Super Junior
Al cabo de un rato, Siwon y yo bajamos la escalera cogidos de la mano. Parecíamos casi unos adolescentes enamorados por primera vez. Ambos disfrutábamos del hecho de vivir por fin juntos. Le comenté el aspecto que debíamos de ofrecer, y ambos rompimos a reír cuando doblamos la esquina y entramos en la cocina.
Lo segundo que me llamó la atención sobre la casa, después de tomar nota de su reducido tamaño, fue el escaso mobiliario que contenía. Estaba claro que se trataba simplemente de un lugar donde dormir por las noches. El típico apartamento de un chico. Decidí ir un día de compras. Era una casa demasiado inhóspita para que un chico como yo, se sintiera a gusto en ella.
La cocina era de un tamaño aceptable, teniendo en cuenta el resto del apartamento. Adosada a la pared opuesta había una larga encimera junto a la cual estaba el frigorífico. Junto a la otra pared, que medía la mitad de la primera, estaban los fogones, y sobre ellos un horno microondas. A la izquierda de los fogones, había otra encimera, más estrecha, sobre la que había una cafetera que contenía café recién hecho. El aroma que emanaba hizo que se me hiciera la boca agua. En la parte posterior de la habitación, había una mesa de moderadas proporciones con cuatro sillas y una amplia ventana que daba a un patio del tamaño de un sello de correos.
El espacio entre la pared más estrecha y la pared en la que estaba la ventana daba al cuarto de estar, y Hyukjae estaba paseándose por él. Sostenía el periódico matutino y leía la primera página, que estaba doblada. Llevaba unos shorts y una camiseta de manga corta. Su cabello estaba aún revuelto, pero más ordenado que antes: perfecto. Aunque iba vestido con sencillez, de pronto me sentí como una cateta con mi camiseta y mis vaqueros básicos. Pero apreté la mano de Siwon y le eché valor.
—Hola, colega. —Siwon sonrió y se acercó a Hyukjae, que al oír su voz levantó la vista.
—¡Hola, me alegro de que hayáis venido! —Hyukjae sonrió y le dio un rápido abrazo. Yo también sonreí. A veces los chicos asì me enternecen.
—Creo que ya conoces a Donghae —dijo Siwon mirándome con cariño.
Al recordar nuestro encuentro, la sonrisa se borró de mi cara.
—Sí. —Los ojos de Hyukjae mostraban una expresión un tanto maliciosa—. Pero me alegro de volver a verte. —Al menos, se comportaba con educación. Sin dejar de sonreír, se acercó a la cafetera y sacó unas tazas del armario que había sobre ella—. ¿Os apetece un café?
—A mí no. No sé cómo sois capaces de beberos eso — respondió Siwon, torciendo el gesto—. A Donghae le encanta.
Yo asentí y miré a Siwon sonriendo. Ni siquiera soportaba el olor del café. Le gustaba el té, lo cual me parecía a la vez divertido y adorable.
Siwon me miró.
—¿Tienes hambre? Creo que queda algo de comida en el coche.
—Estoy famélico. —Me mordí el labio y contemplé durante unos segundos su hermoso rostro, luego lo besé un momento y le di una afectuosa palmada en el estómago. Sí, no cabía duda de que nos comportábamos como unos adolescentes enamorados.
Siwon me besó también brevemente y se volvió para marcharse. Al alejarse unos pasos, vi que Hyukjae estaba detrás de él, observándonos con expresión divertida.
—Vale, enseguida vuelvo. —Siwon salió de la cocina y lo oí tomar sus llaves de la mesa en la entrada, donde las había arrojado la noche anterior. Al cabo de unos segundos, se cerró la puerta y me sorprendió que no le importara salir vestido sólo con la camiseta y los calzoncillos con que había dormido.
Sonriendo, me acerqué a la mesa y me senté a esperarlo. Al cabo de un momento, Hyukjae se acercó con dos tazas de café. Yo hice ademán de levantarme para echarle leche y azúcar, pero, al observar la taza más de cerca, vi que él ya le había echado ambas cosas. ¿Cómo sabía Hyukjae que el café me gustaba así?
Al observar mi sorpresa, dijo:
—Yo me lo tomo solo. Si no te gusta con leche, podemos cambiar las tazas.
—No, me gusta así. —Lo miré sonriendo cuando se sentó—. Pensé que quizás adivinabas el pensamiento de la gente.
—Ojalá pudiera hacerlo —dijo riéndose y bebiendo un sorbo de su café solo.
—Gracias —dije. Levanté un poco mi taza y bebí un sorbo. Estaba delicioso.
Hyukjae mi miró a través de la mesa, con la cabeza ladeada.
—De modo que eres de Mokpo. ¿no es así?
Sonreí.
—Más o menos.
Él me miró con curiosidad.
—¿Lo echas de menos?
Me detuve un momento antes de responder.
—Echo de menos a mis padres y a mi hermana, desde luego. —
Hice una pausa y emití un pequeño suspiro—. Pero no sé... Un lugar no es más que un lugar. Además, no es que no vaya verlos nunca más —concluí, sonriendo.
Él me miró con el ceño arrugado.
—No te lo tomes a mal, pero ¿por qué viniste aquí?
La pregunta me molestó un poco, pero traté de no darle
importancia. No conocía a Hyukjae lo suficiente para juzgarlo.
—Por Siwon —respondí como si fuera la cosa más evidente del mundo.
—Ya. —Hyukjae no añadió nada más, sino que se limitó a beberse el café.
Deseoso de cambiar de tema, solté lo primero que se me
ocurrió.
—¿Por qué cantas de esa forma? —Enseguida comprendí que mi pregunta debió de parecerle ofensiva y me arrepentí de haberla hecho. No pretendía que sonara así. Simplemente tenía curiosidad por saber por qué... flirteaba con el público desde el escenario.
Él me miró entrecerrando los ojos.
—¿A qué te refieres? —preguntó.
Tuve la impresión de que la gente no solía hacerle preguntas sobre su forma de cantar. No podía adivinar si se había mosqueado, pero decidí no seguir por esos derroteros. No era la manera de causarle buena impresión a una persona con la que ahora compartía una casa.
Me detuve para ganar tiempo y bebí un sorbo de café.
—Estuviste genial —dije para contrarrestar la posible ofensa—. Pero a veces te mostrabas tan... —Me estremecí mentalmente, pero sabía que tenía que comportarme como una persona adulta y decirlo—... sexual.
Su expresión se suavizó y luego se echó a reír durante al menos cinco minutos.
La irritación se apoderó de mí. No pretendía ser gracioso y me sentía profundamente abochornado e incómodo. ¿Por qué se me había ocurrido abrir la boca? Fijé la vista en mi taza de café, deseando sumergirme en ella y desaparecer.
Por fin, Hyukjae se dio cuenta de que mi expresión había cambiado y trató de recobrar la compostura.
—Lo siento... No pensé que ibas a decir eso. —Durante unos momentos, me pregunté qué había supuesto que diría yo y lo miré de nuevo. Reflexionó unos instantes sin dejar de reírse por lo bajinis—. No sé, la gente suele responder a eso —contestó encogiéndose de hombros.
Al decir «gente», supuse que se refería a las mujeres.
—¿Te sentiste molesto? —me preguntó con ojos risueños. Genial, ahora pensaba que yo era un estrecho que no sabía
cómo comportarme con él.
—¡Nooo! —respondí, recalcando la palabra y mirándolo
irritado—. Simplemente, me pareció excesivo. Además, el público no lo necesita. Tus canciones son estupendas.
Él pareció un tanto desconcertado por mi respuesta. Se repantigó en la silla y me observó de una forma que hizo que el corazón me latiera acelerado. En serio, era increíblemente atractivo. Bajé la vista, cohibido, y la fijé en la mesa.
—Gracias. Procuraré tenerlo presente. —Alcé la vista y lo miré de nuevo. Sonreía con dulzura y parecía sincero. Cambiando de tema, me preguntó—: ¿Cómo os conocisteis Siwon y tú?
Sonreí al recordarlo.
—En la universidad. Él era profesor adjunto en una de mis clases. Era mi primer año y el tercero para él. Pensé que era el hombre más bello que había visto jamás.
Me sonrojé un poco al llamarlo «bello» en voz alta y delante de su amigo. Por lo general, evitaba emplear esa palabra cuando conversaba con alguien. La gente me miraba con extrañeza. Pero Hyukjae me miró sonriendo tranquilamente. Supuse que estaba acostumbrado a oír un gran número de calificativos, a cual más halagador.
—Enseguida hicimos buenas migas y estamos juntos desde entonces. —No pude evitar sonreír ante el torrente de recuerdos que compartíamos—. ¿Y tú? ¿Cómo lo conociste? —Yo conocía los detalles fundamentales de la historia, pero poco más.
Hyukjae reflexionó un momento, sonriendo como yo.
—Mis padres pensaron que sería una buena idea alojar a un
estudiante de intercambio. A sus amigos les impresionó esa idea. —La sonrisa se borró de sus labios antes de aparecer de nuevo—. Pero Siwon y yo también hicimos buenas migas enseguida. Es un tipo genial.
Volvió la cara y adoptó una expresión que no pude descifrar..., casi de dolor.
—Le debo mucho —dijo en voz baja. Luego, se volvió de nuevo hacia mí, esbozando su encantadora sonrisa, y se encogió de hombros—. Yo haría lo que fuera por él, de modo que, cuando me llamó para decirme que necesitaba un apartamento donde alojarse, era lo menos que yo podía hacer.
—Ya. —Me intrigaba su repentina tristeza, pero él parecía haber recobrado la compostura y no quise indagar al respecto. En ese preciso momento, Siwon entró de nuevo en la cocina.
—Lo siento —dijo compungido—. Sólo he podido encontrar esto. —Sostuvo en alto una bolsa de Cheetos y otra de galletitas saladas.
Hyukjae se rió por lo bajo y yo extendí la mano sonriendo a Siwon afectuosamente.
—Cheetos, por favor.
Mi chico frunció el ceño pero me dio la bolsa y Hyukjae soltó una sonora carcajada.
Cuando terminamos nuestro nutritivo desayuno, llamé a mis padres (a cobro revertido) para informarles de que habíamos llegado sanos y salvos. Siwon y Hyukjae charlaron sobre sus cosas, poniéndose al día sobre los años que habían estado sin verse, mientras yo hablaba con mi familia. El único teléfono en la casa era el que estaba en la cocina, un artilugio verde aceituna, enchufado a la pared, que parecía de los años setenta. Las anécdotas que se contaban los chicos eran muy divertidas y se reían a mandíbula batiente mientras charlaban sentados a la mesa. Yo los miré un par de veces, mosqueado, indicándoles con un gesto que bajaran la voz para que pudiera oír a mis padres. Como es natural, a ellos les pareció de lo más cómico y sus carcajadas se redoblaron. Por fin, me volví de espaldas a ellos e hice caso omiso de su divertida conversación. En cualquier caso, mis padres no hacían más que preguntarme si ya estaba dispuesto para regresar a casa.
Después de mi prolongada conversación telefónica, Siwon y yo subimos de nuevo. Él se dio una ducha rápida mientras yo rebuscaba en las bolsas tratando de hallar algunas prendas que ponernos. Después de seleccionar para él sus vaqueros desteñidos favoritos y una camisa Henley de color beis, coloqué el resto de nuestras pertenencias sobre la cama.
La persona que había alquilado esta habitación antes que nosotros había tenido el detalle de dejar la cama (junto con las sábanas), una cómoda, un pequeño televisor, una mesita de noche y un reloj despertador. No sabía muy bien por qué, pero me sentí profundamente agradecido, puesto que Siwon y yo no teníamos ningunos muebles. En Mokpo, habíamos vivido con nuestras respectivas familias para ahorrar dinero. Yo había intentado en varias ocasiones convencerlo para que alquiláramos un apartamento, pero él era un chico ahorrador y no le parecía lógico que malgastáramos ese dinero cuando nuestras familias vivían a poca distancia de la universidad. A mí se me ocurría una larga lista de razones para vivir juntos..., la mayoría referentes a una cama con sábanas.
Y por supuesto a mis padres, aunque lo adoraban, no les hacía gracia que nos instaláramos en mi dormitorio. Ni siquiera estaban de acuerdo en que yo me mudara a casa de su tía, y, como sufragaban mi costosa educación universitaria, no quise insistir demasiado en el tema. Pero ahora teníamos que vivir juntos para economizar, de modo que, en última instancia, supongo que yo había ganado. Sonreí al pensar en ello mientras guardaba nuestras cosas en la pequeña cómoda, las suyas a un lado y las mías al otro. No teníamos mucha ropa, y cuando Siwon salió de la ducha yo ya había terminado de recogerla.
Me complació verlo cubierto sólo con una toalla, y me senté en la cama con los brazos rodeándome las piernas y la cabeza apoyada en las rodillas, observándolo mientras se vestía. Él se rió de la insistencia con que lo miraba, pero no tuvo reparos en dejar caer la toalla y vestirse. De haber estado en su lugar, yo le habría pedido que se volviera de espaldas o cerrara los ojos.
Cuando terminó, se sentó en la cama junto a mí. No pude resistir pasar los dedos a través de su pelo húmedo, revolviéndoselo un poco, y moldearle algunos mechones. Él esperó pacientemente, mirándome con afecto y una suave sonrisa en los labios.
Cuando supuso que había terminado, me besó en la frente y bajamos para sacar el resto de nuestras cajas del coche. Sólo tuvimos que hacer dos viajes, pues no teníamos muchas pertenencias. Pero nos habíamos quedado sin comida. Dejamos las cajas sobre nuestra cama y decidimos aventurarnos por las calles de la ciudad para comprar algo que comer. Siwon había vivido allí durante un año, pero de eso hacía siete y en esa época no conducía. De modo que pedimos a Hyukjae que nos diera algunas direcciones y nos fuimos.
No nos costó localizar la zona comercial, donde pudimos adquirir algunos alimentos frescos. Era realmente una ciudad preciosa. Paseamos cogidos de la mano, observando el reflejo del sol en la superficie. Hacía un día templado y soleado y nos detuvimos para contemplar los transbordadores que surcaban el río de una orilla a otra mientras las gaviotas volaban bajo sobre el agua. Al igual que nosotros, iban en busca de comida. Una ligera y fresca brisa transportaba el olor a agua dulce, y yo apoyé satisfecho la cabeza en el pecho de Siwon y él me rodeó con sus brazos.
—¿Feliz? —me preguntó, restregando la barbilla contra mi cuello, haciéndome cosquillas con su incipiente barba.
—Muchísimo —respondí, volviendo la cabeza hacia él y besándolo con ternura.
Hicimos todo lo que suelen hacer los turistas en esa zona: visitar todas las tiendas de curiosidades, escuchar a los músicos ambulantes, montarnos en un divertido tiovivo y observar a los pescadores arrojarse unos a otros grandes trozos de pescado mientras la numerosa multitud aplaudía. Al cabo de un rato, compramos fruta fresca, verduras y demás productos y regresamos al coche.
Durante el trayecto de regreso a casa, nos percatamos de un aspecto poco grato de Seùl: las empinadas cuestas. Era prácticamente imposible conducir un coche con el cambio de marchas manual. Después de casi chocar por tercera vez con el coche que teníamos delante, rompimos a reír a carcajada limpia hasta el punto de que se me saltaban las lágrimas. Por fin, después de extraviarnos en dos ocasiones, llegamos a casa ilesos.
Aún nos reíamos de nuestra pequeña aventura cuando entramos en la cocina portando un par de bolsas de lona con nuestras compras. Hyukjae, que estaba sentado a la mesa, alzó la vista del cuaderno con espiral en el que tomaba unas notas. ¿Quizá la letra de una canción? Nos miró con una sonrisa divertida y siguió trabajando.
Siwon recogió la comida que habíamos comprado mientras yo subía para colocar las escasas pertenencias que contenían las cajas que habíamos sacado del coche. Terminé enseguida. Sabiendo que no íbamos a instalarnos en un apartamento de gran tamaño, sólo habíamos traído lo esencial. Habíamos dejado la mayor parte de las cosas que una persona acumula durante cierto tiempo en el desván de mi madre. Tardé menos de lo que había imaginado en recoger todos nuestros libros, las ropas de trabajo de Siwon, mis cosas para la universidad, unas cuantas fotografías y demás recuerdos. Terminé de colocar nuestros artículos de aseo en el baño. Al ver el champú que habíamos adquirido en una tienda de todo a un dólar junto al de Hyukjae, que era carísimo, sonreí. Ya estaba todo listo. Había terminado.
Bajé de nuevo y entré en el cuarto de estar, donde encontré a los chicos mirando el informativo deportivo. El espacio era como el resto de la casa: estaba prácticamente vacío. Era preciso hacer algo para remediar esa situación.
La habitación consistía en un enorme televisor situado contra la pared del fondo, junto a una puerta corredera que daba acceso al patio trasero. Un largo y desvencijado sofá ocupaba la pared de enfrente, junto a una butaca de aspecto confortable situada en diagonal. Entre ambos, había una mesa redonda con una vieja lámpara. Todo indicaba que Hyukjae llevaba un estilo de vida tan sencillo como su forma de vestir.
Siwon estaba tumbado en el sofá. Parecía estar a punto de quedarse dormido en cualquier momento; probablemente aún estaba muy cansado. Noté que el viaje, junto con el paseo que habíamos dado toda la tarde por la zona comercial, empezaba también a hacer mella en mí, de modo que me acerqué al sofá y me tumbé sobre Siwon. Él se movió para que yo pudiera hundirme entre él y el sofá, apoyando una pierna sobre la suya, un brazo sobre su pecho y la cabeza en su hombro. Suspiró satisfecho y me estrechó contra él, besándome con dulzura en la cabeza. El corazón le latía de manera lenta y acompasada, produciéndome al cabo de unos minutos una sensación de somnolencia. Antes de cerrar los ojos, miré a Hyukjae, que estaba sentado en la butaca. Parecía observarnos con curiosidad. Pensé vagamente en ello antes de que se me cerraran los ojos y el sueño me venciera.
Me desperté al cabo de un rato, al sentir que Siwon empezaba a moverse debajo de mí.
—Lo siento, no quería despertarte —dijo, articulando las palabras con su acento cálido y encantador.
Desperezándome, bostecé y me incorporé un poco para mirarle a la cara.
—No importa —murmuré, besándolo con ternura—. De todos modos, es mejor que me haya despertado si quiero dormir esta noche. —Miré a mi alrededor, pero estábamos solos en el cuarto de estar.
Solos.
Al pensar en ello, comprendí al instante lo íntimamente abrazados que estábamos Siwon yo sobre el sofá. Sonriendo con picardía, lo besé de nuevo, pero esta vez con más firmeza. Él soltó una risita y me devolvió el beso con entusiasmo. Mi respiración y los latidos de mi corazón no tardaron en acelerarse. Sentí deseos de hacer el amor con ese hombre tierno y hermoso que yacía debajo de mí, y deslicé los dedos sobre su pecho y debajo de su camiseta para sentir su suave piel.
Él me tomó por las caderas con sus manos grandes y fuertes y me colocó sobre él. Suspiré satisfecho y me apretujé contra él. En un resquicio de mi mente, oí que se cerraba una puerta, pero las manos de Siwon me estrecharon con fuerza contra él y borraron al instante cualquier otro pensamiento de mi cabeza.
Le besaba con afán la barbilla y ascendía hacia su cuello, cuando de pronto una risa suave y divertida me despertó de mis ensoñaciones. Me incorporé de inmediato sobre las rodillas de Siwon, haciendo que emitiera un gruñido de sorpresa. No me había dado cuenta de que Hyukjae aún estaba aquí, y estoy seguro de que el rubor de mis mejillas se lo indicó con toda claridad.
—Lo siento. —Se rió con ganas. Estaba en la entrada y tomó su chaqueta de un gancho junto a la puerta—. Os dejaré solos dentro de un minuto..., si queréis esperaros. —Pareció meditar sobre ello durante unos instantes—. O no. En realidad no me molesta. —Se encogió de hombros sin dejar de reírse.
Pero a mí sí me molestó. Me moví enseguida al otro lado del sofá, demasiado avergonzado para decir nada. Miré a Siwon, confiando en que pudiera hacer retroceder el tiempo unos minutos. Pero permaneció tumbado sonriendo con expresión divertida, al igual que Hyukjae. La irritación se apoderó de mí.
Con el fin de centrarme, pregunté de sopetón:
—¿Adónde vas? —Sonó más brusco de lo que había pretendido, pero era demasiado tarde para remediarlo.
Hyukjae me miró pestañeando, sorprendido por mi arrebato de ira.
Tuve la sensación de que Siwon y yo podríamos haber hecho el amor sobre el sofá sin que él se hubiera molestado lo más mínimo. Por lo visto, era muy liberal en esas cuestiones. Probablemente sólo había querido tomarme el pelo, no hacer que me sintiera avergonzado. Mi enfado remitió un poco.
—Al bar SM. Esta noche también actuamos.
—Ah. —Al prestar más atención a todo lo demás aparte de mi humillación, observé que iba vestido de modo distinto a como iba por la mañana, con una camiseta de manga larga de color rojo vivo y unos vaqueros perfectamente desteñidos. Parecía como si acabara de ducharse, con el pelo fabulosamente alborotado y aún ligeramente húmedo. Parecía el dios del rock que recordaba de la noche anterior.
—¿Os apetece venir...? —Se detuvo sonriendo pícaramente—. ¿O preferís quedaros aquí?
—No, iremos, desde luego —respondí, más bien por una vaga sensación de bochorno y mosqueo que por el deseo de verlo actuar.
Siwon me miró confundido; parecía un tanto decepcionado. —¿Ah, sí?
Tratando de hallar la forma de recobrarme de mi precipitada respuesta, dije:
—Sí, anoche estuvieron geniales. Me gustaría volver a oírlos
tocar.
Siwon se incorporó lentamente sobre el sofá.
—Bueno. Iré a por mis llaves.
Hyukjae me miró sacudiendo la cabeza y sonriendo con gesto divertido.
—De acuerdo. Nos veremos allí.
Durante el trayecto en coche, traté de contrarrestar el bochorno que había sentido antes preguntando a Siwon sobre la extraña conversación que había tenido en la cocina con Hyukjae. Lo miré y dije:
—Hyukjae parece... muy agradable... —No quería que mi comentario sonara a pregunta, pero así fue como sonó.
Siwon se volvió hacia mí.
—Lo es. Hay que acostumbrarse a él. A veces parece un figjam, pero es un tipo estupendo.
Arqueé las cejas al oír su extraño coloquialismo y sonreí, esperando que me explicara el significado. A veces, Siwon empleaba unos términos que yo no tenía pajolera idea de lo que significaban.
Sonrió, sabiendo lo que yo esperaba.
—Significa: «Fuck I'm Good, Just Ask Me»[*] —me explicó.
Me sonrojé un poco, pensando que prefería la versión abreviada, y luego me reí.
—Apenas me habías hablado de él. No sabía que fuerais tan amigos. —Traté de recordar las pocas veces en que Siwon había mencionado a su amigo en Seul, pero no recordé ninguna.
Él fijó de nuevo la vista en la carretera y se encogió de hombros.
—Supongo que perdimos contacto cuando yo regresé a casa. Hablé con él un par de veces cuando volví a Mokpo. Pero no nos mantuvimos en contacto. Ya sabes, estábamos demasiado ocupados.
Extrañado, dije:
—Por lo que él me dijo, tuve la sensación de que erais amigos íntimos. Parece tenerte un gran cariño. —Me sentí un poco raro al decir eso; los chicos no suelen hablar de forma tan abierta sobre sus sentimientos. No es que Hyukjae hubiera escrito sonetos dedicados a Siwon. Sus comentarios sobre «estar en deuda con él» y «estar dispuesto a hacer lo que fuera por él», en labios de un chico equivalía a cariño.
Siwon pareció comprender a qué me refería y bajó la vista unos segundos, un tanto turbado.
—No se trata de nada especial. No sé por qué lo mencionó. No tiene importancia. —Fijó de nuevo la vista en la carretera, mordiéndose el labio.
Picado por la curiosidad, pregunté:
—¿A qué te refieres?
Siwon hizo una pausa antes de responder.
—Bueno, ya sabes que viví con él y sus padres durante un año.
—¿Y?
—Bueno, él y su padre tenían una relación... complicada, por decirlo así. El caso es que un día su padre se extralimitó y empezó a golpearlo. Yo no pensé en las consecuencias de lo que iba a hacer, sólo quería detenerlo. De modo que me coloqué delante de él y recibí un golpe. —Me miró unos instantes para comprobar mi reacción antes de centrarse de nuevo en la carretera.
Yo lo miré asombrado. No había oído nunca esa historia. Sonaba exactamente como algo que mi chico no dudaría en hacer. Sentí cierta lástima por su amigo.
Siwon sacudió la cabeza y frunció el ceño.
—Eso pareció despertar un poco a su padre. No volvió a
meterse con él, al menos mientras yo estuve allí. —Movió de nuevo la cabeza—. No sé qué pasó después... —Se volvió hacia mí y esbozó su típica sonrisa de despistado—. A partir de entonces, Hyukjae siempre se sintió... más unido a mí que a su verdadera familia—. Se rió y fijó de nuevo la vista en la carretera—. Creo que se alegra más que yo de que haya regresado.
Cuando llegamos al bar, Hyukjae ya estaba allí, sentado con los otros tres componentes de su banda en una mesa al fondo, cerca del escenario. Estaba sentado en un extremo, con aspecto cómodo y relajado, con un pie apoyado sobre la rodilla. Bebía una cerveza. A su izquierda, estaba sentado el tipo que recordé que tocaba el bajo. Frente a él, estaba el batería que yo había deseado que fuera nuestro nuevo compañero de piso, y cerrando el círculo estaba el guitarrista. Me sorprendió que no estuvieran ocultos en alguna parte, preparándose para actuar. Pero parecían convencidos de que iban a estar geniales, y se relajaban bebiéndose unas cervezas antes de subir al escenario.
En la mesa frente a ellos, estaban sentadas dos mujeres, las cuales observaban sin disimulo cada uno de sus movimientos. Una no apartaba la vista de Hyukjae. Parecía estar algo bebida, y lo miraba con tal insistencia que pensé que en cualquier momento iba a abalanzarse hacia él y sentarse en sus rodillas. Aunque Hyukjae no le prestaba la menor atención, no estaba seguro de que le habría molestado que lo hiciera.
En estos momentos, el cantante estaba pendiente del bajista, que estaba sentado junto a él. Desde la puerta, no pude oír lo que decían, pero los otros chicos los escuchaban con una sonrisa de regocijo pintada en la cara.
Siwon también se fijó en ellos. Volviéndose hacia mí sonriendo, me condujo hacia la mesa donde estaban sentados. Cuando nos aproximamos lo suficiente para oír lo que decía el bajista, comprendí que no había sido buena idea ir allí. Lamenté no haber mantenido la boca cerrada y habernos quedado tumbados en el sofá, abrazados, cómodos y calentitos. Pero Siwon tiró de mí, y lo seguí de mala gana.
—... esta chica, maldita sea, tenía las tetas más imponentes que he visto nunca. —El bajista se detuvo para hacer un gesto grosero, como si los otros necesitaran que les aclarara el comentario—. Y lucía la falda más corta. Todos los que estaban a nuestro alrededor estaban como cubas, de modo que me metí debajo de la mesa y le subí la falda hasta arriba. Luego, cogí mi botellín de cerveza y se la metí...
Hyukjae le dio un codazo en el pecho al percatarse de nuestra presencia. Nos detuvimos frente al extremo de la mesa donde estaba sentado. Siwon soltó una risita. Yo estaba segur de que me había puesto rojo como un tomate y traté de permanecer tan impasible como era posible.
—Espera, tío, que ahora viene la parte más divertida —dijo el bajista, que parecía un tanto perplejo.
—Kangin... —Hyukjae me señaló—. Han llegado mis nuevos compañeros de apartamento.
El bajista alzó la vista y nos miró a Siwon y a mí.
—Ah, ya..., tus compañeros de apartamento. —Se volvió de nuevo hacia el cantante—. Echo de menos Tiffany. ¡Estaba buenísima! En serio, ¿por qué tuviste que estropearlo? No te lo reprocho, pero...
Se detuvo cuando Hyukjae volvió a darle un codazo en el pecho, esta vez más fuerte. Haciendo caso omiso del enojo del bajista, Hyukjae nos señaló diciendo:
—Chicos, os presento a mi amigo Siwon y a su novio, Donghae.
Yo esbocé una sonrisa forzada. Ignoraba el motivo por el que se había marchado su antigua compañera de apartamento, y me sentí un tanto escandalizado y abochornado al oír la grosera conversación que mantenían. Siwon sonrió con calma y dijo:
—Hola.
Yo murmuré: «Hola».
—Hola. —El bajista alzó el mentón en señal de saludo—. Kangin.
—dijo dándome un buen repaso, lo cual hizo que me sintiera muy incómodo. Apreté la mano de Siwon con fuerza y me oculté un poco detrás de él.
El que parecía ser hermano del bajista, que estaba sentado frente a Hkyujae, nos tendió la mano para saludarnos de forma educada.
—Yesung. Hola.
—Eres el guitarrista, ¿verdad? —le preguntó Siwon estrechándole la mano—. ¡Eres muy bueno!
—Gracias, hombre. —Parecía sinceramente complacido de que Siwon recordara qué instrumento tocaba. Kangin, sin embargo, dio un respingo, y Yesung le dirigió una mirada cargada de significado—. Déjalo ya, Kangin.
Éste lo miró irritado.
—Sólo he dicho que te cargaste el último riff. Esa canción se me da de maravilla. Debería interpretarla yo solo.
Ignorando lo que parecía una discusión sin solución de
continuidad, el tipo que estaba sentado junto a Yesung, se levantó y nos tendió la mano.
—Heechul. El batería. Encantado de conoceros.
Le estrechamos la mano mientras Hyukjae se levantaba y se dirigía hacia las mujeres que estaban bebidas. Pensé que la que lo había mirado con insistencia iba a desmayarse al tenerlo tan cerca. Él se inclinó sobre el respaldo de su silla, le apartó un mechón de pelo y le susurró algo al oído. Ella asintió con la cabeza, sonrojándose un poco, y luego él se enderezó y cogió un par de sillas que había junto a ellas. Cuando se alejó, las mujeres se pusieron a reír como colegialas.
Hyukjae colocó las sillas junto al extremo de la mesa y dijo con una media sonrisa:
—Sentaos.
Turbado por el tono de la conversación y sintiéndome incómodo con nuestros nuevos compañeros, me senté arrugando un poco el ceño. La sonrisa de Siwon se hizo más ancha. A diferencia de mí, parecía divertirse de lo lindo.
Cuando nos sentamos, Kangin se volvió hacia Siwon. —¿De dónde es ese acento que tienes? ¿Eres del sur?
—Busan.
Kangin asintió con la cabeza, como si ya lo supiera.
—Ah. Bienvenido a bordo, colega.
Hyukjae y Heechul se rieron. Yesung lo miró como si fuera el mayor idiota del mundo.
—Tío, que es de Busan, no un pirata.
Kangin soltó un bufido.
—¡Qué más da! —replicó ofendido, y bebió un trago de su
cerveza.
Siwon emitió una risita y preguntó:
—¿Cómo se llama vuestra banda?
Kangin se rió disimuladamente y Hyukjae respondió:
— Super Junior.
Yo lo miré incrédula.
—¿En serio?
Curiosamente, Kangin arrugó un poco el ceño.
—Estos mierdicas me obligaron a ponerle asì.
Yo quería utilizar otro nombre.
—añadió descargando un puñetazo sobre la mesa.
Yesung puso los ojos en blanco.
—Si queremos tocar algún día en un lugar más importante que el bar SM, debemos tener un nombre que puedan poner en el cartel. —Al menos uno de ellos parecía tener como objetivo un futuro más importante y prometedor.
Kangin miró a Yesung mosqueado, mientras Hyukjae y Heechul se reían.
—¿Vosotros dos sois hermanos?
Kangin me miró horrorizado.
—¡Por supuesto que no!
—Lo siento, es que sois tan...
—Somos primos —me aclaró Yesung—. Nuestros padres son hermanos, de modo que, por desgracia, es lógico que exista cierta semejanza —añadió con cara de circunstancias.
Kangin volvió a soltar un bufido.
—Por desgracia para ti..., yo soy mejor. —El resto de los chicos sentados a la mesa se rieron al unísono mientras Yesung ponía los ojos en blanco por tercera vez.
De improviso, Hyukjae levantó dos dedos en el aire, alzó el mentón y nos señaló a Siwon y a mí. Yo me volví hacia donde él miraba. Una mujer madura, que le dirigió una extraña sonrisa, estaba a cargo de la barra situada al fondo de la larga habitación. Parecía saber exactamente lo que Hyukjae le indicaba, porque entregó dos botellines de cerveza a una camarera y nos señaló a nosotros.
Miré de nuevo a Hyukjae, pero estaba hablando con Siwon sobre el nuevo trabajo de éste. Quería saber en qué consistía un puesto de becario en publicidad. Como había escuchado la historia un millón de veces, me entretuve echando un vistazo alrededor del local.
El bar SM era un lugar cálido y confortable. Los suelos eran de roble y estaban desgastados debido al paso de los años. Las paredes eran una agradable combinación de color rojo y crema, y prácticamente cada centímetro estaba cubierto con letreros que anunciaban diversas marcas de cerveza. Docenas de mesas, de distintos tamaños y estilos, estaban dispuestas sobre el suelo de madera, ocupando todos los espacios disponibles, salvo una zona de unos seis metros frente al escenario adosado a una de las paredes más estrechas.
El escenario también era de roble. La pared detrás del mismo estaba pintada de negro y de ella colgaban numerosas guitarras de distintos estilos y colores. A ambos lados del escenario, había unos gigantescos altavoces, orientados hacia el público. En ese momento, los focos sobre el escenario estaban apagados. Los micrófonos, las guitarras y la batería estaban ya dispuestos sobre el escenario en penumbra, esperando a sus dueños.
Miré hacia el otro lado de la amplia sala rectangular mientras los chicos seguían charlando. La otra pared más estrecha estaba ocupada por la barra. El espejo detrás de ella estaba cubierto de estantes que contenían botellas de todo tipo de licores. El barman estaba ocupado sirviendo los pedidos que le hacían los numerosos clientes que entraban a través de la puerta de doble hoja situada en la pared de enfrente. Junto a ella, había unos grandes ventanales por los que penetraba el destello de los letreros de neón de diversos bares.
Una bonita camarera rubia se acercó y nos entregó a Siwon y a mí nuestras cervezas. Le dimos las gracias y Hyukjae le hizo un amable gesto con la cabeza que me tuvo intrigado durante un momento. Pero la camarera se limitó a sonreír educadamente, por lo que deduje que sólo eran amigos.
Me bebí la cerveza mientras observaba a la camarera atravesar la puerta de vaivén situada en la otra pared alargada del bar. Vi objetos de acero, movimiento y el ruido de gente preparando comida. Supuse que era la cocina. Una amplia arcada, cerca de la puerta de la cocina, daba acceso a una estancia de un tamaño considerable, que parecía contener un par de mesas de billar americano. Más allá, vi un pasillo junto al escenario que desaparecía tras doblar un recodo. Unos letreros indicaban que los lavabos se encontraban allí.
Mientras observaba el pasillo, me fijé en las dos mujeres que habían estado mirando a los chicos de la banda. Siwon y yo les bloqueábamos la vista, puesto que estábamos sentados en un extremo de la mesa. La que miraba a Hyukjae con evidentes deseos de ligárselo no parecía agradarle que yo estuviera sentada junto a él. De hecho, parecía muy cabreada. Me volví apresuradamente de espaldas a ella.
Al cabo de un momento, sentí que alguien se acercaba a mí por detrás. Mi cuerpo se tensó sin querer al tiempo que volvía la cabeza. ¿Acaso se disponía esa mujer a atacarme? Solté un pequeño suspiro de alivio al ver que un anciano se acercaba a nuestra mesa.
Iba bien vestido, con un pantalón de color caqui y una camisa roja con el nombre del bar bordado en la esquina superior. Debía de rondar los cincuenta, tenía el pelo entrecano y el rostro curtido. No parecía sentirse muy contento.
—¿Estáis listos, chicos? Actuáis dentro de cinco minutos —dijo soltando un prolongado suspiro.
—¿Te sientes bien, Soo? —le preguntó Hyukjae, arrugando ligeramente el ceño.
Pestañeé. Soo debía de ser el dueño del Bar SM.
—No...Jessica me ha dejado plantado por teléfono, no piensa volver. He tenido que pedir a Key que esta noche trabaje dos turnos para atender a la gente como es debido. —Miró irritado a Hyukjae. Eso me extrañó, hasta que recordé que su antigua compañera de apartamento, Tiffany, se había marchado repentinamente por su culpa. Al parecer, la historia se repetía.
Hyukjae miró enojado a Kangin. Éste, que parecía un tanto turbado, bebió un largo trago de cerveza antes de farfullar:
—Lo siento, Soo.
Soo suspiró y sacudió la cabeza. Supuse que se trataba de gajes del oficio relacionados con la banda a los que Soo estaba acostumbrado. No pude evitar sentir lástima de él.
—Yo he trabajado de camarero —dije, sorprendiéndome a mí mismo—. Necesito encontrar trabajo, y un empleo de noche será perfecto cuando comiencen las clases.
Soo me miró con curiosidad y luego a Hyukjae. Éste sonrió y nos señaló con su botellín.
—Te presento a mis nuevos compañeros de apartamento, Siwon y Donghae.
Soo asintió con la cabeza y me miró con atención.
—¿Has cumplido los veintiuno?
Yo sonreí, nerviosa.
—Sí, en octubre. —Me pregunté por un instante qué hubiera hecho Soo si le hubiera dicho que no mientras me bebía una cerveza. Él volvió a asentir.
—De acuerdo. Necesito ayuda, y enseguida. ¿Puedes empezar el lunes a las seis de la tarde?
Miré a Siwon, preguntándome si no debí de consultarlo antes con él. Puesto que su trabajo de becario era de día, sólo podríamos estar juntos por las noches. Pero él me miró sonriendo, y, cuando arqueé las cejas en un gesto interrogante, asintió con la cabeza de forma casi imperceptible.
—Sí, de acuerdo. Gracias —respondí con tono quedo.
Así fue como en menos de veinticuatro horas de llegar a esta nueva ciudad conseguí trabajo.
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