Consecuencias
Me moví en su cama por enésima vez. Hyukjae me rodeaba con el brazo y dormía como un tronco, con la mejilla apoyada en su otro brazo y el rostro vuelto hacia mí. Toda duda y preocupación se habían borrado de su semblante perfecto. Yo no estaba seguro de que se hubieran borrado del mío. Había hecho por fin una elección, y, en el fragor del momento, había elegido a Hyukjae. Me seguía pareciendo un poco surrealista. Me acurruqué contra su costado y suspiré satisfecho. Traté de imaginar que estaría con él cada noche, que tendríamos una relación abierta como él deseaba, como ambos deseábamos. Había sido una idea tabú durante tanto tiempo que en esos momentos me costaba imaginármelo.
Volví a moverme en la cama. Había un último obstáculo que salvar antes de poder imaginar que seguiría adelante con Hyukjae..., un obstáculo que me destrozaba el corazón. Siwon. Debería levantarme y regresar a nuestra habitación. Anoche no debí arriesgarme a venir de nuevo a la habitación de Hyukjae para volver a hacer el amor con él. Al parecer, era incapaz de obrar de forma juiciosa en lo que se refería a ese hombre tan extraordinario. Pero Hyukjae tenía razón, era una mala idea. Siwon no debía averiguar jamás que manteníamos una relación íntima. Recordé su reacción en mi sueño. No podía imaginar siquiera su verdadera reacción si nos descubría juntos. Especialmente ahora que sabía que yo le había mentido, que sospechaba de nosotros.
Debía decírselo. Debía contárselo... todo. Pero no sabía cómo hacerlo.
Suspirando, retiré el brazo que Hyukjae tenía apoyado sobre mí. Él murmuró algo en sueños y trató de abrazarme. Sonreí y le aparté un mechón de la frente, besándolo con dulzura. Recogí mis ropas, que había arrojado con prisas al suelo, y me vestí. Luego, abrí la puerta y, después de dirigir una última mirada a Hyukjae, que dormía apaciblemente, con la sábana cubriéndole a medias su físico perfecto, la cerré y me encaminé a mi habitación.
Me metí en la cama con el máximo sigilo. Siwon no se movió cuando me acosté junto a él, y esa vez no lo miré. Me coloqué de espaldas a él, tratando de respirar con calma. Esperé a que él se moviera, a que me obligara a volverme hacia él y le explicara dónde
había ido. Pero no lo hizo. Dormía tan profundamente como Hyukjae cuando lo había dejado. Por fin, el cansancio se apoderó de mí y me quedé dormido, pensando en las caricias íntimas que Hyukjae y yo nos habíamos prodigado.
Al poco rato, me desperté de un sueño muy agradable, impaciente por volver a ver a Hyukjae. Siwon aún dormía, pero estaba seguro de que Hyukjae ya estaría despierto. Entré deprisa en el baño para arreglarme un poco y bajé rápidamente la escalera. Tal como había imaginado, Hyukjae estaba apoyado contra la encimera, de espaldas a la cafetera en la que había preparado café, sonriendo, con su habitual aspecto inmaculado, luciendo mi camiseta favorita de color azul vivo que daba a sus ojos un tono sobrenatural.
—Buenos...
Pero no pudo terminar la frase antes de que mis labios se apretaran contra los suyos y mis manos se enredaran en su fabuloso cabello. Él me devolvió el beso con ardor al tiempo que apoyaba las manos en mis mejillas.
—Te he echado de menos —murmuré entre nuestros labios.
—Y yo a ti —respondió en tono quedo—. Me sentí fatal al despertarme y comprobar que no estabas a mi lado.
Cualquiera hubiera dicho que hacía días que no nos veíamos en lugar de horas. Me deleité con su olor, con el tacto de su piel, con su sabor. Gocé sintiendo su calor, sus suaves manos deslizándose por mis hombros, su pelo entre mis dedos y su lengua acariciando la mía. No quería que dejara de besarme. De pronto, se apartó de mí y avanzó unos pasos hacia la mesa.
—Tenemos que hablar sobre Siwon, Donghae...
En ese preciso momento, Siwon entró en la cocina.
—¿Qué decías sobre mí? —preguntó secamente.
Por suerte, Hyukjae y yo nos hallábamos a unos pasos de distancia cuando Siwon apareció de forma inesperada, pero mi corazón se puso a latir a mil por hora. Hyukjae, que había conservado la compostura, respondió sin alterarse:
—Acababa de preguntarle a Donghae si les apetece salir hoy conmigo y con los chicos. Han organizado una cosa en EMP...
Siwon lo interrumpió mientras yo miraba a Hyukjae estupefacto. ¿Acababa de ocurrírsele esa excusa o tenía planeado ir allí ese día?
—No, nos quedaremos aquí.
No me pasó inadvertido el tono de Siwon al decir «nos», y tampoco a Hyukjae. Se puso pálido y dijo:
—De acuerdo, si cambian de opinión, vengan. Estaremos allí todo el día.
En la cocina, se produjo una extraña tensión, y Hyukjae rompió por fin el silencio.
—Debo irme..., tengo que recoger a los chicos. —Después de dirigirme una mirada cargada de significado sin que Siwon se diera cuenta, nos dejó a los dos solos en la cocina, en la que de pronto se hizo el silencio.
Al cabo de unos momentos, oí que se cerraba la puerta. El coche de Hyukjae rugió al arrancar y partió. Se había marchado, sin más, y sentí que el corazón me daba un vuelco. Por la mirada que me había dirigido antes de irse, comprendí que quería darme tiempo para que hablara con Siwon, y yo aún no estaba preparado. Ni siquiera estaba seguro de ser capaz de hacerlo. ¿Cómo puedes partirle el corazón a una persona a la que quieres? Y yo lo quería... A pesar de todo, seguía queriéndole. El amor no se apaga dándole a un interruptor.
Pasé buena parte de la tarde tumbado en el sofá, durmiendo..., o fingiendo que dormía, mientras Siwon me observaba desde la butaca; el sonido del televisor de fondo servía tan sólo para aliviar el silencio abrumador que se había hecho entre nosotros. Aún no estaba preparado para destruirlo. No estaba seguro de que pudiera estarlo alguna vez. No sabía cómo decirle a una persona que durante mucho tiempo lo había significado todo para mí que se había acabado todo entre nosotros.
Durante todo el día, sentí sus ojos oscuros fijos en mí..., pensando. Siwon era brillante. La única razón por la que aún no había comprendido lo que sucedía era porque me amaba. Se negaba a ver mis defectos y odiaba hacerme daño. Reconocer mi traición lo obligaría a hacer ambas cosas.
Pero, por más que él evitara hablar, podía verlo en sus ojos: el temor, las dudas. Comprendí que al fin tendría que hacer acopio de valor y hacerme la fatídica pregunta: «¿Estás enamorado de otro?»
Cada mirada que me dirigía, cada vez que me tocaba, cada conversación que iniciaba conmigo hacían que yo temiera que me lo preguntara. Que me preguntara si iba a abandonarlo. Que me preguntara si estaba enamorado de Hyukjae. Cada vez me tensaba aterrorizado. No sabía qué le respondería cuando me lo preguntara.
Pero las preguntas no llegaban...
No me preguntó en ningún momento sobre la mentira que la víspera había descubierto que yo le había dicho. No me preguntó por el verdadero motivo de que le hubiera propinado a Hyukjae ese tremendo bofetón. Las pocas veces que hablamos esa tarde, que se me hizo insoportablemente larga, él parecía rehuir cualquier tema de conversación que condujera a Hyukjae.
Al final del día, su expresión era más taciturna, su talante más introspectivo. Al fin, toda conversación entre nosotros cesó y empecé a evitar sus miradas sombrías y acusadoras.
Hyukjae regresó tarde, horas después de que el sol se hubiera puesto sobre nuestro gélido hogar. Al entrar en la cocina, nos vio a Siwon y a mí terminando de cenar en silencio. Me miró, probablemente preguntándose si había hablado con Siwon. Sólo pude negar con la cabeza de forma casi imperceptible. Él lo captó. Su rostro mostraba una expresión angustiada y supuse que daría media vuelta y se marcharía de nuevo, pero, tratando de calmarse, dejó las llaves en la encimera y sacó una cerveza del frigorífico. Su mirada abatida me afectó profundamente, y no pude evitar mirarlo, aunque sabía que Siwon no dejaba de observarme. Deseaba acercarme a él y explicárselo, pero sabía que no podía.
Sin apartar los ojos de mí, Siwon le dijo a Hyukjae:
—Hola. Se me ha ocurrido que salgamos los tres. ¿Qué les parece Shack? ¿Les apetece que vayamos de nuevo a bailar? —Su acento dio una curiosa entonación a la palabra «bailar». El corazón me dio un vuelco. ¿Por qué quería volver allí? Bajé la vista y la fijé de nuevo en mi plato.
Oí a Hyukjae restregar el suelo con los pies, nervioso.
—Sí..., desde luego —respondió en voz baja.
El corazón me latía a mil por hora y me abstuve de alzar la vista, concentrándome en mi comida y mi respiración. Aquello no pintaba bien..., nada bien.
Hyukjae tomó su cerveza y subió a su habitación. Siwon y yo terminamos nuestra tensa cena en silencio, sin que él apartara los ojos de los míos. Terminé antes que él y, tras murmurar que iba a arreglarme, subí la escalera dispuesto a afrontar una velada que estaba seguro que sería tan espantosa como la última que habíamos compartido los tres.
Cuando pasé frente a la puerta de Hyukjae, comprobé que estaba cerrada, y, durante un instante, pensé en entrar y explicarle por qué no había tenido el valor de hablar con Siwon. Pero no pude. Tampoco estaba preparado para tener esa conversación con él. Suspiré y me dirigí al baño para peinarme..., cualquier cosa con tal de evitar que esos pensamientos se agolparan en mi mente.
Por fin, durante el trayecto en coche hacia el bar, Siwon rompió sus largas horas de silencio.
—¿Has decidido lo que quieres hacer durante las vacaciones de invierno? —preguntó con un tono seco y marcadamente acentuado que me chocó. Se volvió hacia mí y su expresión se suavizó por primera vez en todo el día; tenía los ojos húmedos y relucientes—. Me gustaría llevarte a casa..., durante las vacaciones. ¿Lo pensarás, Donghae? —al pronunciar mi nombre le tembló un poco la voz.
Percibí con claridad la verdadera pregunta que me hacía: «¿Me elegirás a mí?» Sólo atiné a asentir con la cabeza, notando que tenía también los ojos húmedos. Volví la cabeza para contemplar a través de la ventanilla la ciudad que volaba frente a mí. Así era cómo me sentía yo; como si volara hacia algo y fuera demasiado tarde para detenerlo.
Siwon y yo llegamos antes que Hyukjae. Éste parecía querer retrasar la inevitable tensión que se produciría. Deseé no estar allí. Siwon me condujo a través del bar, hacia la puerta que daba acceso al jardín situado al fondo. Cuando la abrió, vi un letrero colgado en ella que decía «Fiesta de Invierno Para Aliviar el Frío». Al parecer, habían decidido celebrar el frío polar que impregnaba el ambiente.
Aunque hacía mucho frío para sentarse en el jardín y beber cerveza, había muchas personas en el exterior del local, y Siwon me condujo a la misma mesa en la que nos habíamos sentado la última y fatídica vez que habíamos ido allí. No sabía si lo había hecho adrede o no. Dirigí la vista hacia la verja del jardín, hacia el quiosco de café exprés. ¿Sabía Siwon lo de esa noche? Traté de obligar a mis tripas a dejar de atormentarme. Siwon pidió unas bebidas para los tres, y él yo nos bebimos nuestras cervezas en silencio; observé que estaba muy serio y pensativo.
Cuando vi a Hyukjae salir al jardín, contuve el aliento. Fue una reacción involuntaria. Confié en que Siwon no se hubiera percatado. Estaba, como de costumbre, espectacular. Se acercó tranquilamente a nuestra mesa; sus ojos mostraban una curiosa serenidad. Incluso sonrió a Siwon cuando se sentó junto a mí. Mi corazón se aceleró un poco, en parte debido a los nervios y en parte debido a su proximidad.
El local estaba muy concurrido. A través de los altavoces colocados alrededor del jardín, sonaba una música estridente, y varias personas habían salido a la improvisada pista de baile y se divertían en el gélido ambiente. Confié en que Siwon no hablara en serio al proponer que bailáramos. En esos momentos, con la furia con que me latía el corazón y la opresión que sentía en el estómago, me sentía incapaz de fingir que tenía ganas de bailar. Observé a los borrachos procurando entrar en calor con el movimiento físico y tirité un poco de frío. De nuevo, me pregunté por qué Siwon nos había sentado allí en lugar de guarecernos en el interior del local. Apoyé las manos, que tenía heladas, en el regazo, resistiendo el deseo de alargar una debajo de la mesa y tomar la de Hyukjae.
Ignoro cuánto tiempo permanecimos en silencio. Hyukjae y yo observamos a la multitud, pero evitando mirarnos. Siwon no me quitaba ojo, pero, al cabo de un rato, empezó a sonarle el móvil. Sorprendido, lo miré mientras él atendía tranquilamente la llamada. Después de decir unas cuantas frases, colgó. Luego me miró, suspirando, y dijo:
—Lo siento. Me necesitan en la oficina. —Volviéndose hacia Hyukjae, añadió—: ¿Puedes acompañarlo luego a casa? Tengo que irme. —Hyukjae asintió con la cabeza y Siwon se levantó para irse. Estaba demasiado estupefacto por el giro que habían tomado los acontecimientos para articular palabra. Siwon se inclinó hacia mí y preguntó en voz baja—: ¿Pensarás en lo que te he preguntado? — Murmuré en sentido afirmativo y él me tomó la cara en sus manos y me besó tan profundamente que gemí y le rodeé el cuello con las manos de manera instintiva. El corazón me latía como loco y me aparté de él, jadeando un poco.
Hyukjae se removió en su silla y, durante un segundo, imaginé el terrorífico espectáculo de Hyukjae atacando a Siwon. Hyukjae se aclaró la garganta y se removió de nuevo en la silla cuando Siwon se despidió de los dos, dio media vuelta y abandonó el bar. Observé cómo se alejaba con el corazón latiéndome todavía con furia. Al llegar a la verja, volvió su hermoso rostro y me miró por última vez. Asintió ligeramente y sonrió durante un instante al comprobar que yo lo observaba, tras lo cual entró en el bar para abandonarlo por la puerta principal.
Me volví aturdido y miré a Hyukjae. ¿Estaba enojado conmigo por lo que acababa de suceder? ¿Estaba enojado porque yo no había hablado todavía con Siwon? Supuse que comprendía lo duro que me resultaba. Pero al mirarlo a los ojos sólo vi reflejado en ellos el amor que sentía por mí.
Me tomó la mano debajo de la mesa y se puso a hablar como si él fuera mi acompañante y mi novio no acabara de despedirse de mí con un apasionado beso antes de abandonar el bar.
—Me pregunto..., ya que supongo que no querrás llevarme todavía a conocer a tus padres... —Se detuvo y me dirigió una mirada cargada de significado—. Lo cual entiendo perfectamente. —Sonrió—. ¿Te gustaría pasar las vacaciones de invierno aquí conmigo? O bien podríamos ir a Incheon. Es un lugar precioso y... —Se detuvo y me miró con curiosidad—. Bueno, si no quieres ..., no tendremos que salir de la habitación. —Me sonrió con picardía.
Contemplaba sus ojos oscuros y escuchaba sus palabras..., pero no lo veía, y no asimilaba lo que decía, aparte de que quería pasar las vacaciones de invierno conmigo. Sin saberlo, me había propuesto lo mismo que Siwon. Hyukjae continuó hablando sobre lo que podríamos hacer y yo desconecté.
Empecé a pensar en lo que Siwon me había preguntado en el coche. Quería llevarme a su casa para presentarme a sus padres antes de que nos trasladáramos allí. Pero ése ya no era el plan. Para entonces ya habríamos roto, y él se iría a su casa solo. Tragué saliva para aliviar el nudo que me atenazaba la garganta y mi mente me torturó haciéndome evocar todos los recuerdos que tenía de él.
Recordé nuestro primer encuentro. Siwon había sonreído a todos los estudiantes mientras entraba en el aula, y al verlo contuve el aliento. Bajé la vista cuando él me sonrió. El profesor le había pedido que repartiera unos ejercicios a los alumnos, y, como yo estaba sentado en el extremo de la fila, me entregó una pila para que se los pasara a los demás.
—Hola, ¿qué te ha parecido la clase? —me preguntó en voz baja, y mi sorpresa al oír su delicioso acento y, para ser sincero, el hecho de tener su atractivo rostro tan cerca del mío hicieron que se me cayera toda la pila de ejercicios al suelo.
—Lo siento mucho —dije, arrodillándome junto a él para ayudarlo a recogerlos. Supuse que me había puesto colorado como un tomate.
—No pasa nada —respondió con amabilidad. Cuando terminamos de recogerlos, extendió la mano y dijo—: Me llamo Choi Siwon.
Se la estreché.
— Donghae... Lee Donghae —farfullé.
Me ayudó a incorporarme y me entregó con cuidado la pila de ejercicios.
—Encantado de conocerte, Donghae. —Lo dijo con tono cálido, e incluso ahora recuerdo la emoción que sentí al oírle pronunciar por primera vez mi nombre con su peculiar acento. A partir de ese día, no pude dejar de mirarlo, hasta el punto de que me costaba concentrarme en la clase.
Recordé nuestra primera cita. Me había propuesto salir una tarde en la residencia de estudiantes. Me llevé una sorpresa y accedí encantado, aunque procuré que no se me notara en la cara cuando respondí con tono despreocupado: «De acuerdo». Me recogió esa noche y fuimos a un restaurante estupendo situado frente al río. Me sugirió un plato delicioso pero me dejó elegir. No me dejó ver siquiera la cuenta, y estuvimos conversando muy animados durante toda la cena. Más tarde, me tomó de la mano mientras caminábamos por la acera, charlando alegremente, sin que ninguno de los quisiera que terminara la velada. Cuando concluyó, me acompañó a la puerta de mi habitación y me besó de la forma más dulce y tierna como nadie me había besado jamás. Creo que me enamoré de él esa noche.
Regresé de sopetón al presente cuando Hyukjae me hizo una pregunta a la que no respondí de inmediato. Por fin, cuando me la hizo por segunda vez, oí su pregunta.
—¿Te he perdido, Donghae? —Me sonrojé al darme cuenta de que no tenía ni idea de qué estaba hablando. Me acariciaba cariñosamente la mano con su pulgar, pero me miraba con gesto preocupado—. ¿Te sientes bien? ¿Quieres volver a casa?
Asentí, sin poder articular aún palabra. Nos levantamos y él me condujo apoyando una mano en mi espalda hacia la puerta de la verja. En cuanto vi el aparcamiento, traté de localizar el coche de Siwon. Pero no estaba; se había marchado. Sin querer, dirigí la vista hacia el fatídico quiosco de café exprés. Hyukjae se percató y, apretándome la mano, me miró sonriendo con dulzura mientras la verja se cerraba detrás de nosotros. Pero, al ver el quiosco de café, no pude evitar pensar en Hyukjae y recordar nuestra noche de atormentada dicha. Me hizo evocar unos tiempos más puros, menos complicados..., con Siwon.
Recordé la primera vez que estuvimos juntos..., la primera vez que me acostaba con un hombre. Llevábamos saliendo dos meses. Para un chico de veintipocos años, había sido una eternidad, pero no me había presionado en ningún momento. Nos besábamos y... hacíamos otras cosas..., durante el tiempo que yo quisiera, pero en cuanto lo apartaba él se retiraba sin protestar. Jamás hizo que me sintiera culpable por ello, lo cual provocó que lo deseara más. Él sabía que era la primera vez que yo estaba con un chico y procuró que fuera una ocasión especial. Alquiló una cabaña y pasamos en ella un largo fin de semana invernal. La primera vez que estuvimos juntos fue tan mágico como en las películas: el calor de la chimenea, unas cálidas mantas y una música envolvente. Él se tomó su tiempo conmigo, asegurándose de que me sentía cómodo en todo momento..., y así fue. Se comportó de una forma tan increíblemente gentil y delicada que ni siquiera me dolió. Más tarde, me estrechó contra su pecho y me dijo por primera vez que me quería, y yo, como es natural, rompí a llorar y le dije que también lo quería..., lo cual propició nuestro segundo encuentro sexual.
Cuando regresé a la realidad, comprobé que Hyukjae me conducía hacia su coche. Hablaba con tono quedo. Su tema se centraba ahora en lo que podíamos hacer ese verano.
—Cuando dejé el instituto, recorrí la costa haciendo autostop. Así fue como conocí a Heechul. En cualquier caso, deberíamos ir, te encantará. Hay unas cuevas...
Desconecté. Con cada paso que daba, acudían a mi mente más recuerdos entrañables de Siwon.
Avanzamos dos pasos hacia el coche y me asaltaron recuerdos de varios cumpleaños, el último cuando cumplí los veintiuno, cuando él me llevó a un bar local y me sostuvo cariñosamente el pelo hacia atrás mientras yo vomitaba como un descosido. Recuerdos de Navidades pasadas en casa de mis padres, acurrucado sobre sus rodillas observando a mi familia intercambiar regalos navideños. Recuerdos de una docena de rosas rojas que me regaló el día de San Valentín..., y mi cumpleaños..., y nuestro aniversario, siempre con su sonrisa de despistado pintada en la cara.
Otro paso más me trajo recuerdos de haberme intoxicado con comida en mal estado y de Siwon aplicándome una compresa fría en la frente y trayéndome un vaso de agua. Recuerdos de él haciéndome probar sus nuevas recetas culinarias, la mayoría deliciosas, aunque un par eran incomibles. Recuerdos de los dos abrazados en su cama, mirando una película. Recuerdos de ponernos a estudiar juntos para un examen..., pero terminar haciendo el amor.
Unos cuantos pasos más me trajeron recuerdos de haber recorrido el país en su destartalado coche, arrojándonos patatas fritas el uno al otro, jugando al juego del alfabeto de las matrículas durante horas, cantando las melodías que sonaban por la radio y divirtiéndonos con el sonido gutural de las canciones country mientras atravesábamos el Medio Oeste, zambulléndonos en un río helado para refrescarnos, haciendo el amor en su coche en una zona de descanso desierta.
Con otro paso más vinieron recuerdos de nosotros dos paseando por el embarcadero, durmiéndome junto a él en el sofá, bailando juntos en el bar, Siwon diciéndome con tono arrobado que yo era su corazón...
Él era mi confort. Mi consuelo. Prácticamente todo a lo que me había enfrentado en mi joven existencia lo había superado gracias a él, porque siempre estaba allí para apoyarme con sus dulces palabras y su tierno corazón. ¿Tendría eso con Hyukjae? Recordé nuestras airadas peleas, lo que nos habíamos dicho para herirnos mutuamente. Siwon y yo rara vez nos decíamos cosas desagradables..., pero con Hyukjae...
¿Qué ocurriría en una relación con él? Sin duda, tendríamos discusiones, que podrían ser muy ásperas. Repasé la trayectoria de toda nuestra relación y lo que inundó mi cerebro fue la imagen de una montaña rusa —arriba y abajo, arriba y abajo—, volando de un extremo al otro. ¿Sería así mi relación con él? ¿Unos continuos altibajos? ¿Podía ser feliz viviendo de esa forma?
A mí gustaba la estabilidad. Me gustaba sentirme seguro. Era una de las razones por las que Siwon y yo sintonizábamos tan bien. Él era como un lago de aguas frescas, me calmaba, me apoyaba y, ante todo, no cambiaba nunca. Hyukjae... Hyukjae era como el fuego: apasionado, emotivo y ardiente hasta los tuétanos. Pero el fuego no dura..., la pasión acaba extinguiéndose..., ¿y entonces qué? Hyukjae tenía muchas opciones entre las que elegir. Un día, cuando esa pasión se desvaneciera, y por mucho que me amara, se rendiría ante una de las hermosas mujeres que lo rodeaban siempre. Unas mujeres impresionantes que se arrojaban constantemente a sus brazos. Yo no era nada especial físicamente, por más que él insistiera en que era precioso. Y Hyukjae tenía talento, algún día alcanzaría sin duda el éxito. ¿Y entonces qué? El número de personas que lo rodeaban siempre se cuadruplicaría. ¿Cómo podría resistirse siempre a ellos? Eso no ocurriría nunca con Siwon, de eso estaba convencido, pero con Hyukjae... Sabía que se odiaría por ello, pero era más que posible que ocurriera.
Me detuve, me solté bruscamente de la mano de Hyukjae y él se detuvo también. No podía hacerlo. No podía dejar al hombre que había constituido mi vida durante tanto tiempo que no me imaginaba siquiera la vida sin él. Al menos... en ese momento. Necesitaba más tiempo. Necesitaba estar seguro de que Hyukjae y yo teníamos una relación que podía funcionar antes de tirar por la borda un futuro prometedor con un hombre bueno al que amaba con toda mi alma.
Kellan avanzó un paso y luego se volvió hacia mí. Su rostro a la luz de la luna era maravilloso, sereno y, al mismo tiempo, profundamente triste. Sus ojos casi me partían el corazón, y tuve que desviar la mirada. No sólo relucían demasiado, sino que el color intenso había cristalizado en lo que podía convertirse fácilmente en lágrimas. Lo que me desgarró el corazón fue la serena resignación que dejaban entrever.
Él observó mi expresión durante un minuto y luego dijo con tono quedo:
—Te he perdido, ¿verdad?
Contemplé su sereno semblante, sorprendido. ¿Era posible que me conociera mejor que yo mismo? ¿Había sabido siempre que yo le haría esto?
—Hyukjae, yo..., no puedo hacerlo..., aún no. No puedo dejarlo. Necesito más tiempo...
Su apacible rostro se alteró, y sus ojos mostraron una expresión de contrariedad.
—¿Tiempo? Donghae..., nada va a cambiar aquí. ¿De qué te sirve el tiempo? —Movió la cabeza en dirección a nuestra casa—. Ahora que sabe que le mentiste, el tiempo le hará más daño. —Se refería a que mi indecisión lastimaría a Siwon; pero, al comprobar que sus ojos relucían aún más, deduje que se refería también a él mismo.
—Hyukjae, lo siento mucho... Por favor, no me odies —murmuré sintiendo que tenía también los ojos llenos de lágrimas.
Se pasó las manos por la cabeza y las apoyó unos instantes sobre su alborotado cabello antes de dejarlas caer de nuevo.
—No, Donghae..., no. —Su voz denotaba una emoción contenida, y sentí que el temor se apoderaba de mí.
—¿A qué te refieres? ¿Que no me odias o... que me odias? Mi voz se quebró al final de la frase y tragué saliva para aliviar el nudo que se me había formado en la garganta.
Al ver mi angustiado rostro, apoyó una mano en mi mejilla y respondió con tono tenso:
—No puedo concederte más tiempo. No puedo hacerlo. Me está matando...
Meneé la cabeza mientras las lágrimas rodaban por fin por mis mejillas.
—Por favor, Hyukjae. No me obligues...
—¡Uf, Donghae! —Apoyó su otra mano en mi otra mejilla y me sujetó el rostro con fuerza, interrumpiendo mi protesta. —Debes elegir ahora mismo. No lo pienses siquiera. A mí... o a él. —Enjugó con sus pulgares las lágrimas que caían sobre ellos—. ¿Él o yo, Donghae?
Sin pensar, respondí:
—Él.
El aire a mi alrededor parecía vibrar con el repentino silencio que se impuso entre nosotros. Contuvo el aliento y me miró con los ojos desmesuradamente abiertos. Contuve el aliento y lo miré con los ojos desmesuradamente abiertos. ¡Cielo santo! ¿Por qué había dicho eso? ¿Era eso... lo que deseaba? Era demasiado tarde para retractarme de mi precipitada elección. Era demasiado tarde para desdecirme. Vi caer una lágrima sobre su mejilla, una lágrima que parecía confirmar la palabra que yo había pronunciado. El mal estaba hecho. Aunque quisiera, no podía dar marcha atrás.
—Ya —murmuró por fin.
Empezó a retirar sus manos de mi rostro y a retroceder, pero lo sujeté con fuerza y traté de atraerlo hacia mí.
—No, Hyukjae... espera. No me refería...
Él achicó los ojos.
—Por supuesto que sí. Has respondido instintivamente. Ha sido tu primer pensamiento..., y por regla general los primeros pensamientos son los acertados —dijo con tono gélido. Luego, cerró los ojos y tragó saliva—. Lo has dicho con el corazón. Es a él a quien llevas en el corazón...
Le tomé las manos y las sostuve con firmeza frente a nosotros mientras él respiraba hondo varias veces para calmarse. Vi en su rostro la pugna que sostenía consigo mismo para controlar su furia, y me devané los sesos en busca de algo que decir que pudiera reparar el daño que había causado con mi precipitación. Pero no se me ocurrió nada. No se me ocurrió ninguna frase genial para subsanar mi error.
Cuando su rostro se hubo calmado, abrió los ojos y, al ver la tristeza que expresaban, sentí que se me partía el corazón.
—Te dije que si lo elegías a él yo me apartaría..., y lo haré. No quiero causarte problemas.
Su mirada era triste pero rebosaba amor.
—En cualquier caso, siempre supe que estabas enamorado de él —añadió con tono quedo—. No debí pedirte que eligieras..., porque ya lo habías hecho. Anoche, confié en que... —Bajó la vista y la fijó en la acera—. Debí marcharme hace tiempo. Me comporté de forma egoísta.
Lo miré sin dar crédito. ¿Creía haberse comportado de forma egoísta? Era yo quien había pasado de la cama de un hombre a la de otro... ¿Y él se consideraba egoísta?
—Creo que yo he dado un nuevo significado a esa palabra, Hyukjae.
Sonrió un poco cuando volvió a mirarme y se puso serio de nuevo.
—Estabas asustado, Donghae. Lo entiendo. Tienes miedo de renunciar a ciertas cosas... Yo también. Pero todo se resolverá. —Casi como para convencerse, repitió—: Todo se resolverá entre nosotros. —Hablaba en voz tan baja que apenas podía oírlo a través de la estridente música que llegaba a nosotros desde el jardín del bar.
Hyukjae me atrajo hacia él y me abrazó con fuerza. Yo le arrojé los brazos al cuello y deslicé los dedos entre su espeso y maravilloso pelo. Aspiré el olor de su piel que se mezclaba con el de su cazadora de cuero, saboreando cada segundo junto a él. Sus brazos me estrechaban con tal fuerza que apenas podía respirar. Pero no me importaba, estaba incluso dispuesto a dejar que me aplastara con su cuerpo. Ansiaba estar junto a él. Mi mente aún no había asimilado mi repentina decisión. No estaba seguro de lo que quería. Puede que Hyukjae tuviera razón..., quizá los primeros pensamientos son los acertados.
Con voz llena de emoción, me susurró al oído:
—No le cuentes nunca a Siwon lo nuestro. No te abandonará. Pueden quedarse en mi apartamento tanto tiempo como quieran. Incluso pueden alquilar mi habitación.
Me aparté para mirarlo mientras las lágrimas se deslizaban como un torrente por mi rostro. Él respondió a mi silenciosa pregunta al tiempo que una lágrima resbalaba por su mejilla, reluciente a la luz de la luna.
—Ahora debo irme, Donghae..., cuando aún tengo valor para hacerlo. —Me enjugó multitud de lágrimas de mis mejillas—. Llamaré a Chen para que venga a recogerte. El te llevará junto a Siwon. El te ayudará.
—¿Quién te ayudará a ti? —murmuré, escrutando su rostro
increíblemente perfecto a la luz plateada de la luna. Ahora sabía lo mucho que me quería. Sabía lo que significaba para él, y lo mucho que le costaba dejarme. Sabía lo que me costaba a mí, y sentí deseos de morirme.
Él pasó por alto mi pregunta y tragó saliva.
—Tú y Siwon pueden ir a Jeju y casarse. Pueden disfrutar de una larga y dichosa vida juntos, como debe ser. —Su voz se quebró al fin de la frase y otra lágrima rodó por su mejilla—. Prometo no inmiscuirme.
Pero yo no podía romper con él.
—¿Y tú? Estarás solo... —Necesitaba que me asegurara que estaría bien.
Sonrió con tristeza.
—Hae..., estaba claro que esto acabaría así.
Miré sus ojos oscuros y luminosos. Apoyé una mano en su mejilla y reprimí un sollozo. Él estaba dispuesto a renunciar a todo cuanto había deseado en el mundo, un amor real, profundo y sincero, sin oponer resistencia, para salvar mi relación con Siwon. Su bondadoso corazón me partió el mío.
—Te dije que eras una buena persona —musité.
—No creo que Siwon estuviera de acuerdo en eso —respondió también en un murmullo.
Le rodeé de nuevo el cuello con los brazos mientras una música lenta y evocadora se filtraba a través de la verja y resonaba a través de mi cuerpo. Le acaricié de nuevo el pelo y reprimí otro sollozo cuando él apoyó la frente contra la mía.
—Dios, cuánto voy a echarte de menos... —Su voz volvió a quebrarse y tragó saliva.
Era demasiado..., demasiado duro. Yo apenas podía respirar. No podía dejar que se fuera. Lo amaba demasiado. Aquello era demasiado duro. Era injusto..., todo me parecía injusto. No podía dejarlo marchar...
—Hyukjae, te pido por favor que no...
Se apresuró a interrumpirme.
—No, Donghae. No me pidas eso. No hay más remedio. Debemos detener este círculo vicioso, y ambos somos incapaces de mantenernos alejados el uno del otro..., de manera que uno de nosotros tiene que marcharse. —Emitió un prolongado suspiro y habló rápidamente, moviendo la cabeza contra la mía con los ojos cerrados—. De esta forma, Siwon no sufrirá. Si me marcho, quizá ni se cuestione tu mentira. Pero si me pides que me quede..., lo haré, y él acabará enterándose, y eso lo destruirá. Sé que no lo deseas. Yo tampoco, cielo. —Casi parecía como si se esforzara en pronunciar las palabras que era evidente que no deseaba pronunciar.
Un dolor lacerante recorrió mi cuerpo y no pude reprimir un sollozo.
—Pero duele mucho...
Me besó con ternura.
—Lo sé, cielo..., lo sé. Tenemos que soportar el dolor. Debo irme, esta vez para siempre. Si amas a Siwon, debemos poner fin a esto. No queda otra solución.
Me besó de nuevo y se apartó para mirarme. Tenía los ojos húmedos y reflejaban tanto dolor como supongo que reflejaban los míos. Metió la mano en el bolsillo y sacó un objeto. Extendió el puño cerrado y me obligó suavemente a abrir la mano con su otra mano. Poco a poco, abrió el puño y depositó algo en la palma de mi mano.
A través de las lágrimas que empañaban mis ojos, miré lo que me había dado. Era una delicada cadena de plata. De ella pendía una guitarra también de plata, y en el centro tenía engarzado un diamante circular de al menos un quilate. Era a la vez sencillo y espectacular: perfecto, como él. Contuve el aliento, sin poder articular palabra. Mi mano empezó a temblar.
—No tienes que ponértela..., lo comprenderé. Sólo quería que tuvieras un recuerdo de mí. —Ladeó la cabeza y contempló mi rostro bañado en lágrimas—. No quiero que te olvides de mí. Yo no te olvidaré nunca.
Lo miré, sin poder apenas hablar debido al dolor que sentía.
—¿Olvidarme de ti? —La mera idea era absurda. Como si no estuviera grabado a fuego en mi alma—. Jamás podría... —Tomé su rostro en mis manos con el collar enlazado entre mis dedos—. Te amaré... siempre.
Acercó los labios a los míos y me besó profundamente. La música que sonaba detrás de nosotros alcanzó una mayor intensidad, resonando en mi corazón. Dudé de nuevo de poder seguir adelante con aquello, de ser capaz de dejar que me abandonara. Me parecía injusto. Su marcha, después de todo lo que habíamos pasado, me parecía del todo injusta. ¿Cómo podría sobrevivir sin él? El síndrome de abstinencia de una separación permanente me destrozaría. Ya lo echaba de menos; incluso con sus labios oprimidos contra los míos lo añoraba.
Saboreamos cada segundo que estuvimos juntos. Creí que el dolor me haría caer de rodillas. De mis labios se escapó un sollozo, y él me estrechó con fuerza contra su pecho. Apoyó una mano en mi mejilla y, al cabo de unos segundos, emitió un sollozo y me besó por última vez con una mezcla de dolor y frenesí. Aquello era injusto. No podía dejar que se alejara de mí. Tenía que decir algo, encontrar las palabras mágicas que harían que se quedara conmigo... Pero no sabía cómo. Sabía que mi vida no volvería a ser la misma cuando ese beso concluyera. Sabía que no quería que concluyera...
Pero nada dura eternamente.
El sonido de la verja al cerrarse de golpe a mi espalda alteró la forma en que recordaría ese último momento de ternura con Hyukjae.
Aterrorizado, me aparté de inmediato y miré a Hyukjae a los ojos, que los tenía abiertos como platos. Miraba a una figura que estaba junto a la verja. Pero yo no me atreví a volverme. No era necesario que lo hiciera. Sólo había una persona en este mundo capaz de provocar en el rostro de Hyukjae esa intensa expresión de temor, dolor y culpa. Todo mi cuerpo se echó a temblar.
—Lo siento mucho, Donghae —murmuró, sin apartar los ojos de la verja.
Siwon acababa de penetrar en nuestro pequeño círculo infernal y no podía dar marcha atrás. Ninguno de nosotros podíamos dar marcha atrás.
—¿Donghae...? ¿Hyukjae...? —Pronunció mi nombre como una pregunta y el de Hyukjae como una maldición. Se acercó a nosotros y Hyukjae y yo nos separamos enseguida. Parecía al mismo tiempo confundido y furioso. Había presenciado ese momento de ternura entre nosotros.
—Siwon... —Traté de decir algo, pero no pude. De pronto, comprendí que nos había mentido: no le habían llamado de la oficina. Se lo había inventado para ponernos a prueba... Una prueba que nosotros no habíamos superado.
Siwon me ignoró y miró a Hyukjae indignado.
—¿Qué diablos haces?
Traté de pensar en alguna excusa que Hyukjae pudiera alegar, pero lo miré estupefacto cuando dijo a Siwon la verdad.
—La he besado. Me estaba despidiendo de ella... Me marcho.
Al oír su respuesta, traté de contener mi desesperación mientras observaba la furia que se reflejaba en los ojos oscuros de Siwon. —¿La has besado? —Durante un instante, pensé que Siwon lo dejaría así, pero al cabo de un segundo le preguntó de sopetón—: ¿Has follado con el?
La conclusión a la que había llegado Siwon al oír la simple afirmación de Hyukjae me dejó helado. De modo que lo sabía, o al menos lo sospechaba. Miré a Hyukjae, rogándole en silencio que mintiera.
Pero no lo hizo.
—Sí —murmuró, estremeciéndose ante la crudeza con que se había expresado Siwon.
Siwon miró a Hyukjae boquiabierto. Ambos parecían haber olvidado mi presencia.
—¿Cuándo? —preguntó con aspereza.
Hyukjae suspiró.
—La primera vez fue la noche que rompieron.
Siwon arqueó las cejas al tiempo que elevaba el tono de voz. —¿La primera vez? ¿Cuántas veces ha pasado?
Cerré los ojos, confiando en que aquello fuera tan sólo una pesadilla.
—Sólo dos... —respondió Hyukjae con calma.
Al oír su contestación, abrí los ojos rápidamente. ¿Por qué había mentido sobre eso? Pero, cuando me miró con una expresión que lo decía todo, lo comprendí. Los últimos días que habíamos pasado juntos no constituían en modo alguno lo que Siwon le había preguntado de forma tan grosera. No era una mentira, tan sólo una verdad a medias. Pese al horror que me produjo la situación, su omisión me consoló un poco.
Hyukjae terminó con calma su reflexión, mirando a Siwon.
—Pero lo deseaba... cada día.
Sentí un pellizco en el corazón y el pequeño consuelo que me había proporcionado hacía unos instantes se disipó. Apenas podía respirar. ¿Qué se proponía Hyukjae? ¿Por qué le había dicho eso a Siwon? Yo debía de estar soñando. Aquello no podía ser real. No era real.
Ocurrió tan de repente que no tuve tiempo de asimilarlo. Siwon asestó a Hyukjae un puñetazo en la mandíbula y éste retrocedió de golpe debido al impacto. Recuperándose lentamente, Hyukjae se incorporó y se encaró de nuevo con Siwon, mientras le caía un hilo de sangre del labio.
—No quiero pelear contigo, Siwon. Lo lamento profundamente, pero no pretendíamos herirte. Luchamos contra... Tratamos de resistirnos a nuestra... mutua atracción. —El rostro de Hyukjae mostraba una profunda consternación; su dolor anímico era peor que su dolor físico.
—¿Trataron? ¿Trataste de no follar con el? —gritó Siwon, y volvió a golpearlo.
Mi mente quería gritar a Siwon que se detuviera. Mi cuerpo quería alejarlo de Hyukjae. Aparte de temblar de pánico y notar una dolorosa sensación de frío que me calaba hasta los huesos, no podía moverme. El estupor me tenía clavado en el sitio. Me quedé inmóvil, contemplando la escena como un idiota.
—¡Renuncié a todo por el! —Siwon lo golpeó repetidamente. Hyukjae no hizo nada por esquivar los golpes, ni para repeler a Siwon. De hecho, después de cada golpe se volvía hacia Siwon, ofreciéndole intencionadamente o no el mejor ángulo para que siguiera golpeándolo. Sangraba de unos cortes en la mejilla, el labio y el ojo—. ¡Me prometiste que no lo tocarías!
—Lo lamento, Siwon —murmuraba Hyukjae entre puñetazo y puñetazo, en voz tan baja que yo apenas alcanzaba a oírlo, y supongo que Siwon, cegado por su furia, no oía una palabra.
Quería que Siwon me gritara a mí, me culpara a mí, me golpeara a mí, considerándome al menos tan responsable o más de ese desastre, pero toda su furia iba dirigida contra Hyukjae. Yo había dejado de existir para él. En mi fuero interno, no cesaba de llorar, de gritar para que aquello terminara. Pero me quedé inmóvil, en silencio.
Por fin, las fuerzas abandonaron a Hyukjae y cayó de rodillas, jadeando, con su camisa azul manchada de sangre.
—¡Yo confiaba en ti! —le gritó Siwon, asestándole un brutal rodillazo en la mandíbula que tumbó a Hyukjae de espaldas.
Mi mente no podía asimilarlo. Empecé a rechazar esa realidad. Estaba soñando, no podía ser de otra manera. Aquello no era sino una pesadilla, mi peor pesadilla. No tardaría en despertarme. Pero me quedé inmóvil, como si estuviera atrapado en arenas movedizas.
Entonces, Siwon empezó a patearlo una y otra vez con sus pesadas botas, profiriendo una sarta de obscenidades con cada patada. Propinó a Hyukjae una brutal patada en el brazo, haciendo que sonara un chasquido que pese a mi estupor percibí con toda claridad. Hyukjae soltó un alarido de dolor, pero Siwon no se detuvo.
—¡Dijiste que eras mi hermano!
Sentí náuseas. Mi cuerpo temblaba de forma incontrolable. Las lágrimas rodaban por mis mejillas. Empecé a perder la noción de la realidad. ¿Me estaba volviendo loco? ¿Por eso no podía moverme, no podía gritar pidiendo auxilio? Ansiaba desesperadamente alejar a Siwon, golpearlo en caso necesario, pero permanecí inmóvil, escuchando horrorizado.
Otra veloz patada contra el costado de Hyukjae, y sonó otro chasquido al partirse una o dos costillas. Hyukjae volvió a gritar de dolor y escupió sangre, pero no hizo nada para defender su cuerpo, no dijo nada para defender sus actos, sólo repetía incesantemente:
—No quiero pelear contigo..., no quiero hacerte daño... Lo lamento, Siwon.
Si yo empezaba a perder mi cordura, Siwon había perdido la suya por completo. Era una persona totalmente distinta, que golpeaba a Hyukjae, cada vez más debilitado, como si quisiera matarlo. Su indignación inicial había dado paso a una furia desatada. No cesaba de cubrir a Hyukjae de improperios, profiriendo unas palabrotas que yo jamás le había oído decir. Parecía haber olvidado por completo que yo estaba presente, estupefacto y horrorizado.
—¡Tu palabra no vale nada! ¡Eres despreciable!
Hyukjae se estremeció y volvió la cabeza al oír esas palabras hirientes, y tuve la angustiosa sensación de que no era la primera vez que las oía. No era la primera vez que alguien le decía que era despreciable.
—Lo siento, Siwon.
Pero Siwon no hizo caso de sus disculpas y siguió pateándolo con saña.
—¡El no es una de tus putas conquistas!
De pronto, se detuvo, resollando en su fervor. Hyukjae se incorporó como pudo sobre un codo, con el cuerpo pateado, magullado y dolorido; la sangre le chorreaba de la boca, de un corte sobre el ojo y de la mejilla. Alzó la vista para fijarla en los enfurecidos ojos de Siwon y vi que tenía el rostro crispado de dolor.
Las siguientes palabras de Hyukjae me produjeron a la vez una infinita ternura y un terror abismal.
—Lamento haberte lastimado, Siwon, pero lo amo —dijo jadeando. Fijó los ojos en los míos, rebosantes de satisfacción. Parecía alegrarse de haberlo hecho por fin. De haber confesado abiertamente a su mejor amigo, a su hermano, que me amaba.
Sonriéndome con ternura, añadió una apostilla que hizo que su amigo perdiera los estribos.
—Y el también me ama.
Vi a Siwon perder el control. Mirando a Hyukjae enloquecido, lo vi cambiar el peso de su cuerpo de un pie a otro y disponerse a propinarle una patada en la cabeza con consecuencias desastrosas. Hyukjae no se movió. Me estaba observando, sin prestar atención a lo que Siwon se disponía a hacer. Sus ojos de un color sobrenatural estaban fijos en mí, absorbiéndome como si quisiera memorizarme. Sería lo último que haría.
Sin darme cuenta, grité:
—¡No!
Por fin, pude moverme y me arrojé al suelo para proteger a Hyukjae. El golpe fatal dirigido a él impactó en mi sien. Creí oír a Hyukjae gritar mi nombre, y luego todo se volvió negro.
*AAAHHHH!!!! POR FIN!!
Siwon no merecía tanto egoísmo por parte de ambos.
Ojalá hayan disfrutado de la lectura :)
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