4
Su madre cuenta la historia de una pequeña bebé recién nacida que fue robada de su cuna, antes, mucho antes de las fronteras y los bandos elegidos, mucho antes de que incluso él naciera. Una pequeña bebé que fue besada y bendecida la noche de su nacimiento junto a otro niño en la gran y cálida manada Holland. Un futuro prometido y deseado por la Diosa Luna.
Una noche de tormenta, las parteras rondaban por la guardería cuidando y controlando a los recién nacidos mientras en la sala de partos las madres descansaban luego de traer a la vida a dos preciosos cachorros. Antes no era obligatorio cumplir una función en tu propia manada, antes todos se ayudaban entre todos y eran un gran manada de lobo puros y lobos tradicionales que estaban apartados de las grandes ciudades y la vida rápida.
Una peculiar partera llegó esa noche, las demás parteras comentaron que lucía alterada, nerviosa y preocupada. Y luego de esa peculiar noche no se volvió a saber de ella ni de la bebé recién nacida besada por la luna. Los padres de la pequeña reunieron a todos los integrantes de la manada, buscaron y preguntaron en cada una de las manadas en aquel entonces, pero nada se supo.
Hasta que escucharon hablar de como una omega había dado a luz a una niña en la manada vecina, una omega que particularmente no parecía ser fértil, pero que de pronto un día dio a luz a una niña sin ninguna señal aparente. Eso alarmó a los padres que tanto habían intentado encontrar a su pequeña cachorro perdida, cuando se acusó a la manada de robarse a su cachorro, la guerra se desató y las demás manadas debieron elegir sus bandos.
Sin resultado alguno los padres murieron en agonía, sus lobos sentían la falta de su tan deseada y esperada cachorra y con el tiempo todo se volvió en un mito y los demás habitantes olvidaron a la cachorra perdida. Aunque la pequeña cachorra creció sintiéndose siempre fuera de lugar en la que se suponía era su manada.
Harry lloró, lloró cuando su madre contó la historia entre lágrimas y lo hizo aún más cuando le contó que ella era la pequeña cachorra, sus abuelos no eran realmente sus abuelos y gran parte de su vida se basaba en una mentira, ahora entiende tantas cosas, tanto como porqué en ocasiones siente que esta manada es más su hogar que la propia donde nació.
[...]
- Debemos llamarlo. - la omega dice entre medio de un sollozo, pasando otro paño frío al alfa que parece delirar por la fiebre. - Es nuestra única opción, alfa, sino nuestro cachorro morirá. - otro sollozo escapa de sus finos labios y el alfa se siente cada segundo más angustiado.
- Él no querrá ayudarnos, no después de como lo trató, no después de... de como lo trató toda nuestra manada por años. - se arrodilla junto a su omega y la toma entre sus brazos, soltando de sus feromonas para tranquilizarla.
- Tienes que intentarlo, sé que él es un buen omega, por favor alfa. - Janne dice con una media sonrisa y pasa su mano por el pelo húmedo de su cachorro, el sudor no se diferencia entre el agua de los paños húmedos. - No quiero enterrar a mi primer cachorro porque no supo aceptar su destino.
- Yo tampoco, cielo, yo tampoco...- suspira, besando la frente de su omega y se levanta del suelo dándole una última mirada al joven alfa que se retuerce en aquella cama. - Si no vuelvo antes del anochecer, llama a la señora Brenfild, ella sabrá qué hacer cariño.
Sale del cuarto y toma las llaves que están sobre la mesa, da un gran suspiro antes de salir por la puerta y subir a su camioneta. Su pequeño cachorro ha estado pasando un celo repentino en el que no ha podido transformarse y solo ruega por su omega, no tiene que ser un adivino para saber de quién se trata así que conduce fuera de su manada y hace unos cuantos metros para encontrarse con la gran entrada de bienvenida de la manada Holland. Un puesto de alto lo recibe en la entrada y baja la ventanilla cuando un beta se acerca a la camioneta.
- Líder Tomlinson, - el beta dice e inclina un poco su cabeza en señal de respeto. - Está algo lejos de su frontera señor, el alfa no quiere problemas con su manada...
- Vine a hablar con la omega, no con su líder, es de suma importancia. - hace una mueca y aprieta el manubrio, nervioso por cada segundo que pasa porque eso implica que su cachorro empeora.
- Déjeme preguntarle, aguarde aquí por favor. - asiente mientras espera como el beta habla en un radio a unos cortos metros de la camioneta. - Pase, es la gran casa con la marca de la manada. - asiente y le agradece apenas.
Conduce con cuidado y mira las pintorescas casas del lugar, algunas personas lo quedan mirando por unos segundos y se cruzan algunos lobos por su camino, era de esperarse está en la que se supone es su manada enemiga y sabe que no es precisamente bienvenido. Todas las viejas creencias de su padre y todo lo que inculcó siempre le pareció ridículo. Cuando llega a la casa del líder baja rápidamente de su camioneta y ve como hay una omega esperando por él apoyada en el porche.
- Es una sorpresa verlo aquí Líder Tomlinson. - Anne, la tercera líder al mando en esta manada lo recibe. - No es exactamente bienvenido e imagino que lo sabe, pero aún así es bueno verlo.
- Necesito su ayuda...- dice, yendo al punto y dando una inclinación con su cabeza como respeto. La sorpresa en el rostro de la omega no se hace esperar. - Mi hijo...
- Tu hijo desterró a mi cachorro, lo llamó zorra y dijo que era una vergüenza, no dejaré que te lleves a mi hijo de mi manada para usarlo como símbolo de vergüenza en la tuya. - Ella habla con autoridad y él acepta eso, sabe que su manada no ha sido exactamente hospitalaria con el pobre omega.
- No es eso, tú más que nadie sabes la importancia del destino...- una mueca de preocupación pasa por el rostro de la mujer y lo invita a pasar en silencio a su morada. - Louis entró en celo y está muriendo... - aclara su garganta y desvía su mirada ante las ganas inevitables que tiene de llorar, el solo pensar en su hijo enfermo hace que el lobo en él se alarme.
- No es algo que debas hablar conmigo.- Anne dice, aunque intenta lucir despreocupada, es inevitable que una mueca se cruce por su rostro. - Esto es una decisión de él, siempre lo ha sido, Tomlinson.
- ¡Mamá, iré a ver a los chicos cazar! - Un grito se escucha desde arriba y luego el sonido de las escaleras. - Mamá...
- Harry, cachorro...- aclara su garganta, sus ojos inevitablemente se nublan en lágrimas, sería capaz de arrodillarse y rogar, el saber que solo este omega puede salvar a su hijo y que su vida depende de él lo vuelve un completo inútil y hace que su lobo se sienta molesto e inservible. - Tengo algo... algo muy importante que pedirte, está bien si no quieres pero...
Niega, limpia sus lágrimas de forma rápida, no es la actitud que el alfa de una manada debe tener, pero su hijo está muriendo y saber que hay una gran posibilidad de que este omega se niegue a ayudarlo lo hace odiarse por tal vez no haber sido un buen alfa para toda su manada, por no haber aclarado las cosas antes o simplemente se está culpando por todo sin ningún sentido. Harry lo mira preocupado y asustado, su aroma persiste agrio y amargo, sabe que se debe a que su hijo lo ha estado rechazando.
- ¿Conoces la leyenda de la Diosa Luna y los destinados, cachorro? - pregunta en un hilo de voz y Harry asiente apenas.
- Por supuesto que sí señor, mi madre...- señala apenas a la omega que está parada detrás de él largando de forma inconsciente feromonas de preocupación. - ¿A qué viene todo esto alfa Tomlinson?
- Mi hijo, mi cachorro...- niega, aclarando su garganta y se odia cuando el omega frunce su ceño ante la mención de Louis, sabiendo que probablemente se negará, temiendo lo peor. - Louis está muriendo Harry y tú eres... eres su omega...
- Yo...- él niega y ríe de forma incrédula, parece más asustado que preocupado. - Alfa, su hijo no podría quererme como suyo jamás, estoy seguro que la historia que cuentan de nosotros...
- Es cierto, la Diosa Luna se reveló entre las nubes y los bendijo con su luz, enlazando su destino y Louis...- niega, da un suspiro y camina un poco cerca del omega que parece estar asimilando todo. - Por favor, omega, no te estoy pidiendo que te aparees con él. Solo... solo necesita tu cercanía, tu aroma...
Harry lo mira por unos segundos, su mirada se desvía cada tanto hacia su madre y el alfa siente el rechazo, sabe que le dirá que no y está preparado para arrodillarse y rogar, romper su orgullo como líder en territorio enemigo, pero nada de eso pasa. Harry da un gran suspiro y asiente apenas.
- Bien lo haré, pero con la condición de que la disputa entre todas las manadas se termine para siempre. - él dice con su cabeza en alto, demandando poder y Tomlinson sabe que a este omega le espera un buen futuro como segundo líder al mando en su manada.
- Por supuesto, omega.
[...]
- Los dejaremos solos...- la omega líder dice frente suyo, sus ojos están hinchados de tanto llorar por su hijo y tiene ojeras debajo de los mismos, esa línea de preocupación en su frente no desapareció ni por un instante. - Sí necesitan algo, lo que sea... solo, gracias por esto.
Asiente, suspirando de forma nerviosa cuando la puerta se cierra, siente su cuerpo temblar en anticipación, sus manos sudan y las seca sobre sus pantalones. Mira las escaleras con terror y siente que cada escalón es un paso más hacia su muerte segura. Su omega no ha presentado ningún tipo de señal, sigue en la misma posición que ayer y su estado parece empeorar con cada segundo porque ese dolor en su pecho se intensifica más y más.
Camina hacia la puerta que le fue indicada y gira la perilla, siente que lo único que puede oír ahora mismo es su respiración. Lo primero que lo golpea es una ola agria del que solía ser un fuerte y calmante aroma a café, su omega chilla en su pecho y comienza a temblar nuevamente.
Luego su mirada recorre el lugar que está decorado con algunos posters y tiene algo de ropa desordenada en algunas zonas, siente que todo el aire de sus pulmones se queda clavado en su pecho cuando sigue el camino de la cama, un cuerpo semi desnudo cubierto por una fina capa de sudor está respirando de forma irregular y se retuerce. Los ojos del alfa se abren de repente al sentir su presencia.
- Omega...- él alfa lloriquea, apretando las sábanas entre sus manos y haciendo que todo el cuerpo de Harry sienta una descarga eléctrica. - Omega... estás aquí, aquí conmigo...- una inocente lágrima se desliza por el costado del ojo del alfa y Harry siente que su pecho se oprime.
- Aquí estoy...- susurra, acercándose lentamente y cerrando la puerta en el proceso, asegurando su muerte.
- Omega, te extrañé tanto, tanto...- él pecho del alfa se sacude en un sollozo y niega con su cabeza. - Perdóname, perdóname por favor...
- Louis... Louis, dime qué debo hacer. - se arrodilla frente al alfa, sus manos pican por tocar la piel expuesta y su omega lloriquea en su pecho. - ¿Debería marcarte con mi aroma o...?
- Ven... ven conmigo a la cama, te quiero cerca. - pide, su voz sale rasposa y agotada, es apenas un murmullo, pero de alguna forma su lobo ayuda a entenderlo. - Necesito sentir tu piel, omega, sentirte a ti...
Asiente de forma apresurada, quitándose sus zapatos y todo lo que trae puesto arriba, se queda en sus jeans porque aclaró que no habría nada sexual con el alfa y todos aceptaron eso, todos menos Louis por supuesto. Solo espera que el alfa no tenga suficiente energía para querer algo con él. Camina hasta el otro lado de la cama y sube con cuidado, Louis lo mira con ojos cuidadosos, siguiendo cada uno de sus movimientos.
- ttss...- hace un sonido extraño cuando su mano roza el pecho del alfa. - Louis estás ardiendo... - dice con preocupación, pero el alfa parece bastante concentrado en querer envolverlo en sus brazos. - Harás que entre en calor muy rápido y podría darme fiebre...
- Shh... omega, yo te cuido. - él susurra con sus ojos entrecerrados. - Estás aquí, yo te cuido
Él susurra apenas de forma suave y lo envuelve en sus fuertes brazos donde hay algunos tatuajes que representan a la manada y el símbolo de unión que debe haber entre todos. Suspira sobre el pecho ajeno y se deja olfatear, hace una mueca porque sabe que su aroma no hará sentir del todo complacido al alfa, su aroma está repleto de inseguridades e incomodidad, no logra sentirse completamente protegido en los brazos ajenos ni aunque lo intente. Aún así luego de un largo rato oyendo la leve y pesada respiración del alfa él también logra quedarse dormido.
[...]
Despierta envuelto en unos fuertes, suaves y cálidos brazos que tiran de él hacia el pecho que choca en su espalda con necesidad, un leve gruñido lo hace abrir sus ojos de repente y lo primero que se encuentra es a la omega de la manada cruzada de brazos con un ceño de preocupación y a uno de los doctores de la manada con un maletín en una de sus manos.
- Buenos días cachorro, soy el doctor Owens y estoy aquí para revisar al alfa.- él saluda de forma cordial y amable, inclinando un poco su cabeza y la simple acción hace que la boca de su estómago arda en incomodidad. - Es bueno que haya despertado, estamos intentando revisar al alfa hace una media hora, pero parece no estar en sí y piensa que somos una amenaza, ¿podría calmarlo para que le de una inyección y pueda hacer que su celo se calme? - Harry asiente y oye otro gruñido desde su espalda, justo sobre su cabeza cuando intenta moverse.
- ¿Podrían dejarnos a solas solo un momento, por favor? - pide con un sonrojo danzando por su rostro de forma inevitable.
- Por supuesto que sí, omega. - él se inclina con una leve sonrisa amable y Janne asiente con su mirada de preocupación, ella cierra la puerta con cuidado cuando ambos están fuera.
Lo primero que hace es comenzar a asimilar la situación en la que se encuentra, está siendo rodeado por los brazos del alfa que hace apenas unas horas era su mayor enemigo, que ahora resulta ser su alfa y tiene que ayudar a pasar un celo inesperado por la Luna sabrá qué. Se gira de forma lenta entre los brazos que lo envuelven y el fuerte aroma a café que emana la glándula de aroma del alfa lo recibe.
Louis lo está mirando desde arriba con ojos oscuros y cuidadosos, como a una pequeña presa. Está medio sentado en la cama y parece estarlo cubriendo para que el doctor o su madre no vean la desnudez de su pecho. Lunas, Harry ni siquiera tiene cabeza ahora mismo para pensar en lo embarazosa que es toda esta situación.
- Alfa...- comienza con cuidado, deslizando una de sus manos por el rostro del alfa, delineando con cuidado sus pómulos afilados y su suave mandíbula. Su vista se desvía por unos segundos a las bonitas clavículas. - Debes calmarte, alfa y dejar que el doctor te vea...
- No, mío- el gruñe y lo preciona más contra él provocando que su nariz se clave en su glándula y dejando escapar un leve jadeo por lo fuerte y bien que huele.
- Louis. - sus labios rozan la piel y siente al castaño tragar bajo su tacto. - Louis, si no te dejas revisar me iré. - él gruñe y lo preciona más contra su cuerpo, parece querer que sus cuerpos se fucionen.
Está a punto de burlarse y quejarse porque esto le parece ridículo, Louis solo debería seguir sus órdenes, debería soltarlo y dejarse ver por el doctor por el bien de los dos, pero antes de decir algo su mente vuela a la forma desesperada en que las grandes manos de dedos largos y algo huesudas presionan su espalda de forma desesperada, de forma necesitada. Parece casi temeroso de soltarlo y Harry toma una gran respiración antes de cometer otra gran locura en esta semana.
- Bien, entonces marcame con tu aroma y déjate revisar, alfa. - Louis vuelve a gruñir y rueda los ojos con una pequeña sonrisa queriendo deslizarse por sus labios. - Tu te lo buscaste, alfa tonto...
Se remueve entre las sábanas y los brazos que lo sostienen apenas y lo sueltan, sus manos se deslizan por el febril pecho del alfa y se sienta sobre su regazo, Louis lo mira con sus ojos grandes y oscuros, temeroso de cada movimiento. Harry le sonríe de forma casi maliciosa antes de hundirse en la glándula del alfa y dejar suaves y húmedos besos.
Louis se sacude debajo suyo y un suave gemido apenas audible escapada de sus finos labios, el rizado envuelve su manos sobre los hombros ajenos y comienza a chupar una marca sobre el punto de únion, su omega se deja llevar por unos momentos y ronronea, su pecho se oprime en necesidad y Harry intenta con todas sus fuerzas no gemir ante la necesidad de ser tocado o besado. El alfa desliza sus manos hacia su cintura donde se clavan con necesidad y lo acercan más a su cuerpo.
- Por favor, alfa, se bueno y déjate revisar por el doctor...- habla de forma suave y calmada sobre el oído del castaño y lo siente tragar bajo una de sus manos, su pecho sube y baja de forma casi frenética bajo el suyo y lo siente asentir entre medio de un suspiro entre cortado. - Eres tan bueno, alfa... tan, tan bueno...
Susurra apenas y deja un último beso sobre la glándula de aroma por capricho de su omega antes de levantarse para llamar al doctor, toma una remera que está tirada sobre el suelo para tapar su pecho y cuando termina de ponérsela el doctor entra junto a la omega y le da un leve asentamiento. Ayuda al alfa a sentarse sobre el borde de la cama y se envuelve en su espalda, sus brazos lo abrazan y acarician el estómago bajo del alfa para mantenerlo calmado y que no decida morder al beta o se transforme por tomar todo esto como una amenaza.
- Muy bien, alfa, solo le inyectaré esto para que su celo no duela tanto y para mañana en la mañana ya se haya ido. Si me permite. - Owens, el viejo hombre que parece de unos cincuenta lo mira a él en forma de permiso y Harry se siente tan confundido. - Omega...¿puedo tocar a su alfa? - él parece algo avergonzado al preguntar y Harry solo se dedica a asentir de forma aturdida.
Cuando la fina aguja toca el brazo del alfa un gruñido sordo se escucha en el lugar y Harry solo puede cerrar sus ojos fuertemente y aferrarse al cuerpo cálido del alfa. Todo parece ir bien y el médico se retira nuevamente con un asentamiento al igual que la omega de la manada. Definitivamente Harry no se siente preparado en lo absoluto para asimilar algo de todo esto.
- Cama, omega...- Louis gruñe algo molesto y acaricia sus manos que aun siguen envueltas sobre el estómago del alfa. - Hueles ácido, no me gusta. - él dice casi de forma nerviosa y gira su rostro para mirarlo, recorriendo todo su rostro. Si él tan solo supiera que eso en su mayoría es su culpa por jamás haberle dicho la verdad.
Se siente algo decepcionado y adolorido, tiene tantas preguntas por hacer, pero a la vez lo único que necesita hacer es descansar, su omega aún se siente inseguro y rechazado y apenas ha hecho presencia para calmar al alfa que le ha hecho tanto daño. Así que por ahora lo único que puede hacer es dejarse envolver por el alfa y dormir hasta que Louis termine con su celo.
[...]
Cuando vuelve a despertar está completamente solo en la gran cama de dos plazas, el fuerte aroma a café por toda la habitación le indica que el alfa aún se encuentra en la casa, se levanta para orinar porque no lo ha hecho desde hace horas ya que Louis apenas le permitía moverse entre sus brazos, no hacía más que gruñir y murmurar cosas sin sentido.
Ni siquiera sabe cómo demonios lo verá a la cara o qué mierda dirá el estúpido alfa con respecto a todo esto. Está tan seguro de que Louis huyó a algún rincón de la casa para no verle la cara y enfrentar la realidad.
- Te traje el desayuno. - la voz del alfa lo saca de su trance y parpadea torpemente mientras lo recorre con la mirada a él y la bandeja repleta de comida. - No sabía que te gustaba así que preparé un poco de todo. - él sonríe de forma incómoda y se tambalea un poco en su lugar.
- Con un poco de café y waffles estoy bien.- le regala una sonrisa que se asemeja más a una mueca y se acomoda nuevamente en la cama. Ni siquiera sabe por qué demonios no están desayunando en la mesa como personas normales.
- Sí, sí, bien...- él asiente de forma incómoda y se acerca a la cama cuidadosamente para dejar la bandeja sobre la misma.
Hay dos vasos con jugo de naranja, café, una taza que parece tener algo de té, galletas con chispas de chocolate, pancakes y waffles ambos con miel esparcida por encima y con arándanos y algo de fresa cortada. Su omega se mueve un poco apenas en su interior, algo emocionado y avergonzado por la atención recibida. Louis se sienta en el borde de la cama y le ofrece un desayunador.
- Gracias por...- él comienza y mueve la cuchara en la taza de té de forma lenta y descuidada. - no tendrías que haber venido... yo...- él niega y suspira de forma molesta. - yo no fui...no soy...
- ¿Me pasas el azúcar? - se aclara la garganta y preciona sus labios de forma nerviosa cuando el alfa lo mira con el ceño fruncido. - hice un trato con tu padre y espero que lo cumpla, hice lo que debía de hacer y espero que ustedes puedan cumplir con su parte.
- Lo que sea...- él niega y se acerca un poco más a su torso, toma con cuidado el azúcar y vierte la cantidad que le gusta en el café. - lo que quieras te lo daré...yo...- él vuelve a negar y Harry rueda sus ojos con algo de fastidio. - no sabría que hubiera sido de mí si tu... si tu no...
- Que bueno que mi madre no es una sádica como tu y se compadece por los demás, de no haber sido por la mirada desesperada de tu padre te hubiera dejado morir, Tomlinson. - lo dice con algo de sarcasmo pero Louis frunce su ceño y se mueve de forma incómoda en su lugar. - vas a necesitar algo más que un tartamudeo para ganarte mi perdón. Es tu deber como alfa, como mi alfa o lo que sea que eso signifique.
- La Diosa Luna...- Louis susurra apenas y juega con la cuchara en su taza, la pesadez del asunto comienza a quitarle el hambre. - Yo no quería decírtelo, no quería aceptarlo por... solo, lamento mucho todo lo que sucedió en el acuario y mucho antes de eso.
- La Diosa Luna solo parece tener ganas de castigarme de alguan forma. - resopla con molestia y toma un sorbo de su café, rueda sus ojos con fastidio cuando el alfa lo mira con estos grandes y curiosos ojos azulados. - Todo lo que siempre quise era poder ser feliz y sentirme cómodo con mi futuro alfa y la Diosa Luna me castiga contigo, sé que no me amas y mucho menos me quieres como a tu omega.
- No, yo... - él niega y suelta la taza de té con descuido, todo su cuerpo parece vibrar en desesperación y Harry solo quiere golpearlo de alguna forma o hacer que se calle de una maldita vez.
- ¿Tu qué? - resopla y deja el desayunador sobre la cama mientras se intenta levantar. - Sí me hubieras querido como tu omega por un segundo o siquiera hubieras tenido un poco de razonamiento básico, me hubieras tratado con un poco de empatía o con una pizca de amabilidad.
- Nunca me permitiste acercarme lo suficiente, Harry, tu solo...- él niega y se levanta junto a él mientras el omega se pone sus zapatos de forma apresurada.
- ¡¿Yo qué?! - Harry se posiciona frente al alfa, su respiración está agitada y su omega hecho un pequeño ovillo en su pecho. - ¡Lo único que hace tu estúpida manada es señalar a mi familia con el dedo! ¡Jamás se fijan en sus acciones y siempre somos los culpables de todo! - escupe con odio y el rostro del alfa cambia de enojo o algo de pánico y confusión.
- ¿Mi manada? - él frunce su ceño y da un paso más, sus pechos apenas se rozan y Harry evita aspirar el fuerte aroma a preocupación.
- Me desterraste, ¿lo olvidaste? - sus largos rizos se tambalean un poco al inclinar un poco su cabeza hacia un costado, su dedo quema cuando toca el pecho del alfa. - aún así, nunca fui parte de esta manada, tú nunca me tomaste como parte de ella y todos aquí siempre me quisieron fuera de ella.
Toma su chaqueta con rapidez del suelo y camina fuera de la habitación con la rabia latiendo en su nuca. La pesadez de su omega ya comienza a fastidiarlo en cuanto pisa el primer escalón y preciona la baranda con fuerza bajo su mano. Aunque lo intente no puede estar lejos del alfa porque ambos morirían al sentirse sus lobos abandonados. Sus ojos pican y siente sus labios arder al contener su estúpido llanto, sus rizos no lo dejan ver con claridad y Harry no hace más que odiarse a sí mismo y al idiota que le tocó como alfa.
Unas fuertes brazos lo rodean por detrás con cuidado y siente como apenas un suave beso es dejado entre sus omóplatos. Suspira antes de sentir las primeras lágrimas comenzando a caer por su rostro caliente por contener el llanto.
- Hace unos años, hubiera matado a todos con mis propias manos para tenerte como mi omega...- él susurra sobre su nuca y su omega se retuerce en su pecho, llorando sobre las promesas rotas de su niñez.
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