Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Atracción y confusión

¿Has tenido alguna vez esa sensación de que tu cabeza quiere algo, tu corazón lo opuesto y las circunstancias te obligan a seguir a tu corazón? ¿No? Pues así es como me siento en estos momentos. Sentada en este sofá. Queriendo una cosa con toda mi alma, sabiendo que no estaría bien, pero aun así siendo algo inevitable.

Mi corazón se desboca cuando Max se me acerca. Más mi mente aún está encaprichada en alejarlo. No parece correcto. Hace solo tres meses intenté acabar con mi vida porque un infeliz me usaba como saco de boxeo. No entiendo cómo puedo sentir atracción por otro hombre y menos tan rápido. Estoy muy confusa y así se lo hice saber a mí, psiquiatra días antes. No fue de mucha ayuda, al contrario. Me dejó peor que al principio si eso fuera posible. Según ella, no todas las personas reaccionan igual a una situación así. Hay mujeres que nunca vuelven a rehacer su vida y hay otras que encuentran el amor y tienen una vida plena, a pesar de haber pasado por semejante pesadilla. Cada persona es un mundo.

Aun así, no me siento bien al tener sentimientos hacia Max. No estaré enamorada de él, pero esta atracción me parece muy rápida. Siento como si estuviera escondiéndome detrás de ella para superar todo lo demás. Sin embargo, puede ser al revés. Ya no lo sé, cada vez estoy más confusa. No entiendo mis propios sentimientos. Soy un lío en mi cabeza.

Max, ajeno a todo eso, me mira esperando mi siguiente paso. No sé qué me lleva a tomar esta decisión. Es más fácil decirle que él fue mi primer amor. Pero no, yo no escojo esa opción, nunca me he destacado por ser el tipo de mujer que se va por el camino fácil. Lo simple puede resultar aburrido y lo mejor que hay en la vida es ponerse retos que luego puedes cumplir y sentir muchísima satisfacción al hacerlo.

Llevo mis manos al zíper que hay entre mis pechos y lo bajo lentamente, sin apartar la mirada del hombre sentado frente a mí. Él, en cambio, me mira con los ojos como platos, no se esperaba que hiciera lo que precisamente estoy haciendo. Si soy sincera, me causa cierto placer sorprenderlo, había olvidado como se sentía ese sentimiento. No obstante, sé que no voy a llegar a más. Max se merece una lección y por lo que se aprecia por sobre su bóxer, el seductor, ha acabado siendo el seducido. Ha caído en su propia trampa.

Antes de terminar de bajar el cierre y previniendo que mis senos se salgan del sujetador y la broma me cueste demasiado cara, pongo la mano sobre mis pechos cubiertos aún por el sostén; tapándolos

Max boquea como un pececito sin suficiente oxígeno. Salta del sofá y tropieza con su ropa al intentar dar un paso, termina cayéndose sobre la alfombra. Maxi se acerca moviendo la colita y le pasa la lengua por la cara. Es una escena bastante divertida. Ver a Max nervioso por mí es algo que no olvidaré en la vida. De cierta manera es como un sueño que tuve por muchos años siendo todavía una adolescente. Aprovecho la distracción para volver a subirme el zíper evitando algún accidente traumático, al menos para mí lo sería.

—Hecha para allá Max —protesta intentando esquivar las lamidas de mi cachorro.

Cuando logra separarse del perro, alcanza uno de los cojines del sofá que cayeron cuando se levantó. Intenta tapar la casa de campaña en la que se convirtió su ropa interior. Aun cuando ya yo vi todo lo que intenta ocultar.

—¡Dios Nyx! —se pasa las manos por la cara y hace una mueca al encontrarla llena de babas de mi labrador, quién está tumbado sobre la alfombra ante mis pies y mirándolo todo como si de una película se tratara —voy a coger una neumonía por tu culpa. Que sepas que las facturas del hospital las pagas tú.

—¿De qué hablas? ¿Por qué pillarías neumonía? —me hago la inocente, abro mucho mis ojos y lo remato con unos rápidos pestañeos. Nunca falla.

Jamás me imaginé que las clases de actuación que nos daban en la secundaria y a las que asistía solo por puntos extra, dieran tan buenos resultados en mi vida.

—Por la cantidad de duchas frías que me voy a tener que dar. No voy a poder sacar tu imagen de mi cabeza. Se me ha quedado grabada en la retina.

—Como si no hubieras visto antes a mujeres en ropa interior o sin ella. No exageres.

—Lo he hecho. Pero ellas no eran tú. Ninguna tenía tal perfección por cuerpo.

No puedo evitar sonrojarme. No es la primera vez que alguien ha piropeado mi cuerpo. No tengo el mejor físico del mundo, eso lo sé, pero a los hombres les gustaba. Decían que tenía buenas curvas, una hermosa forma de guitarra me dijeron en una ocasión. No obstante, hacía tiempo que nadie me hacía un cumplido. Viniendo este de Max, quién ha estado con demasiadas mujeres y fue el objeto de mis fantasías eróticas cuando tenía diecisiete años, me hace sentir vergüenza.

—Mi cuerpo está muy lejos de ser perfecto. —rebato con timidez

—Para mí si lo es. Si te vieras cómo te veo. Si pudieras apreciarte con mis ojos, me creerías. Cuando te digo que podré haber estado con muchísimas mujeres, pero verte a ti me despierta más sensaciones de las que experimenté con todas ellas juntas, no miento Nyx.

—Lo que tú digas. Deberías vestirte. Eres una distracción —intento cambiar de tema. Sin embargo, apenas termino de hablar me doy cuenta de mi error.

—Así que soy una distracción. Mm. Podríamos ponerle solución a ese problema. —Insinúa y sé que está bromeando o eso quiero pensar.

—Sí, por supuesto. Tú irás al baño y jugarás con tu manita y yo me iré a dormir muy tranquila.

—Dudo mucho que puedas dormir tranquila luego de todo lo que ha pasado esta noche.

—No te vi tan seguro de ti mismo, hace un rato cuando casi te matas —me burlé de él —pero mírame como lo hago si gustas. Aunque nunca consideraría que fueras ese prototipo de hombre. Del tipo que se queda despierto en la noche para mirar a otra persona mientras duerme —me encojo de hombros y alcanzo mi ropa para ponérmela.

—Me tomaste desprevenido. Nunca creí que te quitarías el sujetador, es más, jamás imaginé que aceptarías ese castigo, la verdad —replica a mi primer comentario — y para que te quede claro una cosa, si eres tú me quedaría toda la noche viéndote. No me molestaría en dormir si pudiera velarte el sueño —automáticamente mis ojos suben a los suyos y en este momento no sé si está bromeando o no. —me voy a duchar. Eres bienvenida si así lo quieres.

—No quiero —le digo recuperándome del shock. Cuando se levanta y me da la espalda mi vista se va directamente a la perfección que tiene por trasero.

Ni siquiera se pone su ropa. Solo modela su cuerpo sexi y escultural frente a mí en bóxer. Como si fuera un regalo de los dioses que yo tenga el placer de disfrutar de ese panorama. Su ancha y tonificada espalda se contrae cuando se adentra en la cocina y toma un poco de agua. No tiene apuro y yo lo agradezco, así puedo recrear la mirada un poco más.

Cuando por fin se pierde por el pasillo que da a mí, habitación, en donde se ha estado duchando estos días al ser el único baño en toda la cabaña, puedo respirar con normalidad, no me había dado cuenta de que mi respiración estaba tan agitada. Termino de ponerme la ropa y me encamino hacia la habitación con la de Max en la mano.

Al llegar oigo correr el agua de la ducha y a mi mente vienen imágenes creadas por mi desbocada imaginación. En todas y cada una aparece Max. Su cuerpo desnudo, gotas de agua corriendo por su torso y espalda. Su cabeza inclinada hacia abajo para que el líquido frío impacte contra su nuca. Sus manos levantadas a la altura de los hombros y apoyadas en la pared, sosteniendo su peso en ellas.

Me imagino que una de sus manos se separa de los azulejos blancos, que se dirija al sur, a esa parte de su anatomía que…

Un ruido fuera de la cabaña me despierta de mi ensoñación. Confundida por el extraño camino que tomaron mis pensamientos, me acerco a la ventana e intento ver hacia afuera, pero está tan oscuro que solo logro visualizar la sombra de una persona proyectada por las luces del porche.

Maxi desde el salón comienza a ladrar. Me asomo por el pasillo y veo la manija de la puerta de entrada ser movida de arriba a abajo. Alguien intenta entrar a la fuerza en la cabaña por la manera en que fuerza la puerta para acceder al interior de la estancia.

Llamo al cachorro lo más silenciosamente que puedo para no avisar al intruso. Milagrosamente, Maxi me ve haciendo espavientos y se acerca a mí moviendo la colita con alegría. Menudo perro guardián está hecho. Lo levanto del suelo y me encierro con llave junto a él en la habitación.

Olvidándome por completo de los indecentes pensamientos que tuve minutos atrás, entro al baño como una exhalación. El miedo a que alguien nos pueda hacer daño es mayor que la vergüenza que siento por mis fantasías calenturientas.

La lujuria recorre mi cuerpo al ver a Max saliendo de la ducha con la humedad recorriendo su cuerpo medio desnudo. Una toalla anudada a su cadera es lo único que esconde su intimidad de mis codiciosos ojos. Las gotas recorren su anatomía desde su cabello, bajando por los laterales de su cuello y deslizándose por sus pectorales bien formados y totalmente apetecibles. Sigo con mi vista una gota osada que recorre su pecho bajando por su abdomen marcado y marca el camino a la perdición, hacia lo prohibido y dolorosamente sexy.

—¡Pero que…! Nyx, ¿Qué haces aquí?

—¿Mm? —no se me ocurre nada más que decir.

Mi corazón late desbocado, tengo la boca seca, una estampida de elefantes se adueñan de mi estómago. Siento calor, muchísimo calor. Mis palmas sudan y un escalofrío me recorre toda la espina dorsal. Solo una palabra puede expresar lo que siento en este momento y creo que se queda un poco corta. Excitación.

—¿Acaso te arrepentiste y quieres compartir la ducha? Porque no tengo problema en volver a meterme siempre y cuando tú termines mojada conmigo.

Ok ya estaba a cien con solo verlo, ese comentario me puso a mil. No recuerdo ni mi nombre, ni el porqué entre al baño en primer lugar. Solo Max ocupa mi cabeza en estos momentos. Su maravilloso cuerpo húmedo. Sus oblicuos, ese abdomen en el que fácilmente se puede lavar la ropa de lo fuerte y definido que está. Sus tatuajes, aquellas cicatrices de batalla. Y esa sonrisa de lado, mostrando solo uno de sus hoyuelos. Todo en él causa cortocircuito en mi cerebro.

—Nyx —me llama —¿Estás viva?

—No, creo que morí y estoy en el cielo, o en el infierno me da igual la verdad.

—¿Pero qué dices? —se ríe y alcanza otra toalla para secarse el cabello.

De repente Maxi ladra y yo despierto de ese extraño trance. Recuerdo la sombra que vi y la manilla de la casa siendo forzada. Es como si un jarro de agua fría me cayera encima. ¿Qué demonios me pasa? En cualquier momento puede entrar alguien y matarnos y yo solo me quedo como una tonta, como si nunca hubiera visto el cuerpo de un hombre semidesnudo.

Max no es un hombre, es un dios —me imagino a mí, conciencia lamiéndose los labios ante semejante obra de arte.

Sacudo mi cabeza intentando despejar un poco mi mente, lo suficiente para avisarle a Max de lo que está pasando.

—Alguien intenta entrar en la casa —suelto todo de carrerilla y Max se me queda viendo. Su brazo queda suspendido a medio camino hacia su pectoral tatuado.

—¿Qué? ¿No se te ocurrió decirlo antes? ¿No sé talvez por qué es algo importante? —suelta la toalla y sale del baño encontrándose a Maxi en la puerta.

—Es culpa tuya. Me distrajiste —lo sigo al vestidor, hasta que veo que se va a quitar lo único que cubre su desnudes.

No quiero volver a perder la cordura, así que me volteo y lo dejo ponerse la ropa en paz. Sin embargo, solo se pone un bóxer blanco y sale a la habitación. Lo veo dirigirse a la mesita de noche y sacar de debajo una tarjeta negra, muy parecida a una de crédito. Luego la pasa por un costado de la mesita y un compartimento se abre, revelando un arma y su cargador. No conozco mucho de ese tema, pero sé que esta es un revólver, por lo que he visto en las películas de acción.

—Quédate aquí —pide

—Claro que no.

—Si algo te pasara no me lo perdonaría

—Pero Max… —me interrumpe antes de que pueda refutar

—Nyx—se pasa la mano por la cara, exasperado —solo has lo que te pido ¿Si?

—Está bien —cedo.

Sin embargo, apenas sale por la puerta, lo sigo. Él sacude la cabeza, pero continúa caminando. Sujeta el arma con ambas manos por delante de su cuerpo. En las pelis, estos momentos siempre me han parecido sexis, de tención, por supuesto, pero completamente sensuales. La manera en que los actores se deslizan silenciosos, como neutralizan o atrapan al malhechor. Verlo en vivo y en directo es otro nivel. Los músculos de sus brazos y abdomen tensos por el momento. La expresión de su cara denotando concentración. Nunca lo había visto en una situación similar y debo decir que es una lástima. Aunque no tanto si tomamos en cuenta que son situaciones peligrosas. Pero es que su mirada. Es el sexo personificado.

Podrías salir embarazada si te dedicara una de esas miradas baja bragas

Y tenía que aparecer mi conciencia en este momento.

Sabes que me amas baby

Si como no.

Volteo mis ojos y vuelvo a concentrarme en Max, quién llega al salón. Algo debe de haber porque la expresión de su cara denota confusión.

—Deberías haberte puesto más ropa. A ver si te lastiman por solo andar en calzoncillos. No es que me queje. Las vistas no están mal, pero… —hablo sin parar, algo normal cuando me pongo muy nerviosa. Es eso o ponerme a la defensiva.

Max conociéndome como me conoce, solo arquea una ceja, pero no deja de mirar lo que sucede en la estancia frente a él.

Me acerco y choco contra su espalda cuando Maxi pasa entre mis piernas corriendo para ponerse a ladrar a lo que sea que esté llamando su atención.

Cuando levanto la vista, me pongo de puntillas para ver por sobre el hombro de Max y lo que captan mis ojos es algo indescriptible y atemorizante.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro