Feliz cumpleaños
Dicen que cuando uno cumple años significa que tu vida ha hecho un recorrido de 360 grados, volviendo al día en el que comenzaste a luchar por existir, por cumplir esos sueños que guardamos en el interior de nuestras almas. Significa que el conteo ha llegado a cero y es hora de demostrar lo que logramos en ese año que pasó. Otros piensan que es solo la celebración del aniversario de tu nacimiento. Para mí, mi cumpleaños es un año más para estar con mis seres queridos. Un año más, para admitir mis errores y tratar de enmendarlos. Un año más, para demostrarme a mi misma que si puedo, que soy lo suficientemente fuerte para aprender de ellos y seguir adelante, luchando. Y si, hoy, 28 de diciembre, es mi cumpleaños número 27.
Sin embargo, no estoy tan emocionada por ello como lo están mis padres.
Por fin, papá ya está en casa, gruñendo como siempre y quejándose por todo, esta vez por qué no quiero celebrar mi cumpleaños.
—No se cumple 27 años todos los días Nyxel —dice cruzado de brazos y sentado en el sofá de la sala de casa.
—Papá, no es que no quiera, es solo que prefiero pasar el día con ustedes solamente. No me apetece estar rodeada de hipócritas que hablan mal de mí a mis espaldas.
—¿Y quién le dijo a usted que se le iba a hacer una fiesta con todos esos pijos? —dice mamá entrando en ese momento, llevando el té con leche de mi padre.
—Ah ¿no?
—Por supuesto que no cariño, tus últimos dos cumpleaños los celebraste con esa gente, este año nos toca a nosotros. —se jacta papá con una sonrisa, llevándose el té que mi madre le acaba de dar a la boca.
—Y ¿Qué tienen pensado?
—Eso es sorpresa, pequeña Hada —contesta Max, saliendo también de la cocina.
—Y¿Tú qué haces aquí tan temprano? —pregunto.
—Wao, cuanto amor. ¿Estás viendo Ben? Tu hija me ama.
—Ya quisieras idiota. —me burlo.
—Si, eso quisiera —susurra en voz baja para que nadie lo oiga, por suerte o desgracia, yo si soy capaz de hacerlo e inevitablemente la culpabilidad hace acto de presencia.
—Eso hija, que se lo trabaje. Aprende una cosa Maximiliano, para ganarte el corazón de mi pequeña tienes que esforzarte mucho. No cualquiera es capaz de llenar a una mujer de amor, sin necesidad de palabras bonitas carentes de sinceridad, a las mujeres se las enamora con hechos. —le dice papá, arqueando una ceja hacia el chico de ojos bicolor.
—Eso haré Ben, ten por seguro que lograré llegar al corazón de tu hija —contesta Max, pero no mira a mi padre, sino a mí, mientras lo dice.
════ ⋆☆⋆ ════
La mañana se me pasa tratando de descubrir que se traen entre manos mis padres y Max, con su dichosa sorpresa. Todos saben que las odio, no entiendo cómo se les ocurrió hacerme una. No soporto estar en la ignorancia. Así que llamo a mis amigas y a ellas se les ocurre ir al salón de belleza, genial, otra cosa que odio.
Sé que cualquiera puede pensar que, ¿Cómo alguien que se cambia tanto el color del cabello puede odiar el salón de belleza? Sin embargo, es así. Desde que conocí a Kevin, cosas que antes me relajaban y me llenaban de alegría, pasaron a ser las que más odiaba en el mundo.
Aún recuerdo cuando me cambié el color a rosa. Antes, cuando él me conoció, lo tenía de un color uva, entre un rojo vino y un morado, predominando más el morado. Se veía hermoso, no tan chillón, quizás por eso lo cambié. En ese tiempo me gustaba sobresalir, me importaban tres pepinos lo que la gente dijera de mí. Cuando conocí a Kevin, eso cambió. Aquella vez me hizo sentir como basura ordinaria, alguien insignificante tratando de llamar la atención, sus palabras exactas fueron:
—Pareces una cabaretera de cuarta, una drogadicta o alcohólica. Solo intentas llamar la atención, pero haces el ridículo. Me da vergüenza andar contigo.
Intenté cambiarme el color ese mismo día, no quería que mi novio se avergonzara de mí, pero no pude. Mi cabello era mi marca, lo que me hacía sobresalir entre tantos artistas con muchísimo talento. Ese mismo día, las redes sociales explotaron con fotos mías y mi nuevo cambio de look, tenía un contrato con la compañía que había creado el color, debía llevarlo por al menos, tres meses. Así que tuve que aguantar todas esas veces humillantes en las que Kevin me avergonzaba frente a sus conocidos en las fiestas en las que, por obra y milagro me dejaba acompañarlo.
—Quiero cambiarme el color del pelo —dice Ayla, sacándome de mis recuerdos y explicándome la causa de nuestra visita a aquel lugar.
—Nyx, ¿Tú no te lo querías cambiar también? —pregunta Piege —Me dijiste que querías volver a tu color natural.
—Si, eso dije, pero cambié de opinión. No porque cambie el color de mi cabello va a hacer que todo lo que viví sea borrado. Jamás voy a volver a ser la chica que antes fui y ahora me doy cuenta de que tampoco quiero serlo. Ella no sabía nada de lo que es la vida, sus errores eran mínimos comparados con los que he cometido hasta ahora. La persona en la que me vi obligada a convertirme aprende de sus errores y sigue adelante, a pesar de ellos, tomándolos como un impulso para seguir. No voy a volver cambiar mi personalidad para agradarle a alguien más. Me gustan los colores chillones en mi cabello y esos son los que voy a utilizar hasta que sea una viejita y me vea ridícula llevándolos.
—Vas a ser una viejita sexi con el cabello verde —suelta Ayla.
—¿Te imaginas? —me río, dejando atrás la seriedad de mis palabras. Hoy es mi cumpleaños, no lo quiero pasar pensando en el lado amargo de la vida.
—Por lo que veo las consultas con la terapeuta están rindiendo frutos —comenta Peige, pero la manera en que lo hace la encuentro rara, es como si no se alegrara tanto por ese hecho.
Decido ignorarlo, luego de aquella primera consulta y las palabras de la doctora sobre los exámenes toxicológicos, tiendo a ver cosas donde no las hay. Peige no tendría razón para ocultarme nada sobre ello, así que lo dejo correr.
—Sí. Las terapias me están ayudando mucho. Empiezo a pensar un poquito más en mí.
—Que bueno, Nyx. —Me felicita Ayla, antes de entrar al local.
—¿Entonces no te vas a hacer nada en el cabello? —Vuelve a preguntar Peige.
—Yo no dije eso —le contesto sonriendo.
Dos horas más tarde las tres nos contemplamos frente al espejo de casa. Ayla a recuperado su color natural, el negro. Estoy segura de que si yo también lo hubiera hecho, podríamos pasar fácilmente por hermanas. Lo que más nos diferencia es el color de los ojos, ella los tiene grises y yo azules. Fuera de eso, somos muy parecidas.
Por otro lado, Peige se dejó el color azul, un poco más claro y solo en las puntas, tipo mechas californianas, las raíces y hasta la mitad del pelo lo tiene de un color chocolate muy hermoso.
Y yo, no dejé atrás el rosa; sin embargo, lo cambié por un tono fucsia y como Peige, posó a ser unas mechas, combinándolo con el negro de mi tono natural. Debo decir que me encanta como me queda.
Mis padres entran a mi habitación, sin llamar, llevando una pequeña caja.
—¿Qué es eso? ¿Mi regalo de cumpleaños? —indago emocionada.
—Ábrelo y verás. Nosotros nos vamos. Suerte cariño
Luego de darme la caja, mis padres salen del cuarto y mis amigas, tras guiñarme un ojo, si ambas lo hicieron, super raro por cierto; también se van, dejándome confusa. Me siento en el suelo y abro la misteriosa caja, encontrándome un rompecabezas dentro.
—Esto debe de ser una broma —digo en vez alta, sonriendo.
Cuando era niña, mis padres siempre organizaban búsquedas del tesoro en mi cumpleaños. Hacían que el encontrar mi regalo, lo considerara como una victoria. Así aprendí a no esperar que nadie me diera nada, yo sola me encargaba de encontrar mi premio.
Con el paso de los años y luego de irme a vivir a los Ángeles, mi parte favorita de mi día especial fue quedando en el pasado. Tras la llegada de Kevin a mi vida no volví a disfrutar de una celebración como antes lo hacía. Ahora, sin embargo, no encuentro una manera más perfecta de pasar este día. Sé que al final estarán ellos y nada me hace más feliz.
Solo me toma cinco minutos terminar el rompecabezas y al hacerlo, descubro donde estará la próxima pista.
Tomando mi abrigo, salgo en dirección a la tienda de mi tía Ana, la imagen del puzzle era el logo de su negocio.
Cuando llego solo veo a una de las dependientas, mi tía no se ve por ningún lado. La chica, una morena alta, con trenzas, me sonríe y sin yo decir nada, me entrega una bolsa y un pequeño, pero colorido sobre.
Una persona con los pies fríos debe de tenerlos bien cubiertos y calentitos.
Sonriendo, me dirijo a la sección de calzado, en la que otra chica, esta rubia de ojos claros, me entrega otra bolsa. Ni que decir que soy buena en esto.
Salgo de ahí un poco confundida, luego de no haber recibido otro sobre o al menos una pista, pero no, nada.
De repente, una vibración en el bolsillo de mis vaqueros me indica que he recibido alguna notificación. Lo saco y me encuentro con un mensaje de mamá.
Que es un cumpleaños sin pastel.
Recupero la sonrisa, como si nunca la hubiera perdido y me encamino a la dulcería de mi madre. Lleva ese negocio desde que tengo uso de razón, uno de los más queridos y populares de Richmond. El sitio preferido de adolescentes, niños, trabajadores y hasta ancianos.
Al llegar, encuentro el local, que siempre está lleno de personas, vacío y con todas las luces apagadas. Puedo ser un poco ingenua en ocasiones, pero sé que cuando pasan este tipo de cosas, la palabra sorpresa gritada por varias personas es lo que sigue. Lo sé, mis padres no soy muy originales, pero los amo así.
Me preparo para poner mi mejor cara de sorprendida y abro la puerta del lugar. Apenas pongo un pie dentro, justo como yo pensaba, las luces se encienden y toda mi familia y seres queridos gritan.
—¡Aah! ¡Qué sorpresa! —miento.
—Nyxel Williams, hay una cosa que tus padres conocen perfectamente y esa es tu manera de mentir hija mía —me regaña mi madre.
—Lo siento Ma, pero era algo obvio lo que iban a hacer aquí. —intento excusarme.
—Te lo dejo pasar solo porque es tu cumpleaños —advierte papá, pero sonríe acercándose a mí y abrazándome al igual que mi madre —. Felicidades, cariño.
—Gracias Mami y papi. —Los abrazo todo lo fuerte que puedo.
No pasa mucho tiempo cuando soy arrancada de sus brazos y llevada a una marea de gente que me estruja, me felicita e ignoran mi adversión al contacto. Suerte que estoy trabajando en eso y de que estoy mentalizada.
Todos están aquí, Ayla, Peige, Harold, los chicos de la disquera; Emma y su esposo. Mi familia, hasta mi tío, el padre de Ayla quién es un político muy ocupado. Todos menos una persona, Max. Trato de no decepcionarme por su ausencia, imaginando que en algún momento llegará. Pero pasa una hora, me muestran un vídeo que me hicieron mis fans, me cantan el cumpleaños feliz y Max no aparece. Cansada de esperar le pregunto por él a mi madre, ella sonríe y me da un iPod.
—Ya celebraste con tu familia, es hora de que sigas con la búsqueda y llegues a tu último regalo.
Tras las palabras de mi madre, me aparto de la fiesta que tiene montada mi familia y amigos, a las seis de la tarde, en una dulcería; y poniéndome los audífonos que venían ya conectados, le doy al Play.
Unas voces familiares cantando en español me sorprenden. Sé español. Junto con el francés, es uno de mis idiomas favoritos y desde pequeña aprendí a hablarlos, aunque me extraña que Max lo sepa. Me centro en la letra, intentando encontrar en ella una pista, pero solo de escucharla se me pone la carne de gallina. Conozco la canción, se llama: A un paso de la luna, de Reik, Ana Mena y Rocco Hunt. Solo la primera estrofa me saca una sonrisa:
Miro al cielo y veo que una estrella cae
Aún hay tiempo para un último baile
Deja a un lado la timidez, si no es muy tarde
Y acabemos paseando junto al mare
Te sientes bien a un paso de la luna
Confía si te digo que no es una locura
Tan solo atrévete, vivamos nuestra historia
Parece que el destino nos ha juntado a posta.
La canción no está completa, luego de la segunda estrofa es interrumpida por la voz de Max, diciendo:
—Te espero donde los recuerdos de un primer beso tocan el agua.
Me quedo confundida, procesando sus palabras. Max no sabe quién fue mi primer beso, la vez que me lo preguntó le mentí, ni yo sé quién fue mi primer beso. Lo que si recuerdo es en donde fue y precisamente en el lugar hay un inmenso lago.
Me despido de mis padres e intentando que nadie más me vea, tomo mis regalos y voy en busca del hombre que me remueve todo.
════ ⋆☆⋆ ════
La casa está justo como la recuerdo; cubierta por una espesa capa de nieve, los escombros que alguna vez fueron partes de una hermosa mansión, sobresalen dándole al lugar un tétrico toque. No entiendo por qué Max me pidió que viniera a este sitio. Si en el día da un poco de miedo, ahora asusta mucho más y aún no es de noche.
Le doy la vuelta a la casa en dirección al lago, y es ahí cuando lo veo, parado junto a una tienda de campaña a orillas del agua.
—Feliz cumpleaños pequeña hada.
—¿Qué es esto, Max? —pregunto mientras camino despacio.
—Mi regalo de cumpleaños. Una noche bajo las estrellas ¿No te gusta? —indaga inseguro —Quería darte algo que no tienes, algo que te haga sentir especial y ¿Qué es más especial que ser la única que brille? Alejados de toda civilización. Justo como en la cabaña, hoy estamos los dos solos y puedes ser quién tú quieras sin importarte nada más.
No le digo nada. No creo tener palabras suficientes para agradecer a este hombre por todo lo que hace por mí. No obstante, si sé dé algo que me gustaría hacer y que antes no me animaba por miedo. Un terror a lo que pudiera decir. Pero luego de las palabras de mi terapeuta en mi última consulta en donde pudimos hablar un poco más de mis temores, me he dado cuenta de que si es con Max, lo quiero todo. Rememoro aquellas frases mientras me acerco con lentitud a aquel hombre que tan rápido hace latir mi corazón.
—¿Sabes que pasa? Que cuando vemos a una mujer estar con un hombre demasiado rápido a nuestro entender, luego de que terminara con una relación de maltrato. Pensamos que eso no está bien, nosotras en su lugar no pudiéramos acercarnos a los hombres, pero sabes que, yo no he vivido nada de eso, solo personas que lo hayan hecho pueden decir algo y aun así, tampoco tienen el derecho de opinar sobre tu vida porque cada experiencia es diferente. Solo tú qué estás pasando por ello eras capaz de saber si está bien o mal y si te sientes bien estando con alguien, entonces hazlo. Decir yo lo haría diferente de estar en su lugar, son solo palabras de personas ajenas a tal experiencia, personas que no saben lo que es sentirse como tú lo estás haciendo. Así que no te dejes llevar por estereotipos, vive como quieras vivir.
Recordar aquella conversación es el impulso que necesito para dejar atrás mis miedos y dar el primer paso en esta ocasión.
Parada frente a Max, le tomo de las mejillas y pego sus labios a los míos, y nos quedamos así durante unos largos latidos, disfrutando de la simplicidad de un beso antes de que mi mano en su pose en mi barbilla, reaccionando por fin, luego de la sorpresa; y me acerque más. Antes de que su lengua se sumerja para tocar mi labio.
Lo dejo entrar.
Y luego doy un paso más cerca, empujándolo un poco hacia atrás, presionando mi cuerpo contra el de él, maravillándome de cómo es sentir su cuerpo pegado al mío.
Su otra mano se mueve hacia arriba, agarrando mi cabello, sosteniéndome aún más cerca, y gimo en su boca.
Lo quiero.
Quiero todo con él, de él.
Quiero a este hombre más de lo que he querido nada en mucho tiempo.
Mis manos se separan de sus mejillas y pasan a estar en su nuca, jugando con el cabello corto que sobresale del gorro que lleva puesto.
Nos besamos con ganas, sin prisa, por un largo tiempo, hasta que nuestros pulmones gritan por oxígeno. Solo en ese momento nos separamos y nos miramos a los ojos, azul contra azul y verde.
—Mencionaste que sería yo quien rogara por besarte, pero nunca dijiste que no te pudiera robar el beso —murmuro.
—Ahora estoy contento de no haberlo hecho —susurra mientras acaricia mis labios con un dedo. —Creo que deberíamos repetirlo, puede que aún no me lo crea.
—Sí, creo que es mejor que te lo vayas creyendo —digo con una sonrisa, antes de que esta sea borrada por los labios de Max sobre los míos otra vez.
Envuelve una mano alrededor de mi cintura, atrayéndome hacia él, mucho más de lo que estábamos antes.
Esta vez, el ruido de algún animal es lo que nos separa.
—¿Te lo empiezas a creer ahora?
—Aún no, pero si estoy en un sueño espero no despertar en mucho tiempo.
—No estás en ningún sueño, Max, esto es real —le digo alejándome un poco, viendo a mí alrededor —. Por cierto, ¿Cómo sabías que aquí fue mi primer beso? Te dije que había sido Billy Harris, pero nunca te dije donde.
—Ay Nyx, yo lo sé todo, pequeña hada.
—¿Cómo que lo sabes todo? ¿De qué hablas? —interrogo nerviosa.
—El chico Harris no fue tu primer beso.
—Si lo fue, ¿Por qué dices lo contrario?
—Porque tu primer beso fue conmigo, Nyx. Fui yo el que te besó aquella vez bajo ese mismo árbol —dice señalando el sauce llorón junto a las ruinas de la casa; dejándome confundida.
—¿Ttt…tú?, Pero ¿cómo? ¿Cómo es eso posible?
—¿Recuerdas la nota que recibiste ese día en tu casillero?
—Claro que lo recuerdo, pensé que era una broma de alguien, por eso vine hasta aquí, quería encarar a esa persona.
—Pero estaba muy oscuro —Continúa él —, era una de las noches más oscuras del año, y tú viniste, no te acobardaste.
—Era más la molestia que sentía. Ya la habían tomado con Ayla, ella era muy frágil en ese momento, pero yo no. Llegué aquí y no vi a nadie, pero cuando me iba alguien…
—Te tomó de la mano, te acercó y te besó
—Para luego alejarse, dejándome sola.
—Nunca estuviste sola Nyx, siempre estuve ahí, aunque no me vieras.
—¡Dios mío! ¡Si fuiste tú! Y te marchaste al día siguiente —reprocho —, me besaste y te fuiste, ni siquiera me dijiste nada.
—En aquel momento pensaba que era lo correcto. Tu padre había hablado conmigo, me dijo las mismas palabras de hoy, pero yo no lo supe interpretar bien. Pensé que me decía que tenía que ser alguien digno de ti. Tú eras la chica de oro en el colegio, la que protegía a todos, la que había recibido una beca, yo solo era un tonto deportista. No fue hasta que te vi con otro que me di cuenta del grave error que había cometido dejándote ir.
—Si no te hubieras ido…
—Si no lo hubiera hecho nadie sabe lo que podría haber pasado. Ambos necesitábamos crecer, quizás no habríamos funcionado y hubieses terminado en brazos de aquel infeliz. No podríamos saberlo, pero una cosa tengo clara, no volveré a irme. Solo voy a dejar de insistir cuando tenga evidencias claras de que alguien puede amarte más que yo. Y aun así, nunca dejaré de amarte, porque lo importante no es quien de los dos sienta más amor por ti, sino por quien late tu corazón, la importante siempre serás tú Nyx.
—No sé que decir, Max, me siento sobrepasada.
—No digas nada, solo besame.
Así lo hago, pero en un momento dado me detengo recordando sus palabras.
—En el hospital dijiste que me querías y ahora dices que me amas
—¿Y qué? —pregunta arqueando una ceja.
—Que querer y amar no es lo mismo. Me quieres o me amas una de dos.
—Nyx, ya callate y besame, luego buscamos el significado en Google u oímos la canción de José José. —Voy a decir algo, pero soy callada cuando vuelve a hablar de nuevo —A la mierda.
Me toma por los muslos, levantándome y poniéndome sobre su hombro. Camina conmigo hasta la casa de campaña y nos mete dentro acostándome en una colchoneta, al parecer, climatizada al igual que la tienda, y cierra, dejándonos a ambos alejados del frío.
—Listo, ahora ¿Dónde está mi beso? —dice sentándose él también en la colchoneta.
No lo puedo evitar y comienzo a reír. Él imitándome, me toma de las caderas y me sienta a horcajadas sobre su regazo.
—Eres un aprovechado —digo entre risas poniendo las manos en su pecho.
—Me declaró culpable de todos los cargos arréstame ofi…—se burla, pero no lo dejo continuar, atrapo sus labios con los míos y así como así, el momento divertido da paso a uno de pasión descontrolada.
Nos besamos, frenéticos y necesitados, todo lo que podrías desear en un beso. Mis manos se mueven para enterrarse en el cabello largo en la parte de atrás de su cabeza, sus manos se deslizan hacia mí, trasero, empujándome más hacia él. Puedo sentir su miembro erecto golpeando mi centro, separados solo por las capas de ropa que ambos llevamos.
Gimo en su boca y el beso aumenta en intensidad, se vuelve más necesitado. Preciso sentir su pecho desnudo contra el mío. Llevo mis manos a su abrigo he intento quitárselo, pero él me lo impide.
—No —declara intentando recuperar el aliento.
—¿Cómo que no? Esa no es la palabra correcta, tienes que decir sí, adelante Nyx, quitame toda la ropa de una vez. —asevero.
—Esta noche no Nyx. No quiero aprovecharme de ti. Puede que no estés preparada aún, además de que nuestra primera vez debe de ser especial, no en una tienda de campaña haciendo dos grados afuera. Esta noche, estás sensible por todo lo que ha pasado, pero no te preocupes en algún momento serás mía.
Oír sus palabras me hace recordar que no he hablado con él sobre todo lo que siento. Quizás él puede estar pensando que no estoy preparada por lo que pasó con Kevin, pero es todo lo contrario. Sé que tengo que contarle, sin embargo, tal y como él lo dijo, esta noche no.
—¿Y qué hacemos?
—¿Quieres ver una serie? —indaga sacando una laptop de una bolsa a nuestro lado.
—Nada me gustaría más. —le sonrío, acomodándome mejor, esta vez, ambos acostados, con la computadora sobre su abdomen y mi cabeza encima de su pecho.
Así, con algo tan simple como una serie, pasamos mi cumpleaños, porque no importa lo que haga, sino la persona que me acompaña en ese momento.
Nos reímos, emocionamos y hasta lloro en alguna que otra parte, viendo ese programa que a él tanto le gusta. No soy muy fan de los hombres lobo, pero debo decir, que teen wolf me atrapó, o quizás fue el personaje de Stiles y sus locuras. No obstante, hay solo una parte que se me queda grabada en la mente.
Una vez es un accidente.
Dos una coincidencia.
Tres es ya un patrón.
Pensando en las miles de probabilidades que esas palabras podrían significar, caigo rendida en un profundo sueño, siendo despertada horas más tarde por el sonido de un teléfono.
—¿Si? —contesta Max, medio adormilado aún y todavía abrazándome —Jeke, ¿Sabes qué hora es?… —calla, oyendo lo que dice su interlocutor—Espera que te pongo en altavoz. —Max hace lo que le dijo a su amigo y pone el teléfono cerca de ambos, para poder oírlo con más claridad.
—Tengo los resultados de la autopsia, Max, y hay algo que deben ver.
Hola mis amores, les traigo otro capítulo, creo que era el último que faltaba de los que les prometí. Si no es así díganmelo porfis.
Luego del capítulo anterior, pasé un poco de trabajo para poder continuar este, sin embargo, una vez que me emocioné no pude parar, por eso tanta demora, pero bueno, es un capítulo bastante largo (más de lo que me esperaba) así que espero lo disfruten.
Recuerden votar y comentar si les agradó el capítulo y seguirme para que estén al tanto de algunas sorpresas que se vienen muy pronto.
Un besote desde el fondo de mi corazoncito y nos leemos en el próximo.
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