Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un

Él se quedó mirando fijamente al muchacho, con mil y un pensamientos recorriendo su mente como balas. Era un habitante de Infierno, su marca en forma de media luna ubicada en la parte lateral derecha de su abdomen lo delataba, tal parecía que nadie lo había notado, el muchacho fijó su exótica mirada en el rostro de Jens y pareció asustarse aún más, debido a que su pecho subió y bajó con más velocidad de lo normal.

Cuando una mujer se acercó al muchacho, él se arrastró en el suelo, lejos de ella. Su piel estaba perlada en sudor.

-Es un Íncubo -espetó una voz que él conocía, al levantar la mirada, abrió mucho sus ojos-. Hay que sacarlo de aquí, matarlo o llevarlo a Purgatorio.

Era Astrid, la muchacha de larga trenza pelirroja tenía un gesto duro, sus masculinos rasgos tampoco lo suavizaban. Sus oscuros ojos, casi negros, brillaban en una especie de fuego alimentado por el odio dentro de ella y apuntó al muchacho con su daga, Jens sabía bien que ella siempre andaba con aquella arma a todos lados, era una especie de amuleto.

-Son Serafines y Fereshedas... -comentó el muchacho con un hilo de voz y se secó la frente con su sucia mano-. M-me iré, pero...

No fue capaz de musitar algo más, debido a que sus ojos se pusieron en blanco y cayó hacia atrás. De forma pesada y con un ruido sordo que alertó por completo a la multitud de personas. Un joven de cabello largo se acercó corriendo a él y colocó los dedos en su cuello, luego, soltó un suspiro.

-Está vivo, hay que llevarlo a la clínica.

(...)

Jens se pasó sus manos por el rostro y miró a Astrid, quien mantenía sus gruesas cejas fruncidas y un gesto de molestia en su rostro, no se sentía muy seguro de poder calmarla (ni de querer hacerlo). Escuchó como decían su nombre y fijó su mirada en aquel canoso hombre que jugueteaba con sus manos de forma muy inquieta, Jens, por alguna extraña razón, se sentía igual de inquieto e inseguro.

-Jens, Astrid -dijo él, y se escuchó como sus dedos tronaron de forma casi asquerosa-. Cuando un Íncubo sale de Infierno, no puede volver.

-Pues, a matarlo -gruñó Astrid y sus puños se apretaron-. Jamish, sabes que un maldito Íncubo...

-No todos los habitantes de Infierno son iguales, Astrid -le interrumpió Jens de forma violenta.

El lugar se sumió en un incómodo silencio durante unos segundos hasta que Jamish aclaró su garganta y retomó la conversación.

-No podemos matarlo, Astrid. Eso no es lo correcto, por algo salió de Infierno y debemos cuidarlo, debe ser un legionario o al menos servir para algo -comentó él-. Ustedes dos son los únicos disponibles.

-Yo no lo haré, tengo que ir a Purgatorio, muchos Ánimas andan en rebelión -susurró ella-. Jens, ya saliste en su defensa. Cuida al Íncubo.

Jens estuvo a punto de mostrarse en desacuerdo; no iba a cuidar a un jodido Íncubo, no tenía porqué. Pero la cara que hizo Jamish fue suficiente para convencerlo, los años le habían caído como un puñetazo y el cansancio que tenía en su rostro junto a la vejez le daban un enorme peso. Jens terminó aceptando y Astrid se retiró casi de inmediato, tal parece que no podría disfrutar de su corto descanso totalmente, pero tal vez le dieran unos días extras por tener que cuidar al Íncubo.

-Ya despertó -exclamó el mismo muchacho que había ayudado al forastero-. ¿Quién debe venir a verlo?

Jamish apuntó hacia Jens con su cabeza y se retiró, alegando que debía prepararse para hacer un viaje hacia Infierno, para informar a sus embajadores sobre la casi resolución de uno de los tantos problemas que se tenían con Purgatorio y el hecho de que un Íncubo estaba allí. Jens pudo escuchar como susurraba improperios al irse, cosas como: «los habitantes de Purgatorio son muy necios, ojalá les caiga una maldición o algo» y más cosas así. Brais (o así había dicho que se llamaba el "enfermero") le indicó donde quedaba la habitación, él refunfuñando continuamente sobre el tener que cuidar al muchacho, no deseaba hacerlo. No porque fuera un habitante de Infierno, sino porque quería disfrutar al máximo de su descanso.

-Debo advertirte que es un poco extraño -avisó Brais y suspiró-. Le he preguntado como llegó aquí y solo me dijo que quería pintar algo. No respondió ninguna de mis preguntas.

-Está bien -contestó-. Intentaré sacarle algo de información, aunque, tendré mucho tiempo para eso.

-¿Por?

-Me toca cuidarlo.

Después de decirle esto, Jens entró a la habitación de forma tranquila y sigilosa, solo para encontrarse con el delgado y menos pálido muchacho. Pudo notar que su piel en realidad no era así de pálida; sino que era más bien un poco aceitunada, incluso era de piel medianamente morena. Él lo vio e intentó echarse más hacia atrás, cosa que era imposible debido a que lo que su espalda tocaba era una blanca y dura pared.

-No te preocupes -comentó Jens y metió sus manos en sus bolsillos-. Nadie te va a hacer daño.

-Eso mismo me dijo el otro muchacho -susurró él, apenas en un tono audible-. No confío en los Serafines o en las Fereshedas.


-Tendrás que hacerlo, dudo mucho que en Purgatorio quieran aceptar a un Íncubo que por alguna razón aterrizó en Elíseos ¿no? Creo que los Serafines y Fereshedas somos tus únicos amigos por ahora, todos los habitantes de este mundo somos muy prejuiciosos -aseguró Jens con voz tranquila y esbozó una especie de media sonrisa-. Tú no quieres confiar en nosotros por el simple hecho de que somos habitantes de Elíseos ¿no? Adivinaré, a tus ojos, como un Íncubo, somos egoístas y nos creemos superiores por habitar en la región más rica del planeta. ¿Cómo te haces llamar?

La sonrisa en el rostro de Jens le irritaba de sobremanera al muchacho y más como cambió radicalmente de tema al preguntarle su nombre. Él cerró sus ojos un momento, como intentando calmarse y evitar soltar alguna palabra no agradable, sabía que ellos podían matarlo en cualquier momento y Jens se preguntaba; ¿por qué cayó en Elíseos?

-Rurik Jakov -le contestó él, y se cruzó de brazos-. ¿Puedes traerme algo para pintar?

-¿Y esta exigencia? -preguntó Jens-. Te traeré todo lo que quieras cuando respondas mis preguntas.

-Serafines, Querubines, Fereshedas y Ánimas -dijo Rurik, de repente-. Íncubos, Súcubos. Todos son nombres despectivos, ¿no lo pensaste de esa forma? Nos llaman de esa forma por el lugar del que nacemos, cuando se supone que ninguno de los seres mencionados existen. ¿Cómo te llaman a ti?

Jens soltó una aguda risita y mientras él se quedaba callado, Rurik se fijó mejor en sus rasgos. Su cabello era de una especie de pelirrojo-rubio, parecía una persona ocupada debido a las grande ojeras que tenía, alto y ojos claros, a Rurik podría haberle atraído si la situación no fuera aquella.

-Jens Kozov -le respondió-. ¿Puedes responder las preguntas que te haré?

Rurik se limitó a asentir y Jens se quedó callado, no creía que iba a llegar tan lejos.

-Bien. ¿Quieres explicarme que fue lo que sucedió? ¿Cómo llegaste aquí?

-¿Podemos eliminar la primera pregunta? Solo te diré que el único destino disponible era Elíseos -dijo él después de un rato en silencio.

-¿Qué planeas hacer acá en Elíseos, Rurik? Un Íncubo no viene así por así muy seguido -interrogó y se rascó el cuello.

Rurik se quedó callado y meditó durante unos buenos minutos su respuesta. Jens podía ver como mordisqueaba su labio con nerviosismo y llegó a creer que el muchacho no le respondería.

-Solo quería escapar de Infierno ¿Eso es algo malo? -susurró y luego soltó un suspiro-. ¿Tienes otra pregunta?

Jens notó la incomodidad que sentía Rurik, por lo que negó con su cabeza.

-Dime que quieres que te traiga.

-Ya no hace falta -le dijo-. Pero... ¿Qué harán conmigo?

-Oh, eso -recordó Jens y se giró, dispuesto a salir de la habitación-. Te quedarás conmigo.

-¿Eh?

No dejó a Rurik preguntar nada más, porque salió de la habitación, dejando al pobre muchacho con muchas incógnitas, aún preguntándose que le iba a suceder de ese momento en adelante, porque no confiaba plenamente en los Serafines y Fereshedas, pero si habían personas en las que menos confiaba, eran los Ánimas.

(...)

Como una hora después, Rurik salió de esa habitación después de que Jens lo buscara. Jens no estaba en responder todas sus preguntas y el muchacho de ojos gatunos se desesperaba cada vez más, cuando se puso de pie pudo notar lo alto que era Jens, al punto de que a veces debía de bajar su cabeza para pasar por algunas puertas, Rurik tenía una altura considerable, alrededor de un metro ochenta, pero ese hombre rozaba los dos metros.

Rurik notó que la mayoría de los habitantes de Elíseos eran rubios o pelirrojos, era muy raro ver a una persona de piel morena o cabello oscuro. Y que tenían ojos cafés o verdes-azulados, no había nadie con ojos de tonalidad ámbar (color de ojos que predominaba en Infierno) o grises. Él supuso que aquellas personas cabello oscuro y piel morena debían ser hijos de Íncubos y Fereshedas o de Súcubos y Serafines.

Se sintió muy intimidado al tener las miradas de todos encima, podía escuchar como susurraban cosas sobre él, a veces le dirigían una mala mirada y acciones similares. Jens siquiera parecía inmutarse de que las personas también tuvieran su mirada sobre él, claro, estaba llevando al Íncubo casi arrastrado en dirección a su hogar, era algo entendible.

-¡Mami, mira que lindos ojos tiene! -escuchó como una voz aniñada exclamaba y bajó su mirada, un pequeño niño de cabello rubio y una lluvia de pecas salpicando su rostro, no debía verse de más de cuatro a cinco años-. ¡Mami, mami!

Rurik sonrió y se agachó delante del niño, Jens se detuvo un momento a contemplar lo que Rurik estaba haciendo. Él le dijo al niño que él era muy bonito y que le gustaban mucho sus pecas, el pequeño rió con él hasta que llegó su madre y le lanzó una mala mirada a Rurik. Él se puso de pie y mantuvo la mirada pegada al piso, con cierta vergüenza.

Jens miró a la mujer, la conocía, como a gran parte de las Fereshedas del lugar. Jens era alguien realmente conocido allí, en especial por las féminas de Elíseos, sintió una especie de molestia hacia ella, independientemente de que Rurik era un Íncubo, no debía tratarle así.

Siguió caminando junto al moreno y finalmente llegaron a casa del pelirrojo.

-Bueno, bienvenido a tu nuevo hogar.

(...)

Aclaración:

*Íncubos: Hombres provenientes de Infierno.

*Súcubos: Mujeres provenientes de Infierno.

*Serafines: Hombres provenientes de Elíseos.

*Fereshedas: Mujeres provenientes de Elíseos.

*Querubines: Niños y niñas menores de 10 años provenientes de Elíseos.

*Ánimas: Hombres y mujeres provenientes de Purgatorio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro