Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cumpleaños insólito

No daré mi introducción de siempre porque diré algo a todos los amigos habidos y por haber (ósea, a nadie, ya que nadie en la faz de la Tierra leerá mi diario): Abigail Gilmore no es una amargada, sólo me siento escasa de esperanzas.

Y aquí es donde entra el tema de mi cumpleaños. No apesta, lo que apesta es cumplir años.

Uno pensaría que es estar fuera de coco, porque crecer es naturaleza del humano y atribuimos mayor experiencia. Sí, pues, el llegar a una edad canosa y arrugada me aterra, ni siquiera me veo destinada a ese punto. Tomo en cuenta las anomalías de mi cabeza, porque lo admito, he llegado a creer que tener un déficit es impedimento para avanzar.

Bien, no me iré muy lejos. Hablemos de la adultez: ¿graduarse?, ¿casarse?, ¿tener hijos?, ¿trabajar? Sólo son interrogantes, mas no visiones, porque eso es lo que yo siento y es el problemilla que surge al tocar el tema de mi cumpleaños: no me creo capaz de crecer. Y por eso he estado decantada a la idea de quedarme así como soy, una adolescente hormonal, deseosa del poder de Peter Pan.

En fin, les diré algo a todos los amigos habidos y por haber: por esas razones antes descritas estoy jodidamente ebria.

Es Octubre, más específica, 5 de Octubre; siendo aún más específica, el día de mi cumpleaños.

¿Por qué Abby Gilmore decidió embriagarse?, o peor, ¿de dónde sacó cerveza sabiendo que su madre le impone severas restricciones? Me costó conseguir un pack de Heineken, fue excitante, incluso, tratar de escabullirme con las cervezas escondidas, mamá clavaba su atención a un documental sobre el tratamiento de los padres a los adolescentes en la actualidad.

En plena madrugada, desprolija y derrotada, bebí todas las latas.

El efecto del alcohol no es como lo pintan en la tele. Sí, te ofrece unos momentos de alegre abstracción, pero al poco rato llega la fase de la lloradera. Ni hablar de los dolores de cabeza, de las ideas espontaneas jamás antes concebidas estando cuerda, el sueño pesado y la sensación de desastre.

Las latas vacías, apretujadas después de haberlas bebido, estaban regadas al suelo. Al beber la última gota, las arrastré todas abajo de mi cama. Y en repentino sueño, caí al suelo para dormir.

Mala idea.

La puerta de mi habitación abrió como un estruendo, no tuve fuerzas para incorporarme, sólo volví a abrir los ojos.

-¡Felici...!- Su sonrisa se esfumó con sólo verme tirada en el suelo. Detrás de mamá, se asomó papá, y a su lado, Cassie.

Me miraron extrañados, papá frunció el ceño, mamá me miró horrorizada por mi aspecto y Cassie sólo se inmutó.

-Lo sé, lo sé, es mi cumpleaños- dije al no escuchar ni una palabra de ellos porque seguían inmóviles por la estupefacción -significa que estoy más cerca la muerte-

Para denotar mi indiferencia, meneé la mano restándole importancia al asunto. Volví a cerrar los ojos, dispuesta a dormir.

Un pastel aguardaba en las manos de mamá.

No oí la puerta cerrarse, ellos seguían ahí, parados y sin comprender mi estado.

Solté un suspiro y volví a abrir los ojos.

-¡Feliz cumpleaños para mí!- Dije desganada.

Eso les reanimó el entusiasmo y se acercaron hacia a mí aún con el pastel repleto de tres velas flameantes.

Me cantaron la canción de cumpleaños, Cassie aplaudió para acompañar el ritmo. Papá traía puesto su uniforme de alguacil.

Llegó el momento de pedir un deseo, cosa que me negué al principio pero fue tanta la insistencia de Cassie y mi madre que acepté resignada.

Borracha y torpe pronuncié -Deseo ya no tener vello púbico-

Y así es la manera más hermosa de dejar a los Gilmore boquiabiertos.

Mi soplido fue débil, entonces Cassie me ayudó a apagar las velas. Dedicaron unos cortos aplausos, entre sonrisas y silbidos. Un fuerte abrazo de papá, uno delicado de mamá y uno tierno de Cassie.

Papá se apresuró a despedirse, no quiso llegar tarde al trabajo, antes de retirarse, me susurró al oído

-Al llegar la noche, te daré tu regalo de cumpleaños-

Y, de nuevo, borracha e incoherente le contesté -No quiero ir a la cárcel, comisario-

Papá se extrañó. La poca consciencia me pidió comportarme, no sé, ¿normal?, porque, estoy bien advertida, papá y yo llegamos a un acuerdo: no decirle a mamá sobre mi empleo. Cuando llegué a casa muy tarde en esa noche lluviosa, el que me esperaba en el sofá era papá, aún uniformado y con una lata de cerveza en su mano. Me esperó por mi tardanza, pero también porque teníamos un asunto pendiente. Discutimos, pero nada comparado con las confrontaciones entre mamá y yo. Fue una discusión tranquila, alguna que otra queja, pero tranquila. Esa es la diferencia entre decirle mis cosas a papá y no decirlas frente a mamá. Papá aguarda mientras que mamá se adelanta para refutar. No estaba quieto el verme mucho tiempo fuera de casa, ese era su problema, no el de independizarme porque me dio a entender que él me cree capaz de hacerlo. Le prometí avisarle en todo momento, cualquier nimiedad se lo reportaría. El tema concluyó en un abrazo entre ambos, aun teniendo a la noche lluviosa.

Entonces, si quería demostrarle mi "madurez", delatar mi ebriedad no era un ejemplo.

-Te tomarás una ducha y te pondrás guapa, te tenemos una sorpresa para ti- Anunció mamá, sonriente.

-¿Me llevarán a un crucero?- Fue mi ocurrencia

Mamá frunció el ceño y apretó los labios expresando el definitivo "no" -sólo arréglate y bajas, ¿entendido?-

-¡Es...!- me callé al instante porque sentí mi voz muy estentórea, bajé el volumen -es mi cumpleaños y aún así me das... me das...- pero articular las palabras también fue un problema, joder -órdenes-

-¿Te sientes bien, Abby?- Esta vez preguntó mi hermana, ladeando la cabeza para mirarme con desconcierto -hueles a...-

-Huelo a flores -me adelanté antes de que Cassie le levantara sospechas a mamá -ya, lárguense de mi cuarto, voy a quitarme la ropa para tomar la dichosa ducha-

Las corrí con mis manos.

-Bueno, pero no te olvides de ponerte desodoran...-

Cerré la puerta frente a sus narices. Sin embargo, mamá insistió tocando la puerta. Suspiré con hastío y la abrí

-te pones el desodorante- Me advirtió con el dedo

Asentí y volví a cerrar.

Arrastré los pies, encorvada de la espalda y con los párpados caídos. Me aventé al colchón y me di cuenta que había sobrado una lata. Bebí un rato más y luego dormí con la baba escurriendo.

La puerta volvió a abrirse de golpe.

-Abby Anastasia Gilmore de la Mercedes- Emitió una fingida voz de regaño, y por esos nombres supe que se trataba del idiota de Zack.

Abrí los ojos y gruñí -¿Ustedes también vendrán a joderme?- Balbuceé, ahogando mi voz sobre la almohada al recostarme boca abajo.

Melanie posaba a lado de Zack. El olor a manzana con canela de ella fusionó con el perfume del otro. Me irritó la mezcla de ambos olores.

-Nunca dejaríamos de hacerlo- Contestó Zack, imaginándome con los ojos cerrados su sonrisa socarrona.

-¡Es tu cumpleaños, Abby!- Exclamó Melanie, tuve que cubrir mis oídos con una almohada -y somos tus amigos, teníamos que venir-

Escupí una risa nasal. Una loca y espontanea risa. Eso también los extrañó.

-Esperen- Dijo Zack, en un tono de desconcierto

Escuché sus pasos acercarse a mí, entonces me removí apresurada -¡No, no me hagas cosquillas!- Al abrir los ojos me encontré a Zack inclinado, sacándose una de las latas debajo de la cama. Ups.

-¿Estás ebria?- Aulló Zack, arrugando la cara de incredulidad

-¿Qué es eso?- Me hice la desentendida, exagerando mi fruncido de ceño

-Abby- Me advirtió, dedicándome una mirada severa

-¡Chúpamela, Zack!-

-Mierda, sí lo está- dijo Melanie

Zack se pasó el cabello, desesperado, paseándose por la habitación. Melanie me miraba sin poder creerlo.

-Zack, si sigues caminando así, el suelo se caerá, y yo no me quiero caer- Arrastré vagamente las palabras

Éste se detuvo y me miró fijamente -Tú serás la que caerá de culo- me señaló con el dedo -porque tienes invitados esperándote abajo-

Arrugué el entrecejo, creyendo imposible la idea, además, no comprendía lo que era dos más dos. Miré a Melanie -¿Y a éste qué le picó?-

-Abby, tu mamá te hizo una fiesta sorpresa- Explicó, menos inquieta a comparación del asiático

Mi boca cayó al suelo, no literalmente, pero sí caricaturesco.

-¿El qué por dónde de cuál?-

Ante mi falta de comprensión, exhalaron desesperados, conscientes de que estando bajo el efecto del alcohol no habría remedio conmigo aun si me lo explicaran con manzanitas.

-Carajo, Abby, ¿por qué lo hiciste?- Preguntó Zack, con el ceño fruncido, no mostraba enfado, pero sí impaciencia

-Como dicen en las telenovelas: para desahogar las penas- Expresé con las manos extendidas

-Vinieron tus abuelos, tus tías, tus primos y unos desconocidos más. Definitivamente harás el ridículo- Replicó Melanie

Zack chasqueó la lengua, encontrando una alternativa que no parecía ser la más apreciada para él -Ya que, tendremos que encargarnos de ella- Se acercó a mí mientras sacaba un frasco parecido al envase de un jarabe. Se agachó frente a mí -Abre la boca-

-¿Qué es eso?- Inquirí en primer lugar, al mismo tiempo que observaba el frasco con desconfianza

-Un jarabe para pasarte la borrachera- repuso un poco malhumorado, mientras giraba la tapa hasta dejar al descubierto la boca de la botella. La inclinó hacia mi boca, pero insistí recelosa

-¿Cómo tienes eso?-

-Bueno- ladeó la cabeza -no eres la única que se emborracha en momentos inoportunos-

Zack me lo hizo beber a la fuerza, el sabor fue amargo y dañoso para mi paladar, pero si habían visitas, Zack y Melanie harían lo posible para no ridiculizarme.

La fuerza masculina de Zack me ayudó a arrastrarme hacia el baño, me veía apestosa y tenía que espabilarme si asistiría a una fiesta, así que entre ambos decidieron que una ducha sería de apoyo.

Dejé fluir mi cuerpo, como muñeca de trapo. Al cruzar el pasillo, Melanie había golpeado un mueble, mamá preguntó desde abajo si todo estaba en orden, y como no era de sorprenderme, Melanie contestó con sus ocurrencias

-¡Sí, me caí por querer patearle el trasero a Zack!-

Mamá no insistió porque lo tiene muy bien sabido que mis amigos no son los más normales.

Zack esperó afuera, Melanie se encargó de quitarme la ropa, el alcohol ya no hacía tanta presencia, pero mi estado seguía adormilado. Me metió a la bañera y me bañó. No podía decir que no sentía incomodidad, sabiendo que ebria soy una desvergonzada, pero no podía quejarme del todo porque ella me ha visto desnuda muchas veces. Cuando salí del hospital, Melanie le ayudaba a mamá, desde mi tratamiento hasta el cuidado de mis heridas. Era como tratarme de bebé. Mamá me contó las innumerables visitas de Melanie, el cómo se comportaba desde que estaba inerte y sin razón en la camilla, hasta mi reposo en casa.

El agua, mencionando la sensación de frescura, me despertó en un santiamén, y fue un mayor golpe porque me di cuenta de mi estupidez cometida. ¿Embriagarme como viejo cuarentón? ¡qué ridícula fui!.

Me envolví en una toalla para dirigirme a la habitación. Aguardaba desde mi cama, como niña en espera de que su madre le eligiera el conjunto de ropa. Melanie fue mi mamá en ese momento. Corrió los ojos en cada rincón de mi closet, para mayor concentración, tamborileó su mejilla.

Zack jugaba con su celular, por el ruido, deduje que se trataba de una guerrilla de francotiradores.

-¿Qué haces?- Me dirigí a Melanie, aburrida.

-Buscando ropa que no luzca deprimente- Habló aún dándome la espalda, movió la cabeza al considerar una prenda

-Vísteme de payasa entonces- Ironicé

-Alguien está de malas en su cumpleaños- Murmuró burlón el asiático.

Lo observé desde mi hombro, yacía acostado en mi cama, su cabello camuflaba las cejas negruzcas, debajo de ellas estaba su mirada ligeramente rasgada, su nariz y labios eran herencia genética de su padre. Tal combinación de rasgos internacionales daba como resultado un chico auténticamente atractivo, he ahí la razón de su extensa lista de citas.

Entorné los ojos, cautelosa, luego giré para mirar a Melanie.

Había algo que quería dejar en claro hacía un año. Hace un año me intrigué de un enigma, un enigma que únicamente ellos dos podían aclarar.

Me levanté de la orilla del colchón, sostuve la toalla sobre mi pecho, me dirigí pasando por Melanie, abrí una de las gavetas del ropero, saqué una prenda interior, una que no era mía, pero de seguro era de una personita en especial.

-Por cierto, ¿alguien me puede decir de quién es esta ropa interior?- Se los mostré, enganchando las puntas con mis pulgares

Afirmé mi suposición al ver el pasmo de Melanie en su rostro. Lo inusitado fue ver al Rey de la Manipulación y Embustería desviar su atención del celular y observar la prenda, inmutado.

-No sé, Abby- Titubeó Melanie, mirando de la prenda hacia a mí, era un estampado de flores tropicales con encaje en las orillas, un estilo un poco chillante para mi gusto, así que estuve muy segura de no ser mío -¿por qué nos los muestras?, cochina- Eludió mi mirada y se excusó de buscar ropa para mi look

Una mentira obvia, y lo obvio me hace inquisitiva. Estaba claro, entonces, que Melanie no era la idónea para mentir, eso era para Zack.

-¿En serio?, porque parece ser tuyo, Melanie- Pronuncié su nombre para dejar en claro que no tenía caso seguir fingiendo

Melanie también se dio cuenta que no hubo escapatoria. Se atrevió a mirarme y luego bufó -¿Eso es mío?- se rascó la cabeza -¡Vaya!, debí haberlo dejado en una de nuestras pijamadas-

-Esto lo encontré en mi fiesta de cumpleaños del año pasado- Rectifiqué en voz monótona, era absurdo que ella siguiera negándose

Abrió la boca, estancando sus palabras en la garganta.

-Melanie- Insistí una respuesta, luego, reparé que era raro sostener ropa interior que ha estado intacta por un año, y, para agregarle más rareza al asunto, era de Melanie. La solté con asco.

-La dejé nada más porque sí- Vociferó, estremeciéndose, luego se volteó para ver a Zack, pero él se vio sumido en su videojuego.

-Melanie- espesé mi mirada para presionarla

Una conexión visual para aniquilar, como la visión calorífica de Superman, pero ésta era de obstinación. Estaba azorada, evitando mi mirada, pero siempre recaía en ella.

No encontré otra alternativa, así que opté por amenazarla:

-Hace una semana me encontré a una chica con la mano bajo sus shorts- eso llamó la atención de Zack y se volteó a verme intrigado -a que no adivinan qué estaba haciendo esa chi...-

Melanie por fin sucumbió, tomándome desprevenida:

-¡Ay, ya, ya, ya!, ¡me rindo!- Agitó sus manos frente a mí para detenerme -¡Zack y yo nos acostamos en tu fiesta!-

Zack se palmó la frente, como si Melanie hubiera metido la mata.

-¿Qué-ca-ra-jos?- Espeté, petrificada

Claro, olvidé el defecto de Melanie: no es capaz de cargar secretos...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro