Incursión

Podía olerla...

Él se pasó su lengua por sus colmillos cuando sintió que sus líquidos bocales se activaban al sentir su esencia de hembra. El sanador había estado en lo correcto.

La especie más desarrollada de ese planeta, específicamente las hembras, tenían el aroma tentador. Él no había podido sentir mucho su esencia cuando habían atracado, con su armadura y toda la máscara en su lugar. Cosas que habían sido inútiles, ya que la especie desarrollada no había evolucionado lo suficiente para tener un arma que pudiera traspasar las placas que le había dado la evolución a ellos.

El sanador que examinó el terreno, preparando el lugar para la incursión, había recopilado la suficiente información para que ellos estuvieran listos. Los terrestres, o humanos como se hacían llamar ellos, tenían una larga historia de guerras entre ellos. Nunca esperaron que los atacarán desde afuera de su mundo. Tenían algunas defensas, pero fueron fáciles de derribar para los Ingiat. La tecnología y la evolución habían estado del lado de los Ingiat.

Su brazalete vibró en su muñeca y él leyó rápidamente la información de sus seis compañeros Arian. Cada uno estaba consiguiendo lo que les habían mandado.

"Mata a los violentos y deja a los mansos", había mandado el Primero.

Naruto sólo quería a las hembras vivas, pero Primero pidió que los machos mansos fueran salvados también. Y él sólo era un Arian que seguía órdenes.

—¿Qué sucede? ¿Por qué me dejas aquí?

Él miró la tela que cubría a la hembra del otro lado, sabiendo que un guardia había traído una para él. Su lenguaje era primitivo, pero suave y casi musical para sus oídos.

Había aceptado esa misión, pero la promesa de Primero le había dado una razón más que la muerte. Una hembra para él...

Su mundo no tenía hembras, hacia algunas generaciones, cuando la mayoría de los machos habían salido a otra incursión, un enemigo llegó a su planeta y quemó todo el lugar. Naruto apretó los puños cuando recordó el día que volvió a casa, para sólo encontrar tierra llena de muerte. Los Ingiat podían vivir largos años sanos, ellos no podían enfermar y la única manera de morir era en batalla. Pero por primera vez, en muchas décadas, los machos dejaron la guerra de lado y comenzaron a tener otro propósito.

Hembras.

Las necesitaban con desesperación y estaban listos para tomarlas..

Pero la tradición era una de las cosas que respetaban profundamente y para tener una compañera, primero debían hacer una profunda conexión. Conocer a la hembra, antes de verla era primordial para ellos, era una creencia tan ancestral que Naruto no sabía su inicio. Pero lo cierto, que todos habían conocido así a sus antiguas compañeras. Los lazos serían inquebrantables y él quería eso.

La lealtad y el cariño de una hembra dispuesta.

¿Podría ser esa hembra que estaba del otro lado?

—¿Cuál es tu nombre?— preguntó con voz profunda, mientras se acomodaba mejor en su asiento, listo para escuchar.

Continuará...