1
INCURSIÓN
—Yo...
Hinata quería esconderse en un rincón, hacerse una bola y dejarse morir en esa fea y fría jaula. Pero observó los rostros difusos y, seguramente, sorprendidos de los hombres y mujeres que se voltearon al escucharla hablar.
Aún no había visto a los aliens que habían aterrizado en Alaska, sólo los había visto en ese extraño traje que traían cuando los habían tomado, el grupo había estado en medio de una excursión en una de las montañas de Alaska. Hinata ni siquiera podía pronunciar bien el nombre, y tampoco le importaba. Ese viaje había sido planeado por su hermana, casi un mes antes de que ese hombre borracho le arrebatará la vida a ella y a su madre, de paso rompiendo en mil pedazos la suya.
A Hanabi le había gustado el misterio que rodeaba Alaska, sus paisajes naturales y el aire puro. Su sueño era querér ver una ahoreola boral, y la idea de Hinata era cumplir todas las cosas que su hermana le había pronunciado, para que cuando al fin se juntaran, podría describirle todo a detalle. Y el viaje había sido asombroso, ella estaba lista para ver esas luces en el cielo en medio de la madrugada.
Pero en vez de eso una nave surcó el cielo, tomando asombrados jadeos de los espectadores. Todos tomaron pruebas con sus celulares y cámaras, creyendo que nadie les creería.
Aunque resultó que no iban a necesitar ninguna prueba.
Los extraterrestres al fin habían llegado a la tierra, naves bajaron en distintos lugares del mundo. Tomando a las personas asustada e inofensivas, matando a los que eran violentos y oponían resistencia a ser llevados a dónde sea que los querían llevar.
Hinata había estado tan asustada y sin entender nada, que simplemente se quedó quieta cuando el enorme extraterrestres de casi 2 metros y medio se paró frente a ella y la tomó del brazo. Ella había jadeando, lo último que recordaba antes de caer dormida era que esa extraña creatura había tomado sus lentes de su rostro. Se había despertado con gritos de mujeres y maldiciones de hombres. El lugar era oscuro, mucho no podía ver ya que sus lentes ya no estaban con ella. Tenía frío, a pesar de las capas de ropa que aún conservaba.
Ella se mantuvo sentada en una esquina, observando y escuchando el idioma de los nativos. Ella no era muy buena en eso, apenas podía entender cuando le hablaban lentamente y palabras simples. Pero ahora estaban desesperados, hablando apresuradamente en susurros. Ella había captado algunas palabras, no demasiadas, pero había llegado a ella que intentarían huir.
También notó como todos se quedaron callados de repente e intentó ver más allá de las barras gruesas que los mantenían encerrados. Se escucharon quejidos cuando pisadas pesadas se acercaron a la única luz que parecía venir de un techo demasiado alto. Y aunque el extraterrestres se puso bajo la luz, ella sólo pudo ver su perfil difuso, algún destello de un color parecido a un verde casi gris.
El silencio era palpable y puso más nerviosa a Hinata, pero se mantuvo calmada por afuera, a diferencia de la mayoría de las mujeres. El extraterrestre levanto una mano y señaló hacia un lugar, la esquina contraria a dónde estaba Hinata. Ella siguió su dedo para encontrarse con una mujer con los ojos abiertos de par en par. El extraterrestre hizo otra señal, y toda la jaula se volvió loca. Era una señal universal, al parecer.
Le pedía a la mujer que se acercará.
Varios hombres se levantaron, poniéndose en el camino de la mujer para llegar a la puerta de la jaula mientras está reventaba en llanto y caía al suelo como un charco de ropa arruinado. Los hombres querían ser valientes, pero nadie se acercó demasiado al extraterrestres que más que enojado parecía más curioso por la reacción de todos. Gruñó algo en un idioma extraño, su voz era tan gruesa y casi sobrenatural que tuvo el efecto del silencio sepulcral en la jaula. Él pareció perder el interés en la mujer que se mantenían escondida en el suelo, y giro su rostro por toda la jaula.
El volvió a hablar con ese tono suyo que hizo que en los brazos de Hinata reventara la piel de gallina. Las mujeres se bajaron al suelo, la gran mayoría, pero Hinata permaneció de pie, queriendo observar lo que pasaba.
— ¡No te llevarás a ninguna de ellas!— grito un hombre en español y ella se sorprendió, e intentó buscar el dueño de la voz.
El extraterrestre volvió a hablar, más largo y no tan gruñón, pero aún así su voz era aterradora, haciéndole recordar a la voz que le ponían en la ficción a los demonios. Un hombre dió un paso hacia adelante, el parecía de unos 50 años, su cabello gris, pero su cuerpo en forma, grande y aún parecía tener más fuerza que muchos de los que estaban allí.
— ¡No tendrás ninguna mujer de aquí!— volvió a retar con voz profunda.
Hinata volvió su mirada borrosa a la puerta de la jaula y pudo observar que el extraterrestre sólo negaba con la cabeza. Ella jadeo cuando se movió, fue tan rápido que ni siquiera lo noto realmente. Una explosión sonó desde la punta de su mano y sus ojos enormes se volvieron al hombre que había intentado defender a las mujeres cuando se escucharon alaridos femeninos.
La locura se volvió a alzar en la jaula cuando en enorme hombre cayó al suelo cuando sus rodillas colapsaron. Volvió a jadear cuando, sin darse cuenta ella se acercó más a los barrotes para verlo, y notó como las manos de él temblaban cuando fueron a su pecho. La cabeza de Hinata volvió al extraterrestre, está vez notando el brillo de un arma pequeña y extraña en su enorme mano.
Él volvió a hablar, ella no llegaba a ver su expresión, y apesar de que su voz seguía dándole miedo, está se escuchaba como una disculpa. Hinata volvio a ver en la jaula, los rostros difusos de esas personas que no conocían, pero parecían sufrir enormemente por ese hombre que los había intentado defender. También notó que parecían ser la mayoría de nativos de Alaska.
Era obvio que este extraterrestre quería una mujer, Hinata no sabía si era para algo tan depravado como una violación, o simplemente quería alguien que lo limpiará. O alguna diversión más retorcida, como ver morir lentamente a una humana. Ella lo pensó por unos eternos segundos, mientras esté extraterrestre volvió a hablar lentamente.
Parecía estar exigiendo esta vez.
Ella ya había perdido a su familia, no tenía nada por qué vivir. Su idea había sido cumplir el sueño de su hermana y reunirse con ella en el más allá. No planeaba vivir mucho tiempo más, cómo podría hacerlo con el dolor que le perseguía día y noche. No lo pensó más y habló.
—Yo...
No se animó a mirar al extraterrestre, sólo miro a los nativos que la observaron atentamente. Un hombre se movió, queriendo tomarla y llevarla atrás seguramente, pero ella se apartó, acercándose a la puerta de jaula, aún dándole la espalda a ésta.
Ella no tenía porqué vivir, por qué dejar que alguien más muriera, si ella ya lo había planeado para el final de su viaje. Al parecer su viaje había terminado antes de tiempo, y no había podido ver una ahoreola boral, pero su hermana lo entendería. Los barrotes detuvieron sus pasos y se alegró que nadie intentara detenerla. No sabía si tendría el valor para volver a repetirlo si le pedían que se quede.
No le dolió que esos desconocidos no pelearán por ella.
Ya nada le dolía, nada se compara con el dolor sordo que tenía todo el tiempo.
Aún algo ciega por la falta de sus lentes, se volvió a la puerta de la jaula y el extraterrestre parecía mírala fijamente. Él dijo algo en su idioma, ella por su puesto no entendió nada, pero aún así respondió.
— Yo iré contigo—, su voz salió plana y vacía de sentimientos, como se sentía en ese momento.
Continuará...
Estoy trabajando en Mí Elección, así que será la próxima en actualizar. GRACIAS POR SU APOYO Y PACIENCIA 🥰😍😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro