Capítulo 57 (Un detalle especial)
Sentado en una banca de la zona de playa, moviendo sus pies por la desesperación de estar esperando a Aioros.
Nuevamente miró su reloj de mano, se había atrasado quince minutos.
Necesitaba hablar con él de una vez, aún le faltaba hacer su maleta para irse al crucero con Camus.
— Que tal Milo.
Cuando escuchó aquella voz rápidamente se levantó de la banca, podía esperar que alguien más llegara pero no él, todo menos él.
— ¿Qué haces aquí Saga? Aioros me citó aquí— Cuestionó muy confundido mientras buscaba con la mirada al castaño.
— Él no vendrá... De hecho fue quien arregló esta cita.
— Por favor lo que menos quiero es una cita contigo Saga — Se burló Milo mostrando una sonrisa forzada.
— Tampoco es muy de mi agrado verte, además yo lo hago porqué... No me queda más que hablar contigo— Susurró mientras tomaba asiento a lado de Milo.
— Hablar, claro... Gracias a tus idioteces casi piso la cárcel por algo que ni yo cometí — Contestó con desdén mirando para otra dirección.
— Lo sé y no sabes lo difícil que es para mi poner en práctica todo lo que Aioros me dijo. Un lo siento no arregla las cosas pero al menos quiero desearte lo mejor con Camus.
Es una maravillosa persona que se merece todo el amor que le has profesado desde el primer día que lo viste. Recuerdo como lo miraste aquella ocasión que chocó por simple casualidad contigo, tal pareciera que el tiempo se detuvo para los dos. Lo sé porqué el tiempo que fuimos pareja cuando alguien chocaba con él, se mostraba molesto y de ti todo lo contrario — Después de decir esto tomó una piedra y lo aventó al mar.
— ¿De verdad me estás diciendo todo esto? — Preguntó incrédulo por esas palabras de Saga, podría esperarse todo... Menos una disculpa de ese sujeto que siempre le puso trabas en su camino.
— Claro... Y mira que me está costando como no tienes idea decirte todas estas palabras.
El joven Venizelos tomó un poco de aire, jamás se hubiera imaginado estar platicando con su rival de amores — ¿Y qué harás tu? Estás en boca de todos, además el video que sigue en la página ha provocado revuelo al enterarse que tú eres el que sale ahí.
— Lo mejor será que me aleje un rato de la televisión, quizá nuevamente reconstruya mi vida — Después de decirle esto se levantó de la banca y comenzó a sacar un objeto en particular de su bolsillo. Después se lo entregó a Milo en sus manos.
— ¿Y esto que es? — Lo cuestionó al darse cuenta que era una bolsa de terciopelo negro, dirigió su mirada a Saga y nuevamente a esa bolsita, desató el nudo y miró que dentro había una cajita roja.
— Compré eso con un propósito... Espero que ese mismo propósito lo puedas cumplir tú.
Después de escuchar eso, abrió la cajita y al ver el contenido no podía creer lo que miraba, era ese mismo anillo que Saga había comprado para poder pedir la mano de Camus.
Aunque aquella ocasión no pudo mirarla mejor, era de oro con un grabado del signo Acuario encima.
— Pero esto... Es el anillo que le darías a Camus — Se quedó sorprendido, no entendía porqué se lo daba a él.
— En el fondo si quiero a Camus pero mi avaricia pudo más que mi corazón. No quiero tirarlo o venderlo, después de todo lo mandé hacer específicamente para él.
— Saga yo... No sé que decir — Respondió con la mirada en el suelo, a pesar de todo lo que pasaron con tal de luchar por su amor, ese joven tan inalcanzable para muchos y solo su corazón alberga a uno y ese fue siempre Milo.
— Así como se lo dije a Camus... Te has ganado a una persona muy valiosa en tu vida, cuídalo — Después de decirle esto se dio la vuelta y se marchó dejando a Milo sin palabras. Saga pudo ser la peor persona pero también como humanos aceptar sus errores es algo digno de reconocerse.
Con un cigarro en su mano mientras dejaba sacar parte de ese humo entre sus labios, Aioros esperaba a Saga recargado sobre la pared, justamente en la esquina de la calle.
— Pensé que tardarías más Saga — Contestó el castaño mirando al cielo después de sentir la presencia del gemelo menor llegando con él.
— Fui muy claro y directo, no me gusta darle muchas vueltas al asunto Aioros y me conoces perfectamente.
— De acuerdo... Creo que mi trabajo ya ha terminado aquí, regresemos nuevamente. Mañana tengo que presentarme en la empresa, dejé muchos pendientes por llegar junto con Camus.
Era la primera vez que Saga le devolvía una sonrisa al castaño — Iré contigo, ya no tengo nada más que hacer en este lugar.
Aioros le aventó la caja de cigarrillos y de manera inmediata el gemelo mayor la tomó entre sus manos.
— Entonces andando.
Camus se encontraba con Degel en la entrada del hotel, los dos llevaban en sus manos varias bolsas, ya que por llegar de manera repentina para salvar a Milo ni tiempo tuvo de traer su maleta.
Ambos salieron de compras a la plaza comercial más cercana para poder conseguirle prendas y varios artículos a Camus para que pudiera llevarse al crucero que compartiría con Milo.
Kardia ya los esperaba también en la entrada, solo era cuestión de que su sobrino llegara.
El hombre de cabellos azules nuevamente miró su reloj, si Milo no llegaba a tiempo, sería imposible llevar a los chicos a tomar su viaje.
— ¿Aún no llega Milo? — Cuestionó Degel caminando hasta donde estaba su pareja y depositó un dulce beso en la comisura de sus labios.
— No mi bello copito, espero que ya no tarde... Incluso yo tuve que preparar su maleta — Tomó a Degel de la cintura y con la otra le retiró las bolsas que llevaba en su mano.
Los tres caminaron hasta el auto de Kardia y comenzaron a subir las maletas y las bolsas en la cajuela.
Camus se subió a los asientos traseros, mientras que Kardia le abrió la puerta del copiloto a Degel.
De pronto Milo llegó corriendo hasta el auto, justo a tiempo.
— ¡Milo sube de una vez! El tiempo es oro — Gritó Kardia tronando sus pulgares para apresurarlo.
— Pero... No he hecho mi maleta — Respondió preocupado justamente colocándose frente al auto.
— Ya lo hice por ti, ahora vámonos de una vez ó ese crucero los deja — Kardia esperó que Milo se subiera también al auto, cuando estuvieron todos en sus lugares y con sus cinturones de seguridad puestos, encendió el motor del auto y comenzó a manejar para llevarlos a su destino.
Dentro del auto, el joven galo se recargó en el hombro de Milo mientras llegaban, el contrario lo rodeó con su brazo para que estuviera más cómodo.
Cuando llegaron al lugar donde saldría su viaje, Kardia estacionó el auto, Degel fue el primero en bajar seguido de Camus para ayudarle a su hijo a bajar sus bolsas.
En el auto solo quedaba Kardia y su sobrino.
— ¿Tío, puedo dejarte algo? No quiero perderlo en el crucero — Le susurró entregándole aquella bolsita de terciopelo que Saga le había dado.
— ¿Y esto que es? — Preguntó con curiosidad.
— La razón por la que me tardé... Quiero que lo guardes por mi, es muy especial.
Kardia le sonrió y de manera tierna colocó su mano sobre esa cabellera alborotada de su sobrino como cuando era un niño — Con mi vida te lo cuido...
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