— No se juega así Tae estás haciendo trampa — me crucé de brazos mirándolo con un puchero.

Le había explicado mil veces como era el juego y sus reglas, pero seguía haciéndolo mal adrede.

— Ya no juego más — dije y me levanté.

Él se quedó allí riéndose como loco. Le gusta molestar, reí.

Salí al recreo con mis amigas, les conté todo lo que había pasado, ya se imaginan sus caras y la emoción. Estaban muy felices al igual que yo.

— Voy a tener unos sobrinos hermosos — y seguía LinSi con lo de los sobrinos.

— Bueno yo igual voy a tener unos hermosos sobrinos — sus mejillas se incendiaron — ¿Viste? Para que sigas — reí.

— ¿Creen que durarán tanto? Las parejas de hoy en día no duran — habló Saray sin despegar la vista de Jimin — ¿Creen que pueda gustarle a Jimin?

Preguntó triste, llevaba días así. Desde que se enteró de que Jimin había recibido cartas y regalos de la mitad de la escuela. Decía que con tantas chicas hermosas él nunca se fijaría en ella.

— Por supuesto, solo espera y verás — dije y LinSi me dio un codazo, la miré sin entender.

— No estoy de acuerdo — se cruzó de brazos — No esperes, tal vez te quedes toda la vida esperando porque venga a hablarte. Tu deberías ir y decirle que te gusta.

— ¿Qué? — preguntó asustada — Yo no tendría el valor.

— LinSi, eso no es nada fácil — expliqué — Da mucho miedo declararse a alguien incluso aún sabiendo que tú le gustas.

— ¡Lo haré! — se paró de repente asustándonos — Le diré, ¡Jimin, me gustas!

Ambas nos quedamos mirándola sin hacer nada, a esa chica le dan ataques de repente. Solo espero que todo salga bien.

(...)

— ¿En qué piensas? — me preguntó Tae mientras caminábamos por el pasillo dados de la mano.

— Tae, ¿sabes quién le gusta a Jimin?

— ¿Mm? — frunció el ceño — ¿Por qué quieres saber eso?

Nos detuvimos, lo pensé por un momento y luego le dije.

— Es que a Saray le gusta y ella quiere declararse — lo miré y ni siquiera hizo una expresión.

— Él lo sabe — ¿qué? ¿Cómo lo sabía? Volvimos a caminar — Pero a él no le gusta Saray.

Mi corazón se estrechó un poco, me daba lástima con Saray.

Llegamos al salón y todos estaban recogiendo sus cosas, ¿por qué? No es hora de irnos aún. Miré a Tae y él me miró a mi, ninguno de los dos entendía nada.

— BangChan — lo llamó — ¿Qué ocurre?

El rubio se detuvo y comenzó a explicar.

— Nos van a desintegrar, nos pondrán separados en otras aulas. El profesor acaba de decir para donde va cada uno — nos miró a los dos y hizo una mueca triste — Ustedes dos tórtolos no cayeron juntos. MeRi en el salón seis y tu en el ocho. Me voy.

¿Desintegrarnos? ¿Por qué? No quiero separarme de mis amigas ni compañeros y mucho menos de Tae.

— Espera... — me dijo y salió por la puerta.

Me quedé en el salón y aproveché para recoger mis cosas. Salón seis, es el de Jimin y JungKook, ¿donde estarán LinSi y Saray? Terminé de recoger todo y mi celular sonó, era un mensaje de LinSi. Me decía que había caído en el salón uno y Saray conmigo en el seis. Me quitaron a mi mejor amiga, esto no es justo.

— Oye — Hoseok me llamó — Tienes que salir, van a cerrar el salón.

Asentí y tomé mi mochila y la de Tae. Lo esperé afuera, pero se demoraba. Alcé mi rostro y vi a NoRen acercarse.

— ¿Eres la novia de Tae? — no le contesté. No quería pelea con ella — Ja, ni siquiera puedes responder a eso. Vamos a ver que dice cuando se entere de que tiene una novia que le da vergüenza decir que está con él.

¿Qué? ¿En qué momento dije eso? Yo nunca sentiría vergüenza de decir que Tae es mi novio, al contrario me gusta y me hace feliz.

— Vete — le dije y se rió, al fin se fue.

Al rato llegó Tae.

— ¿Dónde estabas?

— Fui a hablar con la profesora para que nos dejara en un mismo salón, pero me dijo que no se podía — estaba triste — No quiero cambiarme de salón.

— Yo tampoco, pero no podemos hacer nada.

Nos despedimos y fuimos a nuestros nuevos salones, es como entrar el primer día de clases, da miedo. Pero hubo algo bueno, me senté al lado de JungKook. Al menos lo conozco y puedo hablar con él.

Las clases terminaron, Tae me llamó y me dijo que lo esperara para ir a mi casa a pintar mi pared. Me senté en un banco y tomé una hoja para hacer un avión de papel, lo hice pero no voló.

— Ya estoy — me sonrió — Vamos.

— ¡Tae! — le gritaron. Miré y había sido NoRen — ¿Por qué te vas sin despedirte? — se alzó de puntitas y besó su mejilla.

¡Besó su mejilla!