17
Octubre 3 semanas - Lunes
Era un círculo vicioso lo que estaba viviendo, por más que sentía que podía sentirse mejor y que la vida podía mejorar un poco, algo lo sumergía mucho más profundo, haciéndole cada vez más difícil sobrellevar todo. Por el embrollo que vivía no se sintió capaz de continuar con las tareas que tan amablemente Sans le había proporcionado para no atrasarse con las notas; su cabeza solo quería explotar.
Alzó la cabeza hacia el cielo nocturno, no estaba nevando pero tampoco estaba despejado, deseaba que no lloviera o se les haría mucho más difícil trabajar. Cerró los ojos sintiendo una fría brisa por su rostro, siendo envuelto en tristes recuerdos de sus padres; ellos siempre fueron malos con él, castigándole, regañándole solo por existir. Lo había pasado mal pero si comparaba su situación con la de su compañero, no tenía dudas que Geno lo ha pasado peor.
¿Qué tipo de mente psicópata tenían los padres del albino? Geno había sido víctima de un abuso demasiado calculador, lo habían hecho creer que los actos íntimos eran una forma normal de expresarse entre desconocidos, como si hubiesen más personas como él y que todos convivían alegremente entre distintas maneras de brindar cariño. Lo peor, es que muchas malas personas se aprovechaban de esta situación y solo reforzaron las creencias del contrario.
Ya no le importaba lo que había pasado en los primeros encuentros, si lo pensaba de tal forma retorcida, Geno solo estaba ofreciendo su amistad. Gruñó, apenas conocía hace un mes y medio a ese joven pero ya no quería alejarse, no podía permitir que la vida del albino peligrase por esa inocencia pecaminosa, menos siendo consiente de lo que este estaba viviendo diariamente.
El ruido de la nieve moviéndose le hizo volver a la realidad, recordando que estaba en pleno horario laboral y no podía tomarse un descanso aún. Miró a su alrededor notando que su compañero de trabajo estaba en el pasillo exterior barriendo la nieve acumulada, era la mejor opción para mover los carros con mayor comodidad. Se acercó a él, tomando otra pala para apresurar todo.
— ¿Ya estás en el planeta tierra? —Comentó Blard esbozando una tranquila sonrisa, Reaper correspondió ese gesto, el adverso siempre se preocupaba por él y eso le hacía sentir apoyado, no estaba solo en la vida.
— Sí, no volverá a pasar.
Blard rió brevemente, tomando un poco de nieve con la pala para tirarsela al menor. Reaper se asustó pero soltó risas por tal atrevimiento, solo que tomó un montón de nieve con su herramienta, haciendo una pose ofensiva.
— ¡No empieces una guerra que no estás seguro de ganar!
— ¡No, no! Era para despertarte.
— ¡Si, si, mira como te creo, Blard!
Por el peso ni siquiera pudo atinarle a su acompañante, y en vez de ser contraatacado, ambos se apoyaron en las palas, suspirando alegremente. Si otro trabajador los viera estarían en problemas.
— No sé quién tiembla más. —Habló el castaño, recuperándose— Yo por el frío o tú por lo débil de tus brazos.
— ¿¡Débil!? ¿Por qué me tratas de este modo tan cruel?
Las sonrisas se expandieron, el pelinegro por un momento olvidó todo lo que le estaba ocurriendo. Se acercó a su amigo para limpiarle la nieve que estaba en su hombro.
— Tus brazos deben doler, siempre te quejas cuando tomas las cajas.
— Bueno, —Reaper se encogió de hombros— creo que aunque haya hecho esto más de dos años, si no lo combinas con una buena alimentación ni buen sueño no se logrará nada. Pero tú apenas llevas un mes y algo trabajando, tienes menos entrenamiento que yo.
— ¿Tú dices?
— ...S... ¿Sí?
— Toca.
Blard alzó el brazo y lo flexionó, el menor sin creérselo llevó su mano hasta su músculo sobre la ropa, presionó y en menos de un segundo casi se atraganta.
— ¿¡Estoy tocando una piedra!?
— Pffft.
— ¡Pero que es esto! ¿¡Me puedo colgar!?
— No.
— ¡Oh, vamos! ¿¡Haces pesas o qué!?
Quiso de verdad columpiarse pero el adverso no se lo permitió, sin ninguna pisca de molestia, pero sí de gracia.
— No, pero así aprendes a no juzgar tan precipitado.
— Ay, Blard. —Hizo puchero— Si puedo dos cajas, tú podrás cinco, pero sabiendo lo distraído que eres, se te caerán.
— La verdad es que sí, no lo intentemos.
Terminaron de despejar el suelo y empezaron a colocar las cajas en el carrito, mientras hacían esto una duda surgió en él.
— Por cierto, hombre, hablando de juzgar, debo reconocer mis pecados.
— ¿Ah?
— ¿Eres noruego?
— Sí.
— ¿Eh?
— ¿No parezco uno?
— ...Pues no. No hay muchos morenos en estos sectores a menos que sean extranjeros, en mi escuela hay pocos y nada.
— No soy tan moreno, en realidad es una combinación con el bronceado. Yo sí soy noruego, pero de nacionalidad, mi madre no.
— ¿Tus papás no son noruegos?
— Eso dije, solo madre.
— Woah, pero naciste acá.
— No. Pero mi padre es noruego, ¿por qué te cuesta entenderlo, Reap?
— Mi cabeza está fundida, no esperes mucho de mí.
Blard suspiró risueño, palmeando su espalda.
— No resisto el frío porque viví muchos años de mi niñez en otro país, en mi adolescencia volví a Noruega con mis padres. En ese tiempo terminé bronceado y acostumbrado al calor por no cuidarme.
— Pfft, es decir que no te colocabas bloqueador.
— Creo que una vez me coloqué bronceador... Solo fue una vez, creo.
Reaper se echó a reír a carcajadas, Blard por su parte se encogió de hombros avergonzado.
— Por eso siempre estás bien abrigado.
— Es eso o temblar, vivía prácticamente en un desierto.
— Es... Woah, ¿hablas dos idiomas?
— Algo así, mis padres me hablaban tanto noruego como el otro idioma.
— ¿Es inglés?
— No, español.
— Bah, y pensaba que podías ayudarme con la tarea de inglés.
— Sé un poco, en el instituto también me hacen clases de inglés.
— Oh, dios, ¿¡tres idiomas!? Háblame bonito en tres idiomas.
— Pft, ¿ahora?
— Sí, hazlo, por favor, hazme sentir querido.
— ¿Pero qué ganas si no me entiendes?
— Tan difícil que te pones, amigo.
— ...Eres increíble.
Reaper se quedó en silencio por dos segundos antes de entrecerrar los ojos.
— Ese tono no me gustó.
Blard le guiñó un ojo y empujó el carrito, Reaper se quedó en el pasillo, volviendo a alzar la vista hasta el cielo oscuro, no volvió a sentir pesadez, debía seguir adelante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro