
Capítulo Tres
Había pasado ya una semana desde que regresamos a Wakanda. Desde entonces, Shuri y todo el área de salud e investigación, hemos estado trabajando en conjunto para encontrar una cura. En resumen, T'Challa llevaba tiempo ocultando que tenía una enfermedad; cuando Shuri recibió la llamada en México, T'Challa estaba sufriendo una crisis que fue controlada por los médicos en ese momento, por esa razón regresamos con urgencia y desde entonces no páramos de buscar esa cura.
Apenas podíamos dormir, muchos estaban irritables o sensibles y es normal después de la falta de sueño, pero quien más la estaba pasando mal era Shuri. Varias veces le pedíamos que fuera a descansar, que nosotros continuaríamos trabajando pero se alteraba al grado de gritar o pelear con la primera persona que se le cruzará en el camino. Comenzó a sufrir crisis de ansiedad y también llegaba desmayarse porque había días que no comía absolutamente nada, la Reina Ramonda la sermoneaba cada que eso sucedía, incluso T'Challa lo hacía y Shuri siempre le regresaba el sermón con una broma; era feliz a su lado cada que iba a verlo, pero cuando salíamos de su habitación algunas veces caía sobre sus rodillas y comenzaba a rezarle a la Diosa Bast pidiendo que la ayudará a recrear la hierba corazón o que sanará a su hermano, y algunas otras explotaba en llanto pero sin hacer ruido alguno, sólo se abrazaba a sí misma o se escondía en el torso de Okoye o el mío.
Conforme iba pasando el tiempo, la salud de T'Challa iba empeorando y la depresión poco a poco nos envolvía hasta que llego ese día.
— Griot, ¿signos vitales? — pronunció Shuri entrando al laboratorio.
— Van en descenso, Princesa — Griot quedó esperando una respuesta, pero solo hubo un silencio incómodo y vi como Shuri tensaba de su cuerpo.
— Princesa, debe estar con él — se acercó un joven del personal de laboratorio.
— Todos salgan de aquí... — todo el laboratorio quedo en silencio mientras volteamos a ver a Shuri — ¡Dije que se fueran, ahora! — golpeo con fuerza una mesa cerca de ella, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se retiraron inmediatamente, todos menos yo.
— ¿Cuál es el porcentaje de compatibilidad de la hierba corazón sintética? — volvió a preguntar Shuri mientras miraba la pantalla de control de sus perlas.
— Es del 29.1% — se volvió a escuchar la voz de Griot.
— Imprimé... — pudo decir apenas cuando su voz se quebró aún mostrando una pizca de frustración.
— Shuri... — me acerqué a ella para tratar de calmarla.
— ¡Dije que fuera! — golpeo mi mano, mirándome con ira. Lo único que pude hacer fue bajar la mirada y salir del laboratorio con un nudo en la garganta, pero sentí que mi corazón se detuvo en el momento que levanté la mirada y vi a la Reina Ramonda frente a mí con lagrimas recorriendo sus mejillas, por instinto me hice a un lado para que pudiera pasar y hablar con Shuri. Me desplome contra el suelo, sabía que la presencia de la Reina no era más que la señal de lo inevitable.
Todo estaba en silencio, se podía escuchar perfectamente el sonido del aire y de las pequeñas olas que se hacían en el río de la ciudad y todo estaba completamente de blanco. Se estaba llevando a cabo la primera parte del ritual funerario, los miembros de la familia real y parte de los amigos más cercanos de T'Challa, nos encontrábamos cerca. Se hicieron un tipo de "rezos" para el descanso de T'Challa y una vez finalizados, las Dora Milaje levantaron el ataúd y así dar comienzo el recorrido por la ciudad.
Se escuchaban tambores, cánticos y la gente bailaba durante todo el recorrido, la Reina Ramonda tomaba del brazo a Shuri y todos los demás íbamos tras de ellas. Llegamos al final del recorrido, nuevamente el silencio reinó en ese momento; las Dora Milaje bajaron el ataúd, la Reina y Shuri se acercaron para despedirse posando una mano sobre él, pero Shuri se quebró y término por abrazar el ataúd disculpándose con T'Challa por no haberlo podido salvar; la Reina y yo nos acercamos a ella y la tomamos de los brazos para poder alejarla del ataúd. Un par de segundos después, una nave volaba sobre nosotros y activo un campó magnético para hacer levitar el ataúd, acto seguido cruzamos los brazos sobre el pecho en señal de respeto, la cual significa "Wakanda por Siempre"; y una vez el ataúd en el interior de la nave, está desapareció a lo lejos.
Pasaron los días, el pueblo se iba animando, los comercios poco a poco abrían, pero la Reina y Shuri no eran las mismas; su duelo seguiría por un tiempo.
Shuri cayó en una depresión muy fuerte; la Reina, Okoye y yo hacíamos todo lo posible para animarla pero era imposible. Dejo de comer, dejo de salir, dejo de hacer todo lo que ella amaba; la Reina me encargó velar por la salud de Shuri hasta que mejorará o al menos hasta que pudiéramos sacarla de esa depresión, sus crisis eran cada vez más frecuentes y si no fuera suficiente, al no recibir los nutrientes necesarios comenzó a sufrir de una desnutrición. Tuve que ponerle suero para que al menos así la mantuviéramos estable mientras intentábamos o, a veces, la obligábamos a comer un poco. Parecía como si estuviésemos cerca de perder a la Princesa, yo sentía que iba a perder a una amiga, una hermana. El dolor me carcomía aún más al ver a la Reina desmoronarse, hubo varias veces que la encontré arrodillada frente al trono, llorando desconsolada pidiendo que no se llevarán a su hija, sin pensarlo también me estaba encargando de su salud.
Paso un mes desde la muerte de T'Challa y el inició de la depresión de Shuri; nos encontrabamos en el comedor totalmente en silencio, algunos jugaban con la comida, otros comían como si nada, la Reina no había tocado nada de su plato y yo de vez en cuando miraba mi plato a medio comer, se me hacía un nudo en la garganta cada que trataba de ingerir algo. Sin darnos cuenta, Shuri estaba en la entrada del salón.
— ¿Hay algo de fruta? — dijo apenas con una voz baja y débil. Todos volteamos a verla y automáticamente la Reina se levanto de su lugar.
— Claro que si, ven — la Reina camino hacía Shuri mientras le extendía una mano para que se sostuviera de ella; me levanté de mi lugar para poder ayudar a caminar a Shuri junto con la Reina.
Le acercamos platos de fruta y comida para que eligiera, le servimos agua y jugo, Okoye se acerco y la cubrió con una manta, estaba temblando un poco; nos sentíamos un poco tranquilas al ver que quería comer por cuenta propia. La gente que había en el comedor, se retiraron para que Shuri se sintiera comoda.
— ¿Quieres que te quité el suero? — la tome del brazo con cuidado mientras me arrodillaba a su lado, me contestó asintiendo con la cabeza levemente. Quité la sonda con cuidado y esperé unos segundos con una torunda en su mano para verificar que no sangrará, me levanté y una de las chicas que trabaja conmigo se llevo el equipo para desecharlo correctamente.
— ¿Qué gustas comer, hija? — se acerco la Reina para pasar su mano por la espalda de Shuri.
— ¿Ustedes ya comieron? — evadió la pregunta y nos volteó a ver a todas.
— Un poco, casi no tenemos hambre — dejé salir una risa nerviosa.
— Coman conmigo, trataré al menos de comer algo — la Reina y yo nos volteamos a ver para pasar a sentarnos en nuestros lugares.
Seguíamos en silencio hasta que Shuri empezó a comer, nos aliviamos al ver que comía con entusiasmo y nosotros hicimos lo mismo.
Casi un mes después, Shuri mejoró y recuperó el peso que había perdido; regreso a su laboratorio, volvió a escuchar música y continuó con sus proyectos pausados. La Reina Ramonda también estaba mejorando, pero a pesar de la mejoría de ambas, sabía que el dolor seguía dentro de ellas.
El departamento en el que yo trabajaba seguía cerrado, y la salud de Shuri y de la Reina ya había mejorado lo suficinte, ya no tenía razón para seguir en Wakanda, al menos no por ahora; así que tomé la decisión de regresar a México. Shuri trató de persuadirme para que me quedará, pero los dos meses que habían pasado fueron demasiado para mí, yo también necesitaba descansar y recuperarme y quería hacerlo en mi tierra. Me despedí de todos, regrese a México y busque a Carlos para poder convivir un par de días con él; fue agradable su compañía y después nos separamos una vez más para que yo pudiera descansar y lo hice, prácticamente desconectándome de todo y de todos, me fui a un lugar donde la señal apenas llegaba y así no me contacté con nadie, solo era paz y tranquilidad.
De vez en cuando regresaba a la Ciudad para buscar algunos suministros como medicinas o algunos alimentos, pero también regresaba para hablar y pasar tiempo con Carlos y él me ayudaba con las compras, pero hoy decidí darme el tiempo para poder conocerlo mejor.
— ¿Alguna novedad? — preguntó mientras se sentaba frente a mí. Habíamos quedado para comer y nos encontrábamos en un restaurante de comida china cerca del Zócalo.
— No lo se. Sabes que me desconecté de cualquier cosa con tecnología — levanté los hombros despreocupada.
— Me sorprende que te hayas desconectado tan fácilmente de la tecnología — soltó un leve risa mientras tomo su vaso para tomar agua.
— Al principio me costo trabajo, fue prácticamente el Síndrome de Abstinencia lo que presenté, pero creí que sería más grave — metí un pedazo de pollo agridulce a mi boca haciendo pausas entre cada bocado antes de hablar — Además, tenía cosas para distraerme, supongo que eso ayudo — volteé a verlo.
— ¿Qué clase de cosas? — preguntó mientras mordía un rollito de primavera.
— Pues... limpiar, cocinar, dormir, saliendo a pasear. Lo normal — deje salir una risa nerviosa.
— ¿Cómo hiciste para no aburrirte? — me miro sorprendido y a la vez confundido.
— No lo se, sólo lo logré — me reí al ver que hizo una cara más confundida — ¿Qué me dices tú? Siempre que te llamó, estás en tu estudio — lo digo bromeando.
— Bueno, podría estar haciendo más cosas si no te desaparecieras tan seguido — bajo la mirada avergonzado. No pude responderle porque al igual que él, me avergoncé y me sonroje.
— Carlos... — hice una pausa antes de ser interrumpida por él.
— No, no digas nada. No fue apropiado — rasco su nuca sin voltear a verme.
— ¿Apropiado? — comencé a reírme y me miro confundido para después terminar por reír conmigo — Lo siento. Es que eres muy propio — limpié una pequeña lágrima de mi ojo.
— No eres la primera que me lo dice — me sonríe y vuelve a rascar su nuca — Creo que es un poco incomodo para algunas personas.
— Para mí no — le sonrió en señal de aceptación.
— Hace poco llegaron unas pequeñas estatuas y códices — cambió el tema repentinamente, creo que fue más su incomodidad que otra cosa.
— ¿Qué haz encontrado en esas piezas? — me incline un poco hacía él.
— Creo que te pueden interesar. Son de Kulkulkán — esto último dijo en voz baja.
— ¿Puedo ir a verlos? — dije emocionada.
— Se lo mencioné a mi papá y aceptó, pero tendrás que hacerlo después de nuestra visita — suspiro.
— ¿Visita?, ¿quién es? — pregunté curiosa.
— No lo conoces — lo dijo en un tono que me hizo sentir mal pero abrió los ojos y me tomó de las manos rápidamente — N-No quise ser grosero. La verdad es que yo tampoco conozco a ese sujeto. Se presentó el mismo día que nos llegaron los códices y las figuras pero solo ha hablado con mi papá; a mí me sacaron de la sala cuándo él entro — suspiró desmotivado.
— Pero... ¿cómo es?, ¿dijo su nombre en algún momento? — aún tomados de la mano, apreté las suyas.
— No lo recuerdo bien, perdón. Yo estaba dándole la espalda cuando mi papá me dijo que me retirará, y solo alcance a ver que tenía como unos aretes pero nonrecuerdo como eran — me soltó las manos y nuevamente suspiró.
Al día siguiente fui al museo para ver los códices y las estatuas junto con Carlos, pero solo eran representaciones de Kukulkán y su relación con el agua. Conocí al fin en persona al padre de Carlos, me invitaron a comer donde pude saber más de ambos y al terminar, el señor me ofreció un puesto de trabajo junto a su hijo, el cual rechace puesto que no iba a estar mucho tiempo en la Ciudad.
Dos días después y con la camioneta llena de los suministros que necesitaba, comencé a manejar hacía mi destino; Carlos había insistido en ir conmigo pero lo rechace, aún no tengo la confianza para llevarlo a mi lugar de origen. Llegue al pueblo y la gente comenzó a ayudarme a trasladar todo a sus respectivos lugares, el medicamento lo guardaba yo en mi casa, las semillas iban directamente a los campos, y las frutas y algunas verduras se repartían entre todas las personas para que pudieran vender o consumirlas. Al término del día, me fui a descansar, al igual que todos; fue un día largo y creí que por todo ese cansancio iba a poder dormir bien, pero me equivoque.
— Tranquila, todo estará bien — se escucha la voz de una mujer y siento que acarician mi cabeza lentamente.
— ¿Cómo sigue? — se escucha la voz de un hombre y siento como se arrodilla frente a mí.
— Aún tiene fiebre — dice sollozando la mujer. Ambas voces me eran conocidas pero por más que trataba de abrir los ojos, no podía.
Todo seguía a oscuras, la mujer que estaba acariciando mi cabeza comenzó a tararear una canción, me hizo sentir confortable, protegida, su palma emanaba un calor en cada movimiento; de pronto todo quedo en silencio y la mujer a mi lado ya no estaba.
Un gritó desesperado me hizo abrir los ojos, todo era humor y fuego, no estaba segura de si seguía siendo un sueño o había despertado de él.
Se escuchaban gritos por todos lados y elnsonido de algunas estructuras que caían con fuerza al suelo; con las pocas fuerzas que tenía, logré levantarme y caminé hasta el marco de una ventana, y ahí me di cuenta de que seguía siendo un sueño ya que mis manos estaban llenas de sangre, sentí como el miedo se apoderaba de mí como aquel sueño, pero el miedo estaba acompañado de otro sentimiento, la ira. Apreté mis puños y al girar sentí frío en todo el cuerpo, pues frente a mí yacía en el suelo una mujer, su ropa estaba llena de sangre, me horroricé al pensar que yo la había lastimado; me acerque a ella y la tomé entre mis brazos, comencé a llorar por la culpa y el dolor que sentía en ese momento, posé una de mis manos sobre una de sus mejillas y estaba fría, la mujer estaba perdiendo el color de su piel, y cada vez hacías más frío en el ambiente. Nuevamente había silencio, acerque mi rostro lentamente al de la mujer entre mis brazos para depositar un beso en su frente, pero ésta abrió los ojos y la boca pero no había nada en ellas, solo un vacío y solto un grito ensordecedor; me desperté de golpe, me dolía el pecho y apenas podía respirar, miré a todos lados y me di cuenta de que estaba en mi cuarto y ya no era un sueño. Por mi ventana se empezaron a colar los primeros rayos del sol al amanecer, continúe haciendo pausas para poder respirar y controlar el pulso de mi corazón, pasé mis manos por mi rostro mientras recordaba todo lo que había soñado y una vez más no sabía si solo era un sueño o una señal.
Los siguientes días me dedique a cuidar y a atender a las personas que iban a verme, verificaba si hacía falta algo en el pueblo o si necesitaban más suministros; me mantenía ocupada para no pensar en mis sueños, los cuales se repetían una y otra vez, la mismas escenas y algunas veces, el sueño que tuve en la nave de Shuri también se presentaba, yo terminaba más cansada por no dormir que por ayudar a la gente del pueblo.
[...]
Un año después de la muerte de T'Challa, regresé a la Ciudad de México para tratar de volver a mi rutina de antes, me volví a comunicar con Carlos para que me pusiera al corriente de todo.
Me encontraba desayunando en una pequeña cafetería cuando salió en las noticias que se llevó a cabo una reunión de la ONU con la Reina de Wakanda, y al parecer todo iba de mal en peor, ya que ha habido ataques contra algunos Centros de Investigación de Wakanda para tratar de conseguir su tecnología y el Vibranium. Quería comunicarme con Shuri, pero sentía que no era el momento adecuado puesto que en la reunión que se llevo a cabo, la Reina Ramonda anunció que T'Challa había fallecido, y era un caos en todos los medios de comunicación hablando sobre la repentina muerte del Rey, sin saber que ya había pasado un año desde entonces.
Dos semanas después mientras estaba leyendo unos pequeños códices Aztecas en el estudio de trabajo de Carlos, me llegó una llamada de Shuri, sonaba muy molesta por haber desaparecido tanto tiempo y a la vez estaba alterada; de manera urgente me pidió que regresará a Wakanda pero no me dijo la razón por la que me necesitaba. No había más remedio, así qué me despedí una vez más de Carlos, que siempre tenía la suerte de que una emergencia nos interrumpiera. Fui a la base de Los Vengadores en la Ciudad de México, ya que ahí me estaría esperando Ayo en la nave que enviaron para buscarme, y sin más, tomamos rumbo a Wakanda sin saber que el caos estaría a la vuelta de la esquina.
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