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[Day four] ❝LDFA❞

LDFA: La distancia fortalece el amor』


❝Cuando comienzas a ver el universo en un par de ojos negros, es el fin❞



El sol ilumina el sosiego que invade la cúspide de su animo, atosigado por el sabor amargo que se instala en su paladar, se levanta, sintiendo el dolor implantado en cada fibra de su sistema. Las ruidosas voces de sus compañeros invaden el pequeño espacio de soledad que se creaba a su alrededor, incapaz de poder procesar el bullicio exterior ubica sus pies descalzos en el piso. La basura se cuela a través de sus dedos, logrando que  su entrecejo se arrugara, asqueado por su propio desorden. 

Aquel joven bicolor enciende su computadora a penas se aleja de la desordenada cama, no pasa por la molestia de peinarse o al menos, cepillar sus, ahora, algo amarillentos dientes. La cámara del aparato es encendida y él decide mantenerse en las penumbras para no revelar su lastimero aspecto a la contraparte de la llamada, emocionado marca al primer contacto de la lista, recibiendo una contestación casi inmediata; la gran imagen que ocupa todo el espacio del ordenador se ilumina, dejando a la vista a un adolescente rebosando de alegría. Sus ojos brillan a pesar de la oscuridad del exterior que se cuela desde su ventana. 

— Inasa, buenas noches — Exclama emocionado, con las lágrimas a punto de desbordarse de sus parpados ojerosos. Lo extrañaba, necesitaba algo dulce para seguir respirando mientras que su ansiado caramelo se encontraba en otro continente, amargando su existencia como no tenía ni idea. 

— ¡Yo, Todoroki! ¿Has dormido bien? — El mencionado sonríe al sentir la sensación dulzona de saborear la felicidad rebosante de su pareja. Cual niño, asiente avergonzado con sus mejillas rojizas, logrando que el corazón del de mayor estatura latiera emocionado.

— ¿Como van tus practicas, Yoarashi? — Los estudiantes de la academia Shiketsu, al llegar al último año, se les otorga un intercambio a estados unidos, donde podrán convivir en nuevos lugares para ampliar su conocimiento de futuros héroes, empleándose en un ambiente bastante caótico a lo que era japón. Inasa había terminado asistiendo a tal oportunidad, dejando a su familia y pareja en la deriva en tan grande isla; habían pasado al rededor de cuatro meses desde su partida, algo que destruía a cada momento el bienestar emocional de Shōto. Desde hace tiempo, la dependencia que carecía desde los cuatro años, había vuelto a renacer cuando se volvió pareja de Gale.

— Van bastante bien, hoy Camie hizo algo realmente fool — Responde a tal interrogante, logrando que una risa efímera se escapase de los labios del Todoroki menor, pues era demasiado gracioso notar como las palabras de Inasa eran intercambiadas por un curioso acento y la mayoría de veces, por palabras en inglés.

Gale suelta un pequeño bufido, sintiéndose avergonzado por la jugada que su propias cuerdas vocales y cerebro, le habían realizado. Utsushimi al escuchar las fuertes risas que provenían de la habitación de al lado, entra en aquel lugar como si ella fuera la dueña del pequeño espacio, poco le importaba volver a encontrar a Inasa soñando con alguna felación que le realizo la pareja bicolor cuatro meses atrás; la rubia nota el alto cuerpo reposando junto a una taza de café en la silla giratoria y ella, con la poca visión que tiene por la ancha espalda, desea que el adolescente no este realizándose algo inapropiado con algún vídeo de Shōto riendo. Aliviada nota que sus sospechas eran erróneas, no quería adoptar un papel de madre para conversar de flores, abejas e incontinencia sexual con su mejor amigo.

— Ina, cariño, ¿sabes que horas son? — Pregunta algo agotada, sintiendo como su cuerpo colapsaría por el cansancio agobiante que permanecía insistente en su cuerpo. El mencionado la observa, ofreciéndole la taza de café que antes estaba bebiendo — Los jóvenes de hoy en día son tan descuidados con sus horas de descanso.

Yoarashi sonríe, notándose interesado por aquella jerga tan extraña y simple que pocas veces la de hebras pardo claro ocupaba. 

— ¿Te desperté? Lo siento, es que quiero hablar con Todoroki. 

— ¿Estás hablando con el cara de ángel? No me había dado cuenta. ¡Hey, Shou! Déjame dormir, joder — Responde mientras saluda de forma animada, exponiendo su infantil deje de sarcasmo y la mala influencia que Katsuki lograba en ella. 

— No me importan tus horas de sueño, Utsushimi — Exclama intentando sonar colérico. Risueña, Camie crea una pequeña ilusión, con la intensión de molestar al menor; la niebla rosácea escapa de sus labios y aparece la representación frente a Inasa, dejándolo admirar la primera vez que ella utilizo Glamour con la imagen de Shōto, la nostalgia invade a las dos partes involucradas, ya que aquel muchacho se veía de quince años, muy diferente al de dieciocho que reposaba a varios kilómetros de distancia.

— Sean menos ruidosos, tenemos entrenamiento nocturno en un par de horas y aunque no se note, tenemos más ojeras que tú, cara de ángel — Se despide después de abrazar a Inasa, reprochando de vez en cuando al antes mencionado, por la melena marrón a flote que había aparecido ante un descuido de imagen personal. La femenina desaparece y aquellos dos jóvenes se vuelven a encontrar completamente solos.

— Debería dejarte dormir — Es Todoroki quien decide hablar primero, logrando que su pareja coloque sus manos tapando su rostro por la frustración.

— Shōto — El bicolor lo observa fijamente, esperando que la voz del más alto vuelva a emerger — Me gustas tanto, quiero que estés aquí conmigo, mierda, deseo que te quedes a mi lado para siempre. 

— Yo siento lo mismo, supongo.

— Todoroki. 

— ¿Qué pasa, Inasa? — Pregunta bostezando el hijo de Endeavor.

— Te amo. 

— Yo igual. 

— Iré a visitarte cuando pueda, lo prometo. 

— Aún en la distancia, eres demasiado cursi, Yoarashi — Responde, sintiéndose agobiado por el incesante golpeteo de su corazón. Nunca había amado tanto ha alguien desde que vio como Inasa se alejaba de su lado.

El contrario sonríe, logrando que el cielo estrellado a sus espaldas sienta envidia de los brillantes que pueden ser sus orbes oscuros al realizar una acción tan simple como lo era sonreír. 

Aquel sentimiento era tan dulce y a la vez, lo más cálido que aquellos dos habían sentido en algún momento de su vida. A pesar de la distancia, se seguían amando y fortaleciendo la sensación que se desborda del frasco que reposa en su interior.

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