𝕮𝖎𝖓𝖈𝖔
—¿Realmente te quedarás aquí?—su padre la miró al darle un sorbo al café—No estoy criticándote ni juzgándote, honestamente, hija, te apoyaré.
—¿Qué?—Alora lo observó también.
—Hablé con tu madre anoche, le dije que tu abuela y tú siempre tuvieron una conexión, que te haya dejado su casa me parece normal además de lógico—comentó.
—Pensé que estabas de acuerdo con mamá...
—Por un segundo lo estuve, luego dijiste sobre no disfrutar el ballet y me pregunté por un momento si alguna vez has estado cómoda con nosotros—ante eso, la joven bajó la mirada a la mesa—Pensé que éramos tu lugar seguro al ser tu familia, lo siento.
Por un segundo se sintió mal, no quería ser una mala hija, desde que tenía memoria recordaba todas esas veces que ambos alagaban cualquier cosa que Jennie hiciera, su madre la alagaba siempre por tener un lindo cabello, un bonito cuerpo, un rostro limpio, piel perfecta y luego cuando se trataba de sí, todos buscaban un pero o una excusa. Si Alora disfrutaba algo añadían una pregunta que la hacía dudar, por ejemplo, si le gustaba una camisa, su madre era la primera en decir que mejor le quedaban los vestidos. Le faltaba autoridad y seguridad de sí misma, lo sabía, tal vez esta era su oportunidad para soltar aquello que no la llenaba en lo absoluto.
—Jennie llenará el vacío que dejaré.
—¿Qué dices?
—Siempre ha sido así, ambos han querido más a Jennie y en ocasiones me pregunto, ¿Por qué tuvieron otro bebé?—a su padre eso lo dejó atónito—Incluso tú sueles felicitarla por cualquier cosa.
—¿Lo hago?, Alora, lo siento mucho...
—Papá, no quiero tocar ese tema. La casa de la abuela ya está a mi nombre luego de la firma de documentos, tengo entendido que mi tío está igual de indignado que mamá—resopló—Dejaban a halmeoni sola y ahora todos se molestan de su testamento.
—Tu madre no estará molesta por mucho tiempo, la conozco—aseguró—En dos semanas volveremos a Nueva York, ¿Volverás con nosotros para recoger todas tus cosas?
—Sí, debo recoger toda mi ropa. Pensaba pasar esta noche en casa de la abuela.
—¿Estarás bien allí sola?
—Papá—advirtió.
—Está bien, está bien, ya eres una niña grande—bromeó un poco—¿Puedo venir a visitarte?
—Claro que sí.
25 de abril de 1957.
—Así que, Min YooRim, cuéntame de ti—Enora tomó una cucharada de arroz llevándola a su boca. Se había encontrado casualmente con la chica mientras caminaba por la calle con algunas bolsas de compras que su madre le ordenó hacer.
El restaurante de comida casera coreana estaba lleno a esa hora del día.
—A ver—la chica masticó con las mejillas llenas ocupándose de asar la carne—Tengo dos brazos, dos piernas...—ambas sonrieron por esa respuesta.
—Que coincidencia, soy igual.
—Aigoo, ¿Enserio?—terminaron por reír por el tonto juego. YooRim tenía ojos pequeños que para Enora eran dulces, su rostro tenía forma un poco redonda, labios delgados, una sonrisa muy tierna, piel pálida y cabello castaño tan claro que en el sol parecía un poco rojizo, caía en sus hombros con algunas ondas, en cuanto a altura, eran de la misma altura.
—No, hablo enserio, ¿Hace mucho que trabajas en la tienda?
—Dos años tal vez—asintió. Cortó con las tijeras la carne asada sirviéndole a Enora y también a ella misma—Encontré ese empleo gracias a mi hermano, una noche pasó por allí, vio el anuncio, fin de la historia—se encogió de hombros.
—Oh, ¿Tienes un hermano?
—Sí, es mi gemelo.
Enora abrió sus ojos como platos dejando de masticar en el acto.
—Espera, ¿Tienes un gemelo?, ¿Una versión de ti, pero masculina?
YooRim sonrió divertida al escucharla.
—Dicen que somos muy parecidos, en mi opinión, no lo creo. Soy mucho más agradable que él.
—¿Quién es el mayor de ambos?
—Yo—respondió—Sólo por unos segundos. ¿Tienes hermanos, Enora?
—No, mis padres tuvieron muchas pérdidas antes de poder tenerme—negó con la cabeza sirviéndose un poco de jugo—Sólo soy yo.
—Lo siento, debió ser difícil para ellos. ¿A qué te dedicas?
—No tengo un trabajo, bueno, a veces ayudo a mi padre en el taller, suele pagarme a escondidas de mi madre.
—¿No le gusta que su esposo sea carpintero?
—No es eso, para mi madre, sólo debo sentarme y lucir bonita para los hombres—con sólo decirlo le causaba asco—Quise ingresar a la universidad, pero ella dice que una mujer no necesita hacerlo. Está desesperada por verme casada.
YooRim la escuchaba con atención.
—¿Por qué no haces el examen de admisión?, eres adulta, puedes hacer las cosas por ti misma.
—Lo he pensado.
—¿Y qué te detiene?
—Yo—una sonrisa amarga apareció en sus labios—Quiero hacer muchas cosas, al mismo tiempo siempre dudo de mí o de lo que quiero hacer.
—Todos tenemos esa inseguridad—llevó una cucharada a su boca—Lo mejor que podemos hacer es arriesgarnos, el miedo se disfraza de inseguridad la mayor parte del tiempo. Tal vez tienes miedo de enfrentar el mundo por ti misma.
Lo tenía.
—Eso creo—suspiró. YooRim miró su collar ladeando su cabeza.
—¿Lo has usado mucho?
—¿Qué?—Enora notó a lo que se refería—Oh, sí, es bonito, ya te lo dije. ¿Su dueño no volvió a la tienda?
—No—mintió—Estoy pensando hacer otros diseños, ¿Estás interesada en usarlos?
—Claro que sí—sonrió.
YooRim se despidió de Enora luego de almorzar juntas, la miró alejarse con sus bolsas disminuyendo la sonrisa en sus labios, cuando dejó de verla se cruzó de brazos.
—¿Por qué tengo que hacer estas cosas por ti cuando ignoraste el collar que hice?
A su lado estaba de pie cierto culpable de que el collar tuviera otro dueño. YooRim lo miró al girar sobre sus talones, el chico era más alto que ella con un semblante serio observando por donde la chica se había ido.
—Consigue mi collar.
—¿Estás loco?—resopló—Enora cuidará bien de él.
—Entonces haz otro igual.
—No—ante eso se encontró con su mirada. Ojos negros como la noche que parecían lanzarle cuchillas invisibles—Me dijiste que ya no lo querías cuando te lo mostré, ¿Qué demonios te pasa, oppa?
—Ahora entiendo porque YoonGi hyung dice que eres insoportable—rodó los ojos imitando su postura con los brazos cruzados.
—¿Para quién era ese collar realmente?
—Para mi hermana—esa respuesta no la esperaba—Un año más se cumplió desde su muerte, recordé que las mariposas eran su animal favorito—apartó la mirada odiando que sintiera lástima por él—Quería tener algo que me recordara a ella, es todo.
—Lo siento, oppa—tocó su brazo—Te haré otro igual, ¿De acuerdo?, pero, ¿Por qué quisiste que me encontrara con esta chica?
—Porque eres muy buena para caerle bien a los humanos—sonrió ladinamente.
—Pudiste decirme la verdad y no necesitarías de esto—levantó una de sus cejas—¿Has estado siguiéndola acaso?—entrecerró sus ojos—Ya, Jeon JungKook, dime la verdad.
—No.
Pero la verdad era lo opuesto a esa respuesta.
Foto arriba de YooRim.
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