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Enero 2 semanas - Lunes
La forma de su colgante era peculiar, muy bonita que de vez en cuando parecía reflejar el brillo de la nieve hasta sus ojos; pasó las yemas de sus dedos sobre el pequeño objeto, terminando por apegarlo a su pecho en medio de sus pensamientos. Llevaba un largo periodo de tiempo reflexionando acerca de todo lo que había sucedido en su vida solo en unos meses, el año pasado no se hubiese creído que estaría compartiendo departamento con un compañero de trabajo y que estaría envuelto en un lío con el mismísimo fantasma de la escuela.
Pero en realidad, no le gustaba ese calificativo para Geno, él era un ser humano como él, con sus propios sentimientos y motivaciones, solamente tuvo una mala crianza que lo llevó a caminos oscuros. Reaper quería ser su luz, quería sacarlo de las corruptas tinieblas. Por más que en un principio había sentido repulsión por los actos del albino, poco a poco entendió que no era algo hecho con mala intención, desde el primer instante, en su mente "inocente", el menor quería ser su amigo, desde el primer momento había ofrecido su amistad, su preocupación.
Geno era una persona maravillosa dentro de los márgenes, maravillosa y atractiva. En Reaper había provocado de todo un poco, llegando al punto en el que no podía parar de suspirar al imaginarse lo hermoso que sería que Geno resolviera sus problemas y pudiera crecer en la sociedad sin ningún inconveniente. ¿Cuándo sus sentimientos cambiaron tanto?
Sabía que al principio quería cuidarle, cualquiera con sentido común querría hacer eso con alguien que había vivido engañado toda su vida. Aun así, en medio de ese recorrido experimentó lo que era el gusto del contacto con alguien, y era algo normal, él mismo también era un humano y tener una oportunidad de sentir una persona junto a él, tener abrazos, algo mucho más íntimo a casi a todos les encantaría. Su propio cuerpo respondía al menor contacto, sus hormonas se alborotaron más de una vez incluso a solas solo pensando en la situación.
No obstante, actualmente esos difusos pensamientos empezaron a aclararse, todos sus pensares sexuales desaparecían en un chasquido al imaginarse a Geno sonriendo, a Geno simplemente existiendo. Era bello, tan lindo, dulce, encantador; no le importaba que su propio corazón se volviese loco, que los nervios estuviesen de punta, ver a Geno le causaba irónicamente paz. De verdad quería que sonriese más seguido, que aquellos ojos celestes brillaran, que de sus labios salieran risas y disfrutase una mejor vida.
Si esos eran los sentimientos que sentía por Geno, los trabajaría y los aceptaría. Geno ya había entrado a su vida, y esta vez para quedarse por siempre en su cabeza y pecho.
Geno le gustaba.
Y por más que las circunstancias no ameritaran una relación normal, se esforzaría para lograrlo, aunque claro, esa no era la prioridad, primero era la vida de Geno, y eso significaba que debía seguir practicando con él las cosas "normales" que hacen las personas al interactuar.
Volvió a mirar su collar, deteniéndose a unos cuantos metros del menor, el día estaba nublado pero no estaba nevando, por lo que era un tiempo relativamente agradable para estar en el exterior. Allí, en un banco algo escondido del patio yacía su querido amigo Geno, su cabello albino resplandeciente y algodonado, su bufanda roja envuelta en su cabeza tapando el cuello, labios y parte de la nariz; sus ojos estaban fijos en un libro que tenía en sus manos, un libro grueso que parecía ser una novela, sus nudillos estaban algo rojizos al igual que el puente de su nariz, siendo evidente que seguía estando frio, de por sí Geno no se abrigaba bastante y eso a Reaper le preocupaba, no quería que enfermara.
— ...Te tardaste mucho.
Oh, claro, se le olvidaba, también el tono de su voz lo encontraba hipnotizante. Una voz que podía ser severa y otras veces -como ahora- suave, si se esforzaba podía describir el estado de ánimo adverso desde su tono de voz de forma más fácil que con sus expresiones faciales. Sin duda, se había enamorado de Geno, y eso le hacía dudar de cómo comportarse, ya que era su primera vez sintiendo amor de ese modo, y parece que para Geno también era así.
Qué lindo se sentía saber que sus sentimientos eran correspondidos, aun así debía verificar como le había aconsejado Blard, no podía soltarse solo porque supuestamente se querían, debía de haber alguna forma para comprobar que Geno no estaba dependiendo de él físicamente y por eso eso su confusión.
— ¿Reaper?
— A-- Ah, hola, no te había visto. Sí, sí.
Geno entrecerró el libro, llevando un dedo entremedio para no perder la hoja en la que iba. Posteriormente frunció el ceño.
— ¿No que la bufanda te ayudaría a no perderme?
— Tienes un punto. Perdón.
— ...Bueno.
De todos modos no podía olvidar que lo que había sucedido la semana pasada, por más que lo había perdonado, parecía que Geno todavía no se perdonaba a sí mismo, pues seguía reticente a acercarse, tanto el jueves como viernes el albino había evitado acercarse mucho, y si lo hacía era por iniciativa del pelinegro.
Era su turno de demostrar su afecto.
Se sentó en el banco junto a él respetando la distancia, apoyando las manos detrás de sí para no caerse al inclinarse hacia atrás, exhaló suavemente, viendo el halo desaparecer en el aire.
— No te había visto leer, ¿no es algo que hacías en casa?
— Quise retomar la lectura... —Geno bajó su mirada al libro cerrado, susurrando lo siguiente— Así no pienso en otras cosas.
— ¿De qué trata ese libro?
— Mhhm, no te lo diré.
— Oh, vamos, dímelo.
— No-- ¡Oye, no hagas eso!
Reaper ahora se inclinó hacia adelante de forma ridícula con tal de ver el reverso del libro, Geno se quejó elevando este y tapando la cubierta, el pelinegro trató de mirar alguna pista del contenido pero el menor se lo había dejado difícil. Entre sus intentos no pudo evitar reír, pues parecía una escena y Geno se veía tierno ocultando su libro.
Tras un minuto de intentos, alzó las manos en gesto de paz, satisfecho por haber ganado solo una sonrisilla por parte adversa, al menos había logrado divertirlo y relajarlo.
— Bueno, bueno, me rindo. Por ahora, pero quizás vaya a tu salón cuando vayas al baño y te robaré el libro.
— Eso hasta yo sé que está muy mal, no seas bobo.
— Es que me pongo bobito cuando estoy feliz.
— ¿Feliz...? —Geno se le quedó mirando, hasta que desvió su rostro hasta el libro nuevamente, después se abrazó a este, cosa que Reaper trató de descifrar, esperaba que ese rubor en su rostro fuese porque había captado el mensaje.
Le gustaba Geno, pero lo mejor era ir de a poco, por más que sus sentimientos ahora claros se desbordasen.
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