Capítulo 18
Namjoon se obligó a respirar en silencio, con el brazo sobre los ojos mientras trataba de calmar sus emociones. Él era más fuerte que eso. Tenía más autocontrol que eso y debía controlarse. Escuchando un ruido sordo afuera de su habitación, contuvo la respiración al instante. Una suave maldición se escuchó y no pudo evitar la sonrisa en su rostro mientras negaba con la cabeza. Se contuvo rápidamente, apartando el brazo de los ojos para frotarse el rostro.
Dios, ¿qué le estaba haciendo ese hombre?
Gruñó por dentro, odiando que su corazón se acelerara al pensar en Jimin. Una parte de él quería que el menor al menos desempacara sus cosas en su armario en lugar de vivir en la sala con una maleta. Estaba convencido de que no quería causar más problemas, que estaba perfectamente bien con una esquina en la sala de estar y por mucho que el peligris quiso argumentar, nada cambió.
Odiaba no poder darle una habitación en su apartamento, el haber tomado la decisión hacía años de tener solo un cuarto en ese apartamento. Maldecía no haber previsto que algún día podría tener un invitado. Odiaba que fuera tan difícil para él invitar a Jimin a su habitación, a su cama para compartirla con él.
Sinceramente, no debería ser tan difícil. Su cama era lo suficientemente grande como para acomodar al menos a cuatro hombres adultos fácilmente. Podría invitarlo fácilmente a su habitación para compartir su cama si él no quisiera que se quedara en el sofá.
En teoría, no debería haber sido un problema. Pero después de las primeras veces tratando de hacer que Jimin tomara su cama para él dormir en el sofá, se dio cuenta de que probablemente nunca ganaría una discusión con Jimin, jamás. No se trababa de que fuese alguien dominante o aterrador que lo amedrentara. No fue porque era feroz o le temiera, porque tuviera más sentido común que él o siquiera le alzara la voz. Jimin jamás hizo ninguna de esas cosas.
Perdería una discusión cada vez porque cada vez que trataba de mostrarle un punto, cada vez que se frustraba y quería que Namjoon viera las cosas a su manera, se mordía los malditos labios y el peligris terminada estando de acuerdo con lo que quisiera.
Renunciaba a la discusión porque temía tener que recurrir a otros métodos para que dejara de morderse esos malditos labios. Nunca en su vida vio labios como los de Jimin, la primera vez que lo conoció, eso fue lo primero que notó antes de poder distinguir todas sus facciones corporales.
Algo frustrado, Namjoon suspiró, sin que le importase ser ruidoso o escuchado debido a que el menor no tenía la televisión encendida. No podía ignorar sus sentimientos por él, ya no. No cuando sabía cómo esos mismos sentimientos le hacían dudar frente a algo tan simple como pedirle que compartiera su cama, algo que dado las circunstancias podía hacer con cualquier socio si era necesario.
Si fuera cualquier otro hombre que solo necesitara un lugar para acostarse, él les diría que compartieran un lado de su cama con bastante facilidad, si confiara en ellos. Pero no era la confianza el problema con Jimin. Confiaba en él demasiado, de hecho. Después de todo, confiaba en él lo suficiente como para dejarle reinar libremente en su casa, para hacer lo que quisiera siempre y cuando se mantuviera alejado de las cosas con las que podría lastimarse porque su vivienda guardaba más armas que muebles.
El problema era que le atraía dolorosamente ese hombre que estaba enamorado de su jefe. Ese era el problema.
Sabía que el compartir una cama afianzaría todo lo que ya sentía por él e incluso podría incrementar. Estaba consciente de que si tenía la oportunidad, si continuaba bajando la guardia frente a él de esa manera, podría hacer algo que lo asustara.
Ya se había equivocado algunas veces antes. Era solo cuestión de tiempo antes de que comenzara a comprender sus sentimientos por él. Logró mantener sus sentimientos alejados de Jimin durante mucho tiempo, pero eso fue solo porque le dieron instrucciones de mantenerse alejado de él porque era inocente. Ahora que se le permitió conocer el secreto del negocio, tenía demasiadas interacciones con él y estaba empezando a permitirse sentir más de lo que pretendía.
Masajeó sus sienes con cansancio, alejando de su mente la mañana siguiente a que fuera a vivir con él. Bien pudo confesarle allí mismo que había tenido un secreto encaprichamiento con él durante años.
Casi tuvo que confesárselo cuando casi le dijo la contraseña de su apartamento, la fecha de nacimiento de Park Jimin. Tuvo que mentirle y decirle que iba a cambiarla a su fecha de nacimiento. Pensaba que si el menor tan solo sopesara desde hacía cuánto tiempo ya él había establecido su fecha de nacimiento como su código de desbloqueo, probablemente se asustaría.
Esa noche cuando hablaron, Namjoon casi cedió a sus deseos de monopolizarlo de la manera que por tanto tiempo deseó. Quería que se quedara, que le llamara a ese lugar su hogar. Lo quería ahí, con él porque siempre lo quiso. Desde el día en que lo conoció cuando se convirtió en la mano derecha de Yoongi, le intrigó. Ese hombre que era el mejor amigo de su jefe, ese que era inocente, era tan diferente de las personas con las que estuvo rodeado durante más de la mitad de su vida que quiso conocerlo más.
Desde la primera breve interacción con él y su jefe, supo que Jimin tenía sentimientos por Min. ¿Cómo no iba a hacerlo? Miró a su jefe como si fuera lo único que importara en ese jodido mundo. Brillaba cuando su jefe solo lo miraba. Estaba siempre ansioso por complacerlo; siempre estaba mirando a Min, siempre cuidando de él, siempre atendiendo sus necesidades.
Sus intenciones detrás de sus acciones siempre fueron puras. Siempre fue por amor y adoración por Yoongi. Nunca cambió, ni una sola vez a lo largo de los años dese que los conoció a ambos. Fue leal, firme, Jimin era puro y él no deseaba corromperlo, que se volviera una más como la mayoría que entraba a ese negocio.
Namjoon estuvo celoso de lo que tenían al principio, celoso porque a pesar de estar en ese mundo cruel, todavía tenían algo que parecía tan normal, tan saludable. Luego esos celos se convirtieron en un tipo de celos diferentes.
Empezó a sentir celos de que su jefe estuviera teniendo toda la atención y el afecto de Jimin sin siquiera tener que esforzarse mucho por ello. Cada vez que incluso miraba a Jimin, su mirada permanecía persistente detrás de él y sabía que Yoongi lo atrapó más veces de las que quería admitir. Por eso había limitado las conversaciones entre ellos con bastante rapidez.
El peligris estaba seguro de que su jefe sabía lo que sentía por Jimin. Era por eso que todavía se encontraba sorprendido de que estuviese permitiendo que el menor se quedara ahí con él. No sabía si era porque confiaba en Park o en él, mas estaba bastante seguro de que si Min confiaba en él creyendo que no intentaría algo con el castaño, su confianza en ese aspecto podría estar fuera de lugar.
Podía trabajar para su jefe, dar su propia vida por la suya, pero cuando se trataba de Jimin, era un asunto totalmente diferente. Existía algo en la forma en la que el menor afectaba su mente lógica que lo ponía nervioso.
Era por eso que Namjoon se encontraba increíblemente enojado con Yoongi por no corresponder los sentimientos de Jimin. Por un lado, trató de entender que no fue fácil para su jefe, que había perdido a sus padres a una edad temprana y que nunca había sabido realmente lo que significa la familia o el amor. Intentó entender que tenía un corazón endurecido con los humanos porque sabía lo peligrosos que eran, cómo podían atacar en un instante hasta volverlos cenizas mental y físicamente.
Pero estaban hablando de Jimin. Ese hombre probablemente se masticaría su propio brazo antes de traicionar a Min. El peligris lo sabía con seguridad. El menor todavía estaba loco por el jefe a pesar de que este lo lastimó de la forma en que lo hizo.
Recordando como vio a Jimin romperse, el segundo al mando de Indigo apretó la mandíbula. Ojalá él pudiera hacer algo por Jimin. Ojalá pudiera... Si pudiera hacer cualquier cosa para ayudarlo con su dolor. Para ayudarlo a olvidar a su jefe, él lo haría en un instante.
A decir verdad, tuvo tantas ganas de apoyarlo cuando dijo que quería mudarse solo que tuvo que encajarse las uñas en sus palmas para pensar racionalmente. Sabía que necesitaba el espacio, era testigo de su lucha. Veía lo difícil que fue para él estar en su apartamento sabiendo que Yoongi lo envió para allá con su actuar y palabras.
Pero sabía los peligros que Jimin enfrentaría viviendo solo. No era seguro y por eso no pudo hacerlo. No podía apoyarlo sabiendo que podría haberle ayudado a lastimarse e incluso morir. Ya se habían hecho amenazas veladas a Yoongi sobre Jimin desde antes que este revelara conocer la verdad. Muchos había querido encontrar una debilidad en Yoongi sin éxito. No hasta ahora.
Cuando mencionó que le enseñara a disparar, también quiso hacerlo para que no tuviera que volver a verse indefenso frente a nadie si por alguna casualidad él no estaba por los alrededores como ocurrió con el infeliz de su hermano. La cuestión era que si comenzaba ese entrenamiento sin autorización de Min e incluso Seokjin, serían tres las cabezas que rodaran, la de ellos dos y la de Min.
Antes de que Jimin tropezara con la verdad y obligara al jefe a confrontarlo, antes de presentarle oficialmente a la Familia, el menor estuvo oculto de su mundo. Estuvo bastante a salvo. Lo suficientemente seguro al menos como para que solo necesitara vigilancia de vez en cuando.
Era posible que hubieran visto a Jimin por los alrededores, que lo vieran en su edificio y los hubiesen visto caminar juntos. Podrían haber sacado sus propias conclusiones. Pero Yoongi siempre se propuso mantener la discreción para nunca abordar la existencia de Park, solo con Kim Seokjin porque este se dio cuenta de su relación con Jimin. Incluso entonces, mantuvo los detalles fuera, solo para que Seokjin y su mano derecha asumiera que eran amantes.
Namjoon se enfureció ante la idea, le daba la razón a Jimin porque eso fue injusto. Min no le correspondía sus sentimientos ni lo vio como un amante, sin embargo, se esperaba que el menor de los tres hiciera ese papel. Algo que estaba lejos de los sentimientos profundos y sinceros que Jimin tenía por su jefe.
¿Pero qué podía hacer Namjoon? Aunque quisiera ponerse de lado del castaño, aunque deseara darle todo lo que quería, sabía que Min tenía los mejores intereses e interesas hacia Jimin. Mantener a su mejor amigo a salvo, era para él más importante que cualquier sentimiento porque no podía obligarse a amar a una persona, pero lo adoraba como a un amigo, un hermano menor y siempre velaba por él.
Ahora que la gente vería que Jimin era uno de los jefes, apuntarían a él para lisiar a su jefe porque solamente Park era su punto débil. Habían visto las atrocidades, cosas que le sucedían a las personas que significaban menos o nada para Yoongi. Las mujeres que él favorecía en los clubes había sido atacadas, amenazadas o incluso asesinadas. Ya ha sucedido antes, pero esas mujeres no ocupaban un lugar en el corazón de Min como lo hacía Jimin. Aunque pudiera llegar a sentirse culpable por unos minutos, que la vida de esas mujeres se perdiera no afectaba en nada Yoongi y por ende, tampoco a Indigo o a la Familia
Si alguien incluso lastimaba a Jimin, sería la guerra. Definitivamente Yoongi emprendería la cacería más sangrienta y Namjoon sería su general si tan solo lo cortaban con un papel. Todavía disfrutaba en silencio de la forma más sádica cuando amarró al hermano de Jimin en aquella silla para con un martillo ir partiendo cada uno de sus huesos. Cuando quebró sus piernas y Yoongi terminó por extraerle su garganta con los dedos. Nunca habían disfrutado tanto juntos el acabar con la vida de alguien.
Alejando los pensamientos de todas las cosas negativas, el peligris agitó su cabeza en la cama. Sonreía de nuevo al recordar el día en que Jimin fue presentado por primera vez en La Base, el edificio Indigo. Él realmente se había jurado que alguien iba a pagar si incluso lo cortaban con papel. Fue tan lindo que esa vez logró hacerle una broma. Fue bonito verlo reír sin que supiera lo peligroso que era el trabajo que ellos hacían.
Demonios, Jimin era lindo, punto. Era sexy y cuando se molestaba, Namjoon podía incluso escribirle un problema por lo atractivo que se veía. Pasaba de lo más lindo y tierno a verse en verdad intimidando, pero luego se mordía su labio y el mundo colapsaba. Namjoon al menos lo hacía.
No entendía por qué Min Yoongi no se atrevió a admitir que sentía algo por alguien tan increíble como Jimin. Pudo verlo en sus ojos en esos días, estar lejos del castaño también estaba siendo duro para su jefe y muchos habían pagado las consecuencias porque su humor era tan insoportable como peligroso.
Namjoon se había acostumbrado demasiado a tener a Jimin a su lado. Se había acostumbrado a volver a casa, a un departamento cálido y lleno del aroma de la cocina de Jimin. Se había acostumbrado a bromear con él a primera hora de la mañana, a sonreírle justo antes de llegar a sus respectivas habitaciones. Se había acostumbrado a vivir una vida fácil porque el menor vigilaba todas las cosas más pequeñas que necesitaba en la vida.
Con Jimin fuera de su apartamento y su vida, Min Yoongi comenzaba a desmoronarse. El peligris podía verlo en la forma en que perdía los estribos cuando lo iba a buscar y estaba intentando afeitarse. Se notaba en su atuendo cuando los pliegues comenzaron a mostrarse, ya que Jimin no estaba allí para ayudar con el planchado o para reprenderlo cuando no usaba las perchas adecuadas para su ropa.
Namjoon lograba verlo en las bolsas de sus ojos cuando bostezaba en el asiento trasero del vehículo con la mirada perdida. Cuando se irrita por los errores más pequeños en la oficina. Siempre que lo veía mirando las escaleras de caracol en su departamento, con una mirada de culpa en sus ojos.
Se estaba dando cuenta de cómo había estado dando por sentada la presencia de Jimin en su vida. Era solo cuestión de tiempo para que recuperara el sentido y llevara al castaño de regreso a su apartamento, eso era algo a lo que el mayor de los tres le temía ahora.
Pero por ahora, el orgullo de su jefe no se lo permitiría, aunque quizás también le estaba dando a Jimin el espacio que necesitaba, ese que le exigió. Por algún motivo Kim estuvo jodidamente orgulloso cuando supo la forma en que se le enfrentó. En silencio deseaba que le hubiese dicho más, que al menos le hubiera dejado un rasguño de bala o le partiera su labio. Pero aún con solo esas palabras, Namjoon estuvo orgulloso de Jimin.
Kim estaba seguro de que su jefe esperó que el menor regresase esa misma noche a su apartamento. Seguramente fue la primera vez que se sintió tan solitario, lo solo que debía sentirse en ese instante. Mas su pérdida fue la ganancia de su mano derecha. Estaba adorando y en silencio venerando esas cosas que él se perdió ahora. Y diablos, Kim Namjoon se encontraba reacio a dejarlo ir.
Solo había tenido a Jimin en su apartamento durante menos de una semana, una sensación demasiado cálida y alegre que le fascinaba sentir. Quizás fuera egoísta por su parte pensar de esa manera, pero que Park estuviera decepcionado de su jefe era realmente su ganancia.
Había podido pasar mucho tiempo con Jimin en esos días sin verse obligado a alejarse. Se habían unido y el menor realmente estaba bajado la guardia a su alrededor. Estaba empezando a disfrutar tenerlo cerca, comenzando a darse cuenta de que tal vez su apartamento se podía construir para dos.
Namjoon acababa de empezar a considerar el hecho de que Jimin algún día podría devolverle los sentimientos que tenía por él. Que un día solo compartirían habitación, su cama, su baño, la cocina, el salón, la casa o incluso experimentar eso de compartir un corazón.
Era arrogante de su parte, pero creía que podía darle a Jimin lo que quería y más. Estaba consciente de que en ese momento, la mente del menor todavía estaba llena de Min. No estaría bien que él hiciera un movimiento con el contrario cuando todavía estaba herido y vulnerable, intentando encontrarse a sí mismo, independizarse como persona. Él sabía todo eso, pero Jimin estaba ahí, respirando en el mismo espacio que él, no solo de día, sino también de noche.
Era difícil para él controlarse cuando lo veía en su estado relajado o cuando le imponía dominio. Revolucionaba sus sentimientos y su lujuria aunque hiciera el mejor esfuerzo para no mostrarlo. No obstante, deseaba poder decir "al diablo con esto" porque nunca volvería a tener una oportunidad como esa.
El peligris suspiró nuevamente, esta vez en silencio mientras trataba de escuchar si Jimin todavía estaba desempacando sus cosas. Un ligero sonido de afuera le hizo sonreír como un jodido niño infantil, haciendo que pusiera los ojos en blanco por su propia actitud.
Solo saber que él estaba ahí afuera, viviendo en su espacio, era suficiente para mantenerlo feliz. Por todos los cielos, ¿qué diría la gente si lo vieran sonriendo como un tonto, cuando se suponía que era un miembro de una pandilla peligrosa, la mano derecha de un despiadado sujeto?
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— ¿Conoces a alguien que sea o pueda ser gay? — Preguntó Jimin de la nada mientras miraba la televisión, viendo las noticias sobre el próximo desfile gay.
Se preguntaba cómo sería estar entre personas que en realidad no lo consideraban una abominación. Personas de ideas afines. ¿Encontraría su futuro entre esas personas? ¿Sería aceptado? ¿Encontraría a alguien que lo quisiera? ¿Alguna vez tendré la oportunidad de hacerlo realmente con un hombre, experimentar algo más que aquel cutre beso que le dio a Eunwoo antes de que lo corrieran de su casa?
— ¿Qué? — Namjoon levantó la vista de su tableta con el ceño fruncido. — Seguro...— No pudo esconder su confundida mirada.
— ¿Podrías presentarme a alguien? — Jimin inclinó su cabeza para mirarlo, pasando por alto la tensión del mayor ante la molesta idea del castaño saliendo con alguien más.
Jimin solo tenía su mente en que si no podía estar ahí en el desfile, si no podía hacer amigos por su cuenta, entonces su amigo Namjoon podría presentarle a algunas personas. Gente que él pensara que eran decente. Confiaba en Kim, estaba seguro de que encontraría a alguien que no fuera completamente una basura. Tener citas parecía un poco desalentador ahora que lo estaba considerando seriamente.
Controlando cada uno de sus pensamientos, Namjoon luchó por no hacer su ceño más profundo aunque consiguió todo lo contrario. Lentamente, el aparato que estuvo usando fue dejado en su regazo.
— ¿Quieres salir con alguien para olvidar tus sentimientos por el jefe? — El sonido de desaprobación en su voz hizo que ahora fuera Jimin quien arrugara su frente.
— Corrección. — Le señaló con un dedo. — Quiero follar a alguien para olvidar mis sentimientos por él.
Si eso estaba muy seguro de que eso fuera posible, pero en ese punto, intentaría cualquier cosa para sacar a Yoongi de su mente. Tal vez ya era hora de recurrir a acciones reales para eliminarlo, aunque necesitara más un exorcismo, que una aventura de una noche o un novio porque solo un demonio podría estar dentro de él jodiéndolo de esa manera.
— No creo que eso vaya a ayudar. — Sacudió la cabeza con desaprobación.
— Creo que lo hará. — Afirmó enarcando una de sus cejas.
— Follar a lo loco solo te va a causar enfermedades en esta porquería de mundo. — Espetó Namjoon mirándolo, queriendo regañarlo por sopesar esa idea aunque tampoco podría culparlo.
Sin embargo, su actitud no le gustaba al menor porque lo hacía sentir como un jodido niño y él era un adulto. Aunque nunca hubiera tenido relaciones sexuales antes, sabía cómo cuidarse. Condones, pruebas, cosas por el estilo, mantener a un amante aunque no tuviera la seguridad si él en verdad sería el único amante de quien decidiera follarse.
— No voy a andar jodiendo por ahí. Solo quiero una buena cogida o cogerme a alguien, para saber cómo se siente, eso es todo. — Exhaló con fuerza.
— ¿Cómo se siente ...? — Namjoon tragó antes de mirarlo. ¿El menor realmente nunca había estado con absolutamente nadie más? — Jimin...
— Sí. Cómo se siente, cuál es el problema. Me quitará de la mente andar fantaseando con mi estúpido, controlador y dominante mejor amigo. — Mentalmente, el menor en ese momento se encontraba golpeando a Min unas cuantas veces.
— Jimin. — Namjoon le llamó en voz baja. — Jimin.
— ¿Qué?
— ¿Eres virgen? — Por un momento, el menor se asustó con la pregunta, pero luego se molestó. ¿Por qué sonaba tan malditamente sorprendido? La virginidad era una estupidez sobrevalorada que para él nunca ha tenido relevancia.
— ¿Tienes algún problema con eso?
— Por todos los cielos. — Se tapó la boca con la mano y dejó que la mandíbula bajara, sintiéndose un poco mal por todas las perversidades que pensó con Jimin. — ¿Cómo sigues siendo virgen?
— He estado enamorado de mi mejor amigo durante nueve años. Puedo decir con seguridad que nunca me he enamorado de nadie más de la misma manera. Como él no me correspondía los sentimientos, no tuve a nadie con quien tener sexo.
Recordar su patético enamoramiento volvía a darle deseos de llorar. ¿Qué tiempo tardaba una persona promedio en olvidar a otra persona una vez que se tomaba la decisión de hacerlo?
— Tampoco creo que tenga que decirte que él me mantiene casi siempre en casa. No tengo la oportunidad de salir y conocer gente nueva para superarlo o intentar con alguien más. — Agregó amargamente.
— Imposible. ¿No experimentaste con nadie en ese tiempo o antes de eso? — JImin solo se encogió de hombros.
— No conozco mucha gente nueva. No tengo amigos y después de salir de mi casa a los doce años me mantuve alejado de las personas. Yoongi es mi único amigo. Lo miró elevando sus comisuras. — Bueno, ahora te tengo a ti.
— No creo que jamás hayan intentado estar contigo. — Se pasó las manos por el pelo varias veces.
— Créelo. — El menor volvió a poner los ojos en blanco.
— ¿Al menos has besado a alguien? — Esta vez intentó controlar la sorpresa en su voz.
— Sí. Eso lo he hecho. Fue exactamente ese beso lo que hizo que me echaran de mi casa. — Aún Jimin recordaba ese día. No tanto el beso, sino los eventos que sucedieron después del beso.
— Dios... — Namjoon estaba intentando procesar esa información. — Aparte de ese recuerdo tan miserable, ¿has besado a alguien más? — De acuerdo, Kim ya lo estaba empezando a poner de los nervios con todas esas preguntas. Si él no le iba a presentar a alguien, que no preguntara más.
— No.
— ¿Un beso? ¿Tienes veinticinco, solo has tenido un beso y no has tenido sexo? — El menor suspiró, sintiendo que comenzaba a revolcarse en la autocompasión.
— Si tu punto es hacerme sentir patético, Namjoon... Lo has hecho. Puedes parar ahora.
— Está bien, lo siento... — Musitó mirándolo. — Tal vez una buena cogida realmente te ayudará a no pensar en el jefe. — Se acercó para palmearle la espalda con torpeza y Jimin se animó como si lo fueran a llevar a un parque de diversiones.
— ¿En serio? ¿Me ayudarás? — Parecía absolutamente desesperado.
¿Por qué estaba tan ansioso por tener sexo con alguien que no conocía solo para olvidar a Yoongi? Eso era idiota de su parte, pero sentía que eso era lo que necesitaba. No era patético, solo estaba tratando de seguir adelante y sabía que no sería ni la primera ni la única persona que se refugiaría en el sexo para olvidar sus malos aunque fuera temporalmente.
— Vamos Namjoon, no me dejes morir virgen. — Puede que haya sido más dramático de lo que intentó ser. El aludido se alejó un poco del menor tratando de tirar de su brazo, pero este no lo dejó.
— Veré qué puedo hacer. — Espetó finalmente, entrecerrando los ojos hacia Jimin.
Sin pensarlo dos veces, el castaño lanzó sus brazos alrededor del contrario para un breve abrazo antes de recostarse en el sofá con una sonrisa en el rostro, dejando al mayor paralizado en su sitio contemplándolo, procesando todo.
— Eres literalmente mi nuevo mejor amigo en este momento. — Namjoon se estremeció visiblemente.
— No dejes que el jefe te escuche.
— No puede. Está demasiado ocupado follando a una docena de mujeres a la vez como para escucharme. — Contendió con aire de suficiencia.
— Correcto... — El estado de ánimo se volvió sombrío en solo un segundo.
— Entonces, esperaré tus buenas noticias. — Trató aligerar el estado de ánimo nuevamente.
Los latidos del corazón de Namjoon le hacían recordar la primera vez que tuvo que correr todo un kilómetro con hombres disparando en su dirección, cuando a cada segundo creía que moriría. No sabía con exactitud qué se sintió peor en ese instante.
— ¿Qué tan seguro estás de esto? — Jimin se acomodó en su esquina del sofá otra vez.
— ¿Hmm? Seguro, supongo.
— No lo adivines, Jimin, no es un juego. ¿Hablas en serio sobre querer perder tu virginidad? ¿Estás listo para perder tu virginidad? — Sondeó pausado.
— Sí, lo estoy. Estoy uy seguro ahora de que quiero hacer esto. — Dejó escapar una carcajada. — Solo necesito encontrar a alguien que esté dispuesto, supongo. Ese es el mayor problema.
Namjoon lo miró fijamente durante mucho tiempo, haciéndolo retorcerse un poco cuando no dijo una palabra.
— ¿Namjoon? No me estaré prostituyendo ni planeo dormir cada día con alguien diferente, solo, ya sabes, necesito la dis-trac...
Sus palabras quedaron divididas y suspendidas en el aire cuando vio que el mayor se levantaba de su lado del sofá para caminar hacia él, deteniéndose frente a sus piernas. El peligris se inclinó sobre él, sus brazos a cada lado de su cuerpo apoyados en el respaldo del sofá para encerrarlo. Jimin ya había perdido todo hilo de pensamiento.
— ¿-N-Namjoon? — Se retorcía en el lugar, su corazón latiendo un kilómetro por segundo ante sus acciones.
— ¿Qué tal si hacemos eso que deseas conmigo? — Decir aquella frase costó, pero no iba a retirarla.
Su voz bajó tanto de volumen que Jimin sintió cada parte de su cuerpo reaccionar ante lo seductor que sonaba. Podía escuchar los latidos de su corazón en los oídos mientras esto le ardían. Sus orejas debían estar como tomate en esos momentos que miraba al mayor con la boca abierta. ¿Había enloquecido?
— ¿Q-Qué?
— Yo cuidaré de ti, Jimin. Podemos tomarlo con calma.
A vista de Jimin, el peligris le estaba contemplando con una mirada extraña en sus ojos, nunca antes alguien lo había visto así. Como si fuera algo que debía ser conquistado, una misión muy peligrosa o tal vez algo demasiado deseado.
— Yo, yo no quiero que te metas en problemas con Yoongi.— Balbuceó débilmente, sus ojos permitiéndose vagar hacia la ingle del mayor en contra de su mejor juicio.
Casi hipó patéticamente cuando los dedos de Namjoon agarraron su barbilla para hacerlo mirar hacia él. Se sonrojó violentamente por sus propias acciones y pensamientos, su mano se había levantado para sostener el brazo tatuado de Kim, palpándolo mientras parpadeaba rápidamente. El mayor seguía empecinado en que hicieran contacto visual, quería realmente mirarlo, pero una parte de él, esa que tan alebrestada y lista estaba, se volvió tímida.
— Soy un adulto. He considerado lo suficiente antes de sugerir esto. — Con extrema parsimonia, acarició la mejilla contraria con su pulgar, escuchando los latidos desordenados de su pecho. — Deja al jefe fuera de escena por un tiempo, Jimin. Con él fuera de la ecuación, ¿querrías intentarlo conmigo? ¿Me querrías tener? ¿Te gustaría hacerme completamente tuyo?
Imposible, pero esas preguntas acompañadas del tono en que fueron hechas, del modo en el que era observado, como si estuviese siendo venerado, hicieron que el menor sintiera que se acababa de correr, tuvo deseos de llorar, pero también de reír torpemente. Esa voz fue tan absolutamente tierna y diferente que sintió que el dolor en su pecho aumentaba. Se relamió sus labios con el ceño fruncido porque no lo sabía. No sabría si lograría hacerlo porque él no era alguien experimentado como esas mujeres con las que seguramente Namjoon también se encontraba.
Era cierto que estuvo considerando tener intimidad con alguien más para superar a Yoongi, pero siempre hubo un hombre sin rostro en su mente. ¿Podría hacerlo con Namjoon? ¿Alguien que sabía estaba estrechamente relacionado con Min? Cerró sus ojos.
Namjoon tenía razón, necesitaba dejar de pensar en Yoongi primero. Eso era sobre él y debía mantenerse estrictamente sobre él. Su mejor amigo no lo quería, no de esa manera al menos y podía ser que nunca lo fuese a querer de ese modo. No se podía estar salvaguardando para alguien que no lo quería y no le daba lo que deseaba.
¿Kim? Admitía que desde hacía mucho le atraía. Le veía el potencial para convertirse en algo más que solo una follada. Quizás por eso se contenía, porque he comenzado a sentir algo por el peligris y temía que Min los detuviera si se enterara. Tenía miedo de lo que Yoongi le haría a Namjoon si lo supiera.
— Jimin, no necesito que me protejas. — El mayor expresó como si pudiera leerle los pensamientos. — Desecha todas tus preocupaciones. En este momento, no te estoy pidiendo tener una relación y tú a mí tampoco. Mantengámoslo simple. Estoy aquí como una distracción, como tú lo necesitas. Yo puedo ser una buena experiencia para ti o cualquier otra cosa que precises. Eso es todo. — Murmuró cerca de él y el menor no pudo alejar la punzada en su pecho.
Claro, él solo quería experimentar lo que era estar físicamente con alguien. ¿Pero pensar que podía tener el cuerpo de Namjoon, pero nunca una relación le hizo preguntarse si eso era para lo que alguna vez sería bueno? ¿Sería todo lo que alguna vez tendría?
Pensarlo le hizo querer llorar, mas se obligó por primera vez en mucho tiempo a ser egoísta. Pensar solo en él y en lo que quería, lo que necesitaba. ¿Qué le impedía tener intimidad con Namjoon, cuando Min claramente no sentía lo mismo por él? Necesitaba eso.
Había pasado tanto tiempo sin estar cerca de otra persona porque a Yoongi no le gustaba. No lo hizo porque pensó que estaría rebajando sus sentimientos por Min. Se contuvo por tanto tiempo... Durante nueve años, nunca pensó mirar a alguien más allá de Min Yoongi. Era un maldito virgen a su edad y aunque esto no era malo, le hacía preguntarse qué mierda hizo con su vida.
¿Qué lo detenía ahora que sabía con certeza que Yoongi y él nunca sería fructíferos como pareja? Necesitaba seguir adelante. Si el primer paso para conseguirlo era tener intimidad física con un hombre en el que sabía que podía confiar y que nunca le haría daño, ¿de qué estaba dudando? Abrió los ojos para mirar a ese hombre que lo estaba contemplando dulcemente sin intentar hacer ningún movimiento. Una sonrisa se adueñó de su rostro mientras le asentía.
— Está bien. — Exhaló.
Se tensó cuando Namjoon le devolvió la sonrisa, se preguntaba si debía decir que no ahora, antes de arrepentirse. Si debía esperar, antes de hacer algo tan drástico como perder la virginidad con la mano derecha de su mejor amigo. No obstante, cuando el contrario se abalanzó como un águila tras su presa, se rindió al segundo frente a su toque.
Todo el cuerpo de Jimin tembló cuando tras varios segundos de respiraciones intercambiadas a milímetros de distancia, los labios de Namjoon se presionaron contra los suyos, saludándolos, conociéndolos lentamente antes de masajearlos con los suyos con fuerza, pero a un ritmo deliberado. Se aferró a su brazo al sentir como le agarraban la parte posterior de su cabeza para guiarle el camino, manipulando sus belfos, el mayor forzó a la mente de Jimin a entrar a un estado en blanco.
Olvidó sus sentimientos por Yoongi en ese momento. Por instantes, su pecho se contrajo dolorosamente al pensar que estaba traicionando sus sentimientos por Min. Pero un Jimin que seguía arañando para abrirse paso en su interior le recordó que el pelinegro siempre hizo y deshizo a su voluntad con cuanta mujer se le puso delante. Eso era lo que Min quiso que hiciera. Quería que olvidara lo que sentía por él y eso fue jodidamente bueno. Por primera vez en lo que parecían siglos, toda su mente no estaba centrada en Yoongi aunque el condenado siguiera molestándolo.
Pero si estaba tan bien, ¿por qué tuvo ganas de llorar?
— Jimin. — Namjoon respiró en sus labios deteniéndose, estrechándolo entre sus brazos, logrando que el menor se estremeciera. — En el momento en que creas que deseas detener esto, solo di la palabra, ¿de acuerdo? No tienes que seguir con esto si decides echarte atrás. — Maldición, ese castaño era tan bello...
Le acarició el cabello, le dio un beso en la frente y esto hizo una vez más que Jimin se derritiera convirtiéndose en un charco de no sabía qué. ¿Por qué se retractaría? Namjoon nunca le haría daño, no era un desconocido, tampoco Min Yoongi.
Él era su propio superhéroe cálido, dulce, gentil, ese que siempre consideraba sus sentimientos. Él había sido su pilar cuando más necesitaba a alguien. Lo ha hecho todo sin quejarse siempre. ¿Por qué se echaría atrás? Debió haberse enamorado de un hombre como Namjoon en lugar del pelinegro.
— Quiero esto. — Extendió sus manos para envolver sus brazos alrededor de su cuello, acercando su cuerpo al suyo, mientras sus dedos se aferraban suavemente a la gris cabellera. — Te quiero. — Namjoon gruñó cerca de su oído antes de agarrarlo firmemente por la cintura y levantarlo del sofá.
— Entonces, vamos a algún lugar más cómodo, ¿de acuerdo?
Ahora sí, cuarta y última actualización... Me iré a mimir. Espero que les haya gustado el capítulo y que no les resultara muy aburrido.
LORED
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