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Historia 1: "El alumno" (2/2)

El director le extendió la carpeta con la información del alumno, ella la agarró y se la llevo al aula mientras le decía al hombre que se la devolvería cuanto antes. Se sentó en el borde de su escritorio y abrió la carpeta: estaba vacía, las 100 hojas que se le designaban a cada alumno para todo su transcurso en el colegio estaban en blanco, 100 hojas en blanco sin ninguna marca de tinta. De pronto, sonó el timbre, y no era el de la vuelta a clases. Las puertas de fuera se abrieron y el director recorría las aulas gritando:


- ¡Todos fuera, no es un simulacro! ¡NO-ES-UN-SI-MU-LA-CRO!

La profesora agarró su bolso y se fue corriendo, los alumnos ya estaban fuera mirando como las llamas se extendían por el enorme edificio, las llamas bailaban con el amenazante viento que pasaba por la zona, algunos vecinos habían salido en bata y en pantuflas a mirar lo que ocurría. Luego de unos minutos, aparecieron los bomberos quienes con mucho éxito lograron apagar el fuego y le comunicaron al director que uno de los hornos del buffet había quedado encendido, lo que significaba que solamente se había quemado este.

Ese día no se continuaron las clases, ni el día siguiente, ni en toda la semana. El retorno de las clases fue una alegría para los alumnos quienes pudieron recuperar sus cosas. Era martes (el lunes no hubo clases ya que era feriado) y la profesora comenzó la clase sin preguntar cómo la habían pasado. Estaba triste por la muerte de su gato, lo habían enterrado en un cementerio de animalitos y todos los días pasaba a dejarle flores por tan caras que sean. Hoy había faltado Manuel Torres, detestaba a ese chico ya que se llamaba igual que su esposo y su expediente estaba vacío; sabía su nombre completo e incluso ¡sabía lo que le había ocurrido a su gato! Solo su prima sabía sobre la horrorosa escena y además era su único familiar que tenía, por lo menos que conocía. Al no escuchar el "presente" de Torres, levantó la vista y miró por arriba de sus anteojos, el banco que el chico habitaba estaba vacío y estaba reluciente... ¡hay algo dibujado allí! La profesora terminó de tomarle lista a las chicas y fue hacia allí, lo que había dibujado era una casa que, sinceramente, parecía un dibujo de un niño de 5 años; debajo de esta había como un túnel que comunicaba a una sala mucho más grande que la casa de por sí donde había un hombre de palitos tirado en el suelo.

Al salir del colegio y de haberse despedido de los demás docentes, a paso rápido fue hacia su edificio. De camino se encontró con una casa que parecía de un ambiente y tenía una placa con la dirección y el apellido de la familia: 87 Torres. Era la casa de la familia de su difunto esposo, los fines de semana iban a la pequeña casa donde vivía una señora muy anciana que era Virginia, la mamá de Manuel; comían ensalada y luego merendaban tortitas. "Viejos tiempos" pensó mientras se secaba unas lágrimas que ya habían salido, ella sabía perfectamente que cuando uno decía "viejos tiempos" era porque ya estaba viejo, se iba a convertir en una ancianita como ya también la difunta Virginia e iba a pasar su vida sola, sin su querido Manuel. Seguramente la persona que se había mudado no había cambiado la placa.

Al otro día, Manuel Torres volvió al colegio. A la salida ella decidió seguirlo y, aunque sabía que eso era algo incorrecto, no le importó ¡total, el chico se iba solo!

Iba a una cuadra de distancia cuando el chico abrió el portón de la casa donde antes había vivido la mamá de su Manuel. El chico había dejado el portón abierto cuando ya había entrado.

-No puedo entrar ahora, él está dentro- dijo en voz baja.

Luego de media hora escondida detrás de un arbusto, Manuel Torres salió con una bolsa de mandados en la mano derecha, al parecer vivía solo lo cuál era muy extraño para un niño de 12 años ¿no?

No lo pensó dos veces: entró en puntitas de pie como en los dibujos animados y abrió la puerta lentamente. La casa cuando le pertenecía a Virginia era colorida y alegre y tenía cuarto, cocina, living y comedor en una sola habitación y el baño... estaba en el sótano. Ahora el empapelado estaba arrancado, solo había una pequeña cama de resortes de una plaza, no tenía sábanas, el colchón estaba muy deteriorado y roto. Allí no había nada interesante así que decidió bajar al sótano.

Bajó las escaleras de dos en dos, quería saber que ocultaba ese niño. Cuando ya llegó abajo, vio a un hombre tirado en el suelo desnudo, se acercó un poco más y entre la oscuridad pudo notar que no tenía piel, se le veía la carne y estaba acurrucado en un rincón, hecho un bollito. Sacó su celular del bolso y encendió la aplicación linterna. El cuerpo que estaba en el suelo se movió un poco y levantó su cabeza para mirar detrás. Tenía los ojos salidos y no tenía piel en su cabeza, solo se le veían los ojos y otra vez era como en las caricaturas salvo que esta era la vida real, no la caricatura. "¿Cómo puede estar vivo aún sin piel?" se preguntó la profesora María. Agarró un palo que había por ahí cerca y tocó la espalda del hombre, escuchó el ruido que hizo la carne del cuerpo cuando introdujo el palo.

- ¡DIOOOOS, PARA! - gritó el hombre sin piel.

Se escucharon pasos que bajaban la escalera, la profesora se maldijo por haber entrado a aquél sótano y se escondió detrás de una caja pequeña, si tan solo no hubiese sido tan perseguida seguramente no estaría en riesgo. Apagó la linterna por las dudas para que Manuel Torres no la descubriese pero igualmente lo hizo, él la descubrió. La agarró de los pelos y la alzó en el aire, la paró en frente de él y puso sus brazos a ambos lados del cuerpo.

-Ese hombre de allí- Señaló-, es Manuel Torres, el verdadero Manuel Torres, tu esposo. Lo conocí en un café, yo trabajaba allí y él todas las mañanas luego de una extensa noche de trabajo laboral iba y me pedía un café. Para ese entonces yo ya tenía 16 años, había abandonado la escuela y trabajaba en un café, para vivir cómodamente debajo de un puente.
»Siempre me dejaba $10 pesos de propina que, obviamente, me los quedaba yo. Era mi cliente favorito, me preguntaba sobre mi vida y cómo habían muerto mis padres... nunca le conté que se habían suicidado, simplemente le había dicho "los atropelló un auto de regreso a casa" y que yo me había quedado en la casa de una abuela que no existía.
»Día tras día lo conocía más a él y él a mí, éramos amigos hasta que apareciste tú. La hermosa chica que con sus poderes había encantado al pobre Manuel. Por cierto, en ese entonces yo me llamaba Roberto Salas.
»Un día, fue al café cabizbajo y un poco triste y me contó que te iba a proponer matrimonio y que se irían lejos, a un pueblo llamado "Bochar", yo era menor para viajar y no quería perder a mi mejor y único amigo. Luego de un tiempo, cuando pasaron dos años de su partida, vine a este pueblo y me los encontré a ustedes tres, él sostenía una bola de pelos blanca y tú le estabas tomando del brazo, como dos tortolitos.
»Me enfurecí mucho, ¿Cómo una amistad puede terminar por una estúpida chica y su horrendo gato?
»Años después, Manuel fue a un nuevo café donde yo trabajaba. Claro que yo había cambiado de aspecto y de forma de ser, entonces no me reconoció. Un miércoles por la tarde, para mi sorpresa, fue al café de noche cuando ya me tocaba salir. Cuando abandonó el local, lo seguí y, en un callejón, le puse una bolsa en la cabeza para que no viera a donde lo llevaba ni se enterara de que era yo quien lo secuestraba.
»Había rentado esta pequeña pero enorme casa con un PERFECTO sótano para secuestrar a alguien. Luego, me di cuenta de que era la casa de su mami... pobresito, morirá donde ella también murió- Miró al verdadero Manuel e hizo una mueca de pena que se notaba que estaba usando sarcasmo. -. ¿Sabes por qué hago esto? - Negó- Porque tú arruinaste nuestra amistad ¡ahora mira lo que me haces hacer! - Gritó- ¡Soy un chico de 23 años y me convertí en uno de 12! ¡POR TÚ CULPA ÉL VA A MORIR! - sus ojos estaban cristalinos pero realmente no eran los suyos eran los de Manuel Torres el verdadero.
»Voy a cobrar venganza- prosiguió como si nada hubiese pasado-. Fue un tanto doloroso arrancarle la piel, bueno, cortarla. A mí no me dolió, soy un niño muy fuerte. Me hizo acordar al capítulo de Los Simpsons donde Bob Patiño se cose la piel del otro para cobrar venganza, sinceramente me inspiré un poco en eso pero, realmente, no sabía que se podía seguir viviendo como si nada hubiese pasado. Pero... ¿sabes realmente por qué no me dolió? Brujería, , entré a la escuela por ti, pero no te lo tomes como una cursileria de las películas de amor, lo hice por ti para poder matarte. No es difícil hacer la brujería, solo necesitas un libro viejo y hechizarlo, buuh ¡súper fácil! Y además me encanta este cuerpo de niño pequeño, me lo quedaré.

- ¿Cómo has hecho para tener la piel de él cuando era niño? - preguntó, solamente quería ganar tiempo.

-Es fácil, en Internet lo dicen. Solamente debes hacerle pensar que es un niño y bueno... todo se genera como si fuese magia.

-Yo lo he visto, lo vi en el ataúd ¡lo vi muerto! - Espetó - vi su cuerpo sin vida, lo vi con los ojos cerrados ¡ÉL-ES-TÁ-MUER-TO!

Sonrió mientras negaba con la cabeza, luego se rio fuertemente, era un psicópata. Nadie mataría a la única persona que lo comprendía y que era su único amigo. Nadie se enojaría porque su mejor amigo estaba formando una buena vida ¡él no era digno de tener ningún amigo!

-No sabes cómo murió, pues verás... los policías me ayudaron. Me ayudaron a tenerlo cautivo en mi sótano y ellos asesinaron a sangre fría a un chico con sus mismas características pero, mi querida maestra, no te diste cuenta que no tenía su argolla.

La profesora escondía detrás de su espalda la rama que había usado para tocar a su esposo ya no difunto pero pronto lo estaría. Luchar contra un psicópata era difícil ¡imagínate sin un arma, solamente una rama que se quebraría cuanto antes! Él seguramente debía de tener un cuchillo. La profesora impaciente se lanzó contra Roberto Salas mientras, con las dos manos trataba de incrustarle la rama en el cuello, el chico se resistía bastante bien. En un ágil movimiento, Roberto pudo llegar al oído de María y con un tono calmo y pronunciando lentamente las palabras dijo:

-Pensaste que él estaba muerto, pero ahora lo estarás tú- La soltó y esta se calló al suelo generando un estrepitoso ruido.

El hombre de carne se había parado, estaba avanzando lentamente hacia ella quien se estaba acomodando los anteojos que se le habían roto, miraba aterrorizada al monstruo que se le estaba acercando. "Es mi esposo, no me hará daño" pensaba, tratando de tranquilizarse pero sabía que ese monstruo de carne no sabía lo que hacía, ya no era un hombre. Ya no era el hombre con el quién se había casado.

Decidió no ser matada por su esposo y con todas sus fuerzas, le sacó el vidrio a sus anteojos y trató de clavárselo en el cuello, para hacer con él un corte que lograra matarla. Y lo logró. El corte fue profundo y la muerte lenta y dolorosa, cada segundo que pasaba era una puñalada que era intensa y hecha con fuerza, un ardor se apoderó de su cuerpo frágil y ahora casi sin vida. Ya estaba muerta.


Al otro día, los policías encontraron el cuerpo de la profesora María Alejandra González en una zanja. Esa tarde, en la escuela, algunos alumnos prepararon poemas para la profesora ya difunta. "Se va a ir con su querido esposo", "era una buena persona", "está en un lugar mejor" decían todos para consolarse. Ese día tampoco hubo clases, solamente el funeral sin el ataúd y sin el cuerpo; dejaron flores de muchos colores en la entrada del aula. El último en dejar una flor fue Manuel Torres, quien le dejó una rosa negra, la misma que le había regalado a la profesora, en su primer día de clases. La profesora no había sospechado nada, solo lo miró de hito en hito y la guardó en el cajón de su escritorio. Para él la rosa negra significaba el odio ¿por qué? Porque el color negro es oscuro y lo oscuro es malo.

Y todo por el alumno nuevo. El curso de la profesora González era uno de los mejores cursos y todos aprobaban los exámenes porque ella los hacía estudiar. El curso de la profesora González era un curso normal, hasta que llegó él... Roberto Salas o, mejor dicho, Manuel Torres.



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