Rosalina y Daisy se encuentran discutiendo sobre las futuras festividades de fin de año, en el castillo de la princesa del reino árido.

Rosalina : ... y pues, aún no sé que le voy a regalar a Mario. A vivido tantas aventuras, especialmente ahors que vivimos juntos, que no sé de algún objeto que quiera y que no tenga.

Daisy (en tono burlón) : Pues yo se de algo que quiere, ya tiene, pero igual se lo puedes ofrecer.

Rosalina (la mira seriamente) : Daisy, no estoy para bromas.

Daisy : Pues ya empecé a hablar, así que ahora te aguantas. Y como iba diciendo ... ¡te puedes dar como regalo!

Rosalina se quedó observando fijamente a Daisy con una mirada casi asesina, lo que terminó rompiendo la actitud despreocupada de la castaña, asustándola levemente. Ella rompió el contacto visual con su amiga, y luego de unos segundos de silencio incómodo, tocó otro tema para seguir la conversación.

Sin embargo, en los siguientes días, Mario no pudo evitar sentirse intrigado por las constantes búsquedas de su pareja de una caja grande y un listón de regalo de casi cuatro metros. No tenía ni idea de que planeaba regalarle, pero fuera lo que fuere tenía que ser algo grande, muy grande ...