Lo último que llevaba en sus recuerdos era haber sido cegada por la luz de un auto acercándose, luego, vueltas a su alrededor en lo que restaba de tiempo consciente. Su cuerpo dolía en cada parte, incluso estando despierta no podía estar del todo segura que sea real las cosas que se presentan frente a sus ojos, parpadeo varias veces cuando el hombre canoso colocó una fuerte luz en estos, examinandola por una última vez. Al terminar, se alejó.

—Veo que estas mejor, pero quisiera hacerte unas preguntas.

—Hhm, ¿Bien? —asintió, tenía una potente mirada sobre ella, no sabía porqué la intiminaba tanto, su cuerpo reaccionaba solo.

—¿Cómo te llamas? —la femenina ladeo la cabeza, tardó unos minutos antes de levantar sus hombros y negar, fue suficiente para que el hombre girará al pelinegro, quien permanecía en una esquina, sin decir palabra— Presenta problemas cognitivos. —dijo, anotando en una de las libretas al costado de la cama— Dime, ¿Qué sientes ahora?

—Yo... solo me duele un poco la cabeza. —débilmente había contestando.

YoonGi sonrió antes de acercarse, había investigado un poco luego de enterarse lo sucedido, sabía que era probable que JiSul presente ese tipo de síntomas como pérdida de memoria, aunque aquello no duraba mucho. Se sentó en el borde de la camilla y acaricio su piel pálida, con una pequeña cicatriz en su mejilla por un cristal que se incrustó. La menor sintió su labio temblar.

—¿Sabes quien soy? —ella negó, entonces él giró hacia el Doctor Choi— ¿Cuándo le puede dar el alta?

—Bueno, eso tardaría bastante, necesitamos asegurarnos...

—No, no tengo tanto tiempo. —se levantó para acercarse al hombre— Un cheque le llegará en unas horas, necesito que ella se vaya hoy mismo conmigo.

—Pero Señor Min...

—JiSul —volvió hacia ella—, ese es tu nombre, ¿Te gusta?

—Sí, es lindo.

—Yo soy Min YoonGi, tu prometido.

Tal como espero, ella había creído fácilmente en sus palabras, podía haber dicho muchas cosas más, se obstuvo de hacerlo y disfrutar del momento que creó. El Doctor Choi no tardó mucho más de unos minutos en echar a las personas que esperaban por ella afuera, una hora más tarde tenía el alta firmado en su mano, JiSul se hallaba mareada debido a la medicación, dejó que la guiara hacia un auto de último modelo ubicado afuera en el estacionamiento. La subió a este, mientras afuera marcaba un número.

Llamó a su verdadera prometida, «No estaré en casa, debo encargarme de algunas cosas antes.» ella solía creer en todo lo que decía, de cierta forma lo veía como su salvador. La introdujo al mundo del dinero, donde nadie quiere salir una vez conoce los lujos.

JiSul proviene de una familia con buena posición económica, así que nunca pudo manipularla desde ese lugar, o haciéndola quedarse para mantener los lujos. Ella misma se compraba sus cosas, nunca lo necesitó.

Pero ahora, haría que necesite de él, estaría a su lado recompensando el tiempo que lo dejo de lado por su absurdo trabajo. Subió al vehículo y la vio, tenia la cabeza contra la ventanilla, y jugaba con sus dedos.

—¿Te sientes bien?

—Ya no estoy mareada.—contestó, viéndolo— ¿A dónde vamos?

—A nuestra hogar, cariño.