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Kevin

Solo con verlo miles de sentimientos afloran en mí. La rabia y la ira son los que más predominan. Cientos de pensamientos pasan por mi mente. Momentos en los que él era juez y verdugo en lo que a mí competía. Y esa rabia hace que no me doblegue ante esa mirada que un año atrás hacía que bajara la cabeza.

   —¿Qué haces aquí?

  —¿Qué?, ¿Ya no te gusta que venga a verte? Recuerdo que antes te encantaba.

    —Nunca me gustó —le aclaro —. No sé en qué burbuja estabas metido, pero jamás, no en un millón de años me gustó que vinieras a verme, ni siquiera cuando pensé que… —Sacudo la cabeza. No vale la pena gastar saliva explicándole —Da igual, lárgate de aquí antes de que llame a la policía.

    —¿Y qué les vas a decir? No te he tocado, solo somos dos personas hablando. Además, no tienes pruebas de nada. Nadie te va a creer, eres una don nadie, una basura de escenario.

  A punto estoy de creerle, de volver a ser la marioneta, la persona sin una gota de seguridad en sí misma. Pero entonces recuerdo los momentos vividos con Max hace unas horas. La manera en la que alababa mi cuerpo. La forma en que me miraba, como si fuera la persona más hermosa que hubiera conocido. Son sus palabras, sus acciones las que me hacen sentir especial y me dan la fuerza para enfrentarme al monstruo ante mí.

   —Para empezar tengo una orden de alejamiento que acabas de incumplir, supongo que eso sí, me lo van a creer.

   —Te consideras muy ruda ahora, ¿Verdad? —se burla —Solo eres una pequeña puta que no es nada sin un hombre que la ponga en cintura. Piensas que escapaste de mí, pero solo corriste a los brazos de otro idiota que te domine, porque eso te gusta ¿Cierto? Te gusta que un macho de verdad este sobre ti, eres una pequeña zorra —Termina, riéndose

   —Cállate —le digo entre dientes. Más molesta conmigo misma por permitir que me intimide., Por permitir que sus palabras tan llenas de veneno me lleguen y me recuerden aquellos momentos en los que no me consideraba nadie gracias a ellas.

   —No seas tímida bomboncito, ambos sabemos la verdad.

   —No me digas bomboncito, no soy tu bomboncito y nunca lo seré. Métete en la cabeza que nunca voy a volver con alguien como tú, un mentiroso, un… —exclamo, pero soy interrumpida y eso hace que la rabia siga creciendo.

  —Sí, porque tu relación es muy sincera, ¿verdad? —Se ríe al ver la confusión en mi cara —¿Te piensas que no sabía que te estás follando al hermano de la guarra de tu mejor amiga? Por Dios bomboncito, ¿No que te consideras muy inteligente? ¿Se te olvida quien te mandó al hospital?

   —No, sé muy bien que fuiste tú el que provocó aquel accidente. Max, en comparación a ti, no me oculta nada. Max nunca me lastimaría, el sí es un hombre, tú solo… bueno, nunca llegarás a eso.

   Él se ríe, como si hubiera escuchado el mejor chiste. Mi rabia va en aumento, pero llega a niveles insospechados cuando oigo sus siguientes palabras:

    —Nyxi, Nyxi, ni siquiera conoces al tipo que te está follando, estoy seguro de que cuando se canse de tu culo va a dejarte sola, porque no sirves para nada más, solo para hacer el ridículo en un escenario. Seguro intentarás colarle una barriga también a ese millonario idiota cuando te quiera dejar.

  —Cállate, ya —exijo con la poca paciencia que me queda. —Max no es ningún millonario, y no te atrevas a hablar del bebé que me hiciste perder.

    —¡Ese engendro no tenía que nacer! Solo le hice un favor —escupe. —Y con respecto a lo otro —Se ríe, burlándose, saboreando las palabras que sabía, estaba en a punto de decir —Eres tan estúpida que no te das cuenta de que te están viendo la cara. Ni siquiera sabes que te estás llevando a la cama al puto presidente de una de las mejores compañías de seguridad privada del país.

Se ríe a carcajadas al soltar esto último. Me siento una idiota por simplemente escucharlo.

» Pobre zorra estúpida

Esa es la gota que colma el vaso. No sé dé dónde saco las agallas, no sé de dónde viene todo ese valor, si de la rabia que siento al verlo burlarse de mí, de hablar tan mal de mí, de lo que me hizo. Pero cierro el puño, y con todo el enojo, la rabia, todos los sentimientos de impotencia me dan la fuerza con la que golpeó su cara con mi puño. Él no se lo espera, por lo que de la sorpresa se echa hacia atrás y tropieza con sus propios pies, terminando en el suelo.
El shock al verlo tirado sobre el pavimento, gracias a mí, no me deja procesar muy bien toda la retahíla de insultos que me grita. No es hasta unos segundos más tarde que proceso todo lo que está pasando.

   —Cavaste tu propia tumba zorra. Voy a acabar contigo y lo voy a disfrutar como no te imaginas —amenaza, parándose con un poco de trabajo. 

  —Tocas uno solo de sus cabellos y aprieto el gatillo. No te imaginas el placer que me va a dar hacerlo, así que venga, dame el gusto —dice Stella, pegando su revolver a la parte de atrás de la cabeza de Kevin.

  Él se paraliza, veo el miedo en su mirada y me da gusto. No que sé dirá eso de mí, pero sinceramente en este punto ya me da igual.

»¿Estás bien Nyx?

  —Muy bien, en realidad —contesto, abriendo y cerrando la muñeca, contradiciendo un poco mis palabras, pues mi mano duele. Sin embargo, jamás me sentí mejor.

   —No sabía que la Zorrita tenía compañía —gruñe, el rubio con desprecio.

    —Eso, dame el gusto. Sigue hablando, vamos a comprobar si de verdad tienes cerebro sin necesidad de autopsia.

   —Señorita William, la policía, ya está en camino —anuncia uno de los guardias que vigilan la entrada, corriendo hacia nosotros. El pobre debe de ser nuevo, quizás por eso no actuó antes. —Si quiere yo me hago cargo hasta que lleguen.

   —Muchas gracias —le digo con un intento de sonrisa, pero lo único que logro es una mueca algo rara a mi parecer.

  Sé que él va a salir libre de esta. Quizás con una sanción o una multa, no lo sé. Sin embargo, no me molesta y puedo parecer una loca, una tonta por pensar esto, pero tengo mis razones para sentirme así.

   —Muy bien, entonces —Stella saca de su bolsillo, justo como si lo tuviera preparado, una tira de plástico y con ella sujeta las manos de Kevin —Listo, ahora sí. Espero que no se te escape, niño bonito.

  —Tranquila señora, lo mantendré bien sujeto hasta que llegue la policía.

  Stella y el chico intercambian miradas antes de que esta deje ir a Kevin y él se lo lleve. Ella se vuelve hacia mí y me dedica una de esas miradas, yo solo asiento.

  —Bien ¿A casa?

  —Sí, por favor.

                                 ════ ⋆☆⋆ ════

En el camino a casa, Stella llama a Max, le cuenta que algo pasa, pero no le da muchos detalles. Cuando llegamos a la casa veo su coche estacionado en el garaje. Apenas me bajo del auto entro en la casa y en la sala encuentro a mis dos mejores amigas y a Max, con Maxi sobre él, sentados todos en el gran sofá en forma de L.

  Apenas me ven, Max baja al cachorro y camina a mi encuentro. Me abraza y yo le devuelvo el abrazo, aferrándome a él.

—¿Qué pasó? —me pregunta, separándome un poco y viéndome directamente a los ojos.

  —Iba saliendo del estudio cuando choqué con él. Me estaba esperando Max, me insultó, se burló de mí, me dijo tantas cosas, tantas mentiras que…

   —Nyx, cálmate un poco, ¿Con quién chocaste?

   —Con Kevin

  —¡Hijo de puta! ¿Es que no te va a dejar tranquila? —protesta Ayla.

  —¿Cómo qué mentiras? ¿A qué te refieres con eso? —pregunta Peige.

  —Dijo que yo no te conocía, que eras el presidente de la mejor agencia de seguridad del país, dijo que eras millonario, que te cansarías de mí y me dejarías. Me insultó tanto. —respondo mirando a Max, como si fuera ridículo lo que yo misma estoy diciendo.

  No obstante, Max se queda callado. Todos en la sala lo hacen, no se emite sonido alguno.

»¿Max? Kevin está mintiendo ¿Cierto? —interrogo al ver su expresión abochornada.

  —Nyx, yo…

  —¿Tu qué Maximiliano?

  —Yo te lo iba a decir.

  —¡Oh, dios mío! No lo puedo creer. Al final Kevin estaba diciendo la verdad, no conozco al hombre que está durmiendo en mi cama.

  —Bueno, técnicamente…—dice este, pero al ver mi mirada no termina la oración —Bien, me callo.

   —Eres muy inmaduro Max —comenta Peige.

  —Un inmaduro y un mentiroso —aclaro.

  —Nyx…

   —Ni Nyx, ni leches. Me mentiste Maximiliano. —El nivel de enfado va en aumento y ya no lo puedo controlar.

  —Nena…

  —No Max. Te pregunté si había algún otro secreto. Te pregunté Max, ¿Y qué me dijiste? —Él no responde, por lo que yo me adelanto a hacerlo —Yo te lo recuerdo. Me miraste a la cara y me dijiste que no, que no me ocultabas nada más.

   —Nyx, yo… lo siento —se pasa la mano por el rostro, avergonzado. Voy hasta la cocina, tomo una copa vacía y con ella regreso al salón.

   —¿Lo sientes? Por supuesto que lo sientes —Lanzo la copa al suelo y esta estalla en miles de pedazos. —Pídele perdón Max.

  —Nyx, no…

  —Haz lo que te digo. Di la palabra Max.

  —Nyx… Perdón.

   —¿Cambio? ¿Se arregló la copa porque le hayas pedido perdón? No ¿verdad? Eso es porque una simple palabra no soluciona nada. Yo confié en ti, te lo conté todo, me entregué a ti Max, y ¿Tú que hiciste? Te burlaste de mí —grito completamente fuera de sí.

   —Nunca me he burlado de ti Nyx.

   —Así es como me siento. Y justo como la copa, mi confianza en ti está completamente rota.

   —Nena… —intenta acercarse, pero lo detengo.

  —Ya no más. En este tiempo he aprendido a quererme, a amarme a mí misma por sobre todas las cosas, y no voy a perder ese respeto que me ha costado tanto alcanzar, estando con una persona que no me valora y mucho menos confía en mí.

   —No digas eso, yo confío en ti con mi vida Nyx.

   —¿Enterándome de que me ocultas cosas con terceros? Porque fue por otra persona que supe que estuviste casado, Max. Está claro que tus acciones demuestran lo mucho que confías en mí, si señor.

   —Déjame explicarte —súplica.

Pero yo ya terminé. Ahora no puedo creer que hasta hace una hora yo era la persona más feliz de este mundo. No recordaba lo rápido que pueden cambiar las cosas en cuestión de segundos. Eso es algo que no debería volver a olvidar. Aprender a valorar los momentos de felicidad, porque con solo una palabra, una acción o una frase, pueden pasar a ser los más tristes de tu propia vida.

Me pasó la mano por la cara, cansada, tanto física como mentalmente. En el tono de mi voz se nota el agotamiento cuando le respondo. 

   —Lo único que dirás son excusas Max y ya me cansé de ellas. Creo que lo mejor es dejarlo todo aquí. Acabar con esta relación antes de hacernos más daño el uno al otro. Lo siento, pero yo ya no confío en ti. Cuando se acaba la confianza, no importa lo mucho que se ame. Porque si, te amo más que a nada. Pero ya no voy a creer en lo que me digas, siempre voy a estar sospechando de algo o de algún otro secreto y eso no es sano. No hace mucho, salí de una relación más que tóxica, destructiva y no quiero que eso nos pase a nosotros. Te amo demasiado para hacerte semejante daño.

   —Entiendo —dice alicaído, derrotado. Sabiendo que este es el final y que esta vez, ya no hay marcha a tras.

Toma su americana del respaldo del sofá y despidiéndose de las chicas sale por la puerta para quizás jamás regresar.










Hola mis amores ¿Cómo están? Hoy no los cansaré con tanta charla, espero que les haya gustado el capítulo y si es así no se olviden de votar y comentar.

   Este capítulo está dedicado a diana12loka LienysBordn, ronancell y Sme0321.

Los quiero a todxs un bechote y hasta la próxima.

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