Septiembre semana 2 - Martes

Aunque sea verano, primavera u otoño, las noches siempre eran tan frías como en el invierno. Se acomodó bien la bufanda y después se colocó los guantes para que sus pobres dedos no se lastimaran con el clima gélido ni las cajas que tenía que cargar. Como trabajador de bodega en una empresa de variados productos, siempre tenía que estar llevando en una carretilla o en sus manos varias cosas, era muy agotador pero con el tiempo aprendió los mejores métodos para no romperse la espalda.

Después del primer cargamento su superior lo llamó desde la radio, tenía que ir a la oficina a recibir a un nuevo compañero de trabajo. Esta noticia alegró mucho a Reaper, siempre que tuviese que trabajar menos iba a agradecerlo ya que en su área le tocaba varias veces estar solo.

Tras las breves presentaciones e instrucciones pudo ver mejor quien sería su compañero, era también alguien joven apenas más alto con él, pero lo más notorio eran sus rasgos: no era para nada usual en su país alguien con la tez morena casi bronceada, cabello café y ojos verdes, tenía que ser un extranjero, cosa que tenía lógica al ser un trabajo especial para subsistir más que otra cosa.

— Bienvenido a tu segundo hogar. —Saludó Reaper esbozando una amigable sonrisa, aunque apenas visible por la bufanda.

— Muchas gracias, aunque sería un tercer hogar si cuento el instituto.

Reaper en ese preciso instante quedó anonadado por el tono de voz, su manejo con el idioma era totalmente nativo, por lo que su cabeza explotó por más de un segundo. Trató de volver a la realidad, era muy desubicado tener prejuicios de alguien por su apariencia. 

— Vaya, de lujo, ambos compartimos terribles horarios.

El adverso rió, su nariz estaba algo colorida por el frío de la noche, también estaba usando una bufanda y sus trajes eran mucho más gruesos que los suyos.

— Yo estudio en la tarde de cinco a nueve, por lo que después de estudiar vendré a trabajar.

— Ah no... Bendita suerte. Cosas de mayores.

— Solo tengo 21 años, pero presiento que para ti sigue siendo mucho.

— PFt, no tengo quince años. Tengo diecisiete.

El mayor alzó una ceja y se encaminó al área donde debían trabajar, Reaper le siguió, cada vez más avergonzado por darse cuenta de que el contrario era todo un adulto comparado a él, que a pesar de ser más joven, el más destrozado era él mismo.

No quería dar una mala impresión así que siguió trabajando hasta que el más alto habló nuevamente.

— Se me olvidaba, todavía no llegabas cuando dije mi nombre, soy Blard. ¿Y tú eres?

— Reaper. Es un gusto.

— El mío también, espero que puedas convivir con un friolento.

Toda su inseguridad desapareció por eso, volviendo a sonreír.

— Yo espero que puedas convivir con un adicto al café.

Blard correspondió su sonrisa con calidez.

— Lo tendré en cuenta.