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CAPÍTULO UNO


















Hanae levantó la vista del cuaderno que yacía en sus piernas mirando en dirección a la cabina de radio donde se encontraba su mejor amigo con una sonrisa dibujada en su rostro.

Ella sonrió al verlo feliz, al verlo disfrutar de aquello que amaba.

Milo hizo contacto visual con ella, estuvo buscando su mirada desde hace dos preguntas pasadas del entrevistador. Le sonrió guiñándole un ojo, para después regresar su vista al entrevistador que le estaba haciendo una nueva pregunta.

Hanae miró el reloj de su muñeca, quedaban al menos cuarenta y cinco minutos antes de que sus clases iniciaran, tenía tiempo si es que la entrevista no se alargaba a alguna dinámica o tendría que pedir un auto por la aplicación de su teléfono.

Se puso de pie para estirar las piernas, había permanecido tanto tiempo sentada que incluso la espalda le dolía.

Estar tanto tiempo en una misma posición causaba dolores de espalda, ella lo sabía bien. Los conocía bien.

Busco en el bolsillo de su chamarra su monedero caminando para salir de la pequeña sala de espera hacia el pasillo donde recordaba haber visto una máquina expendedora.

Su plan de estar junto a su amigo no era precisamente ese el que tenía en mente, pero no se quejaba, le agradaba verlo hablar de algo que le fascinaba y más cuando lo veía celebrar que tenía un nuevo papel para protagonizar, lo único malo era la distancia.

Cuando Milo se iba por semanas o incluso meses, la única ventaja era que existían las videollamadas, se acostumbró a tenerlo en casa la mayor parte del día en la última semana.

Las despedidas eran dolorosas para ambos.

Se agachó para tomar el agua que pidió en la máquina, la destapó para darle unos tragos. Cerró sus ojos unos segundos, se sentía cansada luego de haberse dormido tarde la noche anterior por hacer tareas, incluso Milo se quedó a su lado hasta que terminó. Quito la envoltura de la paleta que llevaba y antes de volver a la sala de espera en la cabina.

Entró con cuidado de no hacer demasiado ruido. Volvió hacia el cuaderno continuando el dibujo, era un retrato de su amigo, él ya tenía demasiados en su pared que ella le hacía, pero uno más no le dañaba a nadie o incluso podía subastarlo en internet si lograba que él lo firmara, sus seguidoras podrían pagar por eso y le generaría un ingreso extra.

Lo miró una vez más para ver sus expresiones, aún cuando conocía a la perfección cada una de sus expresiones, los lunares o la forma de su nariz.

Una sonrisa estaba plasmada en los labios del chico.

Milo se despidió de los entrevistadores para salir de la cabina encontrándose a Hanae.

— ¿Qué haces? — preguntó Milo al llegar junto a Hanae.

— Tarea — mintió ella guardando rápidamente el cuaderno en su mochila evitando que él se diera cuenta del dibujo.  — ¿Me llevarás a clases?

— Pero pasamos por un helado antes — propuso Milo haciendo un puchero.

Hanae negó con su cabeza la sonrisa en su rostro la delataba.

Milo tomó la mochila del piso colgándola en su hombro. Salieron los dos de la estación de radio despidiéndose de las personas a su alrededor.

— Me llamaron, tengo que irme  para otra película — aviso él chico cuando llegaron al auto.

Dejó la mochila de Hanae en la parte de atrás, abriendo la puerta para que ella se subiera.

Se colocó el cinturón de seguridad al igual que él. Acomodó su cabello.

— Te llamaré cada día antes de dormir — recordó Hanae.

Esa era su rutina al estar lejos, llamarse dos veces al día y enviarse mensajes cada cierto tiempo.

Milo subió al auto que dejó estacionado.

— ¿Cuándo te vas? — preguntó Hanae encendiendo la radio.

— El domingo — respondió el chico.

Beltrán saludó al oficial que estaba en el estacionamiento. El hombre los saludó ambos jóvenes.

Miró su celular, apenas era miércoles, tenían tiempo.

— El viernes hay una fiesta de la escuela, te gustaría ir — propuso Hanae.

— Si vamos por unos panqueques antes aceptaré.

— Algo de tu personaje se pego en ti — río Hanae.

— O algo de mi se pego en ellos.

Se detuvieron en una señal de tránsito. Hanae miró Milo quien le sonrió, una pequeña idea cruzó su cabeza haciendo que sacara su celular.

Por la radio del auto comenzó a sonar una melodía, Milo miró hacia su amiga al reconocer la canción.

— know it might be crazy, but did you hear the story? I think I heard it vaguely — Hanae tarareó moviendo sus manos. — A girl and a zombie.

— Oh, tell me more, boy, sounds like a fantasy — canto Milo. — What could be so wrong with a girl and a zombie.

La señal cambió, anunciando que podían avanzar.

— You're from the perfect paradise, and I'm living on the other side — canto Hanae.

Sacó de su mochila una pluma que usaba como micrófono, Milo no pudo evitar reírse de ella.

— Oh, I've got a feeling, if you get to know me. Right from the start, you caught my eye.

— Something inside me came to life
Ooh, I've got a feeling, if you get to know me.

Hanae vio la entrada de la escuela sabiendo que allí era su parada y que su helado tendría que ser pospuesto.

— Someday, this could be, this could be ordinary.

La chica desconectó su celular interrumpiendo la canción.

— ¡Oye! — se quejó Milo. — Estaba por llegar a la mejor parte.

— Tengo clases — anunció Hanae bajándose del auto. — Nos vemos en la noche.

— Pasó por ti a las siete.

Milo le lanzó un beso a su amiga, ella también le lanzó uno antes de despedirse.

Beltrán entró a clases con una sonrisa de oreja a oreja y una sensación en su estómago que fue calmada al ver la nota del examen de prueba que les hicieron el viernes pasado, tendría que estudiar más.

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