~28~
Mario está sentado en las gradas frente a la puerta de su casa, cuando de repente Kamek llega volando hacia él. El magikoopa se detiene a pocos pasos de él y se baja de su escoba.
Mario : Um ... ¿qué sucede, Kamek?
Kamek : Mario, tenemos que hablar.
Mario : ¿De qué?
Kamek : De lo que le pasó al rey Bowser.
Mario : Ah, eso ... bueno, él se lo buscó por intentar atacarme cuando estaba de espaldas. Si me atacan, me defiendo.
Kamek : Lo sé, pero te conozco mejor que él, en parte debido a que no dejo que mi orgullo y mi terquedad me cieguen. Sé que jamás le darías a nadie semejante golpiza en defensa propia.
Mario (preocupado) : ¿Tan mal está?
Kamek : Tengo que darle de comer con pajilla y creo que no se podrá mover en un mes ... mínimo.
Mario : Bueno, um ... tú ... tú no me conoces enojado.
Kamek : Mario, solo quiero saber la verdad. Si hay alguien así de peligroso alla afuera creo que merezco saberlo.
Mario : Pues ya lo sabes ¡No me molesten! O ... o ¡lo haré de nuevo! ... y ... ¡y la próxima será peor!
Al ver que no iba a conseguir sacarle información a Mario, el magikoopa se volvió a subir a su escoba y se fue volando del lugar.
Mario (suspira) : Realmente me siento mal por él.
Rosalina (abre la puerta de la casa desde adentro) : Pues no deberías.
Mario (voltea) : ¿Ya estás calmada?
Rosalina (se cruza de brazos) : Más o menos. Y ... gracias por no delatarme. Esa reacción fue ... vergonzosa. (murmurando) Aunque lo volvería a hacer si se meten contigo de nuevo.
Mario : Creeme, si por mi fuera le habría dicho la verdad. Pero Bowser me hizo jurar que la verdad jamás se sabría.
Rosalina (ríe) : Que pasa ¿le da vergüenza admitir que una mujer lo dejó así?
Mario : No, le da vergüenza admitir que sigue vivo solo porque yo te detuve. Suficiente tiene con que lo derrote siempre como para ahora tener que admitir que me debe la vida.
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