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Capítulo 39: Monstruos ༄

Tu presencia supliqué de todo corazón;Ten misericordia de mí según tu palabra.
Salmos 119:58

Liz se quedó sin aire varios segundos por el impacto de su descubrimiento.

Escuchaba el vídeo y miraba la pantalla aún con el corazón acelerado.

5.El movimiento cristiano se expandió a pesar de las persecuciones. Nada detuvo a la iglesia porque estaban confiados en la resurrección de Jesucristo.
El imperio romano se extinguió y la iglesia continuó. La expansión de la iglesia demuestra que Cristo resucitó. No hay forma de contradecirlo,es la base de nuestra fe.

Liz cerró los ojos y sin entender porqué, lágrimas salían de ellos. Se limpió el rostro con rapidez.

No podía ser atea al escuchar aquello.Su mente y corazón comprendieron que todo lo que Li , Allan y Kalila le dijeron era cierto.

Él era real y no un ser inventado por nadie. Era el creador de la belleza del universo, de cada célula del cuerpo humano, de cada atardecer en el cielo.

Golpearon la puerta de su habitación. Estaba segura de que era Kali. No le gustaba que las interrupciones y su amiga lo sabía bien.

—Adelante

—Liz, alguien ha venido a verte — habló asomándose con una sonrisa. Sintió nauseas pero se contuvo. Sabía que no podía ser ninguno de los indomables. Si era así Kali no la hubiese hablado con tanta tranquilidad. Aún así el terror de los días anteriores la inundaba. No pasaba un día sin recordar el rostro de Nirek o la sonrisa malvada de Kek.

Kalila vió la Biblia sobre la mesa. Sonrió. Acto seguido salió de la habitación sin decir nada más.

Liz se incorporó con dificultad e hizo su mayor esfuerzo para respirar con normalidad,sabía que la hinchazón y el dolor en el abdomen podrían llegar a durar un mes. Respiró lentamente intentando sosegarse pero le costaba muchísimo.

Salió y caminó por el pasillo hasta llegar al salón. En el sofá  estaban sentados Allan, Li Maylin y Cathy.
Estuvo a punto de contestar con desagrado cuando Cathy le entregó una cesta llena de cosas. El envoltorio era trasparente con estrellitas blancas y dentro había comida, una taza, flores e incluso un peluche de osito panda.

Sonrió y eso fue suficiente para que los tres estuviesen satisfechos.

—Queríamos darte una sorpresa pero no sabíamos cómo. Espero no te moleste que hayamos llegado sin avisar. Le dijimos a Kalila que vendríamos.

—¡Claro que no! —contestó Kali—¿A que es un placer que estén aquí?

—Así es — respondió breve aunque no estaba convencida. No le gustaban las visitas pero ya era tarde para decir algo.

Tras casi media hora, todos se reían y hablaban. Cathy no dejaba de contar anécdotas de los campamentos y Evan hacía preguntas ingeniosas con un ardiente deseo de asistir a algún campamento cristiano.
Liz estaba en la cocina sirviendo una Coca Cola y haciendo sándwich cuando Allan entró asustándola.
Al darse la vuelta las costillas dolieron y presionó la zona lesionada.

—No estás bien ¿Has tenido fiebre ?

—No ¿Por qué ?

—Respiras como si tuvieses neumonía y cuando te ríes haces gesto de dolor

Hizo una mueca con disgusto. No le gustaba que fuese tan observador. Le aterraba que la conociera.

—No es nada. Olvídalo

—¿Costilla rota?

—No sé de que me hablas.

—Yo sí —continuó y con confianza abrió el frigorífico sacando hielo para entregarselo envuelto en un paño de cocina—Te vendrá bien mientras se cura. Sólo esperemos que no tengas un pulmón perforado. Estoy seguro de que no has ido al médico

—Allan.Quiero explicarte ...

El rostro demacrado y triste de Allan dolía. El peso de la banda, las decepciones de sus amigos, los secretos de Liz y los exámenes finales hacían mella en su normalmente apacible carácter. Lo desgastaban llevándolo a una silenciosa tristeza que solo Jesucristo comprendía y podía consolar.

—No hace falta Liz. De verdad que no. Sé que quieres vivir tu vida como quieras —continuó rindiéndose.No sentía fuerzas.El mundo del chico se desmoronaba e intentaba comprender que había hecho mal para que todo esto ocurriera.

—Hay cosas que me atormentan— confesó pero él estaba tan exhausto que sólo se sentó en una de las sillas mirándola.

—Liz. No quieres entender.

Y lo entendió, él estaba tan desgastado que prefería no saber que pasaba, justo ahora que sí quería hablar. Ante aquellas palabras se sintió tan abatida que el hielo que sostenía cayó al suelo y su cabeza comenzó a dar vueltas.
Intentaba respirar pero era imposible.

Pensaba con una impotencia enorme que Allan se alejaría como todos lo habían hecho.Eso sólo generaba mayor ansiedad, él no podía irse. No cuando lo necesitaba tanto. Quería verle pero todo daba vueltas. No supo cuando sus ojos empezaron a derramar lágrimas. Cayó al suelo.

—Liz ¿Estás bien ? Contéstame por favor —dijo por tercera vez el chico junto a ella.

—Allan ...—susurró su nombre casi suplicándole algo indescriptible.

—Liz estoy aquí contigo.Necesito que intentes respirar por favor

La chica se  estaba ahogando en llanto. No podía obedecerle aunque lo intentase.

Las lágrimas que desde hacía meses no había permitido que saliesen en ninguna situación : ni por el embarazo de Kalila, ni con el abandono a Evan , ni con casi matar a aquella chica, ni con la amenaza del maestros o la deuda de Kek. Imágenes crueles y duras aparecían en su mente, una y otra vez sin detenerse. Revivía cada momento de terror.El llanto no se detenía.

—Allan he visto monstruos — expresaba con horror.

—¿Cuando ?— preguntó con cariño.

—He visto tantos monstruos reales en mis pesadillas

—Liz ...

—Tengo miedo —su voz trémula daba terror pues inspiraba lo que sentía.

—Son pesadillas Lizzy —habló bajito cerca de ella , con la dulzura de quien habla a una niña. Era la primera vez que la nombraba así. Allan comprendía lo terrible que podían llegar a ser las pesadillas y aunque Liz no lo supiera, él podía entenderla a la perfección pues tenía reminiscencias continuas.

—¡No! Son monstruos reales Allan. A veces tienen el rostro de Kek, otros el rostro de Rosa. Me aterrorizan.

—Las personas ...—dijo para sí mismo. Por primera vez desde que la conocía se mostraba vulnerable. Ni siquiera el día que la encontró en la azotea de la universidad se había mostrado tan humana.

—Pueden convertirse en monstruos y atormentarnos

Temblaba a tal grado y lloraba tanto que Allan intentó abrazarla pero a pesar de lo rota que estaba se alejó. El dolor físico era indescriptible pero el del alma era aún mayor, se sentía caer en un abismo.

—¿Sabes cual es el peor monstruo ?

—Rosa — susurró pero aquello le recordó a su propia historia.

—¡Éste! — y se señaló a sí misma —.¡Yo soy un monstruo! Soy mi peor pesadilla ¡Me odio tanto que quiero morir! ¡¿Por qué no me dejaste morir !?

Comenzó a golpearle en el pecho tantas veces sin descanso que finalmente el castaño tuvo que retenerla por las muñecas.Ella no hizo ademán por soltarse.

Sollozaba de tal manera que el corazón de Allan se estremecía de dolor por la empatía que sentía hacia ella. Verla tan destrozada le rompía de tal forma que le costaba consolarla cuando a él mismo le afectaba. No podría consolarla si su mente revivía su peor recuerdo una y otra vez solo con verla.
Respiró hondo e hizo una corta oración en su mente sin soltar las muñecas de la joven. Le extrañaba que nadie les escuchase pero sabía que era debido al alto volumen de la música.

—Liz, los monstruos son las personas que dejan que el enemigo las destruya y por eso destrozan a otros . Dios tiene cosas hermosas para ti ...sólo creelo

—No puedo más

—¡No digas eso !—refutó soltando abruptamente sus muñecas. Sabía que se estaba dejando llevar por la tristeza y el dolor.

Si ella estaba rota, él debía mostrase fuerte y firme. Sólo así podría trasmitir la seguridad que necesitaba.
Liz quedó aturdida por la reacción tan poco común en él y solo agachaba la cabeza sin dejar de respirar entrecortado. Tras varios segundos en silencio en los que logró calmar su respiración. Allan se atrevió a hablar.

—Lizzy —la nombró como pocas veces lo hacía —. Creas o no en Dios. Es más  poderoso que lo que te atormenta. Esos monstruos no son nada comparados con el poder de Dios. Voy a orar por ti ahora ¿Me dejas?

—Sí —respondió casi al instante para sorpresa de Allan. El chico cerró los ojos y oró por ella aunque cada palabra que decía también le hablaba a sí mismo.

—Señor Jesús. Tú dices en tu palabra que tienes todo el poder para trasformar vidas y circunstancias. En este momento estoy ante ti pidiéndote por la vida de Liz, tú eres el único Dios y tú la amas. Por favor dale paz a su corazón y quita todo lo que la atormenta, tú eres capaz de unir todos los pedazos rotos de su alma y crear un nuevo corazón que te busque.
En el nombre de Jesus.Amén

Liz se limpió las lágrimas y miró a los ojos a Allan. Era una mirada llena de matices, en ella no solo había compasión sino dolor.
Permanecieron así varios segundos hasta que ella giró su rostro. Se mantuvo alejada mirando al suelo.

La paz que sentía en estos momentos era tan irreal que no sabía que decir, era como si de repente la culpa hubiese desaparecido.

Recordó cuando Li le habló del cambio en las personas. Una de las evidencia de la existencia de Dios.

Y después de haber leído sobre la resurrección y tras escuchar ésta oración de Allan y sentir ésta tranquilidad como nunca antes, sólo pudo afirmar una cosa en su mente.

Dios existe y es real.

No importaba nada más que lo que ella misma acababa de experimentar. Se limpió las lágrimas y por primera vez en años, sonrió con serenidad.

Dios les bendiga lucecitas !!

POR FIINNN jajaj

Dios ha obrado en su vida.
¿Qué les ha parecido su conversión?

Leo en comentarios 😎
Aún queda mucho por cambiar pero éste es un gran paso en su vida.
Solo queda un capítulo para finalizar la primera parte del joven pentecostal.

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