Capitulo IV
Tú dices Dios y yo digo: Satán
Tú dices Dios y yo digo: Satán
Di, di, Satán
Abre la boca, amor
Como una iglesia destripada
Mis cuernos de cabra son árboles de napalm
Y una corona de espinas es difícil de tragar
Deberías rezar ahora
¿Está arriba o abajo?
Deberías rezar ahora
¿Está arriba o abajo?
Marilyn Manson—SAY10
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Ji Min se levantó solamente para mirar por la ventana. Cuando subió la persiana observó el cielo despejado y la luz brillante de la luna como si hubiera salido amigable para acompañarlos en su ritual. Le emocionaba la idea de hacer algo así con Yoon Gi, le parecía un poco morboso.
El pelinegro se rascaba la barbilla mientras que leía esa oración extraña. No tenía la más pálida idea de si iba a poder pronunciarlo correctamente. Leyó un poco en voz alta tratando de creerse que sabía latín; pero es que tampoco sabía lo que significaba porque Tae Hyung no le dejó alguna traducción o algo. Repitió las palabras entre dientes y después de diez segundos se sintió frustrado, tiró el papel con violencia y se quejó ante la cara de burla de Ji Min. Éste se sentó a su lado una vez más y se acomodó el pantalón un poco; esta acción lo hizo notar algo en el bolsillo trasero, algo que le aceleró el corazón como adicto que era. Creyó por un momento que debía de ser un pedazo de papel doblado, pero no era así. Ya se les habían acabado los polvos blancos por ese día y Nam Joon fue culpable de desperdiciar el último. Cuando sus dedos palparon ese minúsculo plástico con forma de cuadrado, frunció el entrecejo mirando al pelinegro.
—Que mierda, Yoon Gi— sacó aquello del bolsillo y se lo puso en medio de la nariz— ¿Lo querías para ti solito? Yo siempre te he estado dando sin nada a cambio y tú...
—No recordaba que tuviera eso ahí — se la arrebató de la mano y la miró como si analizara lo que era—.Oh, ya recuerdo— miró esas pequeñas pastillas con una sonrisa de lado —. Es éxtasis.
—¡¿De dónde mierda sacaste eso?!— Ji Min se vio molesto porque sabía lo difícil que era conseguirlo, porque se veían de buena calidad. Y dado que estaban a punto de hacer un ritual para invocar al mismísimo Satanás ¿Por qué no hacer uso de ello?— Vamos, dame una.
—No—se lo guardó en su bolsillo y se centró de nuevo en su ritual, el cual suponía que sería un gran fracaso y sólo harían el estúpido —A ver, hay que usar sangre para formalizar un pacto. Espera ¿Un pacto?—volvió a leer lo que decía una y otra vez ignorando las súplicas del rubio porque le diera una de esas pastillitas— ¿Qué significa eso de hacer un pacto?
—No es un pacto...— Ji Min no estaba completamente seguro de lo que iban a hacer, pero según escuchó de Tae era más una especie de petición— Es llamarlo para pedirle unos favores, tienes que poner tu firma o usar tu sangre en la oración para mostrarle respeto. Bueno, algo así.
La boca del pelinegro se torció, hizo una expresión extraña con su cara, no tenía confianza en nada de lo que ponía en ese papel pero dado que ya estaban a punto de empezarlo iba a terminarlo. Observó las tres velas, eran de color negro, las última que habían quedado en aquella bolsa; las anteriores que Tae había apagado ya no servían. No necesitaba mucho más, de hecho había pensado que era un poco más complejo.
—Vale— Ji Min se cruzó de piernas y cerró los ojos— ¿Estás listo?— le agarró luego las manos y abrió un ojo ya que no recibió respuesta—Yoon Gi...
—Que sí—le contestó de mala gana, mirando el papel que tenía en el suelo. Leyó una vez más lo que ponía y tragó saliva; todo en su casa estaba en silencio absoluto—Bien ¿Debo leer esto ahora?— le preguntó al rubio, confundido. Ji Min, aún con sus ojos cerrados, movió la cabeza afirmando— Está bien...
Por alguna razón de repente el cuerpo del pelinegro se sintió débil, como si algo le hubiese chupado la energía. Respiró hondo antes de soltar aquellas palabras del papel; aún consideraba que era una estupidez. Trató de poner su mente en blanco, concentrándose en ello al igual que Ji Min que ya parecía estar sumergido en otro mundo. Se lo pensó por unos segundos antes de hacer aquello, a pesar de que no creía en nada, no le convencía el hecho de que Ji Min estuviera ahí, tocando sus manos para formar parte de ese ritual ¿Y si se veía involucrado también en aquel rezo?
—Vamos, no tengo todo el puto día Yoon Gi—espetó enojado el otro porque no escuchaba una palabra salir de sus labios.
—Ya va, joder— soltó aire, exagerado, por sus fosas nasales y sintió un ardor. Se concentró nuevamente en su tarea. Clavó sus ojos en aquellas palabras y humedeció sus labios ya que los sentía secos. Abrió la boca y empezó a recitar todo seguido, prestando mucha atención en cada palabra y letra— "In nomine dei nostri Satanás Luciferi excelsi. Potemtum tuo mondi de Inferno, et non potest Lucifer Imperor. Rex maximus, dud ponticius glorificamus et in modos copulum adoramus te. Satan omnipotens in nostri mondi. Domini agimas Iesus nasareno rex ienoudorumIn nostri terra Satan imperum in vita Lucifer ominus fortibus. Obsenum corporis dei nostri satana prontem. Reinus Glorius en in Terra eregius.Luciferi Imperator omnipoten. Salve Satanás, Salve Satanás, Salve Satanás."
Dicha aquella oración, ambos se quedaron en silencio por varios minutos. Lo único que se escuchaba en la habitación era la respiración acelerada de Ji Min, sintió algo de miedo al escucharlo a Yoon Gi pronunciar aquello como si fuera un experto en latín, creía que terminarían riendo a carcajadas por su absurda pronunciación, pero lo cierto era que lo había hecho totalmente concentrado y siendo cuidadoso con cada sílaba.
La ventana de pronto comenzó a moverse una vez más por el viento. El frío se coló en la habitación, pasando alrededor de ambos y casi apagando las pequeñas velas. Ji Min abrió un ojo, lentamente, para ver qué era lo que sucedía, si es que había algún cambio. Observó que el pelinegro seguía con los ojos cerrados, sin moverse. Sentía todavía sus manos sosteniéndolo, éstas estaban frías, pero era normal en él. Por un momento se vio inmerso en la incertidumbre ¿Habría sido suficiente con tan sólo leer la oración? No tenía idea de lo que debían de hacer después eso, porque supuestamente una vez terminado, había que firmar el papel con sangre, pero Yoon Gi parecía negarse a hacer tal cosa.
—Yoon Gi, tienes que poner tu sangre en el papel, sino no pasará nada—le susurró el rubio, como si alguien lo fuera a escuchar.
—No pienso pincharme, menos cortarme por esta estupidez— abrió ambos ojos de golpe y trató de levantarse pero le dio un pequeño mareo y otra vez se dio cuenta de que chorreaba un hilo de sangre grueso por su nariz. Ésta cayó como pequeñas gotas al suelo, sobre su pantalón y sobre el papelito donde estaba la oración— Joder, me tienen harto estas putas hemorragias—se quejó, se limpió con el dorso de la mano y luego se pasó un papel húmedo, volvió a levantarse y apagó las velas soplando con fuerza—. No pasó nada, se acabó esta mierda.
—Pero...— Ji Min se levantó también del suelo y se fijó en la sangre que chorreaba de la nariz del otro. A él le solía pasar también, tenía hemorragias constantemente, todo por culpa de la adictiva nieve— Eso fue demasiado rápido, creo que había que hacer más cosas— agarró el papel donde tenía las indicaciones y se puso a leer otra vez todo—Bueno, prefiero que no haya funcionado. Admito que me dio miedo.
—Eres un marica—lo insultó, totalmente serio y fastidioso por tener que estar limpiándose otra vez la sangre.
Yoon Gi rodó los ojos, claro que una cosa como esa no podía funcionar. Aquel ritual era absurdo, tan absurdo como las ideas de su amigo Tae Hyung. Decidió terminar su pequeña fiesta, definitivamente. Era tarde, cerca de las tres y su madre no había vuelto; eso le molestaba, y mucho, odiaba que fuera con cualquiera a pesar de que ya era una mujer adulta y sabía lo que hacía, Yoon Gi temía que se metiera con el hombre equivocado, así como pasó con su padre. Le repetía una y otra vez que dejara de buscar a un sugar daddy, que el dinero no le iba a dar lo que necesitaba, pero ella ni lo escuchaba.
Ambos se miraron sin saber qué hacer, Ji Min había admitido que le dio miedo aquello pero no por eso iba a marcharse de la casa. No tenía sueño, ni una pizca. Además quería seguir divirtiéndose aunque fuera con otra cosa. Entonces se acercó hacia el pelinegro, lo abrazó por la cintura y le metió la mano en el bolsillo trasero del pantalón para sacar lo que le había escondido anteriormente. Lo miró con un brillo en los ojos que por supuesto él entendió, quería probarlo, quería sentir que tan diferente sería tener sexo con él bajo los efectos de aquella droga. Tomó el paquete pequeño entre sus dedos y luego lo abrió. Habían al menos cinco pastillitas de color blanco, sacó una y se la puso en la punta de la lengua comunicándole con la mirada a Yoon Gi que quería pasarla a su boca.
—Eres una sucia perra—le dijo apenas sonriendo; quizás Ji Min era mejor de lo que creía y terminaba por gustarle, quién sabía. Yoon Gi siempre se decía de no meterse en relaciones, pero claro, aquello parecía estar basándose solamente en compartir las sensaciones de los estupefacientes y nada más que eso—Como te gusta que te de por culo...
Yoon Gi sacó su lengua para meterla en aquella boca, así como lo pretendía el rubio. Ambos músculos se tocaron, se enredaron y se pasaron el pequeño círculo blanco mezclado entre sus salivas. Después de que ambos se tragaran una pastilla, Ji Min se sentía desesperado por culpa del calor, llevó sus manos a los cabellos negros y los tiró con un poco de fuerza sacando un quejido al otro. Yoon Gi no era muy romántico cuando se trataba de tener relaciones, le gustaba sentirse dominante y Ji Min era su perfecto sumiso. Lo arañó bajo la camiseta y le desabrochó con rapidez los pantalones. Ambos cuerpos se mantenían pegados mientras que se encaminaban hacia la cama, llena de porquerías y botellas de alcohol; De manera inmediata, Yoon Gi sacó un condón de su cajón y lo abrió. El rubio se despegó de su boca para poder respirar y se mordió el labio mientras miraba cómo se quitaba el pantalón.
—Joder, estoy super caliente— admitió Ji Min pasando las manos por la cara del pelinegro esperando ansioso a sentirlo dentro de él una vez más.
Ya listo para colocarse aquel profiláctico, ambos se miraron de golpe con los ojos abiertos como platos cuando escucharon la puerta de la entrada abrirse y cerrarse bruscamente. Yoon Gi maldijo, su madre no le había contestado los mensajes para saber cuándo volvía y eso lo ponía realmente furioso. Frunció el ceño al ver que Ji Min intentaba salir de debajo de su cuerpo, porque era consciente de que la mujer lo odiaba. Pero al pelinegro le daba igual, lo volvió a colocar bajo su dominio y aunque tenía la parte inferior a medio camino por quitar, volvió a besarlo y el otro no pudo evitar gemir ante el tacto de sus labios en su cuello.
—Yoon Gi... Para, tu madre nos va a ver—jadeó al sentir los dientes tirando de su piel con fuerza. No podía contener esa excitación, sentía hasta fiebre— Dios...
—Me importa una mierda, ella se va por ahí a tirarse a cualquier viejo y yo...
—¡Yoon Gi!—la voz de su madre se oyó muy cerca de la puerta, ésta estaba medio abierta, por lo que no le sería un problema abrirla. Ella así lo hizo, empujó con su mano y se encontró a los dos chicos besuqueándose y metiéndose mano descaradamente frente a sus ojos— Oh, por Dios... Min Yoon Gi ¿Qué es esto?
Los efectos que la droga tenía en sus cuerpos aceleró las pulsaciones de ambos sistemas, no podían detenerse, Ji Min se mordía el labio con mucha fuerza, clavándose los dientes y haciéndose daño. Yoon Gi le lanzó un horrible mirada a su madre, quien se veía un poco ebria por la rojez de sus mejillas y la forma en la que estaba parada contra el marco de la puerta. Negó con la cabeza y se tapó la cara, estaba bastante borracha y ver aquella escena le provocó nauseas. Antes de pegar media vuelta sin decir nada, se dio cuenta de que en el suelo había velas, papeles y particularmente un pequeño paquetito con lo que parecían aspirinas. De inmediato, abrió los ojos y despertó sus sentidos y ese instinto de madre que estaba dormido.
Los dos chicos se detuvieron, obligados por la intromisión de la mujer a la habitación. Yoon Gi trató de acomodarse los pantalones y levantarse de la cama al ver lo que haría su madre pero su cuerpo tenía muchas sensaciones mezcladas; sus piernas temblaban, pero estaba también acelerado, enérgico y por supuesto que la euforia se intentaba apoderar de su ira.
—¡¿Para esto traes a ese chico?!—le gritó, casi cayendo por la borrachera al recoger el paquete plástico del suelo. Yoon Gi podía oler sus prendas impregnadas de licor y eso lo hizo arrugar su nariz—¡Ji Min, no te quiero ver en esta casa, joder! ¡Vete!
—¡No!— el pelinegro la agarró por los hombros y la zarandeó un poco; ella se largó a llorar— ¿¡Tú te vas todo el puto día por ahí con cualquier viejo sucio y yo no puedo traer a mis amigos a casa!? ¡Joder, mamá, das pena!
—Yoon Gi— el rubio, que estaba muy mareado en ese momento, se levantó y se acomodó la ropa, prefería irse de ahí antes que estar presenciando tal escena—, mejor me voy. Tu madre tiene razón...
—¡Cállate!—ella se soltó del agarre de su hijo y, como le fue posible, le pegó una fuerte cachetada sin mirarlo a la cara— Te estás convirtiendo en lo que fue tu padre.
Aquello hizo que su cara dejara de sentir dolor, todo pasó hacia su corazón frenético aún por los efectos de la pastilla; Yoon Gi no creía capaz a su madre de hablarle de esa manera, sabía perfectamente que la familia se había visto arruinada por culpa de su padre y la adicción, la cual acabó con su vida hacía dos años. Frunció sus labios y los escondió; se sentía muy furioso, pero no pensaba pegarle a su madre, simplemente no podía. La arrastró hasta fuera del cuarto y la llevó al suyo, allí la empujó a la cama y se dio la vuelta para cerrar de un portazo, dejándola llorando desconsolada y ebria.
Al volver, Ji Min lo miró asustado, nunca lo vio tan violento. Lo mejor para él era largarse de ahí, así que sin decirle mucho más a Yoon Gi y, a pesar de la hora que era, se acomodó y se fue.
En cuanto Yoon Gi quedó solo en la habitación, la agresividad se apoderó de su cuerpo, tiró varias cosas al suelo, pateó y golpeó lo que tenía a su alcance. Después fue hacia el baño y echó agua en la cara, muchas veces. Se mojó el pelo también y miró hacia la bañera. Podía llenarla, como ese día y tratar de hundirse hasta quedar sin aire.
Se desnudó y lo hizo. Llenó hasta arriba de agua su bañera y luego cerró la puerta con la traba. Una vez dentro se largó a llorar por la angustia que sentía de haber recordado a su padre y la cachetada que su madre le propinó. Estaba siendo un hijo de puta, con todo el que se le cruzaba, y no quería ser así, no quería ser ese tipo de persona.
No tomó aire, ni lo pensaba hacer. Hundió su cabeza bajo el agua y esperó que ese día fuera a ser el último de su vida.
Pero no pudo. Volvió a salir después de pasados los treinta y dos segundos aguantando y tomó aire desesperado.
—¡Joder, joder!— maldijo, agarrándose la cabeza.
Sus ojos ardían y veía borroso. Alzó la vista hacia el frente y pensó que estaba alucinando cuando vio aquel rostro mirándolo con total seriedad.
Cabello negro como la noche, ojos oscuros y brillantes, pestañas largas, una perfecta piel y unos cuernos sobre su cabeza decoraban su apariencia. Aquel chico había aparecido de la mismísima nada en frente de sus ojos, en su baño, estando a punto de suicidarse. Observó su boca y al hacerlo le mostró una sonrisa.
—¿Tú eres el pedazo de mierda que me invocó?—le dijo con un tono profundo y denotando desprecio.
Yoon Gi parpadeó, se frotó muy fuerte los ojos y volvió a comprobar que lo que estaba viendo no era una alucinación. Llevó su mano hacia aquella persona que seguía mirándolo fijamente y juzgando su estado de desorientación, la punta de sus dedos tocaron los labios del chico, los hundió allí y éste cerró los ojos e hizo un extraño sonido.
—¿Qué mierda está pasando?
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Nota:
A partir de aquí hago otra advertencia. Habrán escenas crueles y de mucha violencia. Por favor, si quieres seguir leyendo, adelante, pero quiero que sepas que puede que algún tema te genere incomodidad.
Gracias por leer y espero que hayas disfrutado este capítulo.
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