𝕾𝖎𝖊𝖙𝖊
Canción del capítulo: Aurora - A Dangerous Thing.
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El día no inició de la mejor manera para Alora, había soñado con su abuela trayendo tristeza y melancolía. Sus ojos llorosos e hinchados eran evidencia de haber estado llorando, su humor no era el mejor, para evitar estar sola se dirigió a una tienda que se mantenía abierta las veinticuatro horas del día comprando algo de ramen, lo calentó en el microondas de la tienda tomando asiento en la barra junto a la ventana, miró con aire ausente a las personas que iban o venían, mientras masticaba, revisó su bolso cruzado, aprovecharía de leer un poco más el diario de Enora.
Kim MinGyu ha comenzado a ser un nombre constante estos días, desde mi cumpleaños termino encontrándolo por donde vaya. Es un hombre amable, no lo negaré, he usado mucho su regalo para dibujar, mamá terminó preguntándome por ello cuando limpiaba mi habitación. Se puso a decir tonterías sobre el matrimonio que terminaron por hacerme rodar los ojos.
Solía verme con YooRim en ocasiones convirtiéndose en una buena amiga para mí, la única que no tocaba el tema de casarse o tener hijos, parecíamos tener más en común de lo que creíamos, sus accesorios eran hermosos, comencé a usarlos con entusiasmo atrayendo cierta atención de las personas que querían saber donde los conseguía.
Todo parecía ser normal...hasta esa noche.
15 de junio de 1957.
Enora se había excusado con las amigas de su madre mintiendo al decir que se sentía un poco enferma, la verdad era que no soportaba cuando su madre visitaba a sus amigas, eran iguales o peor que ella. Necesitaban tener control absoluto de la vida de sus hijos, específicamente de sus hijas, Enora nunca disfrutaba acompañarla, terminaba haciéndolo por su padre quien le pedía no dejar sola a su madre en la noche, todo eso llevaba al presente. La joven de veinte años se encontraba caminando sola de vuelta a casa bajo la luna, una de las amigas de su madre no vivía tan lejos, sólo unas pocas cuadras, por lo cual era sencillo ir y venir.
—No dejes a tu madre sola, Enora. Quédate a su lado, Enora, no hagas tal cosa, Enora—murmuró rodando los ojos mientras subía las escaleras del callejón—Para la próxima, papá tendrá que ir con ella. Me divierto más en el taller de carpintería que en casa de esas brujas...
—¿Por qué tan molesta?—dio un respingo al escuchar una voz masculina detrás de ella. Miró hacia atrás encontrando un hombre delgado un poco mayor que ella con el cigarro en su mano—Las chicas bonitas como tú no deberían enfadarse, hermosa.
Su sexto sentido le indicó que saliera de allí. Dispuesta a seguir subiendo las escaleras se detuvo de nuevo, dos hombres más esperaban tres escalones arriba, ella estaba en medio. Tragó con dificultad sin saber que hacer, no habían casas en ese callejón, la luz tenue lo volvía peor. Miró a la izquierda y derecha decidiendo tomar la derecha entrando a otro callejón, escuchó los pasos de esos hombres seguirla de cerca, su corazón latiendo como loco golpeó su pecho como evidencia del miedo y la adrenalina que comenzaba a crecer en ella.
Al mismo tiempo, el miedo no le permitía pensar con claridad.
Antes de salir del callejón alguien jaló de su vestido estampándola contra la pared de ladrillos y cubriendo su boca prohibiéndole gritar. Se removió luchando por liberarse siendo inmovilizada por esos hombres, el olor a cigarro y alcohol le hizo tener náuseas, Enora comenzó a arrepentirse de haber vuelto sola a casa.
—Tranquila, hermosa. Te aseguro que te divertirás con nosotros—susurró en su oído—Coloquenla en el suelo.
La chica fue arrojada al suelo e inmovilizada casi de inmediato, una mano cubrió su boca sin darle tiempo siquiera a gritar. Chilló sin ser escuchada totalmente aterrada, eran tres hombres contra ella, el primero en hablarle no dudó en tocar su cuerpo "deleitándose" con lo que veía.
—No sabes lo bien que te quedan esos vestidos—lo escuchó decir mientras se colocaba sobre su cuerpo, dos de ellos sostenían sus brazos mientras el que estaba sobre ella inmovilizaba sus piernas. Sintió sus manos asquerosas introducirse por debajo de la falda de su vestido aumentando su desesperación. ¡¿Nadie iba a ayudarla?!
Como si su pregunta fuera respondida, sus brazos fueron liberados cuando dos cuerpos salieron disparados contra la pared. El que estaba sobre Enora se alejó de inmediato ante lo que veía, la chica no dudó en gatear alejándose de esos hombres, sus piernas temblaban aún, no podía levantarse por su cuenta. Su espalda tocó la pared escuchando los gritos de esos hombres en la oscuridad del callejón, de repente era tan densa que no podía saber lo que ocurría. Cubrió sus oídos con manos temblorosas, su pulso estaba al límite, no podía respirar, estaba hiperventilando, todo su cuerpo se encontraba temblando de miedo.
Cerró sus ojos con fuerza pidiendo que todo fuera parte de una pesadilla, se obligó a respirar o acabaría desmayándose allí. Inhaló y exhaló repetidas veces sin conseguirlo, con temor, alejó las manos de sus oídos pasados los minutos. Ya no se escuchaba nada, alguien tocó su hombro asustándola.
—Tranquila, no te haré daño—era una voz distinta a la de esos hombres. La oscuridad no le permitió ver de quien se trataba, aquella persona se colocó a su altura estando frente a frente, Enora temblorosa identificó un ligero brillo en esa mirada—¿Estás herida?, ¿Te hicieron daño?
Negó suavemente con la cabeza sin poder calmar sus temblores, incluso todavía hiperventilaba.
—G-g-gracias—tartamudeó.
—Respira, ya no te harán nada—aquella voz dulce le hizo sentir más vulnerable. El miedo todavía no se iba de su cuerpo—¿Puedes levantarte?
—N-no s-siento mis p-piernas.
Aquella figura le ofreció su mano, justo en ese instante el faro al final del callejón se iluminó permitiéndole ver mejor lo que tenía alrededor. Los cuerpos de esos hombres se encontraban en el suelo...totalmente quietos, su salvador tenía un aspecto joven, de cabello azabache ligeramente largo, algunos mechones sobresalían de sus orejas, su mirada fue a lo que veía la chica.
—Tranquila, sólo los dejé inconscientes.
—E-ellos gri-gritaron...
—Algunas personas son exageradas con las peleas—le ofreció su mano de nuevo—¿Me dejas ayudarte?
2022.
—No estaban inconscientes, él los había asesinado en ese callejón—leyó Alora. Parpadeó varias veces analizando esas líneas, ¿Su abuela hablaba enserio?, ¿A eso llamaba un vampiro?, con sus palillos recogió algo de comida llevándola a su boca. Mientras masticaba retomó la lectura con su curiosidad apareciendo.
18 de junio de 1957.
Unos toques a la puerta de su habitación hicieron que levantara sus ojos de su cuaderno de dibujos. YooRim aparecía con una pequeña bolsa de galletas de avellana. Se acercó a la cama de su amiga tomando asiento en ella.
—¿Cómo te sientes?
—Estoy algo bien—forzó una sonrisa. La verdad era que le aterraba salir sola y mucho más de noche, hace tres días de ese incidente en el callejón. Había creído que su madre le reprocharía por irse sola, en su lugar, tanto ella como su padre se aliviaron de tenerla sin daños graves, el hospital les había hecho una llamada informando de Enora en el lugar.
¿Su salvador?, no lo sabía. Sólo la dejó allí y se fue.
—Tu madre dice que estás teniendo problemas para dormir.
—Claro que no, sólo tardo en tomar el sueño—abrió la bolsa de las galletas dejando su cuaderno a un lado. YooRim pudo ver el dibujo allí identificando la persona de la hoja, tomó el cuaderno mirándolo con atención, Enora por otro lado masticaba con ganas una de las galletas—Es el chico que me salvó esa noche. ¿Quieres una galleta?—la chica no respondió—¿YooRim?
—¿Por qué dibujaste esto?
—Es el chico que me salvó, te lo dije. He soñado con él desde que me dejó en el hospital, es triste que no haya podido agradecerle de nuevo—YooRim la miró. Apretó sus labios sin poder resistirse—¿Por qué me ves así?
—¿Me creerías si te digo que conozco a ese chico?
—¡¿Qué?!
YooRim calló su boca con su mano.
—No puedes decirle a nadie, ¿De acuerdo?
Con un movimiento de cabeza asintió.
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