62
Marzo 3 semanas — sábado
Su anterior casa pudo haber tenido demasiados lujos, grandes habitaciones, muebles muy bonitos y sofisticados, y todos los caprichos que hubiese deseado; sin embargo, no tenía una calidez real, no había buenas intenciones y el frío que pasó en aquellos últimos días le hicieron odiar el lugar donde creía que podía estar protegido del mal. Resultó ser que el propio mal había estado instaurado allí, vivía bajo el lecho de los demonios.
Todo fue distinto una vez entró a lo que sería su nuevo hogar, su tío Fresh había sido muy amable de darle la habitación que iba a ser para su bebé, al principio rechazó la oferta por sentirse como un parásito, por ser un peso más para quien tanto le ayudó con la denuncia; pero Fresh le hizo sentir que estaba en un verdadero hogar, le hizo ver un adulto auténticamente preocupado por su bienestar. De todos modos, Geno seguía siendo joven, necesitaba como nunca una figura paternal y gracias a Reaper lo pudo conseguir.
Su tío era muy divertido, le compró varias cosas tales como ropa y una cama para su nueva habitación, con el tiempo lo iban a llenar con cosas según él. A Geno le gustaba quedarse en el living y hablar con su tía, ella siempre estaba ahí, ya que cuidaba la casa mientras Fresh los sustentaba, comía rica comida y por la atención se sentía como un niño pequeño.
Recordó las charlas que tuvo con Reaper al respecto, "te sientes como yo me sentí al mudarme con Blard, básicamente fui un niño mimado aunque sigo siéndolo", podría ser verdad, y la sensación era reconfortante y a la vez desconcertante. ¿Tenía derecho a poder vivir tranquilo? ¿Era cierto que ahora podía ser una persona normal? Con preocupaciones correspondientes a su edad, con amistades reales, una familia real, tener una relación amorosa con Reaper sin problemas...
Aún en el sofá, cerró los ojos mientras una linda entonada pasaba por su mente, la última vez que había hecho eso fueron en las noches donde quedaba solo tras ser abusado por sus padres, mirando el techo totalmente ido, tarareando con su garganta destrozada para poder distraerse, tratar huir mentalmente de esa realidad. Al usar esa melodía otra vez, se entristeció, era difícil no hacerlo después de todo lo que había pasado, más de una vez tenía bajones, recordando las malas experiencias, recordando las expresiones de sus padres en ese juicio.
Le dolía pensar que extrañaba a su papá y mamá, ellos siempre habían sido bueno con él antes, si eliminaba los tratos sexuales podían haber sido una familia fantástica, pero eso era, una fantasía. Soltó un suspiro, dejándose caer hasta el reposabrazos del sofá, apoyó su cabeza allí, dejando atrás la melodía.
— Está bien llorar... —Se dijo, pasando sus dedos por debajo de los ojos para quitarse las lágrimas.
Sabía que no podía eliminar su pasado, que lo sucedido en su anterior casa siempre estaría en su memoria atormentándolo, pero eso no significaba quedarse estancado. No estaba solo, tenía a una nueva familia, tenía amigos como Blard, y tenía a alguien muy especial llamado Reaper.
Sonrió con nada más imaginar su sonrisa.
Le debía demasiado, lo amaba demasiado, y esperaba vivir todos esos años que él le prometió. Gracias a él pudo sobrellevar muchas cosas, pudo enderezar su camino y saber cómo comportarse con las personas, pudo prevenir con sus esfuerzos a que tuviera problemas psicológicos peores, o eso habían dicho sus psicólogos al contarles que gracias a él ya sabía lo que estaba bien o estaba mal.
Hizo que su tratamiento fuese más llevadera.
Debido a la conclusión de su reflexión, ya extrañaba mucho al mayor, lo necesitaba abrazar y acurrucarse con él en la biblioteca, era una lástima que ya no podrían verse todos los días; no solo porque Geno iba a la escuela para hacer únicamente exámenes, sino también porque Reaper egresaba en solo unos meses.
Esperaba que haya dormido bien, no le gustaba verlo con ojeras.
El timbre sonó quitándolo de su ensimismamiento, se puso de pie sacando el celular de su bolsillo para observar la hora, al saber qué hora era, sonrió. Se puso de puntillas para ver por la mirilla de la puerta y automáticamente la abrió dejando el espacio para verse a cara con el responsable de su actual felicidad.
Reaper.
Aquel joven se veía muy bonito, más de lo usual, tenía puesta ropa más elegante, pero sin pasarse de lo casual, seguía siendo su estilo y lo que más llamaba su atención era la ausencia de sus abrigos anchos y sin cremallera. Su aroma llegó a sus fosas nasales y tomó aire profundamente para impregnarse.
— Hola, ¿Por qué tan arreglado? —Preguntó Geno.
El mayor esbozó su carismática sonrisa y se acercó al albino haciéndole recordar una vez más la diferencia de altura. Alzó la barbilla para mirarle, fue recibido por un suave beso que prendía todo su sistema. Reaper era real.
— Porque hoy es un día especial. —Canturreó, sus manos llegaron hasta su cintura, atrayéndole. Geno ante eso rió bajo, teniendo que inclinar el cuerpo para no separar sus pies de la madera, se iba a mojar los calcetines si daba un paso más.
— Solo iremos al centro comercial.
— Con el amor de mi vida, obviamente este día es especial.
Todos los días eran especiales si estaba junto a él, pensó Geno. Colocó sus manos en su pecho para darle un ligero empujón y así darle entender que no podía salir sin colocarse los zapatos antes. El azabache entendió el gesto y se quedó apoyado en el umbral, se apuró en avisar que ya iba a salir y se colocó las botas.
Una vez cerró la puerta fue el primero en tomar la mano adversa, sabía que Reaper luchaba como nunca ante sus nervios para no trabarse y ponerse como un bobo capaz de tropezarse con su propia sombra, pero era divertido verle rojo cuando le hacía cosas que no se esperaba. Por más que quería que tomara la iniciativa, no le iba a dar todo el trabajo, de todos modos, una relación era de dos.
Aunque aún no eran pareja... ¿Podría pedírselo ese día? Se le apretó el estómago de emoción, sería fantástico terminar la cita de ese modo.
Caminaron directo al paradero, debían llegar a tiempo al centro comercial para elegir la película que querían.
— ¿Cómo dormiste hoy? —Preguntó Reaper, él sabía que había noches que irremediablemente no serían las mejores.
— Bien.
— Pero veo tus ojos algo hinchados. Y la nariz muy roja, acabamos de salir de tu hogar.
Alzó su cabeza topándose con su mirada, sus ojos azules parecían examinarlo con profundidad, no podría mentirle, parecía que Reaper sabía cada una de sus facciones y eso a veces le perturbaba -por más que hiciera algo similar observando sus ojeras-. Apretó su mano, girando el rostro sin dejar de mirarle.
— Me sentí mal hace poco, pero ya estoy mejor.
— Ay, Genito. —Reaper llevó su mano libre hasta su cabello, sin soltarle se colocó frente al menor y acarició su cabeza— ¿De verdad te sientes bien?
— Sí. —Mucho más por sentir sus mimos, no quería que se preocupara por algo así— Pero no me tapes, no veré si llega el bus.
— ¿No nos podremos besar?
— No.
— Pero, es para reforzar nuestros sentimientos.
Negó con la cabeza, sintiendo algo de calor en sus mejillas, Reaper era un tonto, le encantaba.
— No, Reaper, ¡Si perdemos el bus no alcanzaremos a ver la película!
—¡Pues vemos otra!
— ¡Pero yo quiero ver esa!
— ¿No me habías dicho que ya la viste?
— ¡Sí, pero quiero verla contigo!
— ¡A-Ah...!
Sonrió por lo bajo al verlo enrojecerse, soltó su mano para abrazarlo por el cuello. Reaper correspondió el abrazo como se le era usual, una postura que ya tenían conocida y muy cómoda. Su nariz llegaba apenas a su clavícula, directo a su colonia.
Se quedaron de este modo por un largo rato, el bus que necesitaban llegaba cada veinte minutos así que le quedaban el tiempo suficiente para relajarse estando así de apegados. A pesar de todas sus vivencias, Geno de a poco volvía a necesitar aquella cercanía con Reaper, su corazón tamborileaba al ritmo del corazón adverso, su respiración también imitaba la velocidad contraria, todo en ellos estaba en sintonía.
Cuando se le cansaron los brazos, los bajó para abrazarlo por el torso, por debajo del abrigo que tenía abierto, una gran sensación de confort lo embriagó, era una lástima que no podía estar más unido a él, con oír su corazón agitado por lo improvisto estaría satisfecho.
— Mi tía me prestó dinero. —Comentó Geno— Para que comamos allá.
—... ¿De verdad? —El albino no pudo evitar sonreír por su titubeo, más sabiendo la razón— No es necesario, yo iba a invit--
— Reaper, ya gastaste mucho en mí, Blard te va a regañar por desperdiciar dinero.
— No es desperdiciar si es para ti.
— Mhm...
— Igual estaría usando el dinero que iba a ser para el psicólogo, pero si insistes no pagaré por tu comida.
— Mejor.
— ¿Habrá Burger King allá?
— Siento que fue una mala idea darte la información de que me gustaba ir allí...
— Es que tu carita al comer...
— Nhn... Probemos alguna otra cosa.
— Si lo que comamos no te hace poner esa carita no será la cita perfecta.
— No tiene por qué ser perfecta, con estar... con estar contigo ya será una buena cita.
Reaper rió para bajar las penas, se separaron debido a que el bus estaba llegando y tal como había dicho el de bufanda, tenían que evitar perderlo o arruinarían el plan principal. Subieron el bus y en solo unos minutos llegaron al centro comercial.
Era un gran edificio al que había ido varias veces con sus padres, pero era la primera saliendo con Reaper, y la primera sin sentirse incómodo al rededor de más personas. Nadie lo miraba por no tener una apariencia extraña, sus ropas combinaban junto al resto, él y Reaper combinaban y lucían como uno más de la masa de gente.
No se creía que se sentiría tan cómodo de ese modo, si tenía a Reaper tomado de la mano, no había por qué sentirse inseguro.
Tuvieron suerte de elegir la película que querían y sin prisas se dirigieron hasta el gran salón de múltiples asientos. Fueron hasta los asignados, un poco más arriba de al medio donde podían estar tranquilos de cualquier cosa. Reaper había comprado de por medio un tarro grande de palomitas y dos vasos con bebida.
Sentados en la oscuridad hablaron por un momento, charlando de trivialidades y de breves anécdotas que habían tenido en esos días. Reaper había contado que Blard llevaría a su hermano menor al departamento el siguiente día, así que estaba ansioso por conocerlo, hizo bromas de ser otro hermano mayor aunque Blard se burló diciendo que este era más infantil que su propio familiar. Por su lado, Geno no pudo terminar su pequeña historia ya que la película empezó.
La primera hora estuvieron atentos a lo que sucedía, Geno estuvo mirando de soslayo las reacciones del pelinegro, se notaba entusiasmado por lo que pasaba frente a sus narices, según recordaba, era la primera vez de Reaper yendo al cine, era normal verlo emocionado.
Sin darse cuenta se quedó mirando sus expresiones, apoyando su cabeza en el respaldo del asiento, sonriendo dulcemente por estar feliz de la situación. Quería mucho a Reaper, le gustaba ver cada mueca que hacía, cada alzamiento de cejas cuando se sorprendía, sus labios expandirse y sus pupilas dilatarse cuando chocaban miradas, justo como ahora.
Hicieron contacto visual, uno por un largo rato. Eran solo ellos dos, disfrutando de una cita, disfrutando de su amor.
Reaper dejó de estar pendiente a la película, su mano fue sutilmente hasta la propia. Geno la entrelazó, inclinando su cuerpo a él. Reaper rió pero por el ruido de la película apenas lo pudo escuchar, después vio solo negro tras cerrar los ojos y recibir un beso dulce por las palomitas y bebida.
Se dieron un par de besos, unos que aceleraron nuevamente su corazón, no sabía que podían hacer eso en un lugar público, pero ya varias veces se habían besado en lugares así como en las plazas o en los paraderos donde varias personas lo vieron. Ahora nadie estaba pendiente de ellos, podían darse esas pequeñas muestras de amor.
Suspiró grato al separarse, sentía la mano masculina de su amado en su mejilla, acariciando con delicadeza hasta su cabello.
— Te amo. —Dijo Geno, al estar tan cerca esperaba que lo escuchase.
— Yo igual, mucho. —Contestó Reaper. Besando su pómulo.
No quiso alejarse, por lo que apoyó su cabeza en su hombro y se dejó mimar con casuales besos en su cabeza mientras siguieron viendo el resto de la película. Fue un momento que iba a atesorar en su memoria.
A la salida, Reaper no paró de hablar sobre lo increíble que fue la película, enrojeciéndose de vez en cuando por razones que Geno al principio no comprendía, pero después se dio cuenta que le ocurría cada vez que mencionaba la parte que apenas vieron por la sesión de besos que tuvieron. Tales detalles le encantaron.
Fueron hasta el área de comida y pidieron tacos.
— Bien, quiero que le des un mordisco a tu taco. —Comentó Reaper ya sentado en la mesa, Geno alzó una ceja por esa petición.
— Me lo tengo que comer, obviamente le daré un mordisco.
— ¿No recuerdas lo que dije antes? Necesito saber que esta comida te pone tan feliz como el burger.
— ...Ahora no me apetece comer frente a ti.
— ¡Ay! ¡No me hagas esto!
Geno frunció el ceño, ahora la mirada expectante del adverso lo había puesto intranquilo. Tragó saliva mientras tomaba su taco, la aplastó un poco con los dedos y lentamente se lo llevó a la boca. Le dio un mordisco a la masa, después otro más grande para que la verdura también llegase a sus papilas gustativas.
No era primera vez que probaba esa comida, pero sí era la primera vez que lo comía junto a Reaper en tales espacios. Comer junto a él le daba una emoción distinta, la misma que sintió cuando comió hamburguesas con él y su tío.
Escuchó una risita, abrió los ojos que los había cerrado en algún momento. Reaper sonreía como bobo.
— Qué lindo te ves.
Casi se atraganta, tuvo que tragar antes de quejarse.
— ¿No tendrás una fascinación de verme comer...?
— ¿Eh? Para nada.
— Me siento perturbado.
— Bueno, dejaré de mirarte, comeré mi taco.
Geno estuvo pendiente de sus gestos, alzó las cejas sorprendido por su expresión maravillada. En segundos devoró su taco.
— ...Woah. ¿Es primera vez que comes un taco?
Reaper carraspeó, limpiándose con la servilleta, tenía la boca algo manchada.
— N-No... He comido los de la escuela, pero este... oh, estaba delicioso, mmm.
— Pff...
Rió al verlo enrojecerse, más por la expresión tan chistosa que hacía al abrir sus ojos algo rasgados y su sonrisa incrédula, un estado estupefacto.
— ...Ya sé cómo te sientes. ¡No me mires!
Se tapó el rostro, Geno rió con más ganas.
Sin duda le gustaba mucho estar con él.
Terminaron de comer y por la hora decidieron caminar por las afueras del centro comercial, ya había anochecido y los edificios y faroles se encargaban de iluminar. Reaper tomó su mano y dieron una vuelta por las instalaciones, hasta llegar un sector de estacionamientos y a su lado un sector con harta nieve.
Reaper tiró sin mucha fuerza el brazo de Geno, y entre risas fueron hasta allí. Al estar a unos pasos, el azabache le tomó de la cintura y juntos se tiraron al montón, felizmente no había nada peligroso y solo era un montón de nieve sacada de la acera para que los autos pudiesen estacionarse.
Agitaron la cabeza para que la nieve saliera de sus cabezas, pero por lo difícil que era entre ellos se la quitaron. Geno con cuidado pasó sus manos por su cabello, esperando no arruinar el peinado que tenía, parecía que tenía productos nuevos pues el mayor había dejado la manía de pasarse la mano por la frente para peinarse.
Aún en medio de toda la nieve, Reaper se puso boca abajo y Geno de lado para quedarse mirando.
— ¿Y qué tal la cita? —Preguntó el pelinegro, su sonrisa era muy apuesta.
— Aún no termina.
— Eso es cierto, debo dejarte a tu casa, sería mal pretendiente si te dejase acá.
Se mordió el labio por dentro, estaba ansioso de que le preguntara algo pero sentía que Reaper buscaba otro momento más adecuado para hacerlo, o quizás todavía no se sentía preparado para que esa pregunta saliera de su boca. Sabía que a Reaper le costaba tomar nuevas iniciativas, ya estaba más acostumbrado en besarse y estar juntos pero eso requirió de meses de timidez.
— ¿El hermano de Blard iba a llegar mañana?
— Oh, sí, es un pequeñín, tiene doce años.
— Reaper... Yo también soy menor de ed-
No pudo continuar debido a que Reaper le tapó la boca con la mano. Balbuceó en queja pero Reaper le hizo silencio con el dedo.
— ¡No digas eso! —Exclamó susurrando— ¡Me llevarían preso!
— ¡Mhmhf!
— ¡Au!
Le tuvo que morder el dedo para que dejara de asfixiarlo, Reaper se quejó sobándose la zona con un gran puchero, Geno se cruzó de brazos.
— Tú te ves joven, solo llevas unos meses con dieciocho.
— P-Pero si viene un policia y pregunta nuestras edades, me llevarán a la cárcel.
— Eres un tonto. ¡Si me tapas la boca así obviamente alguien vendrá! Estamos en los estacionamientos.
— Entonces no me muerdaaas, me dolió.
— Tonto.
— Mhmh...
— Muy tonto.
El mayor se encogió por completo, se había hecho bolita a su lado. Geno negó con la cabeza, sentándose. No estaba para nada enojado, pero Reaper a veces sí que era dramático. Esperó unos segundos hasta que el pelinegro también se sentó, allí el albino se dejó caer de lado, siendo sostenido por él.
Le abrazó el brazo, admirando su lindo rostro avergonzado.
— Me acordé que nunca terminaste tu historia en el cine, nos interrumpió la película.
— Oh, cierto. —Comentó el albino— Era que mi tía hizo galletas muy ricas, le echó esos chocolates redondos y pequeños con distintos colores, reemplazando las chispas.
— Me suena. Mmm~, debieron estar ricos.
— Sí, si quieres, cuando volvamos a mi casa te doy un par, las guardé para ti.
— Aww, ¿de verdad? —Geno asintió— Me encantaría, aunque también...
— ¿Sí?
— Me gustaría comer tus labios, se ven muy rojos.
Si no fuese porque su tono fue juguetón, el escalofrío que sintió hubiese sido más largo. Se sintió algo nervioso al descubrir algo, pero terminó por sonrojarse y asentir.
Volvieron a besarse allí, ambos abrazándose como pudieron por la extraña postura que tenían. Fueron besos fríos por la baja temperatura y solo hasta que sus labios se calentaron, se separaron. Geno deseaba quedarse más tiempo así, besarse hasta la eternidad, pero parecía no ser el lugar para darse el lote tranquilos, no quería que la gente los viera mal por estarse besando en una pila de nieve a un lado de los estacionamientos.
Geno tras dejar de tener los labios cálidos del mayor en su rostro, tomó valor de darle un beso en la mejilla, haciendo un camino de besitos hasta su mandíbula y barbilla, por su inclinación le fue posible, aunque hubiese preferido darle uno en el cuello pero el suéter que portaba Reaper le impidió eso.
Se quitó de su posición, se sentó y limpió la nieve; se levantó volviendo a palmearse la ropa para quedar impecable de su fechoría. No obstante, no se esperó que Reaper siguiera sentado con el cabello tapando sus ojos y el rostro tan rojo que parecía brillar. Confundido, inclinó su espalda para llegar a su altura.
— ¿Reaper? ¿Nos vamos?
El aludido se sobresaltó.
— ¡A-Ah! S-Sí, perdón, espera, d-d-dame un momento.
Reaper juntó sus rodillas alzándolas y se pasó las manos por el rostro resfregándose. Geno se irguió esperando que dejara de hacer movimientos raros hasta que Reaper se levantó de un salto, tomó su mano todavía rojísimo y comenzó a caminar.
Al principio le preocupó pero le dejó estar, quizás estaba teniendo esos momentos de pánico por la verguenza de haberse besado tanto.
En el paradero ya estaba actuando como alguien normal.
— El lunes tengo prueba. —Dijo el albino.
— ¿De qué?
— Matemáticas.
— Espero no haberte quitado tiempo.
— No, está bien, he podido estudiar.
— ¿A qué hora?
— En el tercer módulo.
— Perfecto, te pasaré a ver después y así pasamos el receso juntos.
— Sí, gracias.
— Nah, sabes que me encanta estar contigo. —Y posteriormente canturreó— Sabes que te amooo, me tiraría a un puente por tiii.
— ¿Por qué harías eso?
— E...Es lo único que se me ocurrió para cantar.
— Te acepto la melodía, pero no la letra.
— Practicaré en mi improvisación.
Reaper sonrió amplio, no podía decir que era la primera sonrisa, si en todo el tiempo que estuvieron juntos sonrió. Le encantaba que fuese así también.
El bus llegó y se acurrucaron en todo el viaje, aunque haya sido un momento corto, apreciaría ese momento, era su primer viaje de regreso después de una cita. Sin necesidad de besarse, solo con un brazo cruzado, las manos tomadas, y sus suaves respiraciones.
Tristemente ese día juntos había terminado, pero fue una de las mejores experiencias que había tenido.
En la puerta de su hogar, Reaper tomó sus hombros, esbozó una romántica sonrisa y besó su frente. Geno fue quien le dio un último beso en la boca tras darle las galletas.
— Nos vemos el lunes, Genito.
— Nos vemos, Reaper.
— Te amo.
— Yo también.
Se despidieron con la mano, aunque como Reaper estuvo retrocediendo sin mirar donde iba, casi se cae al tropezarse con la nieve. Geno río mientras el pobre se enrojecía, volvió a despedirse con la mano y cerró la puerta.
Ya lo extrañaba.
||
Con un regalito :D
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro