Una noche de chicas
¿Cómo se le explica a una persona que aunque quieres, no pueden estar juntos? ¿Cómo se le dice a alguien, que estás tan jodida que no quieres arrastrarlo contigo? Porque sí, quiero a Max, siempre lo he hecho, pero querer a una persona significa que su felicidad está por encima de tus propios deseos, al menos así me siento yo. No puedo decirle a Max que si, que podemos intentarlo, cuando yo no estoy segura de poder dar todo de mí. Cuando tengo más miedo que cariño hacia él.
No lo amo, aún no y no, querer y amar no son lo mismo. Tú puedes querer a una persona y estar con otra, pero cuando es amor, ninguna otra, por mucho que lo intentes, es capaz de sacarte de la mente a esa que amas. Antes del famoso, te amo, siempre debe de haber un te quiero, es como si fuera una fase, no tan intensa, un preludio. El amor es todo lo contrario. Es enamorarte de sus defectos, saber que están ahí, pero que aun así no los cambiarias por nada del mundo. No lo sé, quizás por tantos libros que leí en mi adolescencia, mis expectativas en el amor están tan altas. Ya cometí un error al estar con alguien sin sentir ni un poco de cariño, solo atracción física, y ese desacierto me ha costado demasiado caro. Por eso sé que no lo amo, primero tengo que volver a aprender a amarme a mí, para empezar a amar a otra persona. Tengo que recuperarme, volver a estar cómoda con mi cuerpo. Pensar en mí y solo en mí y dejar de importarme tanto el que dirán.
Pero, ¿Cómo le explico eso a Max sin herir sus sentimientos? No tengo una respuesta para eso, pero lo que si tengo que hacer es intentarlo. No puedo permitir que él esté esperando algo que no sé si algún día pueda pasar. Porque ese cariño que ahora me tiene, puede llegar a convertirse en odio y soy tan egoísta que no quiero que eso pase.
En casa estamos solos, mamá sigue con papá en el hospital, si todo sigue como hasta ahora, puede que mañana o pasado le den el alta. Ahora agradezco que mi madre no esté, sería algo incómodo tener esta conversación estando ella presente. Al final, ellos siguen creyendo que Max y yo somos pareja.
Me siento en el sofá y él imitándome lo hace frente a mí en uno de los sillones.
—Sé lo que vas a decir —dice antes de que pueda formular palabra alguna.
—Bueno, si lo sabes ilumíname por favor, haznos está conversación más fácil a los dos.
—Vas a decir que no puedes estar conmigo, lo sé y no me importa lo que digas, no te dije que te quería para que inmediatamente corrieras a mis brazos.
—Es que no lo entiendes Max.
—Si lo hago, tienes miedo —afirma
—No Max, no lo entiendes, sí, es verdad, tengo miedo, pero eso no es todo. Yo no soy la misma chica que conocías, he cambiado, estoy rota y no todo es culpa de Kevin, yo también tengo mi parte de responsabilidad en esta situación.
—Tú no tienes la culpa de nada Nyx. Ese hombre te estuvo manipulando aunque lo niegues, sigues quitándole responsabilidad y adjudicándotela. Eso es algo que aún que te lo diga mil veces seguirás sin entenderlo.
—Quizás tengas razón. Tal vez con el tiempo entienda que nada es mi culpa, pero eso no quita que, vuelvo y te repito, estoy rota, quebrada, esa parte de mí, ya no funciona y no puedo obligarte a esperar por si alguna vez pueda corresponderte. Por qué si, te quiero, pero eso no es suficiente Max. No quiero que el día de mañana me odies por no dar todo de mí.
—¿Conoces el arte del kintsugi?
—¿Y eso que tiene que ver con lo que estamos hablando?
—El kintsugi o kintsukuroi es una técnica de origen japonés para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino —contesta ignorándome —esto también es una filosofía que nos enseña que todos podemos reconstruirnos y centrarnos en nuestros puntos fuertes. Dices que estás rota. Pues dejame recomponerte. Dejame pegar con momentos felices todos esos pedazos que están fracturados.
—No Max. La única que puede pegar los pedazos que otro rompió, soy yo misma y lo voy a hacer. Solo necesito mi tiempo. Perdón si llego a ser muy repetitiva, pero no voy a permitir que esperes. No te voy a obligar a estar solo, anhelando algo que ni yo misma sé si podré darte. No sé cuánto tiempo me tome, pueden ser meses, quizás años, no puedo dejar que solo tú luches por algo que puede que nunca pase.
—Tú no me estás obligando a nada Nyx, soy yo el que quiere estar ahí para ti. Tomate todo el tiempo que necesites, aunque sean veinte años. Yo estaré aquí, apoyándote, brindándote mi hombro si necesitas llorar, sirviéndote de escudo y alejando a la gente cuando necesites estar sola; acompañándote cuando necesites compañía. No voy a pelear tus batallas, pero si voy a celebrar tus victorias y acompañarte en tus derrotas. Ya renuncié una vez a ti Nyx, y fue lo peor que pude haber hecho en mi vida, no pienso cometer el mismo error dos veces. Aunque solo obtenga tu amistad, es suficiente para mí.
Sus palabras provocan tanto en mí que no soy capaz de explicar todos y cada uno de los sentimientos que florecen en mi interior.
—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? —pregunto, necesitando cerciorarme
—Por supuesto que lo estoy. Tanto de seguro como que me llamo Maximiliano Peter Johnson y odio mi nombre.
—Sigo sin entender por qué lo haces —digo.
—Es un nombre de anciano, mi abuelo paterno se llamaba así, el viejo era peor que un sargento. No sé cómo mi abuela lo aguantaba.
—¿Amor quizás?
—Si, del tipo de amor ciego. Aunque con ella era menos duro que con los demás. Quizás era ella la dominante en su relación —dice pensativo, con una la palma de la mano sosteniendo su quijada.
—No menciones la palabra dominante por favor, me hace recordar a mis padres y nuestro descubrimiento.
Max comienza a reír, captando la atención de Maxi, quién dormía plácidamente, ignorándonos. Este salta sobre mí y comienza a pasar su lengua por la cara de Max.
—Hecha para allá perro —gruñe este, evitando que lo llené de babas.
Y así como así, el momento lleno de intensidad dio paso a uno colmado de risas. Jugamos un rato más con el cachorro, pero estamos cansados, son ya las 4 de la madrugada, no sé cómo se nos pasó tanto el tiempo.
Entre el hospital, la visita a la comisaría, porque al final tuvimos que prestar declaración y más Max, ya que fue su arma la que mató a aquel hombre; tuvo que explicar el por qué la tenía. Al final, los policías se quedaron con ella. Pero bueno, ya estamos a salvo. En la vida le desearía la muerte a nadie, sin embargo, la de aquella persona solo me hizo sentir aliviada. No lo conocía, si acaso lo había visto dos o tres veces en mi vida y nunca había sido amable conmigo, jamás me dirigió ni una palabra, por lo que encuentro extraño que fuera él quién estuvo detrás de tantas amenazas. No obstante, según el detective que nos atendió, no es necesario que me dijera nada, a veces una simple mirada basta para que una persona con fantasías asesinas o con problemas psiquiátricos sea capaz de matarte.
Dejo en la sala a los Max y me encamino hacia mí, habitación. El vestido y los zapatos empiezan a incomodarme. Aprovecho y me doy una ducha antes de que Max aparezca. Me siento bien luego de haber hablado con él. Aunque sea tan testarudo, tarde o temprano va a terminar entendiendo. Me sentiría culpable si no lo hiciera, si dedicara todo el tiempo a esperarme. Quizás algún día conozca a alguien y, aunque lo más probable sea que me duela, intentaré estar feliz por él.
Termino de bañarme y recuerdo que no traje nada de ropa, solo tengo una toalla y dudo mucho que cubra por completo mi cuerpo. Aun así intento taparme todo lo posible intentar salir lo más rápido que mis piernas me permitan, quizás Max aún esté en el salón.
Corro todo lo rápido que puedo, pero choco con una pared de músculos en mi carrera.
—¿Por qué la prisa pequeña hada? Tal parece que hubiera un incendio allí dentro. —Me separo un poco de su cuerpo y es cuando él nota mi vestimenta. —Retiro lo dicho, el incendio puede que sea en mis pantalones si no te vistes ya. Aunque me gustan las vistas la verdad.
—Eres un pervertido Max.
—¿Por ser sincero? —pregunta burlándose.
—Mira…
—Si, ya lo estoy haciendo. —Me interrumpe
—Idiota, lo que tienes que hacer es voltearte para yo poder vestirme.
—No, ¿Por qué? Si así estás bien —protesta
—Max, por favor —lo reprendo.
—Bien —claudica al fin, poniendo morritos como un niño pequeño —, pero que sepas que me gusta mucho ese lunar que tienes en la cadera.
—¡Max! —grito. Él solo ríe mientras se adentra en el baño.
Encuentro el pijama más cómodo que tengo, un short rosa con corazoncitos y una camiseta de manga larga, también con el mismo diseño, ¿Un poco infantil? Puede, pero me gusta y es cómodo, así que es suficiente para mí. Me pongo un par de medias, por qué sí, soy de esas personas que siempre tienen frío en los pies, y me empiezo a desenredar el cabello. Luego de cepillarlo por un rato, me adentro en la cama, estoy tan cansada que apenas pongo la cabeza en la almohada empiezo a adormilarme. Siento cuando el colchón se hunde cuando Max se acuesta a mi lado, también siento cuando, pensando de seguro que estoy dormida, me acerca a él y me abraza. Así, en los brazos del hombre que unas horas antes recibía una bala por mí, y sí, puede que solo haya sido un roce, pero fue un roce que iba destinado a mí y él se metió en el medio, para que yo no lo sufriera; caigo rendida en un profundo sueño y por esa noche, no hay pesadillas.
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Despierto por unos insistentes toques en la puerta. Max protesta en mi oído y es cuando me doy cuenta de la manera en la que estamos acostados. Otra vez en la misma posición que en la cabaña, pero esta vez su mano está completamente sobre mi nalga derecha, incluso la aprieta un poco el muy descarado.
—Max. —Intento despertarlo, mientras quitó su mano. —Maximiliano despierta de una vez.
Es imposible, duerme como una piedra, no entiendo cómo puede ser guardaespaldas si no se entera de nada. Para molestarlo e intentar despertarlo de una vez, me subo a horcajadas sobre su abdomen desnudo. Él rápidamente pone sus manos en mis caderas y me atrae más hacia su pecho.
—Buenos días —dice con una sonrisa.
—¡Serás cabrón! ¡Estabas despierto todo el tiempo! —protesto tratando de bajarme de encima de él.
—¿A dónde vas? Si aquí estás muy cómoda —argumenta impidiéndome apartarme. El timbre de la casa sigue sonando, por lo que él protesta cuando logro levantarme —¿A quién se le ocurre venir a molestar a estas horas?
—Son casi la una Max —contesto luego de ver la hora en mi teléfono, además de la cantidad de llamadas perdidas de mis amigas. —Creo saber quién o más bien quienes son.
Y si, no me equivoco, en la puerta están Ayla y Peige, ambas visiblemente molestas.
—¿Por qué demonios no contestas el teléfono? —pregunta Ayla, sin embargo, antes de que pueda contestar, Max aparece en la sala, dirigiéndose a la cocina, usando solo el pantalón del pijama. —Sip, ya entiendo el por qué. ¡Buenos días, Max!
Este solo gruñe su respuesta, causando que las tres riamos.
—Sigues teniendo mal despertar hermanito.
—Es malo si dos aguafiestas se aparecen de improviso a molestar. —grita
—¡Nosotras también te queremos! —exclaman ambas al unísono.
—Bueno, a lo que vinimos. —suelta Ayla olvidándose por completo de Max. —Esta noche es noche de chicas. Tenemos una despedida de soltera a la que ir.
—¿Despedida de quién? No recuerdo que nadie me dijera que se iba a casar. —digo confusa.
—¿Recuerdas a Emma? —indaga esta vez Peige.
—Emma, Emma ¿La de los Sandoval? —cuestiono haciendo memoria.
—Esa misma. —Se anima Ayla.
—Claro, que sí, era mi compañera en el coro, tocaba el violín con mucha habilidad.
—Exacto. Yo no la veía desde la Universidad, pero ayer en la fiesta, me reconoció, no sé cómo la verdad, y nos invitó a las tres a su despedida de soltera. Al parecer se va a casar con un director de orquesta muy reconocido.
—¡Vaya! —exclamo ahora completamente despierta —. Nunca he ido a una despedida de soltera.
—¿Cómo puede ser eso posible? ¡Eso es sacrilegio! —grita Piege.
—Ni que fuera algo tan espectacular —me quejo ganándome un gemido de Peige y Ayla.
—No vas a decir lo mismo esta noche cuando te estés divirtiendo como una posesa.
Maravillosas últimas palabras he de decir.
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Son las dos de la mañana. Voy por, bueno perdí la cuenta de cuantos tragos de chupito me he tomado, seguro que más de tres; y en este momento un hombre musculoso, con grandes brazos, un abdomen más que definido y usando solo un tanga de color rojo baila sobre mí. Las chicas gritan, animándolo a que siga moviendo el trasero y yo no puedo hacer otra cosa más que reír. El bombero, por qué sí, tiene puesto un casco de bombero y me acabo de dar cuenta, no juzguen; intenta tocarme las caderas para que me levante con él, pero alejo sus manos de mi cuerpo inmediatamente.
—Tranquilo machote, este cuerpecito solo puede tocarlo un guardia y te aseguro que su pistola es más grande que la de cualquiera aquí. —El tipo, ignorándome vuelve a lo suyo, esta vez cambia de víctima, llevándose a la futura novia al escenario.
Emma se levanta de su silla, usando un vestido blanco, un velo y una diadema con un pene en el centro, parece un unicornio lujurioso, bueno que desvarío. Se sube al escenario y tres polis buenorros le bailan alrededor, tocándole los muslos y creo que uno le tocó una nalga. Ella se envalentona y sin que nadie se lo esperé se agacha y con los dientes intenta quitarle el tanga a uno de los policías. Ayla corre hacia el escenario intentando detenerla, pero a medio camino tropieza con sus pies y termina sobre otro poli. Al intentar pararse, se apoya donde no es, o sea su paquete, y grita:
—¡Chicas no es relleno, lo tiene así de grande! —vocea entre risas y todas la acompañamos.
Me entran ganas de ir al baño, así que me alejo de la fiesta que tienen montada mis amigas, porque Peige no se queda atrás; lleva media hora besuqueándose con la hermana mayor de la novia, bien por ella, aunque aún nos debe una explicación. Voy al baño y luego de hacer mis necesidades e intentar pintarme los labios, no lo pude hacer, termine con un rayón rojo en la mejilla; cojo mi teléfono y veo que tengo varios mensajes de Max. Me apetece oír su voz, así que tras mandarle dos o tres mensajes lo llamo, sabiendo que está despierto.
—¡Maxi! —exclamo.
—Nyx, por el amor de Dios, dime dónde estás —ruega.
—Ya te dije, estoy en el paraíso. —Suelto una risita tonta, acompañando mi afirmación.
—Como alguien te toque Nyx, se las va a ver conmigo —amenaza.
—No sabía que eras posesivo Max.
—No lo soy, pero hay mucho loco suelto y no quiero que te hagan daño. Estás borracha y cualquiera se puede aprovechar de eso —se queja.
—Tranquilo, aquí las únicas que se están aprovechando son las chicas. No veas lo que hizo la loca de Emma ¡Oh y Emily trajo unos panecillos muy raros! Según Ayla tenían marihuana. —susurro.
—Me va a dar un infarto. Nyx, nena, mándame la dirección por favor, necesito sacarlas a las tres de ese lugar antes de que sea demasiado tarde y terminen saliendo en la portada de todas las revistas mañana.
—Bien, pero con una condición. —Intento negociar.
—¿Cuál?
—Si me haces un bailecito todo sensual. Te juro que a ti si te dejo tocarme todo lo que tú quieras —insinúo.
—Pequeña hada, estás borracha. Cuando estés sobria hablamos del baile ese y si quieres te hago un striptease cuando se te antoje, pero mándame la dirección.
—Ya va, aguafiestas.
No sé cómo lo hago, pero logro mandarle la ubicación del club a Max. Cuando termino en el baño, luego de echarme un poco de agua en el rostro, salgo y lo que encuentro me deja totalmente descolocada. A Peige y a Emily, le falta poco para ponerse a follar sobre una de las mesas. Ayla bueno, ella la está pasando fenomenal, le está bailando a uno de los chicos, el bombero, mientras se quita el top, quedando solo con el sujetador push-up blanco. El pobre hombre está babeando, literalmente. Hay que decir que mi prima tiene muy buen cuerpo, además de que sabe mover muy bien las caderas.
En una esquina se encuentran tres chicas, cantando a viva voz una canción mexicana, algo de una rata de dos patas. A la que no veo es a la novia, así que me pongo a buscarla y pues nada me prepara para lo que descubro.
La novia, quién se va a casar mañana, con el supuesto amor de su vida, está teniendo sexo con un hombre que no conozco, detrás del escenario. Rápidamente, sin que ninguno note mi presencia salgo de ese lugar, intentando borrar de mi mente el cuerpo casi desnudo de mi amiga. Sin embargo, mientras me alejo, unas palabras me dejan más tranquila.
—Mañana vas a ser mi esposa y te voy a follar en todas las superficies de nuestra casa.
Ok, es el prometido. No me voy a sentir incómoda mañana cuando los vea casarse. Me tapo la boca mientras suelto una risita. No me fijo bien por donde voy y termino chocando con una espalda musculosa y, bueno, reconocería ese olor en todos lados, además de la sensación de electricidad que me recorre todo el cuerpo cuando me toca.
—Aquí estás —dice aliviado —Ayla y Peige ya están en el auto, solo faltabas tú, me tenías preocupado.
—Aw, el lindo de Maxi estaba inquieto por mí. Por cierto, ¿Te teletrasportas? ¿Cómo fue que llegaste tan rápido? Da igual, hay algo más importante ¿Cuándo tú y yo nos casemos te vas a presentar en mi despedida de soltera y me vas a dar duro contra el muro? Creo que es muy romántico —suelto todo de carrerilla.
—Definitivamente estás borracha. Hasta hace unas horas me estabas diciendo que me apartara de ti y ahora hasta de boda me hablas, el Alcohol te hace daño. Recuérdame alejarte siempre de él.
—No estoy borracha Maxi, Maxi. Solo estoy un poquito contenta. Por cierto, no sabía que tenías un gemelo.
—Nyx, soy mellizo, lo sabes desde siempre. —dice extrañado.
—Oh, cierto. ¿Y quién es ese que se parece tanto a ti? Creo que es incluso más lindo.
—Ya estás viendo doble. Vámonos de aquí antes de que termines en un coma etílico.
Sin decir nada más, me toma por los muslos y me lanza sobre su hombro, como si no pesara absolutamente nada. Aunque si no recuerdo mal, esta no es la única vez que me he encontrado en esta posición.
—Max, tienes un buen trasero ¿No te lo había dicho antes? Está perfecto para apretar. —No lo puedo evitar y lo hago, aprieto sus nalgas con gusto.
—¡Nyxel! Deja de tocarme el trasero.
—Tú me tocaste el mío está mañana, así que creo que es justo que yo haga lo mismo. No seas egoísta Maximiliano. Este trasero se hizo para que yo lo tocara.
—Sí, creo que mi madre pensó justo eso cuando me concebía.
—Que asco Max, me acabo de imaginar a tu madre teniendo sexo. Tan traumático como encontrar el cuarto secreto de mis padres. —Un escalofrío me recorre la columna vertebral de solo pensarlo.
El muy tonto de Max, solo se ríe. Hasta que de repente ya no lo hace.
—¡¿Pero qué demonios?! —grita bajándome.
Me volteo, y la imagen ante mí, me hace soltar una estruendosa carcajada. Peige y Ayla, subidas a un banco, cantan, completamente desafinadas My Heart Will Go On. Ayla abraza a Peige justo como hace Jack a Rose en la escena en la que están ambos en la proa del barco.
—Near, far, wherever you are
I believe that the heart does go on
Once more, you open the door
And you're here in my heart
And my heart will go on and on —canta Peige, o más bien grita.
—¡Oh dios, tenemos que ver el Titanic está noche! —exclamo
—Si —gritan ambas chicas al unísono.
—No —replica de Max. —Y cuando yo digo que no es no.
Dos horas después las tres estamos llorando ante la pantalla del televisor que hay en la casa de Ayla, donde terminamos parar no molestar a mis padres, mientras Max, sentado a mi lado protesta.
—¡Si cabías en la dichosa tabla Jack! ¡Eres una egoísta Rose! —vocifera Ayla aún con lágrimas en los ojos.
—Están locas, las tres —se queja Max —no van a volver a ver ni un poco de alcohol mientras yo esté vivo.
—Eso no te lo crees ni tu hermanito. Además, si no recuerdo mal, tú eres peor.
Entre protestas de Max y risas de las chicas termino por quedarme dormida.
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Me encuentro nerviosa. Veo hacia la pared blanca e impoluta frente a mí y me pregunto otra vez si estoy haciendo lo correcto. La respuesta es una absoluta afirmación. Claro que si hago lo correcto. Es hora ya de tomar al toro por los cuernos. Nadie más va a luchar mis batallas, esas las tengo que ganar yo sola y para eso, tengo que empezar por el principio.
—Muy bien Nyxel ¿Por dónde quieres comenzar? —pregunta la persona sentada frente a mí.
—Dígame Nyx, por favor, nadie me llama ya Nyxel, solo Max, en ocasiones muy, pero que muy escasas —pido nerviosa.
—Muy bien Nyx. Empecemos por el principio ¿Te parece?
—No sé si lo que usted llama principio yo pueda considerarlo así.
—Muy bien, entonces cuéntame lo que me quieras contar, estoy aquí para escucharte.
— Todo se resume a que les he mentido a todos, incluso a mi misma, desde el inicio. Son muy pocas las cosas que he dicho que sean verdad —suelto, sin importarme las consecuencias que puede traer consigo esa afirmación.
Hola mis amores y feliz año 2023. Espero que lo hayan pasado fenomenal.
Sé que les dije a algunos que haría un maratón y lo voy a hacer, no sé preocupen, pero mientras termino esos tres capítulos les dejo este, porque si, me apetecía publicarlo antes de tiempo. Espero que les haya gustado este capítulo tanto como a mí escribirlo.
En esta ocasión quiero dedicar este capítulo a una personita muy especial, como lo son todos ustedes que leen las cosas que se me pasan por la cabeza; pero bueno, está personita, aparte de leer esta historia tambien tiene una muy hermosa historia de fantasía que recomiendo mucho (ojo, quién la lea queda advertido que el vampiro Denethal es mío) Bueno, ya que desvarío, esa personita es RonacellTLH Loviu Lucesita.
Ahora sí, los dejo para seguir escribiendo, no les prometo que publicaré los capítulos hoy ni mañana, porque la vida tiene muchos imprevistos, perooo si que tengo tantas ganas de que los lean que intentaré traerselos lo más pronto posible.
No se olviden de votar y comentar si les gustó el capítulo, leo todos y cada uno de los comentarios siempre que me bloqueó y eso me ayuda a seguir. Los amo chic@s un besote desde lo profundo de mi corazoncito.
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