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63

Marzo 3 semanas — Domingo.

Debido a la visita especial, Reaper tuvo que despertarse más temprano para ordenar el sofá y dejar impecable. Se ofreció a barrer los cuartos mientras el castaño iba a buscar a su hermano, como el siguiente día había escuela no podría quedarse a dormir, solo estaría un par de horas compartiendo.

Al principio estuvo tranquilo, iba a conocer a un joven de solamente doce años, todavía era un bebé bajo su visión de "mayor de edad"; no obstante, cuando estuvo sólo esperando, los nervios lo empezaron a carcomer, no era un niño cualquiera, estaba hablando del hermano menor de su padre casi-adoptivo Blard. Si a Stave le caía mal, podría hablar mal a sus espaldas causando problemas a Blard y su familia le obligaría a desecharlo, tendría que vivir bajo un puente por el resto de su vida y no podría ver a Geno por una orden de alejamiento.

No tenía sentido, pero para Reaper lo tenía.

Siendo la una de la tarde, el pelinegro sentado en el sillón escuchó la voz de su amigo además de una más aguda. Se levantó, pero de inmediato se volvió a sentar, posteriormente se levantó de golpe asustado porque no se acordaba si se había peinado, fue al baño y al verse al espejo recordó que era lo primero que hacía después de despertar. Tras volver al comedor escuchó la llave abriendo la puerta, tuvo que palmearse el cuerpo para ver si estaba vestido.

— Dame tu gorro, lo dejaré en el colgador. —Esa era la voz de Blard, como la entrada era un pequeño pasillo no podía ver más que la espalda del castaño.

No hubo respuesta, quizás era porque el joven era tímido, si era así, seguro era un bebé, por lo que haría el intento de dar un aire maduro y respetuoso, seguramente así lograría impresionarlo y no lo echarían de casa.

Blard fue el primero en aparecer, alzando una ceja al ver al pelinegro de pie en una pose algo extraña. Los dos carraspearon a la vez.

— Reaper, te presento a Stave, mi hermano ya sabe de ti, así que no te esfuerces en dar una distinta impresión.

— ¿E-Eh? ¿Por qué haría eso?

De repente vio mechones rubios asomarse por el pasillo, y dos grandes ojos de color castaño claro. Un niño bajo que tenía las manos en el bordillo de la pared, con una mirada para nada tímida, más bien, examinadora. Reaper se puso rígido como palo al ver que el llamado Stave lo apuntaba con su mano.

— No se ve como me dijiste. —La voz del rubio no era grave, demostrando que seguía en la etapa de la niñez.

— ¿Cómo lo describí? —Preguntó Blard.

— Feo.

Reaper soltó un resuello observando al castaño, indignado de que le dijera feo indirectamente. Se llevó la mano al pecho, buscando respuestas en la risa del mayor de los tres.

— Stave, yo nunca dije eso.

— Pero lo pensabas, yo sé que sí.

Blard suspiró, risueño.

— Hermanito, él es Reaper, no está acostumbrado a ti así que no lo asustes.

Stave rió, pero no era la misma risa que escuchaba del castaño, era una risa traviesa, con solo eso logró asustar al pelinegro.

El joven, que tenía un gran rastro de pequeñas en sus pómulos, salió de su escondite quitándose el abrigo, Blard también lo hizo dejando estas prendas en la habitación. El par de recién conocidos se quedó mirando por un rato, Reaper no sabía qué hacer, pensaba que el hermano de su amigo se vería indefenso o tímido, más con esos ojos, pero sentía que si daba un paso en falso iba a ser atacado, ¿de qué forma?, no lo sabía, pero tenía miedo, y no por ser echado de casa, tenía miedo por su vida.

— C... ¿Cuántos años dices que tienes?

— Doce.

— W...Woah, pero si pareces de seis años.

Stave sonrío amenazante.

— Blard sí tenía razón, eres feo.

— ¡B-Blard dijo que no dijo eso!

— Qué feo.

Reaper balbuceó, terminó por sentarse en el sofá rendido y humillado ante él. Blard que escuchó la conversación desde la habitación soltó un suspiro, se acercó a su hermano y le palmeó la cabeza.

— ¿No se te olvidó nada, cierto?

— Tengo el celular, no olvidé nada.

— Bien, entonces ¿qué quieren pedir para comer?

— ¿No vas a cocinar? —Preguntaron en unísono Reaper y Stave.

Blard sonrió divertido antes de responder.

— No, no quiero cocinar hoy.

— ¿Y por qué no cocina Reaper?

— E-Es que no quisiera decepcionarte... —Dijo Reaper, alzando la mano hasta la altura de su rostro para taparlo.

— Es decir que no sabes cocinar. —Concluyó Stave, sentándose a su lado, por ser bajo sus pies no tocaban el suelo— Hermano, ¿tú le cocinas todos los días?

— Sí.

— Le diré a mis padres que trajiste a un vagabundo a tu casa.

— ¡H-Hey! —Protestó Reaper en pánico, no podía ser que tan mal había caído como para ser echado solo a los diez minutos de interactuar con el rubio.

Blard pasó su dedo índice por su labio, en gesto de ahogar una risa.

— Tranquilo, Reaper, no hará eso.

— O eso crees. —Habló Stave.

Reaper vio la misma sonrisa amenazante que le había hecho Stave, solo que ahora era dirigida al rubio, ya sabía de quién había sacado esa expresión, el castaño era muy influyente.

— Claro que no lo harás.

Stave se cruzó de brazos.

— No lo haré, pero igual aceptaste que era un vagabundo.

— En teoría lo fui... Seguro te quedaste con cómo me describió antes, yo me veía muy mal.

— ¿Te veías más feo de lo que eres ahora?

— ... No soy feo, pero supongo que antes sí me veía así.

— ¿Entonces qué desean para comer? —Terció Blard.

Los jóvenes se miraron, Reaper aprovechó ese momento.

— Lo que pida Stave, él es el invitado especial.

Stave alzó sus cejas ante ese gesto, bajó la cabeza sobándose la nuca y después se encogió de hombros.

— ¿No puedo cocinar yo?

— ¿Y qué cocinarías?

— Mhm... fårikål. 

— No tenemos cordero para eso.

— Pero, Blard, tú comes mucho, ¿no tienes otra carne?

— ...Pues sí.

— ¡Entonces eso! —Stave alzó los brazos poniéndose de pie— Yo cocinaré.

Reaper estaba impresionado de cómo alguien tan joven sabía cocinar, pero luego recordó que era él quien no aprendió a su debido tiempo. Blard abrió el refrigerador para sacar las cosas, siempre tenían comida, nunca las despensas estarían vacías si era el castaño quien administraba el lugar.

— ¿Quieres sorprender a Reaper?

Stave se estaba acercando a la cocina pero se detuvo a medio andar.

— ...No... Quiero demostrar que un niño de doce años sabe cocinar mejor que él.

— Pero, Stave... —Balbuceó dolido el azabache— Entiende mi situación, yo era un pobre niño sin hogar.

— ¡No! —El joven bramó agarrando el cucharón de palo que estaba sobre la encimera, le indicó con esto asustando al mayor, creía que le quería golpear— ¡Blard no es tu esclavo! ¡Aprende a cocinar, has tenido todo este tiempo para aprender!

Reaper vio a Blard quien se veía bastante tranquilo por las acciones del menor, al topar miradas, el castaño estiró una comisura de su labio.

— Stave te está invitando a cocinar con él.

— No, obligando. —Corrigió el rubio.

— ¿E...Eh?

— No puede ser, hermano, ¿A Reaper le da miedo el fuego?

— ¡No es eso! E-Es que, me agarró de sorpresa. —Y no iba a decir que quedó conmocionado porque un niño de doce años le iba a enseñar a cocinar.

— No puedo dejar a Stave cocinar solo, un "adulto" debe estar a cargo. —Comentó Blard, sentándose en la silla, ya había dejado el repollo, la carne y utensilios a su disposición. 

— Bien, bien. Lo haré.

Stave sonrió emocionado, bajó el cucharón de palo y se puso detrás de la cocina colocándose de puntillas varias veces demostrando su felicidad, Reaper se mordió el labio con algo de vergüenza por la situación. No obstante, a pesar de ser un comienzo extraño, mientras ambos iban cortando el repollo, empezaron a conversar y llevarse mejor.

En todo ese momento, Blard miraba desde la silla con una sonrisa bastante orgullosa, pero nadie sabría si era por ver a su hermanito haciendo algo noble por su parte o porque Reaper estaba haciendo algo digno.

— Pon la carne abajo primero, con la grasa hacia dentro.

— ¿Cuál es la grasa?

— Eso blanco.

Reaper puso los ingredientes tal cual Stave le iba diciendo, pronto echó agua y comenzó a calentarlo. La comida estaría algo tarde, pero para Reaper ya era un éxito haber hecho una comida típica del país, algo cambiada de receta, pero seguía siendo su primer plato típico.

El de pecas se agachó para abrir los cajones del mueble, sacando unas galletas que Reaper no sabía que había. Eran galletas saladas, aceptó solo una, no quería llenar su estómago.

— Hermano, ¿quieres galletas? —Preguntó el rubio.

— Está bien.

El niño caminó hasta su hermano, se sentó a su lado y le convidó. Reaper imitó el gesto de sentarse pero estando solo en el sofá.

— Blard, ¿Cómo me describiste? —Preguntó Reaper— No puede ser que me esté diciendo feo.

— No te describí tanto físicamente, en realidad.

— "Un adolescente que ha pasado tiempos difíciles que necesitaba mi ayuda". —Habló Stave, haciendo comillas con los dedos— Así lo dijo cuando pidió permiso a mamá.

— Oh, así que sí pediste permiso a tus padres para poder quedarme acá.

— No iba a ocultarles algo así.

— ¿Y si decían que no?

— Mm... Igual te iba a invitar a que te quedes conmigo. —Se encogió de hombros, Reaper trató de no enrojecerse por lo conmovido que se sintió, no quería que Stave malentendiera su relación.

— A que te mantenga. —Agregó Stave.

— Ay, Stave, yo si ayudo en la casa, yo limpio todos los días y ayudo con las cuentas.

— Cocinar equivale el cuádruple a tus responsabilidades.

— Mhmh, aprenderé a cocinar lo juro —Lo siguiente lo estaba pensando... en voz alta— Así seguro lo enamoro más si lo sorprendo con rica comida de vez en cuando.

Stave soltó un resuello bastante alto, Reaper se sobresaltó y al darse cuenta que fue escuchado se enrojeció, Blard abrió los ojos por la sorpresa pero empezó a reírse al darse cuenta de a quién se refería. Por desgracia, Stave no tenía idea de Geno, así que sacó una conclusión totalmente diferente.

Se puso de pie otra vez.

— ¡N-No, espera! ¡N-No es lo que crees, Stave!

— ¡No quiero que seas parte de mi familia! ¡Eres feo!

— Es tarde. —Agregó Blard— Yo ya considero a Reaper como parte de mi familia.

— ¡B-Blard! —Chilló Reaper— ¡Eso lo empeora!

— ¡Noo! ¡Eso también debes pedirle permiso a mamá, Blard! ¡Y a mí!

Stave alzó el pie para quitarse el calcetín a falta de cucharón de palo y empezó a pegarle al pelinegro en el brazo, Reaper se hizo bola para evitar los golpes.

— ¡Como hermano! ¡Como hermano!

— ¡No quiero que seas mi hermano si no sabes cocinar!

Blard se levantó para agarrar al menor por los brazos y así evitar que deje de hacer un escándolo, Reaper separó los brazos para ver en una pequeña abertura la situación, Stave le miraba con un gran puchero, mas, terminó por cruzarse de brazos.

— Stave, Reaper ya tiene pareja, yo solo soy su amigo.

Stave alzó la barbilla para ver al castaño, se le quedó mirando un momento antes de mirar hasta el pelinegro. Su expresión dejó de ser enojada, más bien confundida. Reaper no comprendió su cambio de ánimo, menos el sutil gesto de Blard.

— ...Es una lástima. —Terminó por decir Stave.

— ¿Ah...?

— Que es una lástima. —Repitió Stave, siendo soltado por su hermano.

— Pero hace un momento no querías...

— Solo jugaba. —Se sentó en el sofá, al otro extremo— Eres más divertido que...

— Stave, por favor.

El aludido se encogió en su puesto, Reaper se sintió muy fuera de contexto, no entendía por qué el ambiente se volvió triste, más por la mirada que hicieron los hermanos entre ellos. Quería comprender, pero se le hizo complicado saber algo más, a pesar de que Blard sabía prácticamente toda su vida, él no sabía mucho de la vida de Blard; sabía sobre su familia, muchas aventuras que tuvo con su hermano o de su experiencia en el país en el que estuvo toda su joventud, pero sentía que algo faltaba -además de no saber qué estudiaba-.

Blard se acercó a la cocina a revisar la olla.

— Stave. —Habló Reaper con duda— No es necesario que yo sea pareja de Blard para que él sea feliz.

Stave se hizo más bolita.

— Entre nosotros nos consideramos hermanos, a eso se refería Blard, yo le debo mucho a él y siempre me encargaré de sacarle risas con mis estupideces. —Volvió a hablar, dándose un golpe en el pecho como quien acepta una misión con honor— ¿No te basta así?

— Yo sé que lo haces feliz, siempre lo es cuando habla de ti... —Susurró el menor, apenas se le escuchaba por su posición— Pero yo creía que de otro modo... y no te veía listo para ser algo para él.

— ¿No saber cocinar lo era?

— A Blard le gusta comer, si le das comida rica sería muy feliz. 

Blard carraspeó, se notó avergonzado por tales palabras, Reaper sonrió.

— Va, voy a aprender a cocinar, pero no para conquistarlo, para que tú me aceptes como tu hermano mayor.

Stave dejó su modo bolita, su expresión denotaba muchas cosas, entre ellas confusión e incredulidad.

— Aprende a hacer todos los platos que le gusta a Blard.

— ¿Y cuáles son los tuyos?

— Ese será el siguiente nivel.

— Conque así será. —Asintió— Dame un plazo de tres años.

— ¿¡Qué!?

— Bromita. Solo dos años y diez meses.

— ¡Hey! ¡Eso no es justo!

Reaper rió cuando Stave lo hizo, fue un golpe de alivio por salir de ese aura extraño.

Gracias a su esfuerzo lograron conversar de más cosas, especialmente de temas que le gustaba al de pecas, sus aficiones, su gusto por cantar y dibujar y también a otras actividades que preocuparon un poco a Reaper, ¿cómo que le gustaban las cosas de terror y verlas a media noche?

Lo que le dio gracia fue saber que a Blard le asustaba todo lo relacionado a terror, no se imaginaba al pobre tratando de ver cosas con el menor para hacerlo feliz, fue difícil no reírse de eso.

Tras comer el plato hecho por los menores, pasaron un rato más los tres, jugaron un juego de mesa y después de una grata conversación entre los tres, Stave demostró una vez que era un niño, quedándose dormido a un lado de Reaper. Stave terminó cayendo la cabeza en su regazo, una vez dormido, a Reaper se le llenó de un gran sentimiento en el pecho, una sensación de protección.

Stave era muy agradable.

Blard se levantó de su puesto en gesto de tomarlo para llevarlo a la habitación, mas Reaper le detuvo.

— No, déjalo acá.

— ¿No estás incómodo?

— No. —Llevó su mano hasta la cabellera ajena, su cabello rubio era muy suave. Usó sus habilidades para acariciar cabello y así empezó a mimarle— Aunque lo importante es que él esté cómodo.

— Te aseguro que lo está.

En vez de tomarlo, Blard buscó una manta para taparlo, así se quedó por el resto de la tarde. Sin embargo, la situación había cambiado, el silencio que se hizo después de las chácharas fue notable para ambos mayores de edad.

Reaper supuso que era por la situación vivida hace unas horas.

— Eh, Blard. —Llamó su atención, este revisaba su celular en la silla del comedor.

— ¿Sí?

— ...¿A qué se refería a Stave con lo de ser más divertido que...?

La expresión del mayor cambió, Reaper casi se arrepentía de tocar ese tema, era extraño para él ver a su amigo de ese modo, siempre era al revés.

— Se refería a mi anterior pareja. —Suspiró, dejando el celular sobre la mesa— No se llevaban muy bien entre ellos, y eso que Stave tenía... casi diez años.

— ¿Cómo? Pero si Stave es genial.

Blard sonrió apenas, sus ojos verdes miraban al de pecas.

— Bueno, no siempre todas las parejas terminan bien, Reaper. Espero que tú con Geno nunca terminen mal.

— ...No, nunca. Geno es muy importante para mí, después de todo lo que hemos pasado sería una tragedia terminar mal... —Suspiró— Pero eso no significa que tú no seas importante para mí también.

Reaper guiñó, ahí Blard le dirigió la mirada, sonriendo con una expresión especial para el menor.

— Tú también lo eres, recuérdalo siempre.

— Sabiendo que me ibas a adoptar incluso tus padres no te dejaran ya es suficiente muestra de amor eterno para mí.

— Pfft, no digas eso con Stave ahí, dudo que se haya rendido.

— ¿Incluso sabiendo que Geno es...?

— Stave es capaz de muchas cosas, así que no te asustes.

— Bueno, por algo existe el poliamor.

Blard tardó en reaccionar, soltando una risa.

— Te voy a echar de casa.

— ¡¿P-Pero?!

No siguieron con ese tema, hablaron de otras cosas hasta que Stave se despertó, a la hora los dos fueron a dejar a Stave a su casa.

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