Las cartas sobre la mesa
Semanas antes
Miro a Jake, sentado en su escritorio, mientras habla de las evidencias que encontró y que acusan a Harold; sin embargo, hay algo que no me termina de convencer. Al igual que pasó con el técnico de sonido, las pruebas están ahí, claras, concisas y completamente visibles. Todo es demasiado sencillo.
—Algo está mal chicos. Sigo pensando que todo es muy fácil, como si alguien nos hubiera puesto las pistas delante para que las veamos. —comento mirando los papeles sobre el escritorio de Jake.
—¿Qué quieres decir? —indaga Max.
—Mira, no sé si estaré bien o no, pero para ser alguien que se ha protegido demasiado, que ha jugado tanto al gato y al ratón, me parece ilógico que se deje pillar así, tan dócil.
—¿Qué te hace suponer eso? —Esta vez es Jake el que pregunta.
—Piensa, un día me manda las fotos, es el quién me las enseña, sabe que vamos a buscar las cámaras y es algo lógico también que lleguemos a descubrir a donde van a parar las imágenes en tiempo real. Como ya dije, es incoherente que se deje descubrir así de simple.
—Está usando otro chivo expiatorio. Harold es su siguiente víctima —Deduce Max.
—Puede que no tanto como una víctima, creo más bien que está llegando al punto en el que necesita cargar a alguien con la culpa de todo lo que va a pasar, alguien debe de ir a la cárcel por o ella y Harold es un blanco fácil. La persona que buscamos es inteligente, no da puntada sin hilo —comenta Jake.
—Opino que deberíamos retroceder a dónde todo dio inicio. ¿Consideras ser capaz de contarnos cómo empezó todo nena?
—Kevin, todo cambió a raíz de que conocí a Kevin —digo como respuesta.
—¿Cómo lo conociste?
—Fue tu hermana quién me lo presentó en una fiesta a la que me persuadió de ir —respondo mirando al chico de ojos bicolor, quién me mira confundido —Fue ella quien me convenció de darle una oportunidad cuando yo me negué a salir con él.
—Ok, eso puede ser una coincidencia. Empezaste a salir con Kevin ¿Y luego qué? —interroga Jake.
—Luego todo empezó a ir cuesta abajo. Me manipulaba, me golpeaba hasta dejarme en la inconsciencia, no obstante, nunca me golpeo en lugares muy visibles y si lo hacía Peige lo tapaba con maquillaje, eso sí, jamás me tocaba la cara… hasta aquella vez en que casi me mata.
—Voy a mandar a alguien al hospital —informa de pronto Jake, tomando el teléfono de encima de su escritorio —Necesitamos más información sobre aquel día, preguntar otra vez, revisar las cámaras de seguridad, puede que encontremos algo nuevo, solo hay que hacer las preguntas correctas. —Se levanta de su asiento para salir a realizar la llamada, pero antes posa sus ojos en Max como diciéndole algo con la mirada —Deberían sincerarse el uno con el otro, no permitan que los secretos que puedan tener sea su debilidad y los puedan utilizar en su contra.
Nos da otra mirada, esta vez a ambos, antes de salir por la puerta, dejándonos a los dos solos. Volteo hacia Max, quién mira fijamente la superficie del escritorio como si fuera a darle todas las respuestas que necesita.
—¿Max?
Él suspira, levanta la mirada y sus iris conectan con los míos. Miles de emociones pasan por sus ojos antes de que los cubra con su mano, denotando nerviosismo, lo que causa que mi preocupación vaya en aumento.
—Bien —dice luego de soltar aire por la boca. Se levanta, me toma de las manos haciendo que lo imite, para luego guiarme hasta un pequeño sofá junto a la pared en donde me invita a sentarme, haciendo él lo mismo frente a mí —Mi matrimonio no fue lo único que te oculté —Ante tal revelación, me quedo callada, invitándolo a continuar —Cuando me retiré del ejército trabajé unos pocos meses en el FBI, hasta que me di cuenta de que eso no era para mí. Jake me había hecho una oferta tiempo atrás, pensaba abrir una agencia de seguridad y necesitaba mi ayuda para dirigirla. Así que dejé el FBI y con mis amigos fundamos la que ahora es una de las mejores agencias del país.
—Ok, entonces no solo trabajas en la agencia, sino que eres uno de los socios fundadores ¿No?
—Soy el presidente Nyx, yo no me dedico a cuidar a nadie, yo los dirijo a todos. Mi lugar de trabajo es una oficina.
—¿Entonces, por qué aceptaste ser mi guardaespaldas?
—Nunca fui tu guardaespaldas como tal. Cuando Peige me llamó me pidió ayuda, yo le ofrecí a Harold la agencia y personalmente elegí a los mejores agentes de seguridad para que estuvieran pendientes de ti las veinticuatro horas del día. Sabía que no te sentirías cómoda con un desconocido siguiéndote todo el tiempo, así que le propuse que yo me hacía pasar por tu guardia, mientras los verdaderos te seguirían sin que te dieras cuenta.
—Pero ¿Por qué?
—Son miles de razones. Apenas regresé mi hermana me contó lo que te pasó y me dijo que no te sentías cómoda con personas que presumían su riqueza, con gente que te hicieran recordar la más mínima cosa de tu ex y tener una buena economía podía ser un punto negativo en mi intento de ayudarte. También… —Se interrumpe mirando nuestras manos unidas.
—¿También qué?
—Porque te amo y eres la persona más importante para mí. No podía quedarme viendo cómo te seguías apagando, sabiendo que dentro de ti arde un fuego antes incontenible. Además de que soy un poco egoísta, necesitaba estar cerca de ti, aunque fuera como tú guardaespaldas, me moría por oírte reír, por oírte discutir conmigo por cualquier tontería, de verte como te sonrojas siempre que hago algún comentario fuera de lugar.
«La verdad más grande es que te amo más que a nada, en eso nunca te he mentido. Eres la única persona a la que he amado en mi vida, aparte de mi familia. Quiero que tengas eso claro, desde el momento en el que nuestros labios se tocaron en aquel primer beso cuando teníamos diecisiete años, desde ese momento en el que todo hizo clic dentro de mí no he mirado a otra mujer como te miro a ti, ni Robin, ni ninguna otra jamás va a ocupar ese sitio en mi corazón en el que estás clavada. »
—Yo igual te amo Max, siempre lo he hecho y siempre lo voy a hacer. Sé que cometiste errores y sería hipócrita si te juzgara por ellos.
—¡Joder, te amo tanto! —exclama acercando su cara a la mía y uniendo nuestras frentes antes de hacer lo mismo con nuestros labios.
El beso al principio es tierno; sin embargo, va tomando intensidad en el momento en el que su lengua invade mi boca, explorando, atrapando cada gemido que escapa de mi garganta.
Sus manos acarician mis mejillas y las mías aferran el corto pelo de su nuca evitando que se aparte de mí aunque sea un milímetro.
—¡Joder! Dije que desnudaran su alma, no que literalmente se desnudaran e hicieran cochinadas en mi sofá —protesta Jake, entrando al despacho y haciendo que Max y yo nos separemos agitados y avergonzados, al menos yo lo estoy.
Mis mejillas se vuelven calientes, por lo que escondo la cara en el cuello de mi chico, sintiéndolo sacudirse por la risa.
—No seas exagerado —protesta Max, aun riéndose.
—Exagerado dice, si no llego a entrar estoy seguro de que se hubieran puesto a hacer bebés en esa esquina. Y luego yo tendría que quemar ese sofá y obligarlos a que me compren uno nuevo.
—Eres rico, cómprate tu mismo el dichoso asiento.
—Na, eso no me satisface tanto como incomodarlos a ustedes. En fin, dejemos las bromas a un lado.
—¿Obtuviste respuestas tan rápido? —pregunto levantándome y sentándome de nuevo ante el escritorio.
—Por supuesto, soy muy bueno en lo que hago.
—Eres un creído amigo.
—Mira quién fue a hablar —Se defiende Jake.
—¿Ahora se la van a sacar y a medir, a ver quién la tiene más grande o vas a decirnos lo que descubriste? —comento, mirando a Jake quién enarca una ceja en mi dirección.
—Ok, pero que conste que yo la tengo más grande.
—Dios mío, y yo aquí ilusa pensando que eras el serio y frío.
—No soy frío, solo soy una persona reservada que no confía en casi nadie.
—¿Y en mí confías?
—Bueno, hasta ahora te has ganado esa confianza, así que no lo estropees, te voy a estar vigilando y tras el primer error vergonzoso voy a estar yo con una cámara para documentarlo y luego chantajearte para que cuides de mi hija, necesito niñeras —dice completamente serio para luego guiarme un ojo pícaramente.
—No sé si alegrarme o preocuparme.
—Oh, preocúpate, el muy imbécil me chantajea siempre con… bueno, algo que hice borracho. —Añade Max.
—¿Qué hiciste?
—No, lo siento pequeña hada, te amo con mi vida, pero eso es algo que jamás te voy a decir.
—Tranquila, Nyx —comenta Jake como quien no quiere la cosa —Tengo un hermoso video en alta resolución del momento, un día de estos, cuando me cuides a Maya te lo enseño.
—Amigo, deberías contratar una niñera y quemar todo ese material de chantaje que almacenas —plantea Max.
—¿Y dónde estaría la diversión en eso?
—A veces me pregunto por qué eres mi mejor amigo.
—Bueno, no fue por mi elección, así que te toca aguantarme hasta que me muera.
—Oh, mejor me busco otro mejor amigo.
—Bueno, suerte encontrando a alguien tan genial como yo.
—Chicos —interrumpo poniéndole punto final a la estúpida discusión de los dos hombres en la habitación —Nos hemos desviado demasiado del tema por el que estamos aquí. Alguien me quiere matar y necesito que presten atención a eso si no quieren asistir pronto a un funeral.
—Me deprimen los cementerios —comenta Jake indiferente.
—Si siguen discutiendo como adolescentes, ahí es donde los dos van a terminar, exactamente bajo tierra —añado ganándome una mala mirada de ambos.
—Que conste que el adolescente es tu novio, yo soy un hombre, pelo en pecho.
—Jacob, me estoy planteando seriamente pararme de esta silla y clavarte ese abridor de cartas que tienes tan cerca. No jueguen con mi paciencia chicos, se pueden sorprender de la poca cantidad que tengo —amenazo, y Max a mi lado suelta una risita.
—Yo soy muy consciente del límite de tu paciencia nena.
—Bueno, no lo parece. Como sea, ¿Qué fue lo que pudo averiguar la persona que mandaste al hospital? —interrogo a Jake.
—No fue mucho, la mala noticia es que la persona que estaba de guardia ese día fue trasladada a otro hospital fuera de los Ángeles, por lo que no pudimos tirar de ese hilo. La buena es que logramos rescatar un vídeo de seguridad de esa noche. Los demás fueron borrados, pero gracias al señor ese de allá arriba, a alguien se le escapó este. La calidad no es muy buena, según mi informante, no obstante se logra ver a la persona que recibe los resultados de tus análisis.
—Creía que eso te lo dice el médico en la habitación, no que se iba directamente al laboratorio a buscarlo.
—Y así es, creo… El caso es que esta persona no quería que por casualidades del destino tú te enteras de esos resultados.
—Su objetivo era que siguiera pensando que me intenté suicidar.
—Exacto.
—Y ¿Dónde está ese vídeo?
—Ten un poco de paciencia Max, ya debe de estar en mi correo —dice abriendo un compartimento en la mesa de madera de donde saca una laptop plateada.
—¿Por qué escondes tu computadora? —indago.
—Tengo una hija muy curiosa, que casualmente me rompió la anterior, borró los archivos de la precedente a esa y ni que decir de la que accidentalmente terminó con zumo de naranja por todo el teclado.
—Sí, mejor protegerla.
—Lo que digo amigo. Ok, efectivamente el vídeo está aquí —Voltea la computadora hacia Max, yo me levanto y me siento en el brazo de su asiento, pero soy levantada y sentada en su regazo y a pesar de que intento levantarme para no lastimar su pie herido, él me lo impide.
—Si no te mueves, no me lastimas nena. —Me tranquiliza.
Jake reproduce el vídeo y por unos minutos vemos un pasillo de hospital completamente normal, excepto porque no hay casi nadie, solo algunos pocos médicos yendo y viniendo y dos o tres enfermeras. Eso cambia cuando alguien con el cabello azul aparece en la cámara, alguien a la que llevo llamando mejor amiga desde hace muchísimos años. Llega hasta la puerta del laboratorio de la que sale un joven con bata blanca, quién le da un papel que luego ella procede a guardárselo en el bolsillo trasero de sus jeans y sacarse un sobre blanco del otro poniéndolo luego en las manos del hombre. Vemos cómo se da la vuelta dándole la cara a la cámara y cualquier duda que pudiéramos haber tenido se evaporan.
—Eso no significa que es ella quien quiere hacerte daño —asevera Max, tal vez intentando convencerse a sí mismo.
—Sé que es tu hermana Max, pero…
—No, no trates de ser condescendiente conmigo. Sé lo que esas pruebas significan, al igual que también sé que han intentado incriminar a varias personas, ¿Quién dice que no están haciendo lo mismo con Peige? Me niego a creer que ella sea quien está detrás de todo.
—Tienes razón, pero no podemos descartarla, tampoco es que le vayamos a hacer nada, solo vamos a esperar. El verdadero criminal dará la cara cuando sienta que está ganando y es ahí, es en ese momento en el que verdaderamente sabremos quién es.
—Está bien ¿Qué supones que pasará ahora?
—No estoy cien por ciento seguro, pero me inclino por qué los va a intentar separar. El vínculo entre ustedes dos es fuerte, todos pueden ver qué eres alguien importante para ella y pueden llegar a pensar que eres quien la ayuda a salir adelante. Sin ti, Nyx estaría sola, indefensa, triste; sería un blanco fácil y eso es lo que queremos lograr. Queremos que él o ella intenté acercarse a Nyx y es en ese momento cuando lo cogeremos.
—No voy a permitir que nadie le haga daño —réplica molestó Max.
—Nadie le va a hacer nada, ella no estará sola, Stella estará con ella todo el tiempo para evitar que salga lastimada.
No sé si es porque no lo mira directamente a los ojos, si es por la forma en la que habla o porque cuando levanta la mirada me mira directamente con algo que no puedo descifrar, pero sé que Jake está mintiendo.
—Me duele la cabeza, tanta tensión, tantas cosas que procesar me están pasando factura —me quejo —¿Puedes buscarme un calmante por favor?
—¿Segura que no quieres mejor ir al médico? —pregunta Jake, con preocupación en la voz. Yo solo niego y vuelvo a voltearme hacia Max.
—Es solo un dolor de cabeza, con un calmante se me quita.
—Está bien, quédate aquí, ya te lo busco.
—Mi madre está en la cocinya con Maya, seguro que a mi hija se le olvidó lo que le pedí, pero allí puedes conseguir algo. Además, también deberías traerle un jugo para que pueda pasar la pastilla —aconseja Jake a su amigo.
—Anotado —contesta Max, parándose con un poco de trabajo y yendo hacia la puerta.
—Muy bien, ahora explícame ¿Por qué hiciste todo el paripé de que te dolía la cabeza? —pide cuando el pelinegro está lo suficientemente lejos para no oírnos.
—Lo notaste
—Por supuesto, como también note que tú no defendiste a Peige como lo hizo su hermano. ¿Crees que ella es culpable?
—Me gustaría decirte que no, es mi mejor amiga y me siento terrible de solo pensar que es ella, de desconfiar…
—¿Pero?
—Pero son demasiadas cosas que la incriminan. Son detalles que pueden pasar desapercibidos, no obstante cuando se analizan se deja ver el patrón. Hace meses oí unas palabras que me dejaron pensando, que hicieron que me diera cuenta de tantas cosas. Ahora sé que aquellas palabras eran completamente ciertas, era algo así como: uno es un accidente, dos es coincidencia, pero tres es ya un patrón y eso es lo que hoy acabo de comprobar.
—Explícate.
—Primero que nada fue ella la que me presentó a Kevin y podría ser simplemente una casualidad. Sin embargo, sabía lo que pasaba y nunca hizo nada para ayudarme, al contrario, sus comentarios fuera da lugar me hundían más. Tampoco podemos olvidar que fue ella quien me contó una mentira sobre Max y Robin. Además, dijo haber ido a Richmond a visitar a la madre de su novia y aparte de que se comportó de forma sospechosa cuando Ayla la saludo, unos días después se estaba besando con una mujer que no era su novia, de la que supuestamente está muy enamorada.
«Como ya te dije, son demasiadas cosas que no hacen nada para creer que sea inocente, al contrario»
—Yo tampoco creo que sea inocente, pero sé que Max va a creerlo hasta el final y es entendible, es su melliza. Aunque está confirmado que nunca se conoce por completo a una persona, él va a poner las manos en el fuego por ella. La única manera de que se dé cuenta es que lo oiga y vea con sus propios ojos.
—¿Cómo piensas que se puede hacer?
—Ella sola lo hará. Estoy seguro de que Max formaba parte de su plan desde el principio, por algo lo llamó. Si quería destruirte solo a ti alejarte de Max era lo más conveniente, pero ella lo llamó y ha jugado con ustedes. Creo que también quiere hacerle daño a Maximiliano, el porqué no lo sé, esperemos a que sea ella quien revele todas sus cartas.
—¿Cuál es el plan?
—Vamos a dejarla sin salida, te triplicaré la seguridad y haremos hasta lo imposible para que esté atada de manos y pies; y ahí le lanzaremos una carnada.
—Yo.
—Exacto, necesitamos más evidencias, que ella revele su plan ante ti, que se sienta poderosa. No obstante, si consideras que no lo puedes hacer puedo idear otra solución, no olvidemos que Kevin está con ella y es violento.
—No, yo lo voy a hacer. Le voy a devolver a Kevin cada golpe, cada humillación —declaro con seguridad.
—Bien, aun así, si en algún momento no te sientes segura, estaremos ahí y nos desharemos de él. Vas a usar un micrófono todo el tiempo, además de un localizador y botón de pánico. Voy a estar detrás de ti y vigilaré cada paso de ambos con la suficiente distancia para que no me vean, pero estando pendiente de cada movimiento que hagan.
«Cuando te recuperes por completo Stella empezará a entrenarte, no quiero que entres ahí indefensa, Max me mataría, se te pasa algo y bueno, quiero tener mi conciencia tranquila también, eso es muy importante.»
—Me preocupa Max —confieso mirando la puerta por la que minutos antes salió.
—Él estará bien, es un chico fuerte. Le dolerá, no digo que no, pero lo superará.
—Eso espero —le digo antes de ver cómo el susodicho atraviesa la puerta masticando algo.
—¿De qué me perdí? —indaga dándome la pastilla, un vaso de zumo de naranja y una galleta de chocolate.
—Estaba diciéndole a Nyx que deben romper —cuenta Jake con la indiferencia que le caracteriza.
—Ni lo sueñes, ahora que por fin estamos juntos, nada me va a separar de ella, solo claro, si mi chica ya no me quiere —proclama mirándome, gracias a Dios que me dio tiempo a esconder el calmante antes de que se diera cuenta de que no me lo tomaba.
—Es solo una actuación Max, necesitamos que crean que lograron que se separen para que hagan su próximo movimiento y pillarlos —sostiene el rubio.
—¿Cómo sabes que van a intentar que rompamos?
—No lo sé con certeza, pero si lo intentan solo hay que seguirles el juego
—Bien —gruñe.
—Bueno, no sé ustedes, pero yo tengo hambre, comamos algo antes de llevarlos de vuelta a sus respectivos hogares —declara levantándose de su cómoda silla y conduciéndonos hacia la cocina y dando por terminada la reunión.
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Los días pasan y el plan se pone en marcha. Jake le pone un micrófono a uno de mis colgantes para que no sea muy sospechoso que lo lleve puesto de repente, además de que me da un reloj para usar el día del concierto en el que todo debe de pasar. Algo discreto que puedo utilizar con mi vestuario sin levantar sospecha alguna.
Y así van sucediendo las cosas una a una como pensábamos que pasarían. Kevin aparece en la discográfica y se encarga de sembrar cizaña en mi relación con Max, contando algo que se supone que yo no sé para así hacerme romper con él. No obstante, y siguiendo el plan, me marcho de ahí aparentemente molesta y sabiendo que el guardia que se lo lleva lo dejará en libertad muy pronto y que nunca llamó a la policía, todo de acuerdo a lo que Stella le indicó.
Mi guardaespaldas llama a Max, poniéndolo sobre aviso, para luego llamarlo yo y hacer una vez más una buena actuación, sabiendo que mi teléfono sigue intervenido y que puede que escuchen mi conversación.
Justamente como me lo esperaba, Peige se encuentra en la casa cuando llego. Hago mi última actuación del día y cuando Max se va luciendo derrotado subo a mi habitación y le mando un mensaje diciéndome que lo amo.
Es así como al fin llega el día del concierto y estoy preparada para lo que va a pasar y no solamente para la canción que voy a cantar al finalizar.
Le pido a Peige un poco de agua y cuando se va le echo el líquido que obtuvimos de un médico amigo de Jake. Sabiendo que no hará reacción hasta dentro de dos horas. Cuando ella regresa vuelvo a cambiar las botellas de agua, esta vez la mía, no estoy segura de que me haya echado algo, pero es mejor precaver que tener que lamentar. Le mando un mensaje a Jake luego de que me deja sola, pidiéndole que analice el agua y salgo al escenario.
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Cada uno de esos instantes me llevan al aquí y ahora, con Piege apuntándome con un arma, Max mirando a su hermana con el dolor de saber que confío en ella y terminó traicionándolo; y con mi fiel perro gruñéndole a mi ex mejor amiga.
—¿De qué hablas? —indaga presa del pánico.
—Creíste que tendrías unos minutos para regodearte, para torturarme un poco hasta que el veneno que pusiste en mi botella de agua hiciera efecto. Pero olvidaste que un tigre no deja de ser un tigre, aunque no se le vean las rayas. Me subestimaste, diste por hecho que yo caería redondita en tu trampa, pero no fue así y ahora eres tú la que está entre la vida y la muerte.
—! Mientes! —exclama dando un paso, pero deteniéndose por un mareo.
—¿Estás segura? —La miro fijamente y veo como gotas de sudor recorren su rostro —No lo creo. En este momento debes estar sintiendo fatiga, tienes sudores fríos, te tiemblan las manos y muy pronto colapsarás en el suelo, ante mí.
—¿Nyx? —Max me mira confundido ante mis palabras, sé que está sufriendo, pero quiero pensar que entenderá mis razones.
—¿Piensas que vas a ganar no es así perra? Pues te diré algo, si yo muero él lo hace conmigo —declara antes de dirigir su arma hacia su hermano.
Todo pasa muy rápido, en un momento Max está parado y al siguiente está en el suelo sujetando su pierna. Es el único lugar al que Peige puede alcanzar a dispararle antes de que Maxi se precipite sobre ella y muerda la mano con la que sostiene el revolver, provocando que grite de dolor antes de patear a mi perro, he intentado vaciar el cargador sobre él, pero soy más rápida y cuando levanta el arma la golpeo con el banco en el que estaba sentada minutos atrás.
Peige cae al suelo desmayada y yo corro hacia Max, quién aún sostiene su pierna evitando contener la hemorragia.
—Vas a estar bien.
—¡Me mentiste¡¡Y encima te pusiste en peligro!
—Max…
—No, Nyx, no confiaste en mí y te expusiste, pudieron hacerte daño.
—Pero no lo hicieron, estoy aquí, sana y a salvo. Eres tú el que está en el suelo. Sabía que no creías que Piege era la responsable de todo, no quería herirte aún más.
—Pues lo terminaste haciendo —Voltea la cara y mira a su hermana tirada en el suelo —¿Está muerta?
—No, solo está desmayada.
—El veneno.
—Era solo insulina, estará bien cuando le administren algo de azúcar… Max…
—Ahora no Nyx, estoy cansado de las mentiras, cansado de ser yo quien se disculpe, esta vez te toca a ti. Ahora no quiero hablar contigo, no puedo ni mirarte en este momento y no sé cuando esté preparado para ello.
Jake, Stella y unos cuantos agentes llegan en ese momento, algunos acuden a inyectarle a Peige la glucosa, esposarla y llevársela hacia una de las dos ambulancias que llegan de repente. Unos paramédicos ayudan a Max, llevándolo hacia la otra ambulancia que se encuentra afuera de la iglesia. Yo lo sigo, no obstante él no me mira. Sube al vehículo y cierran la puerta tras él llevándolo al hospital, dejándome sola con un vacío en mi pecho y con gotas de agua salada recorriendo mis mejillas. Mis lágrimas me dicen que este es el fin y me da miedo de que sea algo definitivo, de que no vuelva a estar junto a él nunca más.
Holaaa mis amores, hasta aquí llega esta historia, este es el final, se acabó 🤧
Na mentira, aún faltan tres capítulos y el epílogo, pero seguro que las asusté jijiji.
En fin, espero que le hay gustado y hayan comentado mucho, si no es así no público el próximo 😑 na es broma, hoy me levanté un poquito graciosa.
Si les gustó el capítulo voten, comenten, compártanlo yo que sé, lo que quieran.
Pronto publicaré el calendario de publicación para la segunda y tercera parte de esta historia, así que estén al tanto.
Bueno, ya dejó de joder me voy, chau, un besote grandote.
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