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Capítulo 63 (He venido a pedir tu mano)

Un año después...

Las voces del personal del Santuario se preparaban en en mismo lugar donde Camus había hecho aquel programa en vivo.
Por órdenes de Shion su labor era estar desde muy temprano cada semana en el hotel para preparar el sitio donde se transmitía aquel programa.

Camus había optado por seguir trabajando para la televisión, pero bajo sus condiciones.
Después de haber analizado la situación junto con Milo ambos pudieron decidir su futuro.

Kardia les dejó a los dos el control total del hotel y para que Camus siguiera ofreciendo aquel programa que lo había llevado al éxito, le pidió a Dohko y Shion que las grabaciones ahora serían en el hotel Antares Resorts.
De esta manera no dejarían aquel hotel que Kardia había llevado en alto ni Camus dejaba su trabajo.
Ambos vivían en la parte más alta del hotel, mientras que Kardia y Degel viajaban constantemente para seguir con el trabajo que había levantado Degel ofertando los mejores hoteles en sus distintas páginas web.

Deuteros y Asmita se habían vuelto socios de ellos, al gemelo menor no le quedaba opción después de que su amigo le heredara el negocio a su sobrino.


Milo se encontraba recargado en la puerta que daba al exterior, admirando a su amado galo conduciendo el programa.
Ese era también uno de sus mayores sueños, verlo mientras estaba en su trabajo, pero esta ocasión que la única diferencia que ya no era su asistente, ahora era su pareja.

— ¿Quieres una silla Milo? Así te vas a cansar.

El ahora dueño del hotel se dio la media vuelta para responderle al asistente de Camus.

— No Sigmund, muchas gracias... De hecho, ahorita que acabe Camus de grabar lo llevaré a la sorpresa que le tengo preparada. Puedes irte a tu casa, tienes la tarde libre.

— ¿De verdad? — Preguntó Sigmund entusiasmado — Muchas gracias Milo, así podré pasar toda la tarde con Surt.

— Claro, además... Aquí ya no hay más pendientes, nos vemos la próxima semana — Después de decir esto Milo se despidió de ese joven y con pasos sigilosos se fue acercando hasta el lugar donde su amado galo seguía grabando.

Tenía todo listo, incluso aquel anillo lo tenía en el bolsillo de su saco, solo era cuestión de esperar.

— ¡Corte... y queda! — Gritó Shura con un pulgar en el aire mirando al joven galo.

— De esta manera descanso más, así ya no tengo que correr al trabajo — Contestó Camus levantándose de la silla con un poco de dificultad.

— Shion ya nos dijo que en tu noveno mes de gestación vas a descansar, la verdad nadie se esperaba que pudieras tener esa dicha Camus.

— Yo... Si lo sabía, sólo que jamás lo mencioné — Dejó escapar una sonrisa tierna, por el lado de la familia de mi mamá Seraphina.... Los hombres en su familia tienen ese don y yo heredé por ella.

— Me siento feliz por ti Camus... Luces diferente y radiante, hasta tus ojos brillan de felicidad ahora — Contestó Shura tomándolo de la mano para ayudarlo a bajar del pequeño escenario que habían improvisado para poder hacer las grabaciones.

— Lo sé, me halagan tus palabras Shura... Gracias.

Milo se fue acercando hasta donde estaba su amado conductor — Pero luces aún más apuesto con esa pequeña pancita que está creciendo — Tocó con suavidad el vientre del galo, estaba un poco abultado, cuatro meses apenas llevaba.

— Bien Milo... Todo tuyo, te entrego a Camus con bien, tenemos que recoger todo esto para poder regresar al Santuario — Respondió Shura despidiéndose de ellos para seguir con su labor.

— Gracias a ti Shura, nos vemos la próxima semana.

Milo y Camus se despidieron del español, después se fueron alejando poco a poco de ese sitio mientras llevaba de la mano a  su amado galo.

— ¿Hay algo pendiente en el hotel? — Cuestionó Camus caminando a la par de su pareja con sus manos entrelazadas.

— No, está todo en orden... Sin embargo quiero llevarte a un lugar especial — Respondió Milo pero detuvo su andar cuando sintió que su celular comenzaba a vibrar, con su mano libre lo sacó de su bolsillo, se dio cuenta que era un mensaje de Saga.

— Todo está listo... Suerte.

— ¿Pasa algo Milo? — Preguntó Camus con curiosidad al darse cuenta que su pareja se quedó mirando fijamente su celular.

— Nada mi amor... Tenemos que llegar al lugar donde te llevaré — Después de decir esto guardó su celular y lo tomó entre sus brazos para llevarlo hasta el auto.

— Milo, nos van a ver los demás — Susurró el joven galo apenado, ya que cada que podía Milo siempre lo cargaba para evitar que caminara mucho.

— Sabes que debo cuidar de ti y de nuestro pequeño retoño, además acostúmbrate porqué cuando esta pancita crezca más... Ni creas que voy a dejar que hagas esfuerzo.

Camus dejó escapar una sonrisa y se acomodó en el hombro de Milo, sabía que no lo dejaría hacer esfuerzo por nada del mundo.






El sitio especial había sido la cabaña de los gemelos, Saga se había ofrecido junto con Aioros a llevarles todo lo necesario para la cena.

A los pocos minutos ellos llegaron, Milo no dejó bajar a Camus, le había colocado una venda sobre sus ojos para evitar que mirara su sorpresa mucho antes de llegar.

— Los platillos están en la cocina — Respondió el castaño entregándole las llaves a Milo — Suerte.

— Muchas gracias — Murmuró Milo despidiéndose de ellos sin hacer tanto ruido para evitar que su amado galo escuchara que ellos estaban aquí.

Aioros y Saga le desearon mucha suerte, más de la que ya tenía y después se fueron en el auto del gemelo para seguir con sus labores en la empresa.

Cuando estuvieron completamente solos, Milo se acercó al auto para ayudarle a su pareja a bajar, lo tomó entre sus brazos y lo llevó hasta la cabaña.

— Esto es injusto señor Venizelos — Se quejó molesto Camus sosteniéndose del cuello de su pareja.

— ¿Ah si?... ¿Porqué es injusto mi amado francés?

— Porqué no me dejas ver a donde me llevas...

En ese momento Milo bajó poco a poco al galo y lo ayudó a sentarse en la silla, lentamente le fue retirando la venda de sus ojos.

— ¡Sorpresa amor! — Exclamó Milo mostrándole una mesa de madera perfectamente arreglada con velas, flores, una vajilla de porcelana perfectamente acomodada, un par de copas y en medio un pequeño pastel de chocolate adornado con varias fresas.

— Milo... Esto se ve hermoso

— Necesitas un momento lejos de nuestras actividades diarias amor.

Después de decir esto, Milo caminó rumbo a la cocina para comenzar a llevar aquellos platillos con las mejores recetas griegas que Aioros y Saga habían dejado.

Toda la tarde se les fue disfrutando de los platillos, Camus ni siquiera se imaginaba el porqué estaban en ese lugar.
Tomó un  pedazo de aquel pastel que se le había antojado, estaba tan distraído en el postre que no se dio cuenta en el momento que Milo se levantó de la silla y se colocó a su lado con una rodilla al suelo mostrando una pequeña cajita en sus manos.

— Camus...

De manera inmediata el joven galo se giró un poco para ver que sucedía, sin embargo al ver a su pareja de esa manera no pudo evitar sentirse nervioso.

— Milo...

— Muchos me han preguntado como fue que logré llegar hasta el corazón de alguien quien dicen es inalcanzable, más solo sé que soy el más afortunado por tenerte a mi lado. Simplemente me mostré tal como soy... Un loco enamorado que siempre soñó con tu amor y aún tengo mucho que entregarte, busco en cualquier instante hacer feliz a tu corazón... Es por ello que esta noche quiero pedirte que formes parte de mi vida, mucho más de lo que me complementas... He venido  a decirte que te amo, vengo a pedir tu mano... Te entrego hoy y siempre mi corazón... ¿Lo aceptas?

En ese momento abrió aquella cajita mostrándole ese reluciente anillo, Camus no pudo evitar soltar unas lágrimas de felicidad, se levantó de la silla y lo primero que hizo fue abrazarlo.

— No sabes cuánto he ansiado este momento... No necesitas preguntar... ¡Yo quiero estar a tu lado para toda la vida!

Emocionado, soltó lentamente a su pareja de sus brazos y sacó el anillo de la cajita para colocárselo en su dedo anular, sellando aquel pacto de amor con un beso sincero cargado de sentimientos...










Mientras los días pasaban, Camus había anunciado formalmente frente a los medios su próxima boda junto con Milo.
El hotel sería el lugar donde llevarían a cabo la ceremonia, con el panorama de la playa sería el lugar ideal.

Sabía que el hecho de haber alcanzado la fama había sido por muchos de sus fans que lo siguen. Es por ello que en cada programa que grababa había hecho una dinámica donde participaban varios de sus seguidores para darle a los ganadores el privilegio de estar en su boda obsequiando boletos. No importaba si eran muchos invitados, sin duda sería el día más significativo de su vida y lo celebraría junto a todos aquellos que significan mucho para él.

Mientras seguía planificando su boda en la oficina del hotel, la llegada de Saga interrumpió sus pensamientos.

— Hola Camus ¿Puedo pasar? — Preguntó el gemelo mayor tocando la puerta esperando la aprobación del galo.

— Adelante.

— Así como recibí tu mensaje, vine lo más rápido que pude ¿Sucede algo? — Cuestionó Saga tomando asiento frente a él.

— Nada malo... Sólo tenía una duda.

— Soy todo oídos... Por cierto ¿Dónde está Milo? — Cuestionó mirando sus alrededores.

— Está en una junta con nuevos clientes, descuida — Después de decir esto sonrió — Sólo quería saber él porqué le entregaste el anillo a Milo.

— Te lo dijo ¿Eh? — Dejó escapar una sonrisa de lado — Bueno ¿Recuerdas aquella ocasión que nos conocimos? — Cuestionó Saga y en ese momento Camus asintió para que siguiera hablando — Qué  pasaría si te dijera que este anillo es aquel collar mío que tanto te gustaba.

Al escuchar eso se quedó sin palabras.

— No... ¿En serio? — Preguntó asombrado mirando el anillo en su dedo.

— Lo mandé hacer con el collar que mi padre nos había dado a Kanon y a mi como símbolo de haber nacido bajo el mismo signo como él y Deuteros. Siempre me dijiste que te lo regalara algún día y lo hice — Contestó muy tranquilo alzando los hombros.

— Jamás pensé en esa posibilidad.

Saga se levantó de la silla para poder pasar a retirarse — Te dije que algún día te lo daría pero más nunca mencioné como te lo entregaría... Es todo tuyo y sé que lo cuidarás muy bien. Claro que si lo odias porqué fui yo quien se lo dio a Milo puedes deshacerte de él.

— ¡No! Bueno... No es que lo odie, sólo que jamás me imagine que esto fuera aquel collar que tanto atesoraste, además eso de tirarlo se me hace muy inmaduro hacer eso.

— De acuerdo... Entonces si resolví tu duda me paso a retirar, tuviste suerte que vine a revisar la cabaña y me encontraba cerca,  Aioros quiere que llegue a tiempo para comer con él.

Camus se levantó de la silla para poder acercarse a Saga y despedirse de él.

— Gracias a ti Saga por venir... Nos vemos el día de la boda.

— Estaremos aquí todos, mientras cuídate mucho y cuida a este pequeño mini Milo que viene en camino — Contestó Saga colocando su mano sobre el vientre del galo.

— Hola Saga... ¿Cómo estás? — Saludó Milo llegando con ellos, después se acercó a su pareja para tomar de la mano a Camus.

— Vine a resolverle unas dudas a Camus aprovechando que estaba cerca, también  tenía que revisar la cabaña — Respondió muy tranquilo alzando los hombros.

— ¿Te quedas a comer con nosotros? — Preguntó Milo esperando que aceptara.

— Lo siento Milo, Aioros también me espera, pero nos veremos el día de la boda... Mejor me paso a retirar, se me hace tarde, nos vemos.

Camus movió su mano en el aire despidiéndose de él, Milo hizo lo mismo.

— Y bien... ¿Cómo te fue bichito? — Preguntó Camus en un tono travieso jugando con la corbata roja de su pareja.

— Muy bien... Joven Camus Labelle De Venizelos — Susurró con voz sensual cerca de su oído — Vamos a comer, pero no me refiero los alimentos.

— Me leíste la mente.

Milo se encargó de cerrar la puerta de la oficina para que nadie más los molestara en ese momento para los dos...

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Buenas noches personitas bellas este es el penúltimo capítulo, les mando un abrazo los quiero 💖💖💖💖


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