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🍁🍂 Nuestro encuentro 🍁🍂


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El día era nublado.

Pequeñas gotas de lluvia seguían cayendo gracias a los árboles que se balanceaban al compás de la suave brisa, el sonido de los pájaros era audible y el olor a tierra mojada se esparcia por doquier. 

Sin duda alguna, todas estás características hacían ver al parque comunitario como un lugar de ensueño a pesar del frío y la tenue neblina que cubría la zona boscosa. Había un aire de relajación, un perfecto lugar dónde la magia seguía viva.

Oh al menos lo era. Antes de que se metiera en problemas.

—¡Búsquen lo por todo el parque! –Gritó una voz lejada y malhumorada. –No me importa si tienen que arrastrarse por cada arbusto, ¡traiganme a ese idiota!

—¿Escuchaste eso estúpido omega? –Escupió otra voz igual de molesta. –¡Te encontraremos y nos las pagarás!

—¡¿Dónde demonios estás?!

La exclamación le hizo retroceder en su escondite. Los ruidos de las pisadas rodeándolo le quitaron el aliento. Debia escapar, llegar a la salida del parque antes de que sus atacantes lo encontrarán.

Apretó la mandíbula, respiró hondo y salió corriendo con todas sus fuerzas. Sin embargó, no fue lo suficientemente veloz para evitar uno de los columpios. Jadeó de dolor por el golpe en su brazo, pero corrió con más insistencia cuando el sonido atrajo la atención de los chicos mayores.

—¡Allá va!

—¡Atrapenlo!

Los tres bravucones corrieron detrás del omega como si su vida dependiera de ello. El pequeño se obligó a no ver hacia atrás, presionando sus piernas a seguir adelante, casi podía ver la salida, una pequeñas sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labios. No obstante, el ardor de algo golpeando su cabeza le hizo perder el equilibrio.

Cayó en la tierra húmeda apretando sus ojos por el dolor. El impactofue tan fuerte que estaba seguro que alguno de los chicos le había lanzado una roca.

Trató de ponerse en pie, pero fue demasiado tarde. Unos brazos lo tomaron a la fuerza, arrastrando su débil cuerpo hacía unos frondosos arbustos. No importó cuánto pataleó, rasguño o gritó.

Nadie acudió a ayudarlo. 

Las lágrimas picaban en sus ojos, pero se negó a llorar frente a ellos. Apretó la mandíbula cuando sus brazos y piernas fueron inmovilizados. El dolor en su cabeza lo estaba matando, tanto que ni siquiera notó en que momento abandonaron el parque y ahora se encontraba siendo acorralado en un callejón sin salida.

Su ropa estaba empapada, temblaba del frío y sus rodillas tenían rasguños que ardían horriblemente.

—¿En serio creíste que te escaparías de nosotros? –El líder dio un paso adelante, apretando con fuerza su mentón. –No eres más que un maldito omega Peter.

—¡Sueltame idiota! –Se removió con furia. –¡¿Que quieren!?

—¡Cierra la boca omega! –Otro de los chicos le apretó el brazo. –Haz algo bien y arrodillate ante un alfa como la escoria que eres.

—¡Jamás me arrodillaría por unos imbéciles como ustedes!

—Te dije que te callarás –Bramó el líder recibiendo una barra de hierro en la mano. –Recuerda cuál es tú lugar, omega.

Con una sonrisa torcida, el objeto metálico golpeó sobre sus rodillas descubiertas. Cayó al suelo húmedo y un grito desgarrador abandonó sus labios. Sus brazos fueron sostenidos por los otros dos chicos que reían ante su mueca de dolor.

—Ahora ya no eres tan valiente ¿O sí?

Se burló uno de ellos demasiado cerca de su cuello. Peter gruñó por el asqueroso olor a sudor que comenzaba a envolverlo.

—¿Por qué me hacen esto?

Apenas logró preguntar sintiendo su pecho oprimirse por la frustración.

—Adivina Maximoff, –El líder tocó su rostro con la punta de la barra. –Tú jodido padre me expulsó de la escuela y te advertí lo que haría si eso llegaba a pasar –Frunció el ceño mientras golpeaba la barra en su mejilla. –Mis padres me castigaron sin piedad, entonces, ¿No sería justo que yo te hiciera sufrir mucho más por eso?

—¡¿Y eso fue mi culpa!? –Apretó los puños con molestia. –¡Te advertí que dejarás de acosar a los omegas! ¡Mi padre solo hizo lo necesario para protegerlos de tus asquerosas manos!

—¿Acosarlos? –El joven alfa río burlón. –Son omegas, su único trabajo es complacer a los alfas, no son más que un agujero para nuestra diversión.

—¡Jodete maldito! –Gritó furioso tratandode liberarse. –Lastimaste a una de las omegas de mi clase, la obligaste a someterse hasta que su cuerpo colapsó, ser expulsado es lo mínimo que se merece una miérda cómo...

Fue silenciado por un nuevo golpe en su rostro provocando que cayera de espaldas. Se quejó en un susurró tocando la mejilla adolorida. Los otros secuaces del alfa se lanzaron para presionarlo contra el suelo frío.

—Cuando los demás dijeron que eras un omega insoportable no creí que tuvieran razón. –Se quejó el chico lanzando la barra metálica a un lado. –Alguién debería enseñarte a respetar a quiénes están encima de ti, –El tono que usó encendió todas las alertas en el joven omega. –¿Qué dicen? Siempre he querido coger a un omega varón.

Se relamió los labios viéndolo de pies a cabeza. Peter tembló del asco y su garganta se cerró por el creciente pánico.

—No te atrevas.

Apretó la mandíbula conteniendo un sollozo.

—¿Lo hacemos por turnos? –Río uno de los alfas que lo mantenía contra el suelo. –No me importa usarlo después de ustedes.

Se encogió de hombros provocando carcajadas en sus compañeros.

—¿A dónde crees que vas omega? –Se burló el último chico mientras él se retorcía con fiereza. –No te dejaremos ir hasta que seas un desastre y complazcas a cada uno de nosotros.

La orden vino con diversas manos jalando partes de su ropa.

—¡No me toquen! –Exigió al borde del llanto. –¡Sueltenme! ¡Alguién ayúdeme!

—Grita todo lo que quieras –El alfa líder presionó su estómago. –Nadie vendrá al rescate de un maldito omega.

Inmovilizó las piernas de Peter con las suyas. Tomó el borde de la camisa del omega y colocando la punta de una navaja, rasgó la tela hasta que el pecho del más joven quedo al descubierto.

—No, no ¡Sueltenme! –Peleó por liberarse –¡Déjenme en paz!

—Miren nada más –Se burló el alfa. –Después de todo no estás nada mal Maximoff.

El mencionado cerró los ojos con fuerza tratando de no pensar en las manos que tocaban su cuerpo.

Sentía repulsión mientras lamentaba su poca suerte. Quería escapar, pero su fuerza no era suficiente contra los tres alfas que solo reían y se burlaban de su sufrimiento.

cuando iba a volver a gritar sintió como sus piernas eran abiertas y el miedo lo invadió por completo. No lo quería, no quería ser tocado por ellos, no creía poder soportar lo que vendría a continuación.

Su mente se quedó en blanco por el terror. Trató de volver a cerrarlas sin éxito alguno. No quiso abrir sus ojos y se obligó a no seguir temblando.

Con un brusco movimiento, el líder cortó parte del pantaloncillo que vestía dejando a la vista la ropa interior y hasta ahí llegaron sus esperanzas.

Peter comenzó a llorar como nunca antes lo había hecho. Se sentía débil y llenó de frustración.

—¡Ya deja de llorar joder! –Se quejó tocando el cierre de su pantalón. –Me lo agradecerás después, ¿No te alegra?Ahora vas a sabrás lo que es estar con un verdadero alfa.

—Yo creo que no.

Gruñó alguién atrás de ellos. La voz profunda les hizo estremecerse por el espeso olor a alfa superior.

—¡¿Quién eres?!

Sin recibir respuesta, el desconocido jaló al chico que estaba entré las piernas del omega. Lo tomó del cuello sin esfuerzo y con un gruñido intimidante, lo lanzó hasta la pared cercana dejándolo inconsciente.

—¡No te acerques! –Advirtió nervioso otro de los jóvenes alfas. Se levantó del suelo amenazando con la navaja al mayor. –Da un paso más y te destriparé.

El tipo sonrió de lado.

—¿Y se supone que debo obedecerte bastardo?

—¡No te entrometas!

Se acercó hábilmente apuñalándolo en un solo movimiento. Sonrió victorioso, pero la mueca se borró de su rostro al presenciar cómo el mayor sacaba el arma de su torso sin dolor alguno.

Observó la punta llena de sangre y la tela manchada del mismo color rojizo. El sujetó no parecía adolorido, en su lugar, guardó la navaja en su bolsillo y se acercó a pasó lento hacía el alfa más joven.

—¿Quién mierda eres?

Le miró con temor mientras retrocedía.

—Alguién que hubieras deseado no conocer.

El susurró fue lo suficientemente audible cuando un certero puño golpeó la cara del contrario. El joven alfa se tambaleó cayendo al suelo con un sonido seco. El tercero de ellos trató de escapar al verse en desventaja, pero fue alcanzado con facilidad por una patada del mayor en el estómago.

Cayó al suelo sosteniéndose la zona afectada mientras escupía un líquido mezclado con sangre.

Peter, quién desde su posición sólo podía escuchar los golpes, trató de levantarse del suelo, consiguiendo en el proceso un dolor punzante en sus costillas.

Ignoró por completo el sonido de golpes y quejidos de dolor, o al menos lo hizo hasta que un gruñido en específico le provocó un escalofrío.

Con esfuerzo, consiguió mirar la escena de cuerpos en el suelo y en medio de ellos se encontraba su salvador presionando el cuello del líder.

—Será mejor que te lleves a esos idiotas contigo, –Amenazó y parecía que el otro estaba a punto de perder la conciencia. – O me arrepentiré de dejarlos con vida –Apretó el puño hasta que el rostro del alfa se torno rojizo. –Pero no te aseguro que ese de ahí lo logré.

Señaló con la cabeza el cuerpo que se encontraba rodeado de un ligero charco de sangre. Soltó al líder que cayó al suelo con las piernas temblorosas. Ante la atenta mirada del mayor, se acercó a sus compañeros y como pudieron, tomaron el cuerpo del alfa inconsciente alejándose lo más rápido posible de ese callejón.

Gotas de lluvia empezaron a caer y el alfa suspiró. Dirigió la mirada hacía el pequeño omega que se encontraba aún en el suelo temblando y gimoteando de dolor.

Caminó hacía él y cuando se agachó a su lado lo escuchó susurrar:

—Gracias, en verdad, y-yo...

Calló al sentir como era cubierto de la lluvia. El Alfa lo envolvió con su chaqueta atrayéndolo hasta su pecho con cuidado, ofreciéndole calor a su congelado cuerpo.

Instintivamente, se removió con cierto temor.

—No te haré nada niño –Lo sujetó con delicadeza. –Lo prometo, no voy a hacerte daño.

—Gracias por salvarme –Murmuró aferrándose a la camisa del mayor. –Si usted no huiera aparecido, yo...

Y las lágrimas volvieron, esta vez, mojándo parte de la camisa del alfa. Peter iba a disculparse, pero el mayor lo sorprendió, cuando una mano comenzó a acariciarle el cabello.

E inesperadamente, se calmó con ese mínimo gesto.

—Ya no pienses en eso –Le consoló, apretándolo con fuerza. –Después de este día, dudó mucho que vuelvan a buscarte.

Se quedaron en silencio. Escuchando cómo las gotas de lluvia seguían cayendo sobre las calles desoladas.

—Soy Peter.

Se aventuró a susurrar contra el pecho del mayor.

—¿Qué dices niño?

—Que me llamo Peter.

Repitió con las mejillas calientes. Lo dudo por un segundo, pero al abrir de nuevo los labios, un pinchazo incómodo lo hizo encogerse entre los brazos del alfa.

—¿Qué sucede?

Lo interrogó, buscando por todo su cuerpo una herida más profunda.

—Me duele mi estómago –Respondió, apretando los labios con tristeza. –Pero puedo soportarlo.

—Déjame ver –El cuerpo de Peter se tensó con esas palabras. –Niño, ya te dije que no te haré nada.

—Y yo ya le dije que me llamó Peter, no niño –Hizo puchero. –Además, ¿Qué me asegura que dice la verdad?

Se cruzó de brazos y el mayor lo miro con cansancio. 

—Créeme, los mocosos no son mi tipo.

Comentó acercando una mano para abrir la chaqueta, pero otra mano más pequeña golpeó la suya.

—¿Me esta diciendo que soy feo? –Preguntó de cierta forma ofendido. –¡¿Entonces para que quiere verme?!

—¿Podrías dejar de gritar y mostrarme de una buena vez? –Gruñó perdiendo la paciencia. –Quiero ayudarte mocoso.

—Solo si lo pide por favor.

Respondió mientras se cruzaba de brazos.

—Niño, acabó de salvarte y quiero asegurarme de que no tienes una lesión grave, muéstrame –Le miró serio, pero solo logró que el joven desviará la mirada. –No me jodas.

—Por faavorrr –Dijo lentamente el omega. –No están difícil de decir, vamos, lo escuchó. 

—Eres,...–Se retractó, respirando hondo antes de susurrar. –Podrías, por favor, mostrarme tus heridas.

El hecho que lo dijera con un profundo ceño fruncido le pareció un poco gracioso al omega.

—Mmm, bien, si puede –Aceptó finalmente, apartando un poco la chaqueta. –Esto se ve peor de lo que se siente.

Se quitó la chaqueta por completo mostrando unos rojos moretones que pronto se volverían morados. El mayor tocó con la yema de los dedos los bordes de los golpes más llamativos.

A pesar de que tocaba con cuidado y casi sin rozar su piel directamente, Peter volvió a sentir ese escalofrío cuando un gruñido disgustado brotó del alfa.

Ante tal acción, evitó con todas sus fuerzas llevar una mano hasta el pecho del mayor. Era extraño, pero sintió la necesidad de calmar el descontento del alfa con caricias.

Una reacción completamente natural de su casta. Con un poco de atrevimiento, miró los ojos del contrario. La lluvia había cesado y Peter pudo apreciar el brillo letal de la mirada avellana.

Se sentía extraño tenerlo tan cerca, pero agradable al mismo tiempo. Algo muy dentro de él quería, no, deseaba que el alfa lo siguiera envolviendo entre sus brazos. Sentir el calor y la sensación de seguridad que le transmitía.

Si, era muy raro que se sintiera de esa forma por alguien que apenas conocía.

—¿Qué que tanto me vez niño?

Cuestionó el mayor con una sonrisa burlona mientras le acomodaba la chaqueta.

—¡Nada! –Se sonrojó al ser descubierto. –Yo solo, solo...¡Espere! ¡¿Por qué me esta cargando!?

Gritó exsaltado al ser levantado por el alfa que ignorando sus quejas salió del callejón con una dirección en mente.

Ya había anochecido y el mayor caminaba tranquilamente con el pequeño omega en brazos que al darse cuenta de que el mayor no lo soltaría empezó a hablarle sobre toda su vida, oh bueno de lo que más recordaba apenas tenía ocho años no tenía mucho que decir pero lo compensaba hablando sobre todo lo que le gustaba.

Le agradaba ver como el Alfa no se mostraba aburrido con todo lo que le decía en cambio pudo apreciar algunas veces la sonrisa del mayor al contarle sobre algunas de sus bromas a sus padres o amigos, le gustaba no mejor dicho le encantaba estar en los brazos del mayor, se encontró de nuevo apreciando los ojos verdes del mayor que no se dio cuenta que ya habían llegado a su destino hasta que el Alfa le bajo de su pecho sacándole un pequeño gruñido de disgustó al pequeño.

—¿Y ahora el gruñido por qué? –Enarcó una ceja curioso. –No te escuche quejarte en todo el camino, niño.

—Este lugar –Infló sus mejillas desviando la mirada. –¿Qué hacemos en un hospital?

—Vamos a subirnos a la montaña rusa.

Rodó los ojos apretando el agarre en el omega. Peter bufó al verse sin escapatoria.

—Lo irónico no es lo suyo, –Se quejó. –Y si veo una sola vacuna no dudaré en huir de aquí.

—¿Te asustan las vacunas? –Le dio una leve sonrisa. –¿Y tienes ocho años? Que valiente.

—¡No se burle!

—Lo que tu digas niño.

Entraron a la sala de emergencias dónde una de las enfermeras los interceptó a medio camino de la recepción.

—¿Otra vez por aquí fortachón? –Cuestionó, mirando al pequeño omega que cargaba. –Y veo que vienes bien acompañado, ¿Las pelirrojas dejaron de ser tu tipo?

—Cállate, ¿Quieres? –Gruñó hastiado. –Esta vez no vengo por mi sino por él.

—¿Estás stás seguro? –Preguntó, acomodando sus lentes. –Porque esta herida en tú torso me dice lo contrario.

Pasó los dedos por la herida. Con toda la intención de subir su camisa, se detuvo cuando un gruñido de advertencia provino del pequeño omega entre los brazos del alfa. Con una sonrisa astuta, se alejó dando tres pasos atrás.

—Vaya, tranquilo tigre –Alzó las manos en el aire con diversión. –Ya no lo tocaré más, es todo tuyo, ya lo entendí.

—Compórtate Raven y llévanos con Hank de una vez.

—Que carácter –Sonrió, dirigiendo el camino. –Te lo advierto desde ahora cielo, si quieres a este gruñón, –Señaló al mencionado. –Será mejor que en un futuro te prepares para recibir ese búnker en tú pequeño puerto.

Río con ganas al ver la cara de confusión del joven omega mientras que el alfa sólo soltó un gruñido fastidiado. Sin duda luego de que todo esto pasará se las pagaría.

Caminaron hasta una oficina dónde al llegar la rubia enfermera no se molestó en tocar y abriendo la puerta completamente dejo ver a un hombre de bata y lentes viendo unas radiografías, que no se inmuto cuando ellos entraron sin permiso a la oficina como si ya estuviera acostumbrado a eso.

—Hank, cielo ya regresé –Avisó sentándose sobre el escritorio. –Y mira nada más a quién me encontré.

El sujetó con bata según Peter, apartó su vista de las radiografías y al ver al alfa sonrió acercándose a este dándole la mano como signo de saludo.

—Apenas han pasado tres días, es un nuevo récord –Sonrió sentándose en su silla. –¿Qué pasó ahora? ¿Y de quién es este niño? –Momentáneamente, abrió sus ojos con asombro. –No me digas qué...

—No es lo que piensas, cómo le dije a la sociopata de tu novia ‐Mencionó, mirando con una media sonrisa cómo Raven le mostraba el dedo de en medio. –Esta vez vengo por él, no por mí.

—¿En verdad? Porque esa herida me dice otra cosa.

—¡Lo mismo dijo ella! –Peter señalo a la contraria con una sonrisa. –¿Se leen la mente?

—Eres tan adorable –La rubia sonrió con dulzura al omega. –Y no, sólo que ambos conocemos muy bien a este alfa gruñón de aquí como para pensar lo mismo.

—Si ya dejaron de perder el tiempo, pueden curarle las heridas ya al niño.

—¡Que me llame Peter!! –Exigió con un puchero. –¡Cuántas veces debo decirlo!

La pareja río por la escena frente a ellos.

—Muy bien, Raven, por favor lleva a Peter a la sala de al lado, los alcanzaré cuando deje estás pruebas.

—¡Lo ves! hasta el doctor dice mi nombre.

—Vamos dulzura y si te portas bien, te daré una paleta –Prometió extiendo su mano. –Ya puedes soltar a ese gruñón.

Peter vio la mano con inseguridad, la idea de tener una paleta era tentadora pero se sentía muy a gusto sosteniendo la mano del mayor, se lo penso unos momentos y cuando sintió la mirada del alfa en el se avergonzó y como reflejó tomó la mano ajena.

—Te veré luego niño. –Murmuró el alfa caminando a la puerta junto al doctor. –No trates de escapar o me enteraré.

—¿No vendrás conmigo?

Preguntó con una mueca de tristeza.

—¡Por supuesto que lo hará! sólo que te visitará luego de que tratemos su herida, ¿No es así? –Cuestionó,  recibiendo un simple murmullo en aceptación. –No te preocupes, yo cuidaré a tú lindo omega por ti.

Gritó por el corredor haciendo sonrojar a Peter y provocando un gruñido disconforme en el alfa.

—¿Qué quiso decir con tú omega?

—No le tomes importancia, esta loca.

Rechistó mientras caminaban en dirección contraria al otro par.









• EN LA SALA •








Raven y Peter conversaban alegremente sobre como conoció al Alfa ese día, no solo le había agradado mucho Raven sino que además de contarles cosas sobre el Alfa que obvio el nunca le diría, se sintió mas aprecio por ella cuando le comento sobre lo que había pasado, abrazándolo le ofreció que le dijera los nombres de esos chicos para patearles el trasero como nunca ninguna beta los hubiera pateado antes, río por la oferta pero algo le hizo pensar que no solo era una broma, estaba a punto de contestarle cuando de un momento a otro la puerta fue abierta dejando a la vista a Hank.

Peter no pudo ocultar su decepción al ver solo a Hank entrar por esa puerta, Raven que estaba a su lado le apretó el hombro como consuelo y con una sonrisa ella y Hank se encargaron de sus heridas, Hank trato la herida en su cabeza mientras que Raven la de sus piernas, desinfectaron, cosieron y vendaron las diferentes heridas en poco tiempo, cuando llegó el momento de revisar sus golpes le quitaron la chaqueta que el Alfa le había dado, muy a su pesar tuvo que entregarle la chaqueta a Raven para que Hank revisará que no existiera una fractura, Hank no encontró nada roto sólo que le explicaron que tendría que soportar tener feos moratones que no le quitarían su belleza, esa último se lo dijo Raven, le dejaron descansar en la camilla de la sala bajo la guardia de Raven.

—¿Cuántos años tiene el doctor Hank? –Preguntó, saboreando la paleta que le dio la rubia. –No parece tan viejo como los otros doctores que he conocido.

—Bueno, él y el gruñón tienen veintidós años –Respondió mientras encendía la televisión de la oficina. –Yo en cambio, tengo veintiuno.

—¿No son muy jóvenes para trabajar aún?

—Talvez, pero si no fuera por el señor gruñón no estaríamos aquí, –Le sonrió melancólica. –Ellos y yo nos conocimos en un orfanato, pasamos cinco años ahí todos juntos hasta que al inteligente del fortachón se le ocurrió que ya no quería seguir encerrado en ese lugar, nos reveló una noche que quería irse –Sonrió ante el recuerdo. –Yo era tan terca en ese entonces y lo amenace que si se iba el nosotros los seguiríamos, éramos una familia y no quería que nos separáramos, él al principio se negó pero no pudo impedir que Hank y yo lo siguiéramos a escondidas el día en que se fugo, pero sólo saltamos del muro del orfanato el nos estaba esperando con sus brazos cruzados y una sonrisa del otro lado, desde entonces vivimos una aventura los tres como la familia que somos, hubieron momentos buenos y otros no tantos pero los supimos sobrellevar, el gruñón fue quién más trabajo incluso se unió al ejército muy jóven sólo para asegurar la estabilidad económica de nosotros, al paso del tiempo Hank consiguió una beca y logró graduarse del doctorado en medicina a los veinte y yo me gradué de enfermera apenas el año pasado y logré conseguir trabajó aquí junto con Hank.

—¿Y que hay de él? –Preguntó con timidez. –¿A que se dedica?

—Bueno, mi querido Peter, además de ser un ex-soldado, él esta cursando el último año de universidad, ya debería estar graduado pero decidió dejarlo por un tiempo para hacer una última misión en el ejército, pero ahora somos nosotros quienes nos hacemos cargo de sus gastos en la universidad aunque el no quiera –Sonrió con alegría. –él ha hecho mucho por nosotros ya era hora de devolvérselo no crees.

—Él es cool, me agrada mucho.

—¿Quién te agrada mucho?

—¿Podrías cubrirte? –Pregunta mientras mira divertida al omega avergonzado. –Hay un omega presente.

Y era cierto Peter no podía apartar la mirada del cuerpo del Alfa que gracias a que cosieron su herida estaba sin su camisa puesta, mostrando sin vergüenza su trabajado cuerpo.

—¿No creés que exageras? Es sólo un niño, él cuál sus padres ya fueron informados que esta aquí y no tardarán en llegar.

—Será mejor que vaya a la recepción a esperarlos –Se levantó de un saltó para dirigirse a la puerta. –Los dejo para que se despidan, nos vemos Peter.

—¡Nos vemos! –La despidió con una sonrisa antes de recordar sus palabras.  –Espera, ¿despedirnos? ¿Ya te vas?

—Tengo asuntos que atender –Respondió, colocándose la camiseta. –Pero tus padres vendrán pronto, no te preocupes.

—No me preocupo por eso –Susurró por lo bajo. –Antes de que te vayas, ¿Puedo pedirte algo?

—¿Qué cosa?

—¿Puedo darte un abrazo?

—Yo, no creo que sea correcto.

—¡Por favor! Sólo uno.

Vio la mirada suplicante del omega y como negarlo no podía con esa mirada llena de inocencia y ternura, camino hasta el borde de la cama donde se sentó aún lado del pequeño omega, paso su brazo atrás de el y sujetándolo de la cintura lo atrajo hasta su pecho, Peter se aferro a su camisa oliendo el delicioso aroma del Alfa de menta mezclado con olor a pino muy relajante para el.

El Alfa sin darse cuenta se encontró oliendo el cuello del menor encontrando un delicioso olor a vainilla y miel que le hizo gruñir satisfecho tomó sin percatarse el mentón del menor y restregando su mejilla contra la suya dejando su olor impregnado en el dejo un pequeño beso en la mejilla de un sonrojado Peter.

—Ya debo irme –Susurró provocando una sensación de tristeza en el omega. –Cuídate mucho quieres.

—¡Espera! –Gritó al borde de la camilla. –¿Cuál es tu nombre?

El mayor sólo sonrió y tomando el pomo de la puerta volteó a verlo.

—Adiós niño.

Y así como terminó de decirlo se fue cerrando la puerta tras de sí dejando a un muy inquieto Peter en ella.

—Se fue y no me dijo su nombre, pero dejo su chaqueta –Mirándola sobre la mesa a su lado, la tomó entre sus manos. –No me dijo su nombre ahora es mía, –Se colocó la chaqueta y cuando introdujo su mano en los bolsillos notó algo. –¿Que es esto? ¿Una placa del ejército? No mejor aún, ¡Su placa! –Emocionado, leyó el nombre inscrito frunciendo el ceño. –¿Wolverine? ¿Quién se llama wolverine? –Volteó la placa encontrando otras letras. –Logan Howlett.

Leyó con una sonrisa en el rostro, ahora sabía el nombre y esperaba muy pronto volver lo a ver, se colocó la placa y volviéndose a acostar en la camilla apretó la placa entre sus manos.

—Después de todo tiene un lindo nombre, –Sonrió jugando con la placa en su mano. –Peter Howlett Maximoff – susurro sonrojandose. –No suena nada mal.

Cerró sus ojos con un único pensamiento en mente:

El nunca olvidaría esos ojos verdes que le hicieron sentir completo.















Aqui vamos otra vez 😂😂😂.....hellou volví!!! 😎 jaja ni yo me la creo termino con una y ya empezó la otra 😹😹......pero bueno esta es mi nueva historia siempre con mi shipp favorito..

💕WOLVESILVER FOREVER💕

y espero que sea de su agrado hoy entro con el Omegaverse!!🎉 Con todo! 😂😂...cambié algunas cosas para que se acomodara mejor a mi idea de desarrollar la historia no se cuantos capítulos llegue a abarcar pero espero seguirla actualizando junto a ustedes... Eso es todo de mí parte y nos vemos la siguiente~ actualización byeeeee 😘😘😘😘

Post: y si se preguntan porque Peter no utilizó su súper velocidad es porque en mi historia el aún no ha desarrollado su mutación y no se preocupen Peter pronto será legal para nuestro Lobo😅

Y muy pronto cambiaré la foto de portada por una propia 😉

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