocionalmente hablando.
— Elige, Min Yoongi.
— Vamos, Jimin, quiero decir, el jefe puede ser un imbécil, lo entiendo totalmente. — Namjoon se apartó del pelinegro por un momento cuando este se lanzó hacia él por su comentario. — Pero yo no hice nada malo, ¿verdad? — El menor se burló ante esto.
— Ayer por la noche, cuando yo estaba tratando de tomar un tranquilo baño, tú invadiste mi espacio e...
— Invadiste su culo. — Yoongi añadió alegremente.
— ¡Invadiste mi tiempo tranquilo! Eso era lo que iba a decir. — Alzó la voz. — Y tú me hiciste... Me hiciste mirarme al espejo cuando tú... — Se sonrojó fuertemente, incapaz de continuar su diatriba ante los recuerdos de lo que hicieron la noche.
— Te gustó, ¿no? Verte perdiendo el control como te vemos nosotros siempre. — Musitó Namjoon.
— No es la cuestión. — Frunció el ceño. — El punto es que, al final, tú dictaste cómo sucedió todo y esta vez quiero que sea como yo quiero.
Los mayores volvieron a intercambiar mirada, tratando de comunicarse como usualmente hacían en el trabajo, solo con mirada. No obstante, parecía no estar funcionando, todas las ideas que se les ocurría, no parecían exitosa. Aunque pudiesen engatusar a Jimin esa noche, sabían que después este no les iba a dar tregua por lo sucedido.
— No voy a dar marcha atrás en esto. — Resopló. — Y si creen que no puedo aguantar más que los dos, estoy seguro de que ya saben lo equivocados que están. — Hubo una sonrisa arrogante en su rostro.
Esos dos hombres follaban como conejitos. Sus impulsos sexuales podían simplemente no ser atendidos durante unos días y ellos se desquiciarían, Jimin esperaría para ver si podrían resistirse, hacer que él se rindiera o hacerlos rendirse.
— ¿Qué te hace pensar que no encontraré mi propia liberación afuera?
Próximo capítulo en segundos🙈 Buenos días ☀️
LORED
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