2
La lluvia hace que todos los estudiantes corran con rapidez dentro del edificio para no mojar sus ropas y sus útiles, el viento sopla duramente a los árboles y hace que un silbido molesto resuene en algunas ventanas. El frío se entromete por su cuerpo y se enfrenta al hielo que rodea todo su pecho y a su omega, viendo quién será el ganador de esa inútil lucha.
- ¿Realmente debes pasar todas tus tardes junto al alfa? - Niall susurra a su lado, mirando cada tanto al profesor de artes.
- Veo que los chismes vuelan rápido aquí. - ríe de forma amarga y vuelve su vista a la pizarra donde hay algunas explicaciones del siguiente tema a tratar en el trimestre. - Bueno, no esperaba menos, todos tienen oídos y ojos para lo que les conviene aquí.
- ¡Harry! - Niall prácticamente chilla de forma ridícula a su lado, llamándolo en un susurro molesto. - Esta es tu oportunidad para saber el porqué dejó de hablarte y...
- ¿No deberías prestar atención a la clase? ¿No estás desaprobando esta materia? - el alfa rueda sus ojos y le quita importancia, esta vez lo tomó de su brazo y lo sacude a penas. Provocando una pequeña sonrisa en sus labios.
- ¡Necesito algo entretenido para vivir! ¡Quiero saber de las vidas de las demás personas! - él dice con algo de desespero y burla. - ¿No quieres saber la verdadera razón también?
No. Harry no quiere saberla ni mucho menos necesita saberla. Todo eso quedó en el pasado desde que Louis decidió que serían completos extraños y se dejarían de hablar por siempre, lo trataría como la mierda y olvidarian su gran conexión que en algún momento le hizo creer a sus padres que tal vez podrían estar...
Harry ni siquiera quiere pensar en ello.
Sin embargo, Niall realmente está interesado en el tema y tiene sus teorías, muchas de ellas hacen reír al omega y muchas otras lo hacen preguntarse la verdadera razón por un instante. El alfa rubio ha sido su amigo desde hace unos años atrás, tal vez desde que tiene unos diez años o tal vez un poco después, Harry no lo recuerda bien. Solo sabe que Niall jamás lo juzgo o se burló de él por las decisiones de su madre.
- Lo único que quiero es terminar la escuela y largarme a la ciudad y no podré hacerlo si falto a las estúpidas reuniones con Tomlinson. - se queja y resopla, anotando algo escrito en la pizarra. Niall eleva sus cejas en forma de pregunta.
- ¿A qué te refieres? ¿Te expulsarán de la manada sino...? - Harry arrugó su rostro con molestia y confusión mirando al alfa de ojos azul verdosos.
- No, tonto, harán que repita de año y me atrasarán con mis planes. - cierra su carpeta con odio cuando la campana de finales de clase suena. - Odio mi vida, odio aquí y odio a todos.
- ¿Incluso a mí? - Niall hace un pequeño puchero y pone estos tontos ojos de cachorro que lo hacen empujarlo suavemente por su costado con su hombro.
- Tu, Nialler, eres una pequeña excepción en esta horrible manada. - él sonríe bajando su cabeza y riendo de forma algo escandalosa. Nada nuevo en opinión de Harry. - Bien, me tendré que mojar y pescaré un horrible resfriado gracias a la estúpida lluvia.
- A veces no sé cómo haces para no volver a transformarte, ¿es una forma de huelga? - Niall bromea y Harry se muerde la lengua, tragando el repentino nudo que se creó en su garganta.
Se encoge de hombros y ríe de forma amarga, se despide a medias del alfa y camina hacia donde algunos alumnos se quedan para alguna de sus otras clases y otros corren porque ya acabaron sus horas en este infierno rodeado de molestas feromonas con aroma a que todos parecen querer aparearse con todos. Harry odia que los alfas siempre luzcan tan dominantes y necesitados de un omega. Principalmente odia ser un omega que ruega por un alfa inexistente.
Cuando la lluvia toca su cabello Harry sabe que su día no podría ponerse peor, pero conociendo que el destino siempre le regala algo peor sabe que está equivocado en ese pensamiento. Su padre lo trajo en auto por la mañana como normalmente suele hacerlo así que tendrá que caminar unas tortuosas cuadras hacia la guardería bajo toda esta molesta lluvia, resopla con odio y comienza su camino bajo la fría lluvia.
La bocina de un auto lo aturde por unos segundos y rueda sus ojos con fastidio, subiendo más a la vereda que ahora es prácticamente lodo y estaba evitando para no ensuciar y echar a perder más su zapatillas. Se gira con odio cuando el sonido insistente no para y su expresión de molestia cambia a una mucho peor.
- Sube, te llevo a la guardería. - el alfa dice cuando para a su lado y baja la ventanilla. Harry lo ahorcaría aquí mismo si no sintiera sus brazos congelados.
- No subiré a tu estúpido auto. - se queja y sigue su paso, sintiendo la lenta presencia del auto a su lado y el leve aroma a café que escapa de allí.
- Te enfermarás y ni siquiera tiene sentido que te niegues, de todas formas debemos pasar horas juntos cuando llegues a la guardería. - Tomlinson dice con algo de fastidio en su voz y Harry cierra sus ojos, apretando sus puños con odio y clavando sus uñas en sus palmas mientras contempla la idea.
- Sería una bendición que me enfermara, morir no es una mala idea. - el alfa suelta una risa sorpresiva y detiene el auto a su lado. - Solo subiré porque no quiero caminar, no me molestaría llegar tarde y mojado porque de todas formas ya lo estoy.
- Eres insoportable. - él se queja cuando cierra la puerta y se sienta en el lado del copiloto.
Harry rueda sus ojos con fastidio y sube la ventanilla, el fuerte aroma a café lo golpea y hace que su omega chille y mire hacia arriba con ojitos de cachorro, hecho completamente un ovillo en su pecho y escondiendo su hocico bajo su cola peluda. Sin embargo eso no evita que el frío se clave en sus huesos y la ropa húmeda le incomode en todo el cuerpo. El alfa lo mira de reojo por unos segundos antes de apretar el volante entre sus grandes manos y pasar su rosada lengua entre sus labios.
- Puedes...- él murmura y luego aclara su garganta, haciendo que suelte un suspiro molesto. - Puedes tomar mi abrigo que está en los asientos traseros si tienes frío.
- Lo repito, preferiría enfermarme y morir, eso arreglaría muchas cosas. - se encoge de hombros y se tira sobre él asiento, cerrando sus ojos. Sintiendo la humedad de su cabello en su cuello expuesto.
Puede oír como el alfa se remueve en su lugar y como la lluvia golpea contra todo el automóvil. Harry disfrutaría de este viaje sino fuera porque está rodeado de todo este aroma a café que le hace picar en todos sus instintos y lo vuelve necesitado de algo. Normalmente adora los días lluviosos porque durante estos días nadie cuida la frontera y en el caso de que alguien lo hiciera, todo se ve borroso y confuso y puede escabullirse en los límites para visitar a su madre y a su manada que siempre lo recibe de brazos abiertos.
El resto del camino está repleto de todo este incómodo silencio y extraña tensión.
[...]
- ¡Hazzie! - todos los cachorros se abalanzan contra él cuando abre las puertas del pasillo de juegos.
Harry sonríe con ternura y se arrodilla en el suelo a saludar a todos los pequeños, su aroma dulce y meloso vuelve a hacer presencia y puede notar como por unos segundos la nariz del alfa aspira el aire y su rostro cambia a una expresión extraña, casi de sorpresa o maravillado por algo. Los cachorros no suelen seguir mucho a alguien y no saben casi nada acerca de las tradiciones y el respeto que se le debe tener a los líderes de las manadas o al que se supone será el siguiente líder.
Así que cuando llega lo hora de saludar al alfa algunos cachorros apenas le prestan atención y otros lo saludan a medias, muchos corren a buscar sus dibujos del día para mostrárselos al omega y Harry ríe enternecido por la acción de los infantes.
- Haddy. - una pequeña dice, tirando de su camisa, debe tener unos cuatro años o tres al menos. - ¿Ese alfa nos visitó?
Su mirada viaja al alfa que sólo permanece cruzado de brazos en el marco de la puerta y parece mirar a todos los cachorros desde allí con su mirada azulada. Una mirada cálida, una mirada que Harry no contemplaba hace mucho tiempo. Su omega se queja en su pecho en un pequeño aullido en la misma posición desde hace casi una hora, moviendo su cola apenas para revelar un poco de su hocico.
- Sí, cariño, él vino el otro día a cuidar de todos ustedes. - sonríe ante la niña que parece haber resuelto todas sus dudas.
- ¿Alfa malo? - ella inclina un poco su cabecita en un tierno puchero.
- Yo...- Harry no puede decirle a esta pequeña niña que ese alfa es un completo idiota y cuidará de ella y a otras cuatro mil personas al menos con el tiempo. - ¿No les leyó ningún cuento el otro día? - la niña niega en un puchero y Harry sonríe y la agarra entre sus brazos.
- Entonces sí es malo, pero ya no lo será porque lo obligaremos a leerte un libro. - la niña chilló de emoción en sus brazos y sonríe ante la pequeña cachorra. - ¿Cuál quieres, cariño?
Tomlinson se gira a mirarlo rápidamente cuando lo oye cerca y Harry evita rodar sus ojos ante la estúpida acción del alfa. Se acerca al pequeño estante que tiene mucha variedad de cuentos y la cachorra elige uno antes de entregárselo entre sus manos, luego se acurruca en su pecho y suspira con algo de cansancio. El reloj marca las dos y media y el omega sabe que esta es la hora perfecta para leer un cuento.
- Vamos al cuarto de los dulces sueños, cachorros. - los infantes se quejan y hacen un puchero, su pecho se agranda de amor al ver como todos se sincronizan en la acción. - ¡El alfa les leerá un libro! - parecen animarse un poco ante lo dicho y todos los siguen a la habitación. Algunas señoritas ayudan a los más pequeños.
Se instalan todos en sus colchonetas mientras tiene a la pequeña cachorra entre sus brazos espero como el alfa se acomodo en una silla con el libro seleccionado, todos los pequeños esperan pacientes la lectura y Harry sonríe con ternura al verlos acurrucados con sus mantas. Tomlinson lo mira unos instantes antes de comenzar a leer y poco a poco con la profunda y suave voz del alfa los cachorros comienzan a caer rendidos en el mundo de los sueños.
Deja a la cachorra que tiene entre sus brazos en su colchoneta cuando siente que está completamente dormida y la arropa con cuidado de no tirar feromonas o hacer algún desperfecto a la pequeña y suave mantita. Sonríe ante su trabajo y se levanta con cuidado para apagar las luces cuando todos están fuera esperando por él.
- Siempre lo volveré a decir, Harry- Rita comienza y rueda sus ojos con ternura, sabiendo perfectamente lo que la omega dirá. - Cuando termines tus estudios, estaremos encantadas de que nos acompañes a cuidar el futuro de la manada. - niega con una sonrisa y evita mirar hacia el alfa, sintiendo su mirada sobre él.
- Ya sabes lo que pienso respecto a ello. - dice en un encogimiento de hombros. - No estoy hecho para esta manada. - Tomlinson se aclara su garganta y las mujeres fruncen su ceño ante la acción.
- Siempre estarás hecho para esta manada, Harry, tu destino está aquí. Puedo sentirlo. - la señora Richards dice, la única anciana entre todas las nuevas señoritas cuidadoras de cachorros. - El día que ustedes nacieron, la Diosa Luna tenía un brillo especial.
Harry sabe la historia perfectamente, su madre siempre se la contaba de pequeño, durante el frío y desolado enero, el cielo se despejó apenas de esas nubes cargadas de viento, frío y nieve para dejar que la Diosa Luna salude a su manada durante su nacimiento y el nacimiento del alfa. Unidos por la Diosa Luna y el destino que un día los saludará. Dejó de creer en esos cuentos de hadas cuando su realidad azotó contra su rostro a la corta edad de doce.
- La Diosa Luna quiere que busque mi destino fuera de aquí, yo lo sé. - niega y todas las señoritas suspiran en forma de queja. El alfa se remueve incómodo en su lugar y su aroma a café se intensifica por unos segundos haciendo a su omega pestañear de forma pausada y tierna. - La manada me rechazó hace años, aún me sorprende que no me hayan desterrado. - ríe con amargura y choca apenas el hombro del ojiazul al pasar a su lado. Huyendo antes de sentir la tensión en el aire.
Camina hacia el pasillo de juegos y comienza a juntar los juguetes que están tirados y desparramados por todos lados, su pecho se calienta de alegría al sentir el ligero aroma a bebé que tienen algunos cachorros. Amando que su omega se sienta en paz por unos segundos y deje de hacer que su pecho duela tanto. Su tranquilidad se ve interrumpida cuando siente la intacta y pesada presencia del alfa detrás suyo.
- ¿Huirás al igual que tu madre? - él dice, parece más una demanda que una simple pregunta. - ¿No aceptaras tu destino? ¿También quieres contradecir a la Diosa Luna?
- Quiero lo que la Diosa Luna quiera para mí. - su voz sale con algo de odio y detiene sus movimientos de juntar los camiones de juguete. - Y hasta ahora no me ha demostrado nada más que el rechazo dentro de esta manada. Si ella lo quisiera, me sentiría a salvo aquí.
- ¿No te sientes a salvo aquí? - su voz sale en apenas un susurro y Harry no puede verlo, pero su aroma delata algo de incomodidad y nostalgia.
- ¿Mi cara no te da una respuesta a esa ridícula pregunta? - se gira a mirarlo. Su ojo izquierdo está algo morado y oscuro y su ceja tiene una pequeña cinta donde está casi partida.
Normalmente los omegas, betas y alfas suelen meterse en peleas territoriales, ya sea en su forma humana o en su forma de lobo y es bastante bien visto. Son instintos cuando se trata de defender a alguien de su manada, su familia o pareja y no es raro que los omegas peleen con las castas más grandes, dentro de las manadas son tomados casi como iguales, pero aún así se sabe que son más sensibles y vulnerables y no deberían de tener demasiadas peleas.
El rostro de Tomlinson se contrae a penas y su mirada recorre todo su rostro, sus zafiros se chocan con sus jade creando una mueca visible en los finos y rosados labios del alfa. Finalmente sus ojos se desvían hacia el suelo, sus manos se mantienen metidas en los bolsillos de su chaqueta y Harry se siente duramente juzgado con ojos de lástima. Odia tanto ese sentimiento, pero con el tiempo se tuvo que acostumbrar.
-Todos los omegas han peleado en algún momento ya sea...- él comienza y Harry gruñe molesto.
- Sabes perfectamente a que me refiero. Esto no debería ser normal dentro de una manada, debería ser tratado como igual, no como un rival. - se levanta de donde está y recorre el lugar para acomodar la siguiente área.
- La manada tiene sus pensamientos acerca de las decisiones de tu...- su voz suena molesta y el rizado ojea su rostro para ver su ceño fruncido.
- Ni siquiera te atrevas a mencionarlo. - gruñe y se acerca peligrosamente al alfa, largando nuevamente sus feromonas ácidas y molestas, haciendo fruncir la nariz al alfa.
- Chicos...- Ellie dice desde la entrada al pasillo en forma de advertencia. - Alfa, no me haga decirle al Líder alfa acerca de esto por favor. Aquí no juzgamos a nadie por las acciones de terceros. - la omega habla duramente, casi podría parecer que lo está desafiando, pero solo lo está regañando.
El alfa solo se limita a presionar sus labios y charlar el resto de las horas con las mujeres, Harry ayuda con la merienda de los cachorros y cuando el reloj marca las cinco y media sale del edificio, no deseando recibir miradas de desaprobación de algunos padres y madres. Pedalea a través de la oscuridad en el bosque con el bullicio que hacen los grillos y algunos animales.
[...]
(Louis pov)
- ¿Cuándo le dirás la verdad? - se padre habla por sobre todo. Hundiendo su cuchara nuevamente en la sopa que ha hecho su madre.
- No hay nada que yo deba decirle. - responde. Es ridículo esquivar la pregunta y fingir que no sabe de quién están hablando. El alfa mayor limpia su boca con una servilleta y la tira de forma molesta sobre la mesa.
- Sabes muy bien a que me refiero. La Diosa Luna lo predijo y aunque intentes esquivar la verdad y el destino, siempre llegan a ti. - él niega y se levanta a servirse otro poco de sopa.
- La señora Brenfild nos condenó, nadie más que ella. - su voz sale con algo de amargura, su madre y sus hermanas suspiran con molestia. Sabe que le están dando malas miradas, pero decide concentrarse en su sopa.
- Creas lo que quieras creer, el destino te perseguirá por el resto de tu vida y no actúes como si esto no te afectara. Pareces un ciervo irritado cuando él corre fuera de la frontera. - su padre ríe apenas y las mujeres en la mesa copian la acción. Louis se hunde en su asiento, frunciendo su ceño.
Escucha como la lluvia golpea fuera y lleva otra cucharada de sopa a su boca, el sabor lo distrae por un momento, pero su alfa es más fuerte en el retumbar molesto de su pecho y finalmente decide sucumbir a los caprichos de su lobo. Sólo para tener un momento de paz por unos segundos.
- Yo cuido la frontera hoy, diles a los demás que tomo sus turnos. - su padre resopla y rueda sus ojos con burla. - Solo me preparo para mi futuro como líder, no tendré oportunidad de descansar los primeros días. - se encoge de hombros y lava su plato rápidamente.
- Piensa lo que quieras, pero no me digas mentiras a mí. - él niega con una sonrisa mientras Louis escapa por la puerta. - El día que nuestro hijo entienda la importancia de no faltarle el respeto a la Diosa Luna, me veré en la obligación de hacerle un tributo.
- Tal vez llegue más rápido que tarde ese día, cariño. - la omega mayor dice, escuchando aullar a su hijo a lo lejos. Tomando la mano del alfa mayor por sobre la mesa con cariño, acariciando la piel para trasmitir un poco de tranquilidad.
- Sí sigue mintiendose a sí mismo, hará que ambos mueran. - el alfa dice con amargura en su voz, viendo como sus cachorros juegan con sus cubiertos y oyendo el aullido de su hijo a lo lejos. - Llamaré a los vigilantes.
En el bosque, luchando con la fría lluvia contra su pelaje blanco un gran lobo se escabulle entre la maleza y los árboles para llegar hacia el límite de la manada donde sabe que un omega de rizos empapados por la lluvia y aroma ácido intenta cruzar hacia la manada enemiga.
Una manada que le declaró la guerra por robar algo de ellos. Una pequeña omega hace muchos años, cuenta la historia que la Diosa Luna bendijo su nacimiento y el de otro cachorro para iluminarles el destino. Un destino que les fue arrebatado por el supuesto ladrón que vivía en la manada Tomlinson. La guerra se declaró y las demás manadas tuvieron que elegir a sus aliados. Cualquiera que intentara dejar la manada y huir fuera de los límites será desterrado y tachado de traidor.
Se revuelca en el lodo antes de acercarse por completo al límite y resopla entre medio de quejidos, cuando vuelva a tomar su forma humana estará repleto de lodo y olerá como la mierda, pero ahora mismo no le importa. Se escabulle entre los arbustos y la maleza, escondiéndose por la oscuridad de la noche y olfateando el aire.
Cuando el aroma peculiar llega a su nariz todos sus sentidos se encienden y su lobo aúlla en su pecho, anhelando al omega. Un gruñido se estanca en su garganta al ver como el omega se escabulle entre los árboles en su forma humana y se empapa más y más con cada segundo. Su instinto protector quema en su pecho, pero se limita a solo observar. Como siempre.
El omega cruza los árboles marcados y se desliza entre medio de los alambres de púas. Su figura se confunde con las sombras al caminar hacia la frontera enemiga y finalmente desaparecer entre los árboles y demás plantas. Louis sale de entre la maleza y se sienta a mirar, a observar el lugar por donde el omega ha huido. Su cabeza siempre se inunda de las mismas dudas.
Si el omega volverá a la manada o si solo decidió visitar a su madre, si no le da un poco de remordimiento escapar fuera de su manada y dejar atrás a su padre, a sus amigos a...
Louis se detiene y se queja en casi un sonido de llanto por parte de su lobo, cuestionandose el porqué el omega no se transforma para pasar la frontera, hacerlo en su forma de lobo sería mucho más fácil y rápido. Su lobo llora en aullidos en su pecho por no apreciar la belleza del pequeño lobo negro que algunas veces lo perseguía por el bosque y lo marcaba con el que solía ser el aroma más dulce de toda la manada. Louis se cuestiona tantas cosas en momentos como estos.
La lluvia aún golpea la tierra y aúlla llamando a los demás lobos que están cerca, sacándolos de sus descansos y poniéndolos en alerta. Corre a refugiarse dentro de uno de los puestos de vigilancia y cada tanto sale a mirar el lugar por donde el omega ha escapado a la manada enemiga.
[...]
- Nunca antes lo hiciste. - el omega dice, sacándolo de su aturdimiento y volviéndolo a la realidad. - Nunca antes me invitaste a dar un tour en la gran ciudad. - él sigue dándole la espalda, hincado en el suelo mientras trenza el cabello de un cachorro.
Están nuevamente en la guardería y Louis por milésima vez pretenderá no haber visto al omega correr fuera de la manada y tocar la frontera enemiga. Su lobo se removió encantado al ver al omega llegar a la mañana siguiente a clases, su postura se destensó y se preguntó por un momento por cuánto tiempo se mantuvo así. Una corriente de alivio fluyó por sobre todo su cuerpo y Louis no hizo más que odiarse al sentirse de esa forma.
Aún le sorprende un poco o tal vez demasiado la manera en la que el aroma del omega se convierte en algo dulce y atrayente al estar cerca de los cachorros y como durante todos los otros momentos permanece ácido y amargo, provocando que su lobo se irrite y tenga la necesidad constante de calmar al omega y llenarlo de su aroma. Pero ahora, oliendo así de bien su alfa solo logra enloquecer y dejarlo aturdido con todas las ideas que se cruzan por su mente.
- Nunca pareciste interesado en ir. - se encoge de hombros desde el umbral de la puerta y puede escuchar como el omega bufa desde su lugar.
- Nunca preguntaste, sería raro que no me interese por la ciudad cuando has llevado a todos allí. Todos, menos a mi, por supuesto. - él ríe con algo de amargura y Louis se siente irritado, molesto con la idea de llevarlo allí y darle otro motivo más para que deje la manada.
Tal vez si lo lleva él escape en pleno tour y desaparezca por completo de su vida...
- Los cachorros tampoco han ido. - se burla un poco para romper la tensión, pero solo logra aumentarla cuando ve al omega tensar sus músculos y suspirar con odio.
- Los cachorros no pueden salir de la manada hasta los cinco. - gruñe apenas y Louis rueda sus ojos.
Tiene razón en eso, los cachorros podrían perderse o descomponerse ante tantos aromas nuevos y sonidos nuevos, crecen en un lugar rodeado de plantas y colores verdes, alegres y llenos de vida, y sin la atención adecuada o la capacidad necesaria para entender de lo que están rodeados podría ser demasiado para ellos.
Pero es distinto con el omega, él estuvo preparado para visitar la ciudad desde hace años, su padre le prometió que sería el único en sacar al omega a la ciudad por la promesa de la Diosa Luna. Ese debía ser su único privilegio en la vida, marcar el camino de sus vidas junto al omega y vivir experiencias y sensaciones nuevas siempre juntos. Louis amaba esa creencia y toda la tradición detrás por ser elegidos por la Diosa Luna.
Pero en cuanto vio que la madre del omega huyó a las fronteras enemigas luego de una visita a la ciudad como habitualmente lo hacía y no regresó, abandonando a su alfa y a su único cachorro aquí, comenzó a creer que deberían limitar las salidas a la gran ciudad. Proteger a los más indefensos y a quienes podrían ser un peligro allí fuera. Harry estaba dentro de esas categorías, podría huir y dejar a su padre abandonado y a...
- Son medidas de precaución. - dice en un encogimiento de hombros, dejando la habitación de juegos y dirigiéndose hacia donde la omega anciana del lugar descansa.
La señora Richards siempre lo ha visto con esos ojos cargados de amor y calidez, pero desde hace un tiempo su mirada se ha convertido en algo más y a veces parece mirarlo con recelo o algo de molestia. Su único pensamiento racional es que probablemente el omega ha estado contaminando la cabeza de los demás con ideas erróneas de su persona. O tal vez ella sabe cosas que Louis aún no.
- ¿Ya has dejado de molestar al omega y lo has invitado al festejo de los Horan? - la mujer mayor dice mientras pela algunas manzanas para los cachorros.
- Olvidé por completo el festejo. - lleva una de sus manos a su frente y ríe un poco, Richards lo mira de reojo mientras ralla una manzana. - Él ha dejado de ir a esos festejos hace un tiempo.
- Eso no quiere decir que no le guste que lo inviten. - la omega lo mira con algo de enojo y demanda en su tono, Louis se muerde la lengua para no contestar de forma irrespetuosa. - Siempre noto la forma en que lo miras, como si desearas que la próxima unión fuera la tuya con él.
La omega suelta eso como si estuvieran hablando de algo tan natural, como si ese tipo de comentarios no fueran mal vistos en la manada desde hace años. Como si no le afectaran a Louis a tal punto de querer gruñir ante la idea y pelear con su lobo interno por el revuelo que hace en su pecho.
- No sé de qué está hablando, sabe muy bien que ese tipo de comentarios están terminantemente prohibidos y...- la omega lo corta con un resoplido y una risa sarcástica.
- ¡Ja! Tu padre no me ha dicho lo mismo. Jamás en vida, en estos cincuenta y dos años he oído la palabra prohibido para algo como eso. - Ella niega con su cabeza mientras pela otra manzana. - Presiento que él único que no quiere ver la realidad de las cosas eres tú, mi niño. Harry es el omega indicado para cualquiera y si no aceptas tu destino, él huirá a conseguir una libertad rodeada de miseria por tu culpa.
- Entonces ni siquiera debería huir. - dice con recelo, odiando ese gruñido molesto y pesado que guarda en su pecho. La anciana lo mira de reojo y sigue en su labor de pelar manzanas.
- No le estás dejando otra alternativa. No se siente a salvo en la manada y se refugia con nosotras aquí en la guardería, huyendo antes de que los padres de los cachorros vengan por ellos por miedo al rechazo. - la omega mayor gruñe apenas y tira un poco de miel en la papilla de manzana.
Louis se muerde la lengua y traga su respuesta, aunque realmente no tiene algo que decir en contra de ello. No tiene como defenderse porque tal vez desde hace algún tiempo atrás él ha estado hablando mal a espaldas del rizado para que algunos en la manada lo odien y dejen de mirarlo con lástima, se olviden del hecho de que es un cachorro abandonado por su madre y contemplen la idea de que en un futuro él podría hacer lo mismo y traicionarlos nuevamente.
Su estúpido miedo ha comido tanto su cerebro que no logró darse cuenta de que lo estaba haciendo realidad, el Louis pequeño de doce que abandonó al omega estaría muy decepcionado de él.
Así que luego de pasar una tarde algo incómoda y rodeada de miradas ácidas hacia él por parte del omega y algunas de las mujeres en la guardería, decide tomar algo de valor antes de que el rizado salga por esa puerta y vuelva a escapar de sus manos. Cuando todos los cachorros están reunidos acomodando sus colchonetas y guardando sus juguetes se mueve sigilosamente detrás del omega.
Aclara su garganta cuando está a unos centímetros y siente a su lobo moverse inquieto y necesitado, aullando en su pecho por olfatear a su omega. Es tan raro para Louis saberlo, saber que este omega rizado no es nadie más ni nadie menos que su destinado y debería de cuidarlo y protegerlo, pero en lugar de eso lo tuvo apartado todos estos años por su estúpido miedo.
Harry se gira a mirarlo apenas desde el suelo, donde está hincado para abotonar la camisa de un niño y repartir muchos besitos en su rostro mediante el proceso ocasionando que el pequeño se sonroje y ría de forma tierna. El omega se levanta del suelo y se separa un poco al notar la cercanía, aclarando su garganta, moviéndose algo incómodo en su lugar y mirándolo con esos profundos ojos verdes, tan profundos como el bosque que los rodea.
- ¿Ahora qué necesitas? ¿Ellie necesita ayuda con algo? - él pregunta con un tono algo molesto y exigente, Louis recuerda vagamente que la señorita Richards debía mover unas cajas o algo. Niega con su cabeza.
- No, en realidad quería hablar contigo. - él levanta sus cejas castañas y suaves en señal de sorpresa y luego vuelve a su expresión facial habitual de odio hacia él. - Solo venía a informarte de la fiesta de los Horan y si...
- Ya sé acerca de la fiesta, Niall es mi amigo. - El omega habla con aburrimiento en su voz y Louis por primera vez en mucho tiempo se siente nervioso.
- No es eso, - niega y esta vez Harry se remueve incómodo en su lugar. - quería preguntar si irás...
- Eh...yo...- él niega, mirando el suelo y tapando su rostro con sus largos rizos. - No me gustan esas cosas y Niall lo sabe perfectamente, toda su familia. Esto no es de tu incumbencia y si me estas invitando para emboscarme con Jackson y Donald, juro que te mataré y no me importa si eres el próximo líder. - dice y lo mira con esos ojos de un verde obscuro, sin una pizca de sentimiento.
- Bien, como sea. - se encoge de hombros y sale fuera de la habitación para ayudar a Ellie con lo que sea que necesite.
Sin embargo no puede apartar su atención del omega que se despide de todos en la guardería con besos suaves y abrazos algo prolongados, repleto de susurros y sonrisas suaves. Desvía su mirada en varias ocasiones cuando es atrapado mirando y finge mirar más allá de esos ojos que cavan en su alma, queriendo desnudar la verdad. Tampoco puede apartar la mirada del omega cuando casi a última hora llega al festejo con su padre.
Cerca del momento justo en el que su padre, el gran líder de la manada Tomlinson, pide un momento de silencio para felicitar a los recién emparejados y agradece la hospitalidad de todos en la manada. El omega saluda a su padre con quien parece tener una pequeña conversación y luego no logra perderlo de vista cuando felicita a la pareja y bromea un poco con el alfa rubio.
A Louis siempre le molestaron este tipo de reuniones porque la gente siempre le recordaba que debería emparejarse antes de comenzar a tomar el mando de la manada, en lo posible, antes de terminar sus estudios. Debería emparejarse y tener cachorros en algunos años más o tal vez tan pronto como sea posible y Louis sólo puede contemplar la idea junto a alguien, pero sus miedos siempre se interponen y hace oídos sordos a las súplicas constantes de su alfa para emparejarse de una vez por todas con su omega.
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