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Era imposible para ambas hermanas no sentir nostalgia mientras revisaban las cosas de su abuela, principalmente para Alora quien dudaba sobre tomar algunas de ellas, de vez en cuando debía hacer pausa, inhalar profundo y apartar algunas lágrimas silenciosas. Entre ambas comenzaron a recoger la ropa del armario doblándola sobre la cama y guardándola en una bolsa, el silencio estaba siendo incómodo mientras ambas recordaban algunos momentos junto a la anciana.

—¿Venderán esta casa, unnie?—Alora miró a su hermana quien sentada en la cama doblaba un vestido.

—No lo sé, supongo que sí.

—¿Le parecerá bien al tío?

—¿Crees que siquiera le importa?—resopló—Halmeoni ha contado más con mamá que con su hijo, siempre está muy ocupado en Canadá con su familia.

Su abuela tuvo dos hijos que terminaron mudándose al extranjero, su hijo mayor acabó viviendo en Canadá luego de irse a estudiar allí gracias a su excelente rendimiento en la universidad, su madre no acabó de graduarse por enamorarse antes de conseguir siquiera un título, cuando supo que estaba esperando a su primera hija terminó casándose y mudándose a Estados Unidos. La madre de las hermanas intentó llevarse a Enora con ella...pero la anciana siempre se negó a abandonar su hogar, su país y sus comodidades.

—Nunca estuve de acuerdo con esto—Jennie miró a su hermana sin entender—Cuando decidieron dejarla en esa casa de ancianos sabía que algo así pasaría.

—Oye—Alora tragó con dificultad—No abandonaron a halmeoni allí, ella necesitaba compañía luego de sus problemas respiratorios, muchas cosas se le estaban olvidando.

—Pero eso es parte de la edad, mamá debió insistirle para llevarla con nosotros...

—Alora, la abuela no quería irse, lo sabes—señaló.

—Debimos visitarla más seguido entonces.

—Todos estábamos ocupados, ella lo sabía.

—No excuses todo lo que digo, ¿Sí?—regresó al armario revisando las prendas que quedaban. Las dejó sobre la cama volviendo a supervisar el armario, en la parte superior había algunas cajas que no dudó en bajar, Jennie salió de la habitación para buscar otra bolsa, no esperaba que su abuela tuviera tanta ropa, Alora mientras tanto abrió una de las cajas encontrando algunas fotos viejas.

Fotos donde su abuela aparecía con su esposo o sus hijos, en una aparecía sonriendo sentada en una silla muy derecha con sus piernas cruzadas y sus manos sobre sus rodillas. Miró la escritura detrás de dicha foto encontrando su letra:

19 de abril de 1957.

—Tenía...—calculó rápidamente—Mi edad, 20 años.

En otras fotos aparecía su madre con su tío cuando eran niños, las más recientes eran de Alora con Jennie desde que estaban pequeñas hasta el presente. La última vez que la joven había ido a Corea fue exactamente hace dos años, estaba en disputa todavía sobre enviarla o no a una casa de ancianos.

Lo que llamó la atención de Alora fue el contenido de la segunda caja, habían dos cuadernos, uno de cubierta roja y el otro de cubierta negra, frunció el ceño al abrir el de color negro, la letra era de su abuela Enora, la reconocía sin problema. Leyó la primera hoja por curiosidad:

Siempre me costó escribir un diario, me sentía como tonta al hacerlo o consideraba que no había nada interesante que escribir en estas hojas. Además de eso, mi esposo consideraba que era una pérdida de tiempo, algo que sólo las niñas ilusas hacían, ¿Por dónde comienzo?, ¿Debo presentarme como si estuviera hablándole a alguien?, no tengo idea de cómo funciona, tal vez explico, ¿Por qué me animé a escribirlo ahora que soy una anciana?

Seguramente lo pensaste, Alora, ¿No es así?

—¿Qué?—la chica parpadeó varias veces al leer su nombre allí.

Y ahora debes estar sorprendida de ver tu nombre aquí. Sé que esto llegará a tus manos cuando haya dejado este mundo, una vez que leas todo puedes arrojarlo a la basura o quemarlo, aunque conociéndote sé que los conservarás, mi querida nieta.

Fuiste la principal razón por la cual decido hacer esto, siempre me has preguntado por cosas de mi pasado, mi actitud, mi manera de pensar, el mundo en sí...y a veces no encuentro palabras para explicarte algunas de ellas. Ahora entiendo porque suelen escribir estas cosas, es más sencillo contarlo a una hoja que contarlo a alguien.

Siempre he querido a mis hijos, a mis nietos y mi familia. Pero esto principalmente es para ti, Alora.

Mi linda nieta.

—¿Qué es eso?—dio un respingo cuando Jennie la interrumpió.

—Nada—se apresuró a guardarlo en la caja—Me llevaré esto.

—Terminemos de recoger la ropa, llamaré un taxi para llevarnos las bolsas.

"¿La abuela me dejó su diario?, ¿Cuándo lo escribió?"

El señor Kim junto a sus dos hijas se encontraban cenando en el restaurante del hotel, su esposa descansaba en la habitación, según Jennie, parecía que la muerte de su abuela le estaba afectando más que la de su abuelo. Alora se mantuvo pensando en el diario, ¿El otro también sería uno?, ¿La continuación del otro?, masticando despacio se percató de su padre mirándola.

—¿Te sientes bien?—preguntó mientras tomaba una cucharada de su sopa.

—Sí.

—Alora quería saber si venderán la casa de halmeoni—comentó Jennie.

—Sí, bueno, tengo entendido que tu madre debe reunirse con su hermano para acomodar el papeleo—el hombre bebió algo de agua antes de seguir hablando. Era alto con algunas canas visibles en su cabello azabache, tenía ojos pequeños un poco similares a los de Jennie—Con la venta de la casa se dividirán el dinero.

—Es injusto—susurró Alora—¿Es legal siquiera que hagan eso?, lo de vender...la casa.

—Los hijos de tu abuela son los que deben tomar esa decisión, no tengo voto allí, sólo soy el esposo de tu madre.

Justo el teléfono del señor Kim comenzó a vibrar en su bolsillo, se levantó de la mesa excusándose unos minutos. Jennie y Alora quedaron a solas comiendo en silencio por unos segundos.

—Creo que será mejor salir del país lo antes posible, mamá no está del todo bien.

—Quisiera quedarme un poco más.

—¿Por qué?, no puedes faltar a tus clases de ballet.

Clases que nunca disfrutó, era más por decisión de su madre quien tenía un sueño frustrado referente a ello y lo proyectaba en Alora.

—Unnie...¿Y si decidiera vivir aquí?

—¿Hablas de mudarte a Seúl?, ¿Estás loca?, no conoces a nadie de aquí...

—Me defiendo con el idioma, aprendimos a hablarlo cuando pequeñas, eso es suficiente, ¿No te parece?—se encogió de hombros.

—Ya, Alora Kim, ¿Crees que mamá te dejará hacer eso?

—Tengo 20 años, no soy una niña...

—Dependes de nuestros padres para todo, no estás estudiando y mamá es quien paga tus clases—señaló. Jennie se inclinó hacia atrás en la silla—¿Sabes lo difícil que es comenzar una vida sin nada seguro?

—Halmeoni sabía que el ballet nunca me gustó, siempre me animó a decir lo que pensaba, que hiciera lo que me decía el corazón...

—Halmeoni era muy ingenua—a Alora le cayó terrible ese comentario—A veces me parecía que le gustaba ser la víctima de la vida...

—Cállate—dictó—Te molesta porque la abuela siempre fue cercana a mí y me aconsejaba, no era como los demás que siempre tienen preferencia por ti dejándome de lado—se levantó apartando la silla furiosa. Jennie sorprendida por esa actitud simplemente vio a su hermana alejarse.

Nací en Busan el 19 de abril de 1937, mi padre era carpintero mientras que mi madre siempre fue ama de casa. Muchas veces me preguntaste si tenía algún hermano o hermana escondida por allí, lamentablemente fui el único embarazo exitoso de mi madre, antes de mí tuvo cinco pérdidas, cuando nací decidieron dejar de intentarlo.

—¿Cinco pérdidas?—susurró Alora. Se había puesto a leer en el baño mientras los demás dormían a esa hora de la noche.

No tengo nada interesante que contarte sobre mi infancia, fue normal. Por esa razón iré al grano, nadie en la familia sabe esto, sólo tu abuelo estaba al tanto de ello.

—¿Al tanto de qué?

Alora, ¿Recuerdas el collar de mariposa que te di en tu cumpleaños?, una vez me preguntaste, ¿Dónde lo compré?, te dije que era un secreto y no mentí. No puedes decirle a nadie que conocí a una criatura que habita en películas o libros, una criatura que...espero desde hace muchos años.

Un vampiro.


Haré de esta historia algo breve y corto.

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