Historia 11- "Caza de brujas"
La caza de brujas empezó en la Edad Media, cientos de miles de mujeres fueron quemadas en la hoguera acusadas de practicar la brujería. En la antigüedad las mandaban a la ya mencionada hoguera, pero en la actualidad se las asesina o son mutiladas, como lo hacen en Tanzania. Las primeras condenas de brujos o brujas se realizaron en el siglo XIII, pero igualmente esta práctica es tan antigua como el hombre.
Recién en el siglo XIV o XV, la "Santa Iglesia Católica" se dedicó a la quema masiva, generalmente, de mujeres acusadas de practicar la brujería. Hoy en día es posible encontrar a una celestina, pero hubo una época en la que practicar este tipo de actividad (que cumple la celestina) era definitivamente peligroso. La iglesia comenzó a preocuparse por este asunto, de alguna manera, la brujería le restaba poder ya que mucha gente acudía al brujo o la bruja del pueblo para resolver sus problemas en lugar de consultar al sacerdote.
Para defender sus intereses, el clero comenzó una cruzada que incluía la persecución de los herejes (brujas, magos, hechiceros y curanderos), acusándolos de practicar acciones ajenas a la Iglesia y la religión. El mecanismo empleado consistió en vincular a las brujas con la figura del diablo, y utilizar las instituciones creadas para la supresión de la herejía creadas por el pontificado.
Julia estaba cansada de tantas brujas y brujos que ya estaba pensando que la profesora de catequesis era una de ellos. El tema era interesante pero cuando se daba cuenta que era pura fantasía, le restaba importancia. La profesora se gesticulaba y les explicaba a los alumnos que la brujería existía y que eran aquellos que simulaban "leerte la mano" para contarte sobre tu futuro.
La chica recostó su cabeza en el banco y cerró los ojos tratando de dormir, no podía ni aguantar a los chicos que le prestaban atención a la profesora ¡y pensar que todo este tema empezó con la pregunta de un chico de que las brujas existían!, pero como siempre, la profesora se dejó llevar y explicó todo el origen hasta en la actualidad. Parecía que solo había pestañeado, pero se había dormido y el grito de la profesora la despertó.
— ¡Julia!
Rápidamente, la chica se reincorporó e hizo como si no había pasado nada y siguió simulando que prestaba atención a la larga explicación interminable de la profesora. Luego de que les haya dictado la tarea para el hogar, la clase se levantó y se dirigió al recreo. Julia pudo observar como tres chicas de más o menos quince años llevaban ropa negra y estaban en una ronda comentando algo que las mantenía con un sumo interés. Brujas, pensó y se echó a reír, solo la idea de que estaban tramando la hacía tentarse, pero ella sabía que esas misteriosas chicas ocultaban algo.
Luego de que el recreo hubiera terminado, las tres misteriosas chicas no se dirigieron a las clases, se dirigieron al baño así que Julia decidió seguirlas. Espió por una rendija de la puerta y pudo ver como una de las chicas tenía un libro y la otra sacaba recipientes con cosas asquerosas de su bolso mientras otra escribía palabras ilegibles con un líquido rojo en el espejo. Un leve dolor en el estómago hizo que Julia dejara escapar un pequeño sollozo y esto provocó que las tres chicas a las que había llamado brujas se dieran la vuelta y vean quien las observaba. Julia sintió escalofríos que recorrían su cuerpo cuando las brujas se le acercaron.
— ¿Qué haces aquí, pequeña mocosa?— Preguntó una de las chicas mientras sin querer le escupía.
—Solo quería hacer... ya saben qué y-y pensé que estaba por interrumpir algo entonces esperé un poco más para ver qué pasaba y si... y si podía entrar o no— se explicó mientras una de las chicas la sostenía del brazo.
La excusa pareció bastarles a las tres brujas que la observaban de hito en hito, así que la dejaron hacer lo que había ido a hacer al baño y la echaron casi a rastras.
— ¡Esperen! Quiero saber lo que hacen, se los ruego ¡no se lo diré a nadie!— Suplicó.
Una de las chicas la miró a ella y luego al resto del grupo con una sonrisa en el rostro que significaba que tramaba algo. Le indicaron a Julia que no se moviera, ya que ellas lo iban a charlar, así que las jóvenes se fueron a un rincón del baño y charlaron pacíficamente sobre el tema, luego fueron en dirección a la chica que las miraba casi sin pestañear y le comentaron:
—Está bien, pero ni se te ocurra decir algo. Sino ya verás.
Julia asintió casi sin pensarlo.
Las brujas le explicaron que estaban haciendo un hechizo para dañar al director que las había expulsado del colegio, debido que las había descubierto practicando brujería y que lo iban a sacrificar una vez que lo tuvieran en su poder. Julia se estremeció, ¡no podía dejar que hicieran eso! El director era una persona muy amable y cariñosa con todos los alumnos y si las descubrió haciendo eso, tuvo una buena razón para expulsarlas así que sin pensarlo, como había aceptado el trato, se fue del baño con la excusa de volver a clases y fue corriendo al despacho del director que se encontraba firmando unos papeles.
— ¡Profesor! Las tres brujas le van a hacer daño, las tres que usted expulsó— soltó, casi sin respirar.
El profesor se levantó de golpe y se fue corriendo al teléfono público que estaba a la salida del colegio, cuando llegó la policía, tomaron a Julia y se la llevaron a la comisaría.
—Hay tres chicas... tres chicas que practican brujería y quieren sacrificar al profesor.
—El profesor nunca expulso a tres chicas que practicaban brujería, es más: nunca expulsó a nadie.
— ¿Qué?— Preguntó Julia incrédula — Yo escuché lo que me dijeron las chicas.
—En cambio usted sí está denunciada por practicar brujería y por el asesinato de un director de una escuela de la que fue expulsada. Se la ha estado esperando durante mucho, mucho tiempo y en este Estado, a las brujas se las lleva a la hoguera— dijo el policía guiñándome un ojo, de pronto me di cuenta que era el director de mi escuela. Las brujas lo tenían en su poder y lo mandaron en mi contra. Te dijeron que nunca hablaras del tema.
Al día siguiente le esperaba el día de su muerte. La pobre Julia se resistía pero el policía (quien era el director) la condujo hacia donde la esperaba la hoguera, la ataron y la prendieron fuego, Julia se estaba quemando viva y gritaba diciendo que le tuvieran piedad, pero todas las personas aplaudían: ahora había una bruja menos.
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