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— ¡Dale con el palo! — Jackson grita detrás suyo y se tambalea en el tronco caído. — ¡No seas un maldito inútil! — él vuelve a gritar y bufa ante el molesto sonido.

Toma el palo entre sus manos, se agacha un poco cuando el alce lo mira asustado y se acerca peligrosamente hacia él, le duele hacerlo, pero es lo que es, la manada debe comer y detesta que todos lo llamen un inútil. Da un paso hacia adelante y cuando está a punto de golpear al alce asustado y alterado, un lobo completamente blanco sale de entre la maleza del bosque provocando que automáticamente todos inclinen un poco su cabeza en señal de saludo.

El palo cae y el alce corre cuando todos los que lo rodeaban se distraen a la llegada del lobo. Corre entre los árboles y la melaza, el lobo blanco lo mira por unos segundos y bufa en un gruñido. Se limita a no rodar sus ojos y decir una idiotez porque está rodeado de idiotas y no necesita volver a ser duramente criticado el día de hoy.

— ¡Eres un imbécil, Styles! — Jackson Millers dice junto a otros miembros más de la manada. — ¡Ni siquiera puedes transformarte para matar un estúpido ciervo!

— ¡Deberías huir como tu madre, maldito cobarde! — Matthew Donald se une junto al otro alfa y él comienza a caminar hacia la melaza del bosque, en dirección contraria a donde el gran lobo joven huyó en busca del ciervo.

— Está bien, Harry, lo lograras a la próxima...— Niall lo tranquiliza al pasar junto a él y esquiva el toque que le da el alfa en su hombro. — Solo...

— Necesito un momento a solas... — susurra, mirando el suelo y ocultando su rostro bajo sus rizos que apenas comienzan a rozar sus hombros.

— ¡Sí... déjalo, Horan! ¡Tal vez así huya con su estúpida madre! — Harry gruñe bajo, cierra sus manos dentro de los bolsillos de su chamarra, sus uñas se clavan en sus palmas.

— No los oigas, Hazz...— Niall insiste. Esta vez no lo toca, pero Harry no necesita mirarlo para saber que le está dando una mirada de lástima pura.

— Estoy bien, los sigo luego. — murmura. Caminando más dentro de la profundidad del bosque.

Se tira al suelo cuando todos se han ido y escucha las voces a lo lejos. Sus rodillas se quejan por el golpe y luego se deja caer de costado, se acurruca contra un tronco caído que tiene musgo y algunos hongos creciendo allí. Los pájaros cantando le dan una pequeña paz y sus primeras lágrimas comienzan a caer de forma inevitable. Harry se odia a sí mismo, a toda la manada y al maldito alfa puro Louis Tomlinson.

Pero aunque ahora se ve como la persona más miserable de la manada y quizás del mundo, no siempre fue así. Cuando era apenas un cachorro de siete años que correteaba por toda la manada en su forma de lobo, un lobo negro y completamente adorable en opinión de sus padres, Harry era adorado y más cuando hacía entornecer a toda la manada cuando atrapaba al único y pequeño lobito blanco de la manada.

Harry adoraba ir detrás de ese lobito, atraparlo y lamer su carita, adoraba hacerlo aullar al lobito en sus pequeñas peleas, hacerlo estornudar cuando caían en la tierra o hacer que mueva su colita de forma incesante cuando los líderes de la manada, los padres del lobito, lo dejaban jugar junto a él y lo liberaban de sus deberes.

Extrañamente todo eso cambió de un día para otro cuando tenían doce años, Harry ya se había presentado y tenía a casi todos los lobos presentados corriendo tras suyo, aunque el omega solo tenía ojitos para un adorable cachorro y futuro líder de la manada que siempre lo abrazaba al dormir y que siempre ayudaba con sus deberes. Habían sido amigos desde que nacieron prácticamente ya que la manada era pequeña con apenas unos cuatro mil habitantes.

Fue tan repentina la separación del lobito que Harry nunca entendió bien qué hizo o el porqué, solo recuerda preguntarle al lobito que estaba mal y él lo ignoraba.

Con el tiempo, el lobito se convirtió en un gran y orgulloso lobo alfa, un alfa futuro líder de una gran manada y todo lo que conlleva eso. Hecho y criado a la medida para su futuro trabajo. Con el tiempo también, se volvieron prácticamente desconocidos o prácticamente enemigos. Louis, él lobo blanco e imponente, por algún extraño motivo se esmeraba en poner a toda la manada en contra suyo y prácticamente lo logró.

Con la pérdida de su madre cuando tenía ocho años y la pérdida de quien consideraba su alma gemela, sumando muchos otros horrores más, Harry se convirtió en uno de los omegas más despreciados de toda la manada y ni siquiera tuvo que mover un solo dedo para ello, lo que es increíble.

Por supuesto, sin olvidar mencionar que tiene el puesto número dos porque su madre es la omega más odiada en toda la historia de esta estúpida manada. Su madre, quien era una mujer espléndida que rompió un lazo con su padre, alguien a quien nunca pareció amar del todo y solo se dejó consumir por las ideologías tontas de los habitantes de la pequeña manada.

Harry la perdonó porque al final de cuentas su madre huyó con su verdadero alfa, cometió traición a ojos de todos en la manada Tomlinson, pero a ojos del omega rizado no hizo más que perseguir su propia felicidad y permitirse vivir la vida que la Diosa Luna siempre le marcó como futuro y presente. Le costó un tiempo entenderlo y algo de apoyo por parte de su padre quien también supo entenderla de alguna forma.

Harry supone que su padre amó tanto a su madre como para perdonarla y dejar que huya a un lugar seguro y feliz. Que su madre haya cometido traición y haya abandonado la manada, no quiere decir que también lo haya hecho con él. Siguieron en contacto mediante llamadas telefónicas y con el tiempo Harry aprendió a escabullirse fuera de las fronteras para poder visitarla.

Cuando el sol comienza a bajar y la luz dorada lo golpea más de frente que desde arriba, atravesando más los arbustos que los árboles, sabe que es hora de volver a su hogar con su padre para no alarmarlo y provocar otro alboroto entre medio de los estúpidos miembros de la manada.

Su pecho pesa y su omega solloza dentro de él, algo habitual desde hace años y Harry nunca pudo atribuir una verdadera razón a eso, solo sabe que su omega siempre está triste a tal punto de comenzar a rechazarlo en su cuerpo y no permitirle más transformaciones. Suspira de forma pesada cuando se levanta, la humedad de la lluvia se filtró por sus ropas, deseando no enfermarse porque su omega siempre lo hace pasársela de lo peor.

Corta camino entre el bosque, esquivando a toda costa las partes más habitadas del pequeño recinto, su estómago ruge de hambre por no tocar bocado en todo el día y Harry solo rueda sus ojos con fastidio, si sigue a este paso lo primero que hará será morir de hambre o morir rechazado por su omega.

Tira las llaves en la mesa de la cocina cuando finalmente llega a su casa y prácticamente corre escaleras arriba para poder cambiarse de ropa para estar más cómodo y sentirse más a gusto en su propia piel por unos segundos. Cuando baja para prepararse algo de comer, su padre está sentado en la pequeña mesa de la cocina, cruzado de brazos y solo con la preocupación dibujada en cada facción de su rostro.

— ¿Dónde estabas, cachorro? — el hombre de cabello castaño claro y ojos avellanas pregunta. — Niall trajo tus cosas de la escuela hace unas horas, ¿te hicieron algo de nuevo?, sabes que puedo hablarlo con el líder alfa y...

— ¡No!— se apresura a decir, preocupando más a su padre. Si él tan solo supiera que uno de los grandes problemas de Harry es nada más y nada menos que el futuro líder...— Quiero decir, no hace falta, estoy bien solo... solo tuve un mal día y el bosque me atrapó con su belleza, ya sabes.

Él suspira, rodeando la pequeña mesa al levantarse de la silla y parándose a unos centímetros de él. Harry para su acción de sostener el cartón de leche entre sus manos y cierra la puerta de la heladera para, sin pensarlo dos veces, esconderse en el gran pecho cálido y reconfortante de su padre. Rodeándose de su aroma amaderado y fuerte. Suspira débilmente en el abrazo y se prohíbe volver a llorar.

— Sabes que puedes contarme lo que sea, cachorro. Sé que no estoy mucho en casa y siempre estoy de viaje a la ciudad para trabajar y sé que tienes mucho problemas y me encantaría poder ayudarte con ellos...— él insiste, apoyando su barbilla en lo alto de su coronilla y Harry solo se permite suspira de forma entrecortada y rogar a la Luna para ser fuerte.

— Sí...— su voz se corta a penas y aclara su garganta en un sonido molesto, casi desgarrador para el pecho de su padre. — solo estoy teniendo un mal momento, ya sabes como es, la adolescencia y todo eso...

— Sí...— su padre sonríe apenas y suelta un suspiro cuando se separa a mirarlo, comprobando que todo esté en orden de alguna forma. Aunque Harry sabe perfectamente que nada lo ha estado desde hace muchísimo tiempo. — ¿Cómo estuvo tu clase de caza?

— Eh, bien supongo. — se encoge de hombros y vierte un poco de leche en un tazón. No necesita contarle a su padre la forma en la que su pecho se estrujó ante la idea de matar a un indefenso animal que solo intentaba alcanzar la libertad. — ¿Cómo estuvo tu día? — cambia de tema, solo necesita olvidar por unos segundos el hecho de que su vida es un asco.

— Muy bien en realidad, el trabajo en la ciudad va estupendo y me topé con la señorita Brenfild de camino a casa, me comentó lo emocionada que estaba con un nuevo proyecto para tu clase. — Harry solo se limita a escuchar con emoción mientras devora su cereal y piensa en qué cocinar para la cena junto a su padre.

[...]

Su mañana comienza como habitualmente es, fría y aburrida, aunque la calefacción esté siempre encendida y más en los días de otoño tan fríos como estos, su cuerpo siempre se siente mucho más frío que de costumbre. Por unos diez o tal vez cinco minutos, todo su cuerpo se siente rodeado de una capa filosa de hielo que cala por sus huesos y se estanca en su pecho, en su omega.

Harry tiene esta sensación horrible desde hace unos años, tal vez desde que su madre se fue y prometió siempre hablar con él por teléfono o desde que cierto lobito blanco dejó de hablar con él, dejó de mirar hacia su lado y dejó de pasar siempre por su lado. Se hunde más entre las frazadas, temblando un poco por todo el hielo invisible que recorre su cuerpo, pero sabe que pronto pasará y el pensamiento lo tranquiliza por un momento.

— ¡Cachorro el desayuno está en la mesa! — su padre grita desde las escaleras, suspira con pesadez y gira sobre su cama, quedando boca arriba y contemplando el blanco techo.

Su día de mierda ya comienza. Sin importar nada, sabe que este día será igual de malo que todos los otros. Se levanta con pesar, odiando dejar su cama desde el primer segundo en que se destapa y el aire de la habitación golpea su piel descubierta. Cuando está completamente preparado para sentirse rechazado nuevamente en su propia manada, decide bajar las escaleras y desayunar junto a su padre.

Como todas las mañanas él lo deja fuera de la escuela con un suave beso en su frente y se marcha a la ciudad a trabajar, deseando con todas sus fuerzas acabar rápidamente todas sus obligaciones para poder huir fuera de la manada hacia la ciudad y con el tiempo, de alguna forma, borrar sus raíces y comenzar una nueva vida.

Sabe que sería difícil, sin mencionar que es un omega sin alfa, sin enlazar y que su deber debería ser dentro de la manada, cuidando a los cachorros y siendo una completa ama de casa. Harry amaría serlo, estaría dispuesto a complacer a su alfa y sus cachorros en todo, pero sabe que nadie en esta estúpida manada jamás podría tomarlo en serio y querer emparejarse con él. El solo pensamiento lo abruma y lo irrita, sin mencionar que su omega aúlla de dolor.

Cuando sale de su clase es cuando el verdadero problema empieza, lleva los estúpidos libros de cálculo avanzado en sus manos y va escuchando una canción de Guns N' Roses en sus auriculares, sus pensamientos vuelan en el hecho de que tendrá que almorzar solo porque Niall decidió faltar a clases hoy por ayudar a sus padres con la mudanza de su hermano mayor. Otro alfa más emparejado en la manada, una celebración más a la que Harry deberá faltar.

Y no porque odie ver como la nueva pareja emparejada rebosa de amor, como sus ojos brillan al mirar al otro o la forma en la que parecen tan sumidos en ellos mismos que no prestan demasiada atención al líder de la manada cuando los felicita frente a todos con esa mirada de felicidad y orgullo puro, sino más bien, por el hecho de que debe soportar todas estas miradas de disconformidad y asco que los demás le dan y sentir la mirada de cierto alfa quemando en cada movimiento que hace, como si lo estuviera juzgando en cada acción.

— ¡Mira por donde caminas, idiota! — es lo único que escucha antes de estrellarse contra el suelo por tropezar con algo y golpear su barbilla con sus libros.

Su cuerpo se queja de dolor y deja escapar una pequeña queja desde el suelo, esta vez Iron Maiden lo ensordece cuando el golpe lo aturde por unos segundos y vuelve a oír cada sonido de repente. Su mirada viaja hacia arriba donde el futuro líder de la manada está apoyado sobre los casilleros, él le da una pequeña mirada, frunce su ceño apenas y luego la desvía rápidamente.

Jackson se sostiene el estómago al reírse, curvandose hacia adelante y carcajeando de forma escandalosa, algunos que pasan por allí solo lo miran con una sonrisa venenosa entre sus labios y lo miran con desdén. Rueda sus ojos y se levanta, sucudiendo sus ropas y levantando sus libros de forma rápida bajo el estúpido sonido que hace el alfa al reírse.

— ¡Vamos, Styles! ¡Levanta tu trasero de mi vista, es asqueroso! — Harry resopló ante el asqueroso tono de Millers, sus dedos presionan los libros y comienza a caminar por el pasillo cuando siente un pequeño empujón desde atrás. — ¡Eres una maldita zorra! — él dice y vuelve a reírse de esa forma insoportable que lo hace querer asesinarlo.

El futuro líder solo se limita a mirarlos con una sonrisa socarrona en sus labios y Harry ni siquiera sabe por qué demonios lo mira en busca de ayuda, ni siquiera puede imaginar el líder pésimo que será para esta insignificante manada. Después de todo, no se merecen menos, solo pueden pensar en los pobres cachorros que no se merecen crecer con este tipo de actitudes.

Da un gran respiro y se gira con un impulso, sus dedos se clavan sobre la tapa de los libros y golpean contra algo duro, haciendo un sonido sordo y provocando que todos en el pasillo se detengan de forma abrupta. Harry acaba de golpear a Jackson Millers, el protegido del estúpido futuro líder con sus dos libros de cálculo avanzado. Todo parece helarse por un momento y al segundo todas las voces de fondo se escuchan y Harry solo necesita un respiro de todo esto, pero es que ya está harto de recibir este tipo de trato y que nadie haga algo al respecto.

— Tu...— el alfa frente suyo dice, con una mirada que lo hace temblar por un momento, señalandolo con uno de sus dedos, parece rojo de la ira y Harry se reiría si este fuera otro contexto. — No mentía cuando dije que eres una maldita zorra, eres igual o peor que tu madre.

Eso fue todo.

Harry olvida sus libros de cálculo en el aire y se abalanza sobre el alfa rubio frente suyo, sus manos instantáneamente vuelan hacia su cuello y gruñe de forma molesta cuando presiona con fuerza en el lugar. Todos los rodean y siente que tiran de él desde algún lugar sin poder movilizarlo. Jackson parece ponerse más rojo o bordó con cada segundo e intenta apartarlo con sus manos inquietas, empujando sus brazos y su pecho.

Matthew Donald se mete a la pelea y le tira un puñetazo en el rostro, algunos alumnos corren a auxiliar al idiota de Millers mientras el alfa moreno se tira sobre él, Harry los hace rodar en el suelo y comienza a golpearlo en el rostro. Black Sabbath se escucha a lo lejos en sus auriculares inalámbricos y de alguna forma eso le causa gracia, sumado a la cara de pánico y dolor que tiene el alfa debajo suyo.

Alguien lo toma por detrás, tirando de sus rizos y Harry se siente enfermo, Donald lo empuja fuera de encima suyo y cuando está a punto de tirarse sobre quien sea que haya tirado de su cabello, un gruñido fuerte y alto se escucha por sobre todo, haciendo que todo su cuerpo se sienta calentarse de una forma casi reconfortante. Todos en el lugar se quedan completamente estáticos en su lugar, deteniendo cualquier tipo de acción. Harry gira a mirar hacia el lugar del gruñido, donde el futuro líder parece estar casi hiperventilando. Sus miradas se cruzan y el omega desvía su mirada al labio del alfa donde parece haber algo de sangre.

— ¡Todos ustedes! ¡A dirección, ahora mismo! — el director se mueve entre la marea de alumnos, algo agitado, como si hubiera estado intentando llegar al centro desde hacía rato.

Harry se sostiene de las costillas cuando intenta respirar y algo de dolor se clava allí, su omega lloriquea en su pecho, llamando a su alfa y suplicando por ser atendido y cuidado. Rueda sus ojos con fastidio porque sabe que nadie jamás vendrá a socorrerlo. Camina con molestia hacia dirección con la mirada de todos puesta encima suyo.

Su profesora y también consejera de la escuela, la señora Brenfild los está esperando de brazos cruzados en su escritorio, primero cita a todos los alfas y deja que espere en los asientos de fuera. Suspira con fastidio, su padre se preocupará y perderá un día entero de trabajo por su culpa porque sabe que deben llamarlo para que venga a buscarlo.

Está tan decepcionado consigo mismo por decepcionar a una de las pocas personas que verdaderamente le importan y también a Marilyn Brenfild, la pobre beta no ha hecho más que ayudarlo durante todo este tiempo que su madre no estuvo presente y ha sido como su segunda figura materna dentro de la manada y la mirada de preocupación y enojo que le dio lo hace sentirse más miserable.

La puerta de la oficina se abre y todos los alfas le gruñen apenas cuando salen, solo se limita a mirar hacia el suelo y esperar a ser llamado, no necesita más problemas el día de hoy.

— Alfa, quédese aquí hasta que lo llame. — la beta dice y Harry sube su mirada en el momento exacto en que Tomlinson asiente firme y claro. — Harry, ven, tenemos que hablar.

Se para de forma lenta, odiando el dolor en sus costillas y en su rostro, ni siquiera sabe en qué maldito momento lo golpearon en las costillas. Brenfild le da una mirada de preocupación y su rostro se congestiona en lo que parece ser lástima, Harry odia esa mirada persistente en el rostro de las personas que lo rodean.

— ¿Quieres hablar de ello, Harry? — ella pregunta de forma suave, luego de cerrar la puerta y sentarse frente a él. — Lamento que estés herido, pero sé que no eres un idiota como esos alfas y sabes que esto tendrá sus consecuencias.

— Lo sé, Mary. — dice con una mueca en su rostro, clavando su mirada en los cuadros en la pared. La beta tiene una foto junto a su madre y él cuando era apenas un cachorro, ella solía ser una gran amiga de su madre antes de irse de la manada.

— ¿Me dirás lo que pasó o pretenderás que todo está bien como siempre? — la beta dice y él se encoge de hombros. — Sé que te molestan siempre, Harry, y que era cuestión de tiempo antes de que estalles.

Baja el volumen de sus auriculares desde el bolsillo de su hoddie para poder escuchar mejor a la mujer. Su omega se hace un pequeño ovillo en su pecho y vuelve a sentir ese horrible frío recorrer por todo su cuerpo, su lobo llora porque su alfa jamás llegó a su llamado.

— Supongo que me dejé llevar y sé que no debe volver a repetirse. — responde a penas, odiando el dolor que punza en su ceja, lleva sus dedos allí, sisea al rozar y ver que hay un poco de sangre allí.

— Sé que lo sabes, pero también creo que hay que hacer algo al respecto. — Ella dice, con una sonrisa que parece querer transmitirle algo de calma. — ¡Alfa, pase!

Brenfild llama al futuro alfa y Harry se siente traicionado, ella sabe perfectamente que Tomlinson es uno de sus mayores problemas en todo esto. Ella misma los vio crecer y alejarse sin ningún motivo aparente, ella misma lo consoló en todas esas noches que lloró por perder a su lobito blanco que siempre parecía correr tras él a todos lados.

Tomlinson entra en el espacio cerrado, cerrando la puerta y sentándose a su lado permitiendo que todo su aroma a café se filtre por su nariz y haga que su omega se queje desde su pequeño ovillo en lo que parece ser apenas una pequeña súplica. Harry ni siquiera puede mirarlo porque ni siquiera entiende cómo es que deja que pisoteen a alguien de su propia manada, una manada que un día caerá sobre sus hombros y deberá ser justo con todos. Justo como su padre lo hace, el líder Tomlinson nunca lo ha tratado más que con respeto y cuidado, tal como a todos sus demás miembros de la manada y Harry agradece eso.

— ¿Para que me necesita, señora Brenfild? — Harry se queja en una risa ante el tono calmado y respetuoso del alfa. Tan hipócrita de su parte. Siente su mirada apenas sobre él por un segundo, pero él solo se limita a ver la planta que está junto a la foto de su madre.

— Con todo respeto, Mary, cualquier cosa que me impongas ahora mismo, me veré obligado a no seguirla. — se incorpora apenas en su asiento con una pequeña queja escapando de sus labios. El alfa se mueve en su lugar y el aroma a café ácido lo hace arrugar su nariz. — No me parecería apropiado que me asocie con el futuro líder de la manada, quien en todo momento solo se dedicó a mirar lo que estaba pasando.

— Yo...— el alfa comienza a hablar, parece incómodo y atrapado como un ciervo asustado. Harry tendría piedad por él porque se ha sentido en esa posición miles de veces, pero sabe que no se lo merece.

— Alfa, no necesito que diga nada para rectificar lo anteriormente dicho. — Mary lo detiene y hace una mueca, acomodándose en su sitio. — Harry, sé que esto será difícil para ti, pero si me permiten decir creo que ambos deben aprender a llevarse. Alfa, tú serás el próximo líder y debes aprender a ser equitativo.

— ¿Y él? — Tomlinson pregunta con su ceño fruncido y la beta levanta sus cejas sin entender. — ¿Qué se supone que debe aprender él?

— Esto ya lo hablamos con el Líder alfa y él está completamente de acuerdo. — Ella continúa, casi ignorando la pregunta del alfa y Harry quiere reírse, pero su rostro duele. — Creemos, muchos en la manada...— Mary lo mira a Harry y el omega resopla porque sabe que a nadie realmente le importa y todos lo detestan. — que sería bueno que aprendan de sus diferencias y aprendan a convivir en un ambiente de calma. Que usted, alfa, pueda aprender a como ser más justo con todos en la manada.

— Bien, lo entiendo. — él dice con su ceño fruncido y asintiendo. Harry solo se limita a recorrer toda la oficina con su vista. — Pero creo que debería de repetirselo al omega porque...

— ¿Qué es lo que nos harán hacer? — Harry lo corta, haciendo que el alfa cierre su boca de forma abrupta. — ¿Más clases compartidas? ¿Una reunión obligatoria contigo luego de clases? ¿Juegos de confianza o qué?

— Nada de eso. — Ella niega con una suave sonrisa. — Ayudarán a cuidar a los cachorros en la guardería. — Harry se incorpora rápidamente en su asiento y puede sentir la mirada del alfa quemando sobre él, pero decide no prestarle atención.

— ¡Pero ese es mi lugar, Mary! — se queja. Él ha escapado a cuidar a los cachorros en la guardería y a los recién nacidos para poder escapar un poco de las malas miradas y complacer a su omega que siempre se pone completamente mimoso ante los cachorros. — ¡Sabes que siempre estoy allí y es el único lugar donde nadie me molesta!

— Y también el único lugar donde nadie puede discutir o ser un idiota porque está rodeado de cachorros. — la beta le recuerda y rueda sus ojos, tirándose sobre el respaldo de la silla sin ganas nuevamente. — Por eso, a partir de mañana luego de clases deberán...

Harry toma sus libros del escritorio de la beta que fueron rescatados y se levanta con fastidio del asiento, ignorando cada queja de su cuerpo y de su omega, abre la puerta con odio y ni siquiera se molesta en cerrarla o en terminar de escuchar lo que la beta dice. Sabe que su padre debe llegar en cualquier momento así que decide ignorar las miradas y caminar fuera de la institución para esperarlo fuera.

[...]

—¿Me dirás lo que pasó? — se padre pregunta cuando cierra la puerta del auto y Harry solo se decide por encogerse de hombros y apoyar su frente contra la ventanilla. — Dioses, Harry, debemos ir al médico a que...

— Sanará, solo tomaré algo para el dolor, pa, estoy bien. — le regala una sonrisa a medias y aspira un poco del reconfortante aroma de su padre. El alfa lo escanea por unos segundos y suaviza su rostro para regalarle su mejor sonrisa, incluso con todo el dolor en su cara. — Lo prometo, solo fue un pequeño malentendido.

— Brenfild no me dijo lo mismo. — él niega y comienza a conducir hacia su casa. — Harry, sabes que puedes hablar de lo que sea. Es algo molesto para mí y mí lobo no poder ayudar a mi cachorro, siento que estorbo y que soy un mal alfa... — él susurra apenas y Harry solo puede pensar en el hecho de que ha estado siendo un completo idiota.

Nunca contempló el hecho de que su padre literalmente perdió a quien consideraba su omega, a quien amaba con toda su alma y ahora debía de oír y ver como todos en la manada la menospreciaban. Debía ver como menospreciaban a su único cachorro y fruto de ese amor que en algún momento fue, ver como no podía ayudarlo porque su propio cachorro no se lo permitía y hacer sentir mucho más miserable a su alfa al no poder calmar a su propia sangre.

—Sí, lo siento...— se remueve incómodo de repente en su asiento. — Se volvieron a burlar de mamá y me llamaron... ellos dijeron que yo era...— sus ojos se nublan un poco y aclara su garganta, negándose a llorar por esto.

— Harry...— su padre habla en un tono suave, calmado y cálido como siempre lo ha sido. — Sabes que tu madre te ama inmensamente y que ella eligió irse por su propio bienestar, para buscar a su verdadero alfa, a su propio destino.

— Quien desgraciadamente se encontraba en la manada enemiga. — se queja entre una pequeña risa y su padre sonríe con algo de nostalgia.

— Sí... ella siempre debía desafiar algo en el intento, siempre fue su destino y no la culpo por ello. — él sonríe apenas y se gira a mirarlo con estos ojos brillosos, casi parece querer romperse de amor o quizás de dolor. — Amé mucho a tu madre, tanto que si eso significaba dejarla ir para que encuentre su felicidad yo estaba dispuesto y ella no estaba dispuesta a quitarme uno de mis tesoros más preciados. — él alfa toma una de sus mejillas con cariño y Harry ríe por primera vez en mucho tiempo.

— ¡Papá! — se queja entre risas. — Lo único malo es que los demás jamás entenderán eso y siempre nos odiaran por algo ridículo.

— Porque son unos idiotas. — él dice y luego le da una mirada de preocupación. — Y por favor, déjame curarte esas heridas en casa...

— Está bien, papá. — sonríe hacia su progenitor y el alfa asiente con una sonrisa mirando hacia el camino.

Harry no asiste a clases al día siguiente porque su cuerpo tiene demasiadas quejas para él por su estúpido comportamiento del día anterior y eso está bien para él. Su dolor interno ahora también se volvió externo y eso ni siquiera le sorprende, más bien parecía verlo venir. Su padre le hizo sopa y le dejó algo de medicina para los dolores musculares y los dolores de cabeza.

Estuvo bien hasta que a la mitad del día se sentía abrumado y aburrido de tanto estar en completo silencio y de solo hacer reposo, la casa se encontraba completamente sola y las voces de la televisión no lograban calmar ni un poco las súplicas y quejas de su omega que pedía de forma insistente el cuidado de su alfa. Alguien completamente ficticio a opinión del rizado.

Así que de forma lenta, casi pausada se levantó del sofá de la sala y tomó su chaqueta para pasar el tiempo con los cachorros en la guardería, principalmente porque el aroma de los bebés y los dulces y delicados aromas de los cachorros combinados con los de sus madres lo hacían sentirse extremadamente cálido. Su omega se ponía todo mimoso y suave al ver a los cachorros jugar y Harry adoraba ver como los pequeños se perseguían entre ellos en sus formas de lobos.

La guardería está a unas cuadras de su casa así que opta por ir en su bicicleta ya que su tonto omega comenzó a rechazarlo hace un tiempo y negarle la transformación. Su cuerpo duele como la mierda con cada pedaleo, pero lo vale porque podrá tener un momento de paz y calidez junto a los cachorros.

La hora en el reloj marca las tres en punto de la tarde y Harry sabe que es hora de la siesta, la señorita Parkers lo recibe con una agradable sonrisa y le indica que se lave las manos antes de entrar junto a los cachorros en la sala de "los dulces sueños" donde hay colchonetas pequeñas con los cachorros durmiendo sobre ellas tapados con mantas que traen sus padres desde sus hogares para que los cachorros puedan dormir a gusto.

Y Harry adora esto, adora ver los dibujos que colorearon los pequeños lobitos, ver como duermen y son libres de cualquier tipo de preocupación, ajenos a cualquier tipo de mal. Adora venir aquí porque nadie lo trata de forma distinta y todos le dan suaves sonrisas mientras ayuda con los niños y los niños siempre le regalan risas aniñadas, abrazos y mimos en sus rizos.

— Alfa Tomlinson. — una de las señoritas dice desde el pasillo y Harry no tiene que verla desde donde está para saber que inclinó su cabeza en señal de respeto. — El joven omega lo espera en la sala de los dulces sueños. — la omega dice risueña con suavidad esta vez y recordando que hay niños durmiendo.

Harry odia esto. Olvidó por completo que a partir de hoy tendrá que pasar sus tardes con el estúpido futuro líder de la manada.

— Muchas gracias, Rita. — el alfa dice en un susurro que en medio de todo el silencio se puede apreciar junto al sonido del reloj.

Harry se niega a girarse cuando el aroma fuerte a café comienza a predominar en la habitación, en su lugar admira como hay un pequeño cachorro removiendose en su colchoneta, parece tener una pequeña pesadilla y el débil corazón del omega se hace un ovillo al ver las muecas en el rostro aniñado. Se mete entre las filas de colchonetas y camina con cuidado entre los cachorros, sintiendo que la mirada del alfa quema en su espalda.

— Shh...— acaricia los cabellos lacios del pequeño y larga algunas de sus feromonas. El niño se remueve y abre sus ojitos apenas, mirándolo por sobre la manta.

— Hazzie, el lobo malo quiere comerme. — El pequeño de cuatro años murmura por lo bajo. — Mami dice que puedes marcarme con tu aroma. — él pestañea de forma suave por el sueño y el pecho del omega se derrite de amor y ternura.

— Todo va a estar bien, cachorro. — arrulla, y se inclina a besar la frente del niño, esparciendo un poco de su aroma y él vuelve a suspirar de forma cansada, durmiendose casi al instante.

Harry no ha marcado a nadie que no fuera completamente cercano a él porque su aroma suele ser agrio y casi ácido, una completa muestra de que su propio lobo lo rechaza, pero de forma inevitable su lobo se vuelve completamente dulce frente a los cachorros y todo su sistema hace que largue el que debería ser su aroma normalmente. Uno dulce y casi adictivo, uno que, según su madre, tendría a cualquier alfa rogando por él, pero Harry no lo cree así. No cree que su aroma a coco pueda causar tanto en alguien realmente.

— No pensé que tuvieras una pizca de amabilidad en tu cuerpo. — el alfa dice, rompiendo su momento de paz y provocando que dirija su mirada hacia él.

Sale de entre el laberinto de niños y pasa junto alfa que tiene sus ojos clavados en él. Su pecho se agita y su omega se queja dentro de su pecho, volviéndose un pequeño ovillo nuevamente. A Harry siempre le resulta extraña esa acción, su lobo se vuelve tímido y miedoso junto al idiota de Tomlinson, parece sentirse rechazado. Piensa que es porque de alguna forma su lobo sabe que será el futuro líder de una manada que no lo quiere y teme a ser desterrado.

— Lo siento, Ellie, hoy me voy temprano. — la señorita Parkers lo mira con asombro y preocupación desde la recepción, se levanta para hablar con él, pero es más rápido en salir por la puerta. Las pisadas fuertes detrás de él lo inquietan.

— Debes cumplir con la petición de Brenfild. — Tomlinson dice y Harry rueda sus ojos cuando toma su bicicleta. — No puedes irte hasta que vengan por los cachorros. Si te hubieras quedado el otro día y no hubieras huido como un cobarde, tal vez lo sabrías.

La sola mención de la palabra lo incomoda, Harry ni siquiera necesita que lo mencione para saber perfectamente a qué se refiere el alfa. Toma un respiro y se pone sus auriculares. Antes de tomar el manubrio de la bicicleta siente una presión sobre su brazo y su omega entra en pánico por un segundo, chillando dentro de su pecho.

— ¿Qué mierda te pasa? — dice, soltándose de forma brusca del simple agarre. — Ni siquiera me importa una mierda la manada, cumple tu trato con Brenfild si quieres, pero no me obligues a hacer algo ridículo como pretender que me agradas.

— ¿Ahora no te agrado? — El alfa dice, pasando su lengua por sus labios, soltando un suspiro irritado y moviendo su cabeza en dirección contraria por un segundo antes de volver a mirarlo con ese torbellino azulado. — Antes...

— Ni siquiera te atrevas a mencionarlo. Eres tan hipócrita, eres un asco de persona, ni siquiera entiendo como el líder Tomlinson te dejará esta manada en tus manos. — suelta con odio y el alfa parece afectado por un instante. Se acerca de forma abrupta hacia él sin tocarlo provocando que su omega chille en su pecho.

— Ni siquiera me conoces, no sabes una mierda de mi. Daría mi vida por cualquier miembro de esta manada...— su tono es peligroso, casi cercano a un gruñido.

— ¿Cualquiera? — se queja en una risa burlona. — ¿La darías por la mía o solo me dirías que soy una maldita perra y que huya como mi madre? — no se queda a ver la reacción del alfa. No necesita verla porque sabe que es un maldito hipócrita, así que lo empuja apenas y comienza a pedalear hacia su casa.

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