
Capítulo 1
Otro día más que no era tan diferente a otros antes experimentados. Jimin lo vio pasar delante de él hacia su madriguera con los ojos brillando de ira, una mirada que conocía demasiado bien. Permaneció en silencio, su cuerpo se tensó y supo que era mejor no preguntarle si estaba bien. Por el momento, todo lo que quería era callar. Necesitaba pensar. Algo había salido mal, otra vez.
Bajó el volumen de la televisión, acurrucándose en el sofá lentamente, apoyando la cabeza contra el respaldo mientras lo escuchaba entrar en su estudio. La puerta de su guarida no se cerró de golpe, lo que indicaba que aún no había tomado una decisión sobre aquello que lo había preocupado. Si lo hubiera hecho, habría cerrado la puerta para que Jimin no escuchara una palabra de lo que tenía que decir o hacer para resolver su problema.
Mirando el reloj, el castaño suspiró cansinamente cuando vio que ya era casi medianoche. Al día siguiente debía trabajar y lo mejor era irse a la cama pronto. Odiaba no poder simplemente irse a su habitación en ese instante, su consciencia no se lo permitía.
En ese momento, estaba considerando cuáles eran los ingredientes que tenían en su nevera para poder preparar algo simple para que Yoongi comiera algo cuando tuviese hambre. Lo que necesitaría, una vez que tuviera tiempo de calmar su ira, dándose cuenta de que había pasado un buen tiempo encerrado y que tenía hambre, saldría a comer y beber algo con alcohol también.
Se giró hacia su oficina, escuchando cualquier señal de que cerraba la puerta y cuando se dio cuenta de que todavía estaba hirviendo y consumiéndose solo en su furia guarida, finalmente se levantó del sofá yendo hacia el área de la cocina.
Se congeló ligeramente cuando escuchó las puertas de su guarida cerrarse. Suponía que estaba listo para resolver cualquier lo que sea que estuviera sucediendo. Abrió la puerta de la nevera y examinó el interior jugueteando con sus labios dado que esto lo ayudaba a concentrarse mejor. Contaba con lo suficiente para hacer un plato de queso y jamón simple al menos. Habían olvidado hacer las compras así que esa era otra tarea que debía agregar a su lista para el siguiente día.
Buscando más en la nevera, encontró las costillas de cordero crudas que había preparado para el almuerzo del día siguiente saltando en su sitio un poco cuando sonó el teléfono. Quizás otra persona se preocuparía por ver si la llamada era para él, pero Jimin no tenía ese problema. Todas las llamadas a esa casa eran para Yoongi.
Cuando el teléfono dejó de sonar en el segundo timbre, metió la mano en la nevera para sacar las costillas. Encendió el horno, preparando la carne para asar sabiendo que posiblemente se necesitaría una hora para terminar todo. En ese entonces, Yoongi debería tener suficiente hambre y, con suerte, terminaría con sus negocios. Eso o los olores lo seducirían y lo sacarían de su guarida.
Trabajó en silencio y tan suavemente como pudo sin hacer demasiado ruido. No quería irritar al felino ya enojado en el estudio. Podría arremeter contra quien cualquiera que interrumpiera sus asuntos. No se debía pinchar al oso león enojado o mordería.
Cuando dejó que la parrilla de costillas se asara lentamente en el horno, revisó el congelador para ver si había suficientes bolas de hielo de whisky y se aseguró de colocar al menos dos vasos de whisky para cuando Yoongi saliera de su encierro. Por el estado en el que se encontraba antes de entrar en su guarida, iba a pasar mucho tiempo en un estado alcohólico.
Sacó dos tipos diferentes de whisky y los puso al lado de los vasos en el mostrador, esperando que fueran lo suficientemente buenos para el estado de ánimo de Yoongi y si no le gustaban, alguien más tendría que lidiar con eso porque sus ojos no aguantaban más. Estaba demasiado agotado.
Preparó el plato de queso lentamente sabiendo que tenía tiempo suficiente para hacerlo, pero no hizo demasiado porque sabía que Yoongi preferiría rellenarse con las costillas que con el queso. No obstante, tenía la sensación de que Namjoon terminaría esa noche en su casa y a él sí le gustaba su queso.
Antes de darse cuenta, las costillas se terminaron de cocinar y estaba más que listo para ducharse y caer en las sábanas. Escuchó el clic de la guarida al abrirse, esta vez con menos fuerza y violencia que usada con anterioridad. A veces el castaño se pregunta si tenía algún tipo de superpoder que lo hiciera el más competente para administrar el tiempo en esa casa. Aunque bueno, su llamado superpoder fue perfeccionado durante nueve años, viviendo en el mismo espacio que su mejor amigo. Ya había dominado casi todo lo que necesitaba saber sobre él.
Vio como Yoongi salió de su estudio llevando su camisa desabrochada en los primeros dos botones, la cabellera negra no estaba puramente peinada, caía sobre su frente y su cinturón evidentemente lo había arrojado por Dios sabe dónde. Debía estar verdaderamente estresado con algún asunto difícil. Nunca le gustó verse descuidado.
Sus ojos se fijaron en la comida puesta en el mostrador. Había una expresión en su rostro que en sus diez años de conocerse, Jimin aún tenía que descifrar. Yoongi lo buscó con la mirada y una débil sonrisa que no llegó a sus ojos.
Conocía al pelinegro desde hacía una década y todavía deseaba a veces tener una estación de radio que pudiera sintonizar con sus pensamientos. Tal vez entonces, no tuviera esa batalla de pensamientos teniendo que adivinar todo lo que estaba pensando, diciendo o preguntarse si sus acciones lo harían reaccionar de una manera que nunca podría predecir.
— Es tarde. — Musitó. — Vete a la cama, Namjoon vendrá.
El castaño conocía una despedida cuando escuchaba una. Asintió señalando la comida y las bebidas en la mesa mientras se mordisqueaba el labio inferior, deteniéndose por un momento.
— Buenas noches. —Susurró, arrastrando los pies mientras se dirigía hacia las escaleras de caracol en el medio de la sala de estar.
—Jimin... Gracias. —Su voz era baja y controlada, como siempre.
No le gustaba hablar con el menor cuando estaba meditando sobre sus negocios y Jimin entendía por qué. Nunca fue realmente bueno para contener sus palabras o acciones cuando estaba furioso, era un hombre bastante impulsivo mas no le gustaba admitirlo en voz alta.
El castaño comprendía que su negocio era estresante para él y que no quería arremeter contra su persona por algo que en realidad no lo relacionaba. No lo presionaba, sabía que no debía hacer eso. Diez años de amistad le enseñaron lo suficiente.
— ¿Para qué son los mejores amigos, verdad? — Preguntó en voz baja, sin esperar una respuesta mientras subía los escalones a las habitaciones de arriba.
Escuchó el timbre de la puerta cuando llegó a lo alto de los escalones, lo que indicaba que Namjoon había llegado. Siempre se sorprendía con lo rápido que ese hombre llegaba a su departamento sin importar la hora en que Yoongi lo llamara. Sospechaba que vivía en el mismo edificio que ello o mínimo dentro de la misma manzana.
No obstante, no podía confirmarlo porque nunca había tenido la oportunidad de hablar con ese peligris por más de cinco palabras cada vez que se vislumbraban. Tampoco lo había visto acechando alrededor del edificio por lo que el término de acosador no le quedaba. Algún día, tal vez, llegaría al fondo de todo, pero no sería esa noche. Mordiendo sus labios se obligaba a no escuchar la conversación
Tenía curiosidad bien, siempre estuvo curioso de lo que sucedía abajo cada vez que lo enviaban a su habitación. Sin embargo, nunca se atrevió a retar o provocar a Yoongi. Al principio fue por respeto a su amistad, pero ahora, tenía ciertos miedos.
Cerró la puerta de la habitación con un suave clic, sabiendo que el sonido tranquilizaría a Yoongi y Namjoon asegurándoles que no estaba escuchando cosas que no debería escuchar.
Se desvistió echando toda la ropa a excepción de sus calzones en la cesta y ni siquiera se molestó encendiendo las luces, eligiendo en cambio ir al baño. Necesitaba ser masajeado por las corrientes, ya que se quedó despierto más tarde de lo que esperaba esa noche.
Reconfortado por el calor del agua que se disparó contra mi cuerpo cansado entró en un estado adormilado. Aún húmedo y desnudo se arrojó a su cama de tamaño demasiado grande para una persona, enterrándose tan profundamente como pudo en las suaves sábanas.
Allí se acostó, una vez más decepcionado de sí mismo por no poder decir las palabras que ha querido decirle a su mejor amigo desde que tenían dieciséis años. ¿Por qué fue tan difícil decir esas palabras?
¿Por qué fue tan difícil decirle a su mejor amigo que sabía que se había unido a una pandilla y que quería que se detuviera?
Acomodándose de lado, frente a la foto de ellos que estaba en su mesita de noche. Se habían estado riendo de alguna tontería que no recordaba, pero se veían felices. Se veían perfectamente contentos en esa imagen. Puede haber sido un momento inmóvil, un momento en la vida que se quedó estancado, pero fueron felices. Estaban completamente satisfechos de tenerse uno a otro como compañía.
¿Cuándo cambió? ¿Cuándo tuvo que hacerme a un lado por alguien más? ¿Cuándo se convirtió en el extraño? ¿Por qué era tan difícil decirle a su mejor amigo que estaba enamorado de él?
Jimin apenas recordaba cómo se conocieron, pero sabía que fue en la escuela secundaria. Por lo que ambos podían recordar, supieron de la existencia del otro a la edad de quince años. Todavía estaba en el sistema de acogida en ese momento. No era un secreto para la gente de la escuela mas desconocían el por qué o cómo termino en el sistema.
Había estado viviendo en el sistema de acogida desde que cumplió trece años. Sus padres lo abandonaron porque se enteraron de que era gay. Ningún otro familiar quiso acogerlo porque sus padres insistieron en que no tolerarían su presencia en la familia. Fue un error e iban a corregirlo.
Se podría imaginar que no fue fácil para un niño en su adolescencia encontrar un hogar de acogida, uno bueno. Tuvo la suerte de ser criado en una familia que se podría describir en una palabra: mediocre. No es que se quejara, era mucho mejor que otras tantas casas a las que pudo haber ido.
Fue acogido en una casa que ya había estado alimentando a otros tres adolescentes. Dos niños que tenían dieciséis años y uno que tenía diecisiete, a punto de cumplir la mayoría de edad para dejar el sistema y vivir solo. No interactuaron mucho.
¿Qué tenían que decirse cuatro adolescentes abandonados?
Sus tres "hermanos" adoptivos trataron la casa como un hotel. Tenían trabajos a tiempo parcial, volvían a casa solo para descansar una noche y luego se iban a la escuela o a sus propios trabajos, un ciclo que continuaba todos los días. Se sorprendió que los padres adoptivos no intentaran controlarlos más. Pero suponía que solo estaban contentos con el hecho de que ninguno de ellos se había metido en problemas serios fuera de la casa.
Jimin hizo lo mismo aprendiendo de ellos. Solo podían depender de ellos mismos, porque esas personas que los acogieron no eran sus verdaderas familias. Y si teníamos que recordar algo era que incluso sus verdaderas familias no se quedaron para cuidarlos como era debido.
Tenía un hogar bastante decente, sinceramente. Se encerraba la mayor parte del tiempo, no quería problemas y ellos no se los daban. Algunas personas dirían que fueron descuidados. Pero prefería eso a las otras horribles historias que escuchó sobre el abuso. Descuidado era mejor, o eso creía.
Conoció a Yoongi cuando acababa de ser transferido a su escuela al comienzo del año escolar. Inmediatamente fue uno de los chicos populares aunque su mirada le decía a la mayoría de las personas que se alejaran. No fue difícil para él estar con sus encantadores ojos felinos y su cabello negro. Era carismático en la forma en que se mantenía: duro, pero descarado.
Se vestía bien, hablaba bien, se comportaba de una manera jovial y bien ordenada que atraía a la gente en general. Todos acudieron a él naturalmente, incluso los maestros. Pero por supuesto, él hizo lo contrario. La gente popular para él era la muerte si llegaban a descubrir su orientación sexual.
Ya estaba bastante marginado por estar en el sistema de cuidado de crianza. No le importaba ser ignorado, preferiría eso y ser tratado como si fuera invisible que tener que mirar por encima de sus hombros constantemente, preocupándose si había alguien listo para acosarlo.
Recordó como su hermano adoptivo mayor, Kwon Jiyong, le gustaba llamarlo: pesimistamente optimista. Estaba bastante seguro de que no era un término real, pero él pensó que era apropiado. Le agradó después de todo, particularmente la parte "optimista".
Sabía que solo tenía que soportar un par de años más antes de que finalmente dejara la escuela secundaria y el sistema de crianza. Tenía la esperanza de poder encontrar su propio equilibrio en la sociedad, de alguna manera. Tal vez, si tuviera la suerte, podría pasar con sus notas y llegar a la universidad. Así que mantuvo la cabeza baja e hizo lo suyo, viviendo sus días uno a la vez.
Fue bueno mientras duró.
Compartió un par de clases con Yoongi. Así fue como supo que era popular y encantador pese a su rostro de querer asesinar a todo el que se atreviera a molestarlo siempre que bajaba su cabeza para una siesta. Él y su grupo de amigos siempre fueron el centro de atención en clase.
Con un golpe de suerte o destino, si se podía creer en algo así, de alguna manera nos hicimos amigos. Ni siquiera recordaba cómo sucedió, pero el mayor estaba convencido de que discutieron en clase y lo encontró "tristemente interesante". Esas fueron sus palabras exactas.
Fue un milagro que siguieran siendo amigos, ya que venían de diferentes niveles sociales en la escuela. Lo que fue aún más sorprendente, fue que a pesar de su amistad, el pelinegro no perdió su popularidad y Jimin tampoco ganó algo. Pero era una especie de amistad cómoda, algo con lo que simplemente siguieron la corriente. Eran amigos, hermanos que se apoyaban mutuamente. Era bastante simple para dos adolescentes que no tenían sus vidas resueltas.
Mas un año después de su vida escolar juntos, encontró a Yoongi tocando la puerta de su hogar adoptivo, con los ojos enrojecidos y aspecto cansado, antes de descubrir que acababa de perder a sus padres en un accidente. Nunca se había sentido tan perdido sobre cómo consolar a alguien como en ese momento. Todos pensarían que con todas las experiencias deprimentes que el castaño había tenido, habría aprendido una o dos cosas sobre consolar a alguien.
Hizo lo mejor que pudo para estar allí para él, literalmente, físicamente allí para él, aunque no sabía qué era apropiado decir o hacer. Pasaron días en silencio, durante todo el mes que no asistieron a la escuela. Abandonó la escuela con él. Fue así como descubrió que Yoongi era hijo de padres millonarios. Padres que habían dejado a su único hijo con todo lo que tenían: su negocio.
Excepto que no era lo que el pelinegro quería. Todo lo que el mayor deseaba era que volviera su familia y se habían ido. No podía recuperarlos de nuevo.
Como siempre lo hizo, Jimin fue con la corriente y se ofreció a ser su familia, su hermano. No por sangre, sino por algo más. Ellos eligieron ser parte de la vida del otro. Había algo íntimo en la decisión que tomaron de jurarse mutuamente que nunca traicionarían o dejarían al otro. Entonces, el castaño desconocía que se estaba registrando para estar atado a un amigo que cambiaría por completo, no quedaba nada de lo que había sido entonces.
Pero se sentía bien en ese momento.
A partir de ese instante, Jimin prácticamente se quedó en su casa con él, haciendo todo con él como si fuera su sombra. Cuando terminó el mes, sus otros familiares finalmente intervinieron y le dijeron que ya no debía faltar a la escuela, volvieron a esta.
No se sabe cómo no los expulsaron por abandonar la escuela durante tanto tiempo, pero como siempre supuso el castaño, la familia de Yoongi tuvo algo que ver con eso. Había un equipo de "personas" y abogados que habían trabajado para sus padres y que parecían hacer todo por él.
Definitivamente tenían algo que ver con la forma en que logró no tener problemas viviendo en su casa sin que alguien fuera a vigilarlo. Ningún trabajador social lo buscó a pesar de que todavía le faltaban años para que dejara el sistema de acogida.
Cuando regresaron a la escuela, Min Yoongi intentó ser la misma persona que solía ser. Había puesto un rostro encantador, pero se podía ver la tensión en sus ojos. Estaba empezando a cansarse de estar en medio de las cosas. Así que pasaron un buen tiempo juntos, abandonando las clases para dormir o simplemente no hacer absolutamente nada.
Realmente no les importaba nada en ese momento. Nada parecía lo suficientemente significativo aparte de aquella amistad. Finalmente Jimin tuvo a alguien que prometió no abandonarlo, sin importar qué. ¿Qué debería importarle realmente si junto a él sintió tenerlo todo? Todavía era joven, aún abandonado por su familia, todavía estúpido e ignorante pero extrañamente feliz.
Se preocupaba Yoongi y Yoongi solamente. Era todo lo que le importaba. No se planteó cuán profundos eran sus sentimientos por el pelinegro hasta que un día en la escuela, alguien comentó que siempre estaban unidos como si fueran una pareja. Fue en ese preciso instante que el mayor por algunos meses miró en su dirección haciendo contacto visual, descubriendo perdido en sus ojos felinos sus verdaderos sentimientos por Yoongi. Su único amigo y familia.
Cuando Min le dio un puñetazo al chico por tratar de emparejarlos sentimentalmente como pareja, sus acciones lo hirieron un poco. Aunque la verdad era que no eran pareja. Tenía sentimientos por su mejor y único amigo, sentimientos que no eran de pura hermandad. Tenía sentimientos que no tenían intenciones de desaparecer, por mucho que tratara de enterrarlos o ignorarlos.
Quería contarle al pelinegro sobre sus sentimientos, en verdad lo deseaba. Quería que él sintiera lo mismo por su persona; le hubiera gustado que se sentiría de la misma forma. Pero sabía que le gustaban las chicas. Lo supo porque lo había visto besar a muchas en la escuela y estaba seguro de que había hecho e ido mucho más allá con algunas. Eso y, el golpe que le dio a ese tipo que pensaba que eran una pareja, fue seguido por las palabras que aún lo sacaban de sus sueños apareciendo como pesadillas. "No te atrevas a insinuar algo tan desagradable".
Sabía que si todavía quería esa amistad, si aún lo quería en su vida, tenía que reconsiderar decirle que deseaba que la única persona a la que besaría de ahora en adelante fuera él. Por supuesto, lo sopesó todo en su cabeza y sabía que si se atrevía a confrontar sus sentimientos por él, lo perdería, la única persona por la que se había vuelto afectivo desde que su familia lo abandonó. No pudo hacerlo.
Mantuvo la boca cerrada porque sabía que fingir que sus sentimientos no existían era mejor que fingir que todavía tenía un amigo.
Fue cuando tenían diecisiete años cuando Jimin se dio cuenta de que su mejor amigo había cambiado. La tristeza que había estado tan acostumbrado a ver en sus ojos por la pérdida de sus padres, pasó de una suave mirada de soledad a una dura. Al principio, era cauteloso. Pensó que tal vez había descubierto sus sentimientos por él, pero luego se percató que lo que descubrió no fueron sus sentimientos por él, sino su incapacidad para llenar ese agujero profundo y oscuro dentro de él que necesitaba llenar. Necesitaba una familia y encontró una. Todo por su cuenta, excluyéndolo en el proceso.
A los diecisiete años, Yoongi se unió a una pandilla y no lo invitó, ni le consultó, ni siquiera le contó. No dio ninguna indicación de que alguna vez quisiera que él supiera lo que hacía. Debido a su amistad, fingió que no saberlo. Esperó a que le dijera en vez de enfrentarse a él, señalándole lo que él creía saber.
En retrospectiva, realmente debió haberle preguntado al respecto en el momento en que tuvo sus sospechas. Porque cuando pasaban los meses y todavía le mentía sobre a dónde iba, con quién había estado y qué estaba haciendo o, por qué volvía con cortes, magulladuras y a veces se iba de casa durante días, se encontró incapaz de hacerlo.
Se limitó a lo que había estado haciendo, arreglarlo, alimentarlo y rezar para que de alguna manera saliera de eso. Hizo todo excepto señalarlo o darle una mirada de disgusto. Honestamente pensó al principio que lo más probable fuera que se tratara de una fase.
Deseó que solo lo estuviera haciendo porque necesitaba algo de tiempo o forma de encontrar su lugar en la sociedad. Pensó que debido a que tenía una buena educación, con padres rectos que nunca habían incursionado en algo ilegal, que no se quedaría demasiado tiempo con esas personas. Pero claramente, estaba equivocado.
Nueve años más tarde, ahí estaba, acostado en su cama, deseando poder espiar a su mejor amigo mafioso sobre sus planes de posiblemente matar a alguien, apoderarse del territorio de pandillas o enviar algunas drogas y tal vez armas. No sabía si esas eran las cosas que realmente hacía, solo inventó guiándose por lo visto en las películas. Pero no podían culparlo, en su mente, había que culpar a Yoongi por nunca decirle qué estaba haciendo exactamente.
Nunca había oído nada acerca de su negocio y siempre ha mantenido la distancia, porque honestamente creció asustado, temiendo preguntar. Tenía pavor de saber exactamente qué tan profundo en la vida de la mafia su mejor amigo se hundió.
Nueve años era mucho tiempo para estar en ese tipo de negocios. Tendrían que haber pasado muchas cosas y por lo que parecía, Yoongi estaba en una posición muy importante en la pandilla. Lo sabía desde que le asignaron un hombre como su mano derecha hacía cuatro años... Kim Namjoon.
Lo podría dejar, a Jimin a veces le gustaría, quisiera dejarlo pero lo amaba. Todos los días estaba en conflicto con la sensación de que quería levantarse y dejarlo. Empacar sus maletas en el día y salir por la noche. Para ser honestos, tenía una bolsa con sus pertenencias empaquetadas y escondida en su habitación para el día en que tuviera las agallas de dejar esa amistad. Sin embargo, tenía demasiado miedo de irse.
Demasiado asustado para marcharse porque no sabía qué le haría si lo hiciera. Ahora era un hombre muy poderoso y estaba demasiado acostumbrado a conseguir lo que quería. Aunque fuesen mejores amigos, no quería averiguar si se atrevería a ponerle un arma en la cabeza y acabar con su vida si se sentía traicionado por él.
Eso y que tenía demasiado miedo de dejar ir su amor por él. Era muy patético A pesar de todos esos años, de lo que sabía, todavía seguía amando a su mejor amigo. ¿Alguien en el cielo podría enviarle un poco de ayuda? Por favor...
Espero que esta historia también les agrade🥺🥰
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro