Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 56 - tu sangre en mis manos


Lexa Herman

— Nena, necesito que te levantes de la cama — susurra Alexander —. Nena, no puedes estar aquí tanto tiempo encerrada.

Mueve la sábana de mi cabeza, toma el pañuelo limpiando mis lágrimas. Suspiro nuevamente, sollozando. Esto ha sido muy duro para mí. La mafia colombiana tiene a mi hermano. Llamé a Gina, su esposa, y está destrozada. Me contó que mi hermano salió a comprar algunas cosas para el bebé y jamás volvió. No sé cómo lo atraparon, pero lo hicieron y estoy segura de que lo están torturando.

Pongo, sube la cama, ya es lo suficiente alto como para saltar y caer sobre ella, sube por mis piernas y se acuesta en ellas. Alexander le pasa la mano por la cabeza al pequeño canino. Cada vez que estoy llorando, Pongo pone una cara triste. Siempre he dicho que los perros sienten cuando sus humanos están tristes.

— Muñeca — susurra. — ¿Qué es lo que te pasa? — me pregunta — últimamente estas que del mínimo problema lloras, tú no sueles ser asi ¿Sucede algo que deba saber?

Su pregunta me hace sentir frío en cada escombro de mi cuerpo, él me observa y sé que él siempre me ha dado la confianza de que puedo confiar en él y me ha demostrado que él siempre estará ahí para mí.

Sin embargo, es como si hubiera un pequeño demonio que me dice que no le diga lo que sucede, y ese pequeño demonio se llama miedo, miedo a que no reacciones bien, a que esto sea motivo de separación, miedo a que me abandones.

— No me sucede nada — suspiro mientras me acomodo en la cama —, solo decaída, no es fácil ver en lo que metí a mi hermano.

— Te entiendo, muñeca — toma mi mano — sé que es que por tu culpa sufran personas que no deben.

Arrugo las cejas, que significa eso.

Me he pasado dos días pensando en cómo puedo intentar ayudar a Nate, pero estoy segura de que ellos no van a negociar conmigo. Además, sé que pude burlar a los hombres cuando fui a buscar a Milo, pero no es lo mismo. Los hombres del maldito eran pocos y por lo que vi algo estúpidos, pero eso no significa que lo haré con la mafia colombiana completa.

El teléfono de Alexander suena. Él se levanta de la cama para tomarlo, solamente me quedo ahí acariciando a Pongo que me mira con ojitos tristes.

Cuando me decidí a estar con Alexander, sabía que esto no sería nada fácil, estar involucrado con la mafia nunca ha sido bueno, sin embargo, no pensé eso en el momento, pero ahora sí lo hago. Quiero mucho a Alexander, pero el estar con él no me ha traído muchas cosas buenas. Pero no es su culpa. Yo sabía que iba a pasar algo así cuando estuviera con él.

— Nena, tengo una reunión ahora e irás conmigo — lo miro extrañada.

— Ahora quiere incluirme en tus negocios.

— No me dijiste que te interesaba el negocio de las armas — entrecierra los ojos — vamos, levántate y vístete, te quiero lista en media hora.

...........................

La puerta de la enorme casa se abre haciendo un gran estruendo molestoso. Las camionetas comienzan a entrar al recinto con nosotros en medio. Voy admirando el paisaje antes de llegar a la casa central, ya que es mucho. Observo que hay pavos y avestruces bastante rosados, me río como niña pequeña, nunca había visto una en persona, quiero ir a tocarlas.

Luego de unos minutos de viaje, por fin nos detenemos en una enorme casa que está hecha a base de cristal, sí, a base de cristal. ¿Quién demonios vive aquí? ¿El rey de Inglaterra? Uno de los hombres abre mi puerta y me ayuda a bajar. Le doy la vuelta al coche para encontrarme con Alexander arreglándose el saco. Se ve tan sexy.

— Esto me da calor — gruñe mientras se lo sigue moviendo.

— Vamos, mi amor — lo calmo mientras se lo acomodo —. Te ves muy guapo.

— Yo siempre me veo guapo —se me olvidaba lo humilde que puede llegar ser Alexander.

— Claro — muerdo mi labio inferior, creo que se me están alborotando las hormonas.

Tengo que tranquilizarme. No estamos en un lugar para tener sexo. ¿O sí? Creo que en el auto podríamos... Tranquilizarte, pareces adolescente.

Miro a todos lados, mirando a todos los hombres que nos rodean en posición de pelea y armados. En la casa también hay algunos hombres, que a diferencia de los de Alexander, están vestidos de manera muy formal.

— ¿A quién venimos a ver?

— Señor Wembley, es un honor tenerlo aquí.

Giro nuevamente, poniéndome en una posición decente. Miro al hombre que se acerca a nosotros con su seguridad también. Abro los ojos notando quién es el hombre. Víctor Castillo es alcalde de la ciudad. Deberíamos preocuparnos, este hombre podría meter a Alexander a la cárcel.

— Señor Castillo, el placer es todo mío — le extiende la mano.

El señor posa sus ojos bastante negros sobre mí — bella dama —, toma mi mano de una forma muy amable —. Usted debe ser la mujer de Alexander.

Sonrío — ¿Cómo lo sabe?

La sorpresa en mi voz es más, porque normalmente cuando he hablado con hombres que son aliados o han trabajado para Alexander, siempre piensan que soy su puta personal o simplemente que soy una prostituta que Alexander les va a regalar para ellos.

— Conozco demasiado a Alexander para saber que él no se presentaría con una mujer que no sea la de él — dice con una sonrisa muy simpática —. Una mujer tan hermosa y elegante no podría ser una puta de la mafia.

Sonrío aún más. Este hombre me agrada.

— Un placer, Lexa.

— Víctor — sonrió —, aunque me imagino que usted sabe quién soy.

— Claro.

— Vamos, pasen a mi humilde morada.

Que está más que decir que cuando entramos esta morada no tiene nada de humildad, todo está hecho a base de cristal y muchos diamantes. Todo está altamente decorado de una manera elegante. La mayoría de hombres se quedaron fuera, solo entraron Davy y Ralf, dos de los hombres de Alexander, y otros dos robustos.

Nos guían hasta la sala de estar, donde nos brinda asiento en sus finos muebles de algodón. Sonrío, me gusta esta casa. Es muy sofisticada. Luego de que no nos sentemos en la mesa, nos traen un brindis tan grande que me siento reina de algún lugar.

— Bien, vamos al grano.

— Señor Castillo, de nuestra parte, tenemos todo listo para el traspaso — comienza Alexander.

— Ya tengo mis contactos en la frontera que te ayudarán a pasar — sigue Castillo.

Entonces el alcalde de la ciudad es uno de los socios de Alexander. Pero con razón pudo hacer todo eso, de cambiarse de identidad, vivir aquí si lo atrapen, meterse a la policía. Claro, tiene a los de arriba trabajando para él.

Siguen hablando del traspaso de Armas a los Estados Unidos que tiene y yo escucho atentamente cada paso que darán, incluso tienen un plan B por si ese no sale bien. No es que dude de Alexander; al revés, jamás lo he hecho. Sin embargo, el hecho de que quería traficar a los Estados Unidos me tenía un poco preocupada. Pero aparentemente, si el plan sale como ellos están hablando, sería como pasar una maleta en el aeropuerto.

El sonido de mi teléfono interrumpe lo que están hablando. Miro el artefacto un poco extraño, ya que el número que entra es desconocido, pido disculpas y salgo de la sala para tomar el teléfono.

— ¿Hola?

— Señorita Herman.

Arrugó las cejas — ¿Quién me habla?

— Homero, el jefe de las fuerzas armadas.

Qué extraño, ¿por qué me llama? Y más interesante, ¿cómo tiene mi número?

— Eh... — miro hacia los lados percatándose de si estoy sola — ¿En qué puedo ayudarle?

— La llamó para decirle que lamento lo de su hermano — mi piel se eriza — sabes quién es, por el hecho que también es hijo de uno de los mejores agentes, Emanuel Herman.

— ¿Por qué lo lamenta? — pregunto algo mordaz — mi hermano no está muerto.

— Pero pronto lo estará — siento un dolor en el pecho — la mafia colombiana no es para nada amigable.

— Eso ya lo sé — escupo —. Gracias por su lamentación.

Iba a cerrar el teléfono, pero su voz me detuvo.

— Disculpe si la moleste, señorita — dice — pero esa no es mi intención, la llamaba especialmente porque las fuerzas Armadas están dispuestas a ayudarla a encontrar a su hermano.

Una luz de esperanza comencé a ver. ¿Me ayudarán a sacar a mi hermano?

— ¿Es en serio? — Digo algo ilusionada. — ¿Y cómo?

— Sabe que tenemos suficientes hombres — me informa — Usted sabe de eso, trabajo aquí. En este lugar están los mejores agentes y quizás no atrapemos a la mafia, pero podríamos sacar a su hermano con vida de ahí.

— ¿Por qué le ayudas?

— Porque queremos algo sencillo de usted, un pequeño aporte a nuestra organización.

— ¿Qué tipo de aporte? — pregunto muy curiosa.

— ¿Qué haces? — La voz de Alexander me interrumpe.

Cierro rápidamente el teléfono, para concentrarme en él.

— Nada — respondo — solo era Dasha — miento.

Asiente — Pues si ya terminaste, ven a la sala — me dice —. No andes tanto en esta casa, no es muy seguro.

Asiento, voy detrás de él con la cabeza ocupada, pensando en la oferta que me ha dado Homero. Como él dijo, estoy segura de que hay hombres suficientes y muy bien entrenados para sacar a mi hermano con vida. De ahí sé que está vivo, algo me lo dice. Además, tengo el presentimiento de que sus intenciones no son matar a mi hermano.

Aunque hay algo que no termina de parecerme bien, ¿qué tipo de aporte quiere? Pero no importa lo que sea, se lo debo a mi hermano, porque no es justo que él esté viviendo ese infierno por algo que él ni siquiera sabe. Y mucho menos lo puedo dejar morir por mi culpa.

...................

El camino a la ciudad ha sido en silencio. No sé qué sucede, pero Alexander va muy concentrado en el camino, ¿sucede algo? He querido abrir la boca para decir algo, pero algo en el fondo me dice que no lo haga. Solo me limito a escuchar la música de la radio que, por suerte, Alexander no se molestó cuando la encendí.

Vamos en una carretera que se encuentra vacía, es como un tipo de desierto, eso explica por qué hace tanto calor. Subo el aire para luego recostarme en la ventana, pero ni siquiera duró mucho, ya que algo llama mi atención a lo lejos. Unos autos vienen a toda velocidad, aunque se ve un poco lejos, pero desde aquí puedes ver lo rápido que van. Van levantando arena.

— Alexander, mira eso — señaló los autos.

Al principio Alexander los mira aburrido, sin embargo, abre mucho los ojos cuando ve los autos. Toma su teléfono rápidamente, mientras yo comienzo a asustarme. ¿Qué sucede?

— Davy — dice cuando se abre el teléfono — tenemos que evadir, están por atacarnos.

Mi pulso comienza a acelerarse, necesito saber qué pasa. Me da ansiedad el no saber.

— Jefe, no podemos — dice Davy a través del teléfono —. Vienen de los dos lados.

Ambos miramos del otro lado al ver que vienen más de ese lado. Alexander gruñe y le da un golpe al volante, haciéndome sobresaltar. Miro los autos que cada vez que avanzamos más cerca se ven de nosotros.

Alexander saca una pistola de su pantalón y me la pasa. La tomo entre mis manos.

El auto frenó de golpe porque los otros se metieron en medio de la calle obligándonos a detenernos. Gracias a que tenía el cinturón, eso hizo que no me fuera de cabeza por la ventana delantera.

Los autos están ahí parados, y nosotros también. Todos observamos esperando a que suceda algo, Miro a Alexander y está muy concentrado mirando las camionetas blindadas, yo también miro qué podría suceder, hasta que una de las puertas se abre. Tuve un momento de miedo al pensar que podría ser la policía, pero ver al hombre que sale del auto vestido completamente de negro, cabello largo y bastante tatuado, me da a entender que no.

No es que soy clasista, pero lo primero es que cuando eres del FBI ellos no permiten que tenga el cabello tan largo, además en guardia tienes que usar el uniforme. Pero no solo es, comienza a bajar, siguen detrás de él más hombres. Hasta que de último sale nada más y nada menos que Braulio Mejía.

— Mierda — Alexander se quita el cinturón de seguridad — quédate aquí dentro — abre la puerta y vuelve a girar hacía a mí — no salgas por nada en el mundo.

Se baja del auto y sus hombres no se quedan atrás. Lo siguen enfrentando a los hombres de Braulio Mejía; me quedo aquí en el auto con un debate interno sobre si debo quedarme aquí dentro o no. Suspiro mientras mis ojos no abandonan la escena.

Solamente conversan, puedo notar que Braulio se encuentra muy relajado, pero para mi mala suerte no puedo ver a Alexander. Está de espalda a mí, con solo sus gestos podría saber qué está sucediendo, pero no puedo. Esto está comenzando a darme ansiedad, no me gusta lo que está pasando.

De un momento a otros todos conversaban, o más bien Alexander y Braulio estaban hablando, hasta que de repente todos los hombres sacan sus armas y comienzan a apuntarse entre ellos. Abro los ojos de par en par y suelto mi cinturón para bajarme del auto. Está de más decir que no voy a dejar que los maten y me quedaré aquí sin hacer nada.

Bajo del auto, mientras cargo el arma, lista para disparar, todos los ojos de los presentes se concentran en mí o más bien de los presentes que están frente a nosotros. Braulio Mejía planta en su rostro una sonrisa grande y siniestra.

— Miren, ¿a quién tenemos aquí? — dice Braulio.

Todos los hombres de Alexander y él voltean hacia mí, y está de más decir que Alexander quiere cortarme el cuello con sus ojos, por suerte no puede hacerlo, y sé que esto luego me saldrá algo caro. Llego a su lado y puedo sentir los ojos de Alexander penetrando mi piel.

— A la más esperada.

Apunto el arma a la cabeza de Braulio y todos sus hombres apuntan hacia mí, mi respiración aumenta y mi mirada solo se mantiene en el hombre que me mira con odio.

— ¿Qué quieres? —escupo.

— A ti, maldita — en su voz se siente el rencor —, te voy a hacer pagar lo que le hiciste a mi hijo.

— Él se buscó lo que le hice.

— Cierra la boca — gruñe Alexander.

— No me importa si lo comenzaste tú o él, lo único que sé es que hackeaste mi teléfono — comienza a decir todo lo que hice — le hiciste creer a mis hombres que yo los convocaba y cuando se largaron entraste y mataste a mi hijo, mi único heredero — de sus ojos salen fuego — te burlaste de mí y eso lo pagarás con sangre.

Todos los presentes se miran unos segundos y algo me dice que es por el hecho de que se acaban de enterar de la manera en que pueden infiltrarse en la casa de Milo.

Como burlé a un grupo de hombres, yo sola.

— ¿Mi hermano está con vida? — pregunto, con un nudo en la garganta y con el miedo de que me diga que no.

— Sí — responde para que yo pueda respirar con tranquilidad. —Si vienes conmigo — dice —, dejo a tu hermano.

Bajo el arma lentamente. Tengo la esperanza de salvar a mi hermano.

— ¿Lo dejarás ir?

— Sí — sonríe, y quizás lo considero un microsegundo.

— Ni se te ocurra.

El brazo de Alexander intercede, no dejándome moverme.

— Vamos, Alexander — dice Braulio —, solo es una perra más, tú tienes muchas de esas.

Hace el intento de acercarse, pero el pelinegro pone su pistola en su entrecejo.

Se ríe, con bastante malicia — arriesgando tu vida por un coño —, no se inmuta —. Qué decepción.

— Me importa una mierda cómo te sientes.

— Alexander, tú y yo tenemos años de alianza, no vamos a pelear por ella — me señala con desprecio — solo es una, yo te puedo conseguir muchas como te gustan, recuerdas los tiempos de antes.

Una oleada de celos pasó por mi mente, pero no le hago caso, no creo que sea el momento de eso.

Lo mira — no me interesa nada de lo que tenga para ofrecerme, ella no se irá contigo y punto, puedes irte a la mierda.

— Vas a perder a tu inversor, al que te ayuda — mira a Alexander —, a tu mejor aliado.

Todos nos quedamos en silencio.

— Si estás con ella, automáticamente te vuelves mi enemigo y te incluirías a esta guerra.

Sus ojos verdes me escanean un momento, y suplico, porque no lo haga, que no se sacrifique por mí, pero está de más decir cómo me ignoro.

— El que calla otorga — Braulio levanta su barbilla — acabas de incluir a esta guerra, que no vas a ganar — Vuelve su mirada a mí — y tu perra, hasta que no tenga tu sangre embarrada en mis manos, no voy a descansar.

Hace una seña extraña con su mano y todos sus hombres bajan sus armas y se dan vuelta, para así volver al auto. Cuando el jefe sube, los autos arrancan, yéndose del lado contrario a nosotros.

Cierro los ojos con fuerza. Tengo un mal presentimiento de esto, porque sé que no terminará bien.

Volvimos con los nuevos capitulos faltante de esta historia 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro