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Capítulo 7 (Si estuvieras conmigo)

Ese mismo día seguía siendo el día de suerte de Milo, después de regresar de la hora de la comida, llegó a su lugar de trabajo, sin embargo Camus aún no llegaba.

Salió del lugar para buscarlo si se encontraba por algún lugar cercano pero no apareció. Siguió caminando hasta que a lo lejos en una bodega solitaria de la empresa pudo verlos, Camus se veía muy molesto. Detrás de él venía Saga tratando de alcanzarle el paso. Milo trató de seguirlos y escondiéndose donde podía para no ser visto.

— Camie mi amor — Lo llamo con dulzura  — Ya dije que si quieres intimidad primero nos casamos... No creo que quieras que los medios nos descubran teniendo nuestro encuentro aquí — Saga intentaba en vano de alcanzar a Camus, con pasos apresurados se alejaba de él.

Su pareja buscaba algún pretexto para no dejarse llevar por el deseo, siempre lo condicionaba y eso le molestaba, era su pareja pero... Porqué se negaba entonces.

— Ya te dije que no me siento listo Saga ¿Dame tiempo de pensarlo si?... Ahora si no te molesta me están esperando en el lugar de grabación — Respondió sin darle mucha importancia.

— ¿Y ni un beso de despedida?— Preguntó Saga, sin embargo el joven galo  volteó desinteresadamente, alzó su ceja y le respondió.

— No.

Saga se quedó mirando como se alejaba su pareja. Las cosas no le estaban saliendo como quería... Si el galo aceptaba casarse con él, tendrían más fama de la que ya tienen.
Camus es un conductor muy querido por todos, incluso hasta las demás empresas de la competencia lo quieren en su ambiente laboral.
En especial la otra empresa televisiva "Star Hill".
Sin embargo lo único que veía Saga en él, era una oportunidad de crecer en la empresa, admitía que su físico es encantador y exquisito, cualquiera daría todo por ser el afortunado de estar a su lado, pero odiaba lidiar con él porque siempre había sido muy cerrado con los demás... Saga tenía un interés y ese era el dinero, fama y fortuna ante los medios, Camus era perfecto para ello.









El resto del día, Camus no necesitó a su asistente, aunque Milo era muy persistente, en todo este tiempo no requirió de sus servicios.

Desde aquel regreso de la comida Milo sabía el mal rato que pasó con su pareja, quizá esa era la razón por la cual Camus siempre estaba de muy mal humor. Mientras la grabación se llevaba a cabo, no dudó en entrar al camerino sin ser visto por los demás.

Al lograr su travesura, cerró la puerta con cautela. Poco a poco fué recorriendo el lugar, se acercó hasta donde se encontraba la silla de su amado conductor, tomó su suéter y se perdió en su fragancia sutil, ese dulce aroma tan delicioso... Imaginaba ese delicado olor impregnado en él.
Cuánto diera por estar en el lugar de Saga, quien no valoraba a su amado conductor... Si tan solo el estuviera con él, nunca lo dejaría solo, estaría a su lado, cada mañana y cada noche sería su amante y su amigo incondicional... Haría realidad sus sueños y sus deseos... Lo haría sentirse amado, daría todo por él.

Estaba más que decidido, haría su mayor esfuerzo para conquistar a Camus.

Sin perder más el tiempo escribió en un papelito que guardaba en sus bolsillos y comenzó a redactar un texto simple, lo dobló en cuatro y lo guardó en una de las bolsas del suéter del Camus. Después de esto salió de ese lugar sin llamar la atención y tomó su lugar por si en dado caso su amado conductor necesitaba de su ayuda.

La obscuridad de la noche llegó, Camus se sentía muy cansado, desde que aumentaron la media hora de más, se le había hecho pesado trabajar, casi ya no estaba en casa y muy rara vez llegaba a ver a su papá.

Al terminar de grabar, se fue al camerino y tomó sus cosas, tanta era su prisa por llegar a su casa que ni siquiera se despidió de Shura, ni de su nuevo asistente, sus pies le pedían a gritos llegar a su hogar y relajarse por un momento.

Caminó hasta el estacionamiento, se subió a su auto color rojo último modelo, no era muy de su agrado manejar pero no tenía otra opción, era el auto y entrar sin problema a la empresa ó venir caminando y atendiendo tantos fans se le cruzen por su camino, y mejor prefirió el auto... Sinceramente esa vida lo estaba volviendo loco.

Encendió el auto, salió de la empresa y tan solo tuvo el gusto de avanzar una cuadra, el auto se apagó justo en ese momento. Camus se bajó y abrió la parte delantera  del cofre para revisar el motor y ver cual era el problema, y lo que menos se imaginaba... Su auto no traía batería.

— ¡Me lleva! — Gritó cerrando de un golpe el cofre del auto, llevándose  ambas manos a su cabeza, nadie pasaba por ahí en esos momentos, ni mucho menos otro auto que le ayudara a pasar corriente.

Milo por fortuna pasaba por ahí, era el trayecto que el usaba para llegar a su casa, aunque se encontraba un poco confuso, ya que Camus ni siquiera tuvo la delicadeza de despedirse, mucho menos de avisarle que ya se podía retirar, tuvo que acercarse a Shura para saber si se podía ir a su casa, ya que su amado galo simplemente tomó sus cosas y se fue.

Hasta que logró verlo en la esquina, muy desesperado con su auto, podía notarlo molesto. Con pasos firmes se fue acercando a su querido conductor.

— ¿Joven Labelle?— Preguntó Milo acercándose a Camus.

El contrario levantó su mirada para ver quien lo llamaba, esperaba que no fuera algún  fan o personas molestas, sin embargo solo era su nuevo asistente.

— Milo, vaya no esperaba encontrarte aquí.

— Vi que necesitaba ayuda joven Labelle ¿Quiere que le ayude?

— En realidad solo me quedé sin  batería.

— A estas horas de la noche va estar difícil que alguien le pase corriente, mejor que le parece si yo lo empujo y usted trata de encenderlo, será suficiente para que pueda llegar a casa.

— De acuerdo hay que intentarlo — Camus se subió al auto, Milo comenzó a empujar, avanzaron unos metros y el auto nuevamente comenzó a trabajar.

— Vaya que si tenías razón Milo, gracias, de no ser por ti, aún estaría aquí esperando a que llegue mi seguro y vengan por el auto.

—De nada joven Labelle... Bueno me despido, espero que llegue con bien a su casa, hasta mañana — Milo se dio la vuelta pero la voz de Camus lo detuvo.

— Espera Milo, lo menos que puedo hacer por ti es llevarte a tu casa, gracias a ti nuevamente encendió el auto.

— No quiero importunar joven Labelle.

— Insisto Milo sube por favor y no me hables de usted, no tengo problema si me hablas de tu — Contestó el galo y ante eso, su asistente aceptó. Milo subió al auto del galo.

En el trayecto Camus casi no hablaba más que para preguntar cosas simples, solo para pasar el momento.

— Sntonces Milo dime por donde nos vamos para llegar a tu casa— Preguntó Camus sin quitar la mirada de enfrente.

— Así como vamos derecho, no falta mucho, solo unas  cuadras más y ya.

El trayecto fué corto, ya estaban cerca de la casa de Milo.

— Aquí adelante es donde vivo, por esos edificios — Milo señaló el lugar donde vive, eran unos departamentos más adelante.

Camus estacionó su auto acercandose lo más que podía a la orilla y espero a que Milo bajara.

—Bueno Milo hemos llegado a tu hogar... Mañana nos vemos en la empresa, disculpa si no te avisé cuando salí, tuve un mal día.

— Descuida... Camus, entiendo la vida que llevas, es desgastante pero también necesitas un descanso, muchas gracias por traerme a casa, cuando gustes eres bienvenido.

— Gracias Milo, ahora me voy quiero llegar a ver a mi padre para cenar... Hasta mañana — Camus se despidió de su asistente y nuevamente arrancó el auto sin problema, ya lo llevaría a revisión estos días para que no lo hiciera pasar malos momentos.

Milo esperó a que Camus se fuera y entró a su hogar, este día fue de lo mejor, es el asistente de Camus, y ahora lo trajo a su casa, tal vez eran muchas emociones por un día, pero no le gustaba ver ese semblante triste y serio del galo, pronto encontraría la manera de hacerlo cambiar... Ese chico de cabellos viridían necesita un motivo para sonreír.









Camus llegó a su casa, sin embargo no encontró a su padre, tan solo una nota donde le avisasaba que salió con urgencia para atender a un cliente y no llegaría hasta más tarde.

Camus tomó sus cosas y se subió a su recámara.

Comenzó a desvestirse para colocarse su pijama y la ropa que usó el dia de hoy la llevo al cesto de la ropa sucia, no sin antes revisar que no se fuera algo importante como dinero o papeles en sus bolsas.

Solo encontraba algunas monedas, pero hasta que tomó su suéter, encontró un papelito, que no era de él, lo abrió y lo leyó:

No te ofendas si te digo esto, pero eres el ser más lindo y hermoso con el que me he topado en la vida... sonríe no sabes como te admiro desde la lejanía.

— Vaya,  nadie se había preocupado tanto por mí... pero no dice de quien es — Camus tomó ese papelito que no sabia ni de quien era pero lo guardó, extrañamente lo guardó en uno de sus libros favoritos y se fue a dormir, mañana le esperaba otro pesado día más...

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Buenos días tengan el día de hoy, este capítulo ya lo tenía listo, lo estaba revisando pero ya por fín está. Cuídense mucho y hasta el siguiente capítulo, los quiero 🥰🥰🥰🥰🥰

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