—Amor... Resiste, pediremos ayuda. Estarás bien, ¿sí? —trató de convencerse, mientras ubicaba al azabache en su regazo con sumo cuidado. La sangre ya había mojado sus manos y cada vez se hacía más notoria en la ropa que cubría el cuerpo ajeno, ya que el corte había sido justo en la parte que la armadura no protegía.

—Tae... Está bien, el hecho de que estés aquí conmigo, hace que no me de miedo lo que pueda pasar—las palabras salían con lentitud de su boca, los ojos de Taehyung se cristalizaron y comenzó a llorar—. Tranquilo, mi amor...

—No cumpliste tu promesa, no volviste a mí como debías.

—Lo lamento cariño...

—Yo soy el que lamenta no haberte podido proteger, no merecías esto... —murmuró, con las mejillas empapadas en lágrimas—. No por la mano de mi propio padre.

—Está bien, no le odies... De seguro tu padre lo hizo porque pensó que sería lo mejor.

—De todas formas, él no tenía por qué interferir de esta manera tan horrenda. Tan solo debía confiar en mí por una vez en su vida.

—Fue el precio de enamorarme de ti. Pero sea en esta vida o en cualquiera, lo volvería a hacer sin dudar—Jungkook sonrió con nostalgia, pero le fue inevitable no toser. La sangre se desbordó por la comisura de sus labios, alertando a su pareja. 

En estos momentos Taehyung se odiaba por no tener poderes de sanación, ya que sus poderes le conectaban con los elementos de la naturaleza, lo único que podía hacer era presionar la herida.

—Ya, no hables más mi amor, guarda energías...

—S-Solo si tú dejas de llorar por mí.

—Estás pidiendo cosas imposibles, Jungkook—Taehyung mordió su labio con fuerza, haciéndose daño a sí mismo—. No quería que sucediera esto... Te amo tanto, que no podría seguir sin ti. 

El azabache le observó un poco confundido, sus párpados ya le pesaban, pero trataba de seguir despierto por más que su cuerpo le pedía sumirse en un descanso eterno.

—Y como sigo siendo el príncipe orgulloso e impulsivo del que te enamoraste, no dejaré que cargues con esto solo. Tu dolor es mi dolor, tu piel es mi piel, y tu sangre es la mía. Tenlo presente, mi caballero.

El castaño tomó la espada que yacía a un lado y se la clavó bajo la mirada impactada del menor que no pudo hacer nada por el dolor que lo atormentaba. El hada soltó un quejido luego de sentir como se abría paso en su carne, la sangre comenzando a empapar su fino ropaje.

—¿Qué hiciste Tae...?

—Lamento hacerte sufrir hasta el final. Te amo, Jungkook. 

El azabache comenzó a llorar al ver como el rostro de su enamorado se apagaba con mayor rapidez. Algo muy obvio dado que la espada estaba hecha con un material que se encargaba de hacer aún más daño a los seres como las hadas y los elfos. Mientras trataba de seguir en su posición y no caer por el terrible dolor, sintiéndose rendido por la situación, también le respondió.

—Ya pasará. Yo también te amo, Taehyung...

—Lo sé—dijo sonriendo con suavidad, la sangre también se escapaba de la comisura de su belfo, mientras con sus últimas fuerzas y con sumo cuidado recostaba a Jungkook en la hierba.

Decir que, en ese momento, su vida no pasó por sus ojos sería decir una mentira.

Tanto Jungkook como Taehyung estaban muy sensibles, recordando los inicios de los sentimientos por el otro.

Floreciendo tan hermosamente en sus corazones.

En medio de aquello, el castaño recordó la charla que tuvo con una hechicera que solía darle clases para poder aprender a usar sus poderes.

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—Taehyungie, yo sé que no crees en el destino, pero... ¿sabías que hay algo mucho más fuerte que eso? —preguntó la mujer y Taehyung negó, expectante. 

 —¿En serio? ¿Qué es?

—Si dos o más personas tienen un vínculo muy fuerte, sea de amor o amistad, hay una manera de garantizar aún más el hecho de que se reencuentren en una próxima vida...

—¿Así? —la mujer asintió con una sonrisa y le dijo—. Se puede lograr haciendo uso de un juramento de sangre.

—¿Y cómo se hace aquello?

—Pues basta que ambas personas lo deseen, se hagan una herida con la que puedan combinar su sangre y listo—Taehyung asintió con entendimiento y respondió con tranquilidad. 

—Bueno, no sé si algún día lo necesite, pero atesoraré esta información.

—Dale un buen uso.

La mujer le sonrió levemente y decidió seguir pasando las páginas de su libro de magia para continuar enseñando todo lo que sabía al joven heredero. 

—Lo haré. Gracias.

Taehyung salió de su trance y rápidamente volvió a conectar miradas con Jungkook, quien cada vez más estaba ido, con los orbes vacíos y sin su brillo característico, pero que aun así parecía querer grabar el rostro contario hasta que llegara el inevitable final.

Con esa mirada que siempre estaba llena de adoración y amor.

Por lo que Taehyung se vio decidido a hacer aquella determinante pregunta.

Continuará...