Verdad
En este momento, aquí, sentada en esta lúgubre habitación, en donde las personas cuentan sus miedos, traumas; en donde se desahogan sin temor a ser juzgados. Es en este preciso momento en el que me pregunto ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Dónde quedaron tantas metas y sueños? ¿Me ayudará esta terapia a sacar todo eso que llevo dentro? Espero poder a encontrarle una respuesta a tantas interrogantes.
—Ok, Nyx, me estás diciendo que mientes, pero no me dices sobre qué lo haces —me quedo callada. Sé que tengo que explicar, hablar, para eso he venido, pero no me salen las palabras. Ella ve ni situación y sonríe intentando transmitirme tranquilidad —Muy bien, no hay prisa ¿Por qué mejor no me cuentas que te hizo buscar ayuda?
—Simplemente, me puse a pensar y me di cuenta de que, ¿por qué? —me levanto y me acerco a una ventana, sin poder estar quieta —. ¿Por qué? Si mi padre fue lo suficientemente fuerte para salir del coma, Max lo suficientemente valiente para confesarle a alguien que le quiere sin estar seguro de que recibiría una respuesta positiva; yo no voy a ser capaz de enfrentarme a mis miedos. De intentar hacer sentir orgullosos a mis padres, que pese a los miles de errores que he cometido, siguen estando ahí para mí, apoyándome en todo momento. Yo también quiero sentirme orgullosa de mí misma.
—El primer paso es aceptar que tienes un problema e intentar ponerle solución.
—Estoy cansada de esconderme, cansada de tener miedo, cansada de verme al espejo y no reconocer a la persona que se refleja en él. Estoy agotada de solo sentirme como una cáscara, vacía, desprovista de color. Ayer fui a la boda de una vieja amiga, una amiga que había perdido. No quiero sentirme sola, teniendo personas a las que les importo tanto como para ignorar que no les devolví esa última llamada, y recibirme con los brazos abiertos en uno de los momentos más importantes de su vida. Sentí tanta envidia cuando ambos dijeron el sí quiero, no quiero ser esa persona. Quiero ser la que se alegra, la que celebra los logros de los demás.
—¿A qué le temes tanto como para hacerte sentir de esa manera? ¿Qué es lo que te impide ser esa persona que quieres ser?
—¿Al que dirán?, ¿A nunca ser suficiente?, a que otros vean en mí todo eso que Kevin fue capaz de ver.
—Nyx, el maltratador, siempre intenta manipular a su víctima a través de su autoestima. Solo era una herramienta para mantenerte a su lado. Cuéntame una cosa. Ese chico, Max ¿Cuánto hace que te conoce?
—Toda una vida. Crecimos juntos, su hermana es mi mejor amiga.
—¿Entonces crees que si no fueras suficiente para él, te habría confesado que te quiere?
—Max no conoce la persona que realmente soy doctora.
—¿Tan segura estás de eso? ¿No será quizás que eres tú quien no se acuerda de quien en verdad eres? Estás tan convencida de todo lo que dijo ese hombre que sepultas tu verdadera personalidad, esa que de seguro lucha por salir a flote.
Me quedo callada, mirando a las personas pasar, observando la nieve caer y cubrir todo con una espesa capa de blanco, mientras analizo sus palabras. Siento movimiento detrás de mí y me volteo, viendo cómo se ha levantado de su silla y se pone su abrigo.
—Demos un paseo. Tomémonos un café —dice de repente.
—Pero la consulta aún no termina —alego extrañada. Mientras ella tranquilamente coge su cartera.
—Lo sé, pero necesitas un respiro, caminemos un poco mientras me cuentas más sobre qué es lo que mientes. —explica, abriendo la puerta.
Tomo mi abrigo del espaldar del sillón en donde estuve sentada minutos atrás y la sigo. Salimos de la clínica, el aire helado me golpea y me arrepiento otra vez de no haberme puesto guantes al salir de casa. Mientras caminamos por el parque me animo a volver a hablar. Ya no se siente como algo tan formal, solo una conversación con alguien a quien conozco.
—¿Leyó el expediente que mandó mi anterior doctora? —pregunto, pateando un poco de nieve que se encuentra en mi camino, humedeciendo mi bota. Ganando un poco más de tiempo.
—Claro que lo hice Nyx, pero quiero que seas tú quien me cuente lo que te pasa por la cabeza.
—¿Que sentiría si no pudiera confiar en su propia mente? ¿Si aquello que usted cree que ha visto, que ha sentido, nunca hubiera pasado? —Camino despacio, con mi vista en todo lo que me rodea, evitando pensar que le estoy hablando a alguien más.
—¿Qué quieres decir? ¿Por qué no podrías confiar en tu mente?
—Ok, yo se lo diré —suspiro, soltando lo inevitable —. Para empezar míreme las muñecas doctora —digo deteniéndome y mostrándoselas —¿Ve alguna cicatriz? ¿No verdad? No la ve porque no existe, nunca intenté quitarme la vida. —Retomo el paso y ella me imita —Solo fue una alucinación que viví tras el dolor que sentí al perder a mi bebé. Una ilusión que duró hasta el momento en el que descubrí que, detrás de las vendas que había en mis muñecas, solo hallaban cortes pequeños en el dorso de mi mano, causados quizás por intentar apoyarme en el suelo lleno de cristales.
«Según mi anterior doctora pudo ser provocada por la pérdida de conciencia, producto de un fuerte golpe que mi ex pareja me propinó. Nunca se me había pasado por la cabeza quitarme la vida. Sin embargo, lo sentí tan real, que el sentimiento de culpa tras ver a mis seres queridos o simplemente recordarlos e imaginar el dolor que podrían haber sentido por tan egoísta decisión de mi parte, fue desgarrador.»
—No eres cobarde Nyx. Muchas personas dicen que se necesita valor para quitarse la vida, pero no entienden qué se necesita muchísimo más para vivirla pese al dolor que podemos estar sintiendo.
—Puede que eso sea cierto. Sin embargo, me sigo sintiendo cobarde. Me escondo ante una máscara, oculto mis verdaderos sentimientos, creyendo que si al final los dejo salir puedo lastimar a las personas que amo. Ser el hazmerreír o estar en la boca de todo el mundo. Siempre trato de quitarle importancia a lo que viví, para que los demás no se sientan mal y me olvido de mí misma. De lo que siento yo.
Hago una pausa cuando entramos en la cafetería. Casi no hay nadie, quizás por las frías temperaturas. A la mayoría de la gente les cuesta salir a la calle cuando hay temperaturas bajo cero y prefieren quedarse en casa, abrigados con miles de mantas. Las pocas personas que hay están demasiado concentradas en sus cosas, como para notar quien soy y lo agradezco. Lo último que querría en este momento es tener que volverme a poner la máscara de una mujer alegre, cuando me costó tanto trabajo empezar a desprenderme de ella.
Luego de obtener nuestros pedidos, hacemos el camino de vuelta, sin apuros, disfrutando de la nieve a nuestros pies, del aire frío rozando nuestras caras, del contraste entre nuestros cuerpos cálidos envueltos en capas y capas de ropa, con el polar ambiente. Si tuviera que elegir una estación del año, como mi favorita, sin duda elegiría el invierno.
—¿Qué más sientes y ocultas por miedo? —indaga, continuando la conversación.
—Lujuria, un deseo intenso. Trato reprimirlo porque fui abusada, no debería estar sintiendo atracción sexual por nadie. Sin embargo, sigo sintiendo lascivia, mi libido incluso puede haber aumentado.
«A veces se siente como si estuviera tratando de demostrar que todo lo que me metió Kevin en la cabeza no es cierto. Que soy capaz de ser deseada y desear a alguien por igual. Que no soy la fría e insulsa que siempre decía que era. Pero el miedo a lo que los demás puedan pensar de mí me angustia. Siento pánico de que supongan que porque estoy con otra persona significa que lo que pasé, los golpes, las violaciones; no fueron nada. Estoy tan cansada ya de fingir.
—Nyx, nadie te puede decir cómo debes sentirte. Solo tú sabes lo que sufriste. Nadie más que tú eres capaz de decidir lo que quieres hacer con lo que sientes. Las personas están llenas de prejuicios y estereotipos y no podemos dejarnos llevar por ellos porque, al final, vamos a terminando dándole la razón. Está bien que puedas sentir deseo sexual.
Mientras tomo mi café, sopeso sus palabras y tiene razón. Yo misma he caído por esos estereotipos, sucumbí en lo que la sociedad dictamina que debía sentir.
«… Siempre debes de hablar claro con la persona con la que estés. Cuéntale todo lo que estás sintiendo. La base de una buena relación es la comunicación. No te entregues a alguien porque creas que debes hacerlo, sino porque es lo que de verdad deseas.
Sus palabras aún dan vueltas en mi cabeza para cuando volvemos a la consulta. En estos momentos me siento mucho más cómoda que antes, atrás quedó ese miedo a hablar, el peso de mis recuerdos y de todo lo que guardaba para no preocupara a nadie más ha ido disminuyendo. Volvemos a tomar asiento en donde nos encontrábamos antes y ella me sonríe con serenidad.
»Ahora cuéntame si estás lista, ¿cómo fue el comienzo de su relación?
—En una fiesta, hace dos años…
A medida que le voy narrando los sucesos, los recuerdos vuelven a mi mente, como si estuviera volviendo a vivirlos.
Recuerdo que era un jueves. Harold me había conseguido una cita con un abogado muy prestigioso, uno que ayudó a una conocida de Peige y que podría ayudarme también con el dilema que tenía en esos momentos. Alguien había robado una de mis canciones y las hacía pasar como suyas, promocionándolas en redes sociales. Necesitaba asesoría legal, saber cómo debía proceder en esa situación.
Salía de la reunión cuando tropecé con él. Evoco ese momento en mi mente y me doy cuenta de que mi primera impresión fue bastante graciosa. Lo compraré con un Ken de Malibú. Con su cabello engominado, su ropa de marca y zapatos lustrados. No me llamaban la atención los tipos así. Los prefería más malotes. Con chaquetas de cuero, algún que otro tatuaje, alguien que a la lengua gritara, peligro. En ese momento no sabía que el mayor error que uno puede cometer es juzgar a la gente por su apariencia.
La próxima vez que me lo encontré, fue en una fiesta. Peige se había empecinado en asistir a una de esas fiestas de la alta sociedad de Los Ángeles. Esas en donde pesa más el dinero que tienes en el bolsillo. En la que todos te dedican sendas sonrisas, pero por detrás están intentando sacarte hasta el más mínimo trapo sucio. Y ahí estaba él, rodeado de mujeres con vestidos elegantes y hombres con caros trajes de Armani, bebiendo whisky de malta o champagne importado. Una copa aflautada en su mano. Esa noche me invitó a bailar, quise negarme, no era mi tipo claramente. No obstante, fue mucha la insistencia de su parte y de mi mejor amiga. Llevaba un tiempo sola y según ella, debía darle una alegría al cuerpo. Así que bailamos y conversamos un rato esa noche, pero solo eso.
No volvimos a encontrarnos hasta dos semanas después, casualmente entro a mi cafetería favorita y aún no sé cómo, pero logró reconocerme. Aquel día me invitó a una cita, debí rechazarlo, pero algo en mí hizo que aceptara, no lo sé, quizás fueron sus palabras, la manera en la que insistió. Me hizo creer que sería la mejor cita, además de hacerme sentir vergüenza por prejuzgar a alguien, sin siquiera proponérselo.
La cita fue muy bien. Me llevó a un restaurante bastante famoso en la ciudad, era vegano y aunque nunca me habían gustado las ensaladas o el tofu, me convenció de que era algo que me vendría bien, que la carne hacía mucho daño o algo por el estilo. No lo sé, en ese momento me pareció el hombre más considerado y dulce, arrepintiéndome una vez más por no haberle dado una oportunidad a la primera. Jamás me arrepentiré lo suficiente de haber aceptado su beso aquel día, de empezar una relación con él y al mes irnos a vivir juntos, pensaba que era muy rápido, pero otra vez logró convencerme de que solo era porque me quería, porque no soportaba estar lejos de mí.
—Te estuvo manipulando desde el inicio, Nyx —expresa sacándome de mis recuerdos —. Dando pequeños pasos, apenas imperceptibles. Es lógico que no te dieras cuenta, él no quería que eso sucediera, quería tenerte completamente a su merced. Dime una cosa, cuando sucedió el incidente del suicidio, ¿Te hicieron algún examen toxicológico?
—No lo sé, cuando desperté no quise hablar de ese tema y mi mejor amiga lo respetó, ¿Por qué lo pregunta?
—Es solo que he oído historias muy similares a la tuya y la causa no acostumbra ser psicológica, suele haber algo más material y físico que la desencadene.
Hola mis amores, aquí les traigo lo que les prometí, demoré un poco, porque este fue un capítulo complicado de escribir, tenía que explicar cosas que jamás he vivido y no quería escribir algo incorrecto o muy lejos de la realidad, pero bueno, ya está. Espero que les guste el capítulo y me hagan saber que opinan sobre el.
Un beso a tod@s, nos leemos en el siguiente.
Uis, ya se me olvidaba, en unos días tendremos algunas sorpresas, así que si no me sigues aún te aconsejo que lo hagas, así no te pierdes los nuevos chismes sobre está y las próximas historias.
Ahora sí, ya me voy, estaré publicando los demás capítulos en lo que va de día, así que hasta el próximo mis amores.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro