Ya teniendo un poco de comida separada en una bandejita, una porción de galletas dulces y dos tazas de té de jazmín el par de amigos iban a tomar rumbo a la habitación del príncipe hasta que algo les llamó la atención.

—No hagas ruido, Jiminnie...

—Pero Tae, no deberíamos escuchar conversaciones ajenas.

—Tal vez, pero me llama la atención que estamos a punto de ser atacados y en lugar de resguardarse, se encuentran cuchicheando.

El castaño se pegó más a la puerta del salón real, donde al parecer algunos de los sirvientes estaban terminando de limpiar.

—Realmente no puedo creer posible que el rey le pidiera a Sir Park, mandar a Min y a Jeon adelante, cuando se supone que ellos son los encargados de proteger desde atrás porque son parte de la guardia exclusiva del heredero y su ayudante.

—Pues no es que sea chismoso, pero el otro día escuché al rey decirle a su esposa que no deben tener arrepentimientos, que luego de aceptar el plan para deshacerse de Jeon no hay vuelta atrás, aunque en ningún momento escuché el motivo.

Taehyung se puso pálido, Jimin abrió su boca mientras su rostro se llenaba de horror.

¿Aquello era posible o ese sirviente había escuchado mal?

Sin embargo, a la mente de Taehyung vino un recuerdo, pasando rápidamente frente a él como si lo viviera una vez más.

El castaño caminaba con dirección a su cuarto, con una grande sonrisa en su rostro después de haber compartido esa tarde tan mágica con su caballero. Quería contarle todo a Jimin como solía hacer. De seguro el rubio ya le estaría esperando en su cuarto por el chisme de aquel día.

Tan distraído iba que terminó por chocarse con una persona. Supuso sería un sirviente nuevo porque jamás le había visto por esos lares.

—Lo lamento mucho... —el príncipe se disculpó haciendo una reverencia, mostrando su intachable educación. El desconocido sonrió con sencillez y le dijo—. No se preocupe alteza, de seguro estaba en las nubes por una buena razón. Puedo notar que es una persona llena de ilusiones, por eso mi mayor consejo es que valore todo lo que se encuentra a su alrededor porque no sabe cuándo pueda desaparecer.

—Ahhh, gracias—Realmente no entendió de que iba aquello, por más raro que fueran dichas palabras. Así que optó que lo mejor sería no darle mayor importancia—. Si me disculpa... Me retiro a mi habitación.

—Vaya con cuidado majestad...

Aquello tenía que ser una pesadilla.

—¡Tae, reacciona! —Jimin zarandeó al castaño luego de que se quedara en blanco, dejando a un lado la comida y asegurándose de que aquellos sirvientes no notaran su presencia.

—Mimi... Tengo un muy mal presentimiento—afirmó en un susurro, consternado por las ideas que parecían tomar sentido en su cabeza—. Te cuento en el camino.

—¿Qué piensas hacer, Tae? —cuestionó con preocupación—. Puede que ese par se haya equivocado.

—Iré a ver a Jungkook—musitó con determinación—. No puedo permitir que le suceda nada.

—Pero los elfos...

—Me importan una mierda, nos protegeremos el uno al otro. Esto es lo menos que puedo hacer por él, por favor entiende—expresó con los ojos llenos de dolor y Jimin sintió compasión por su amigo, quien necesitaba apoyarse en él por lo que tenía que ayudarle a toda costa.

—Entonces te acompaño, Yoon también estar ahí con él.

—Gracias, Mimi... Yo haría lo mismo si tú estuvieras en mi lugar.

—Lo sé, soy tu alma gemela—expresó con seguridad y una suave sonrisa—. Por eso nosotros estaremos en contra del mundo de ser necesario, enfrentando lo que sea, lado a lado.

El joven de cabello rizado se sintió mucho más liviano después de aquella sincera declaración, por eso sin querer esperar nada más el par de amigos se pusieron en marcha, mientras Taehyung le contaba sobre su presentimiento a Jimin.

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Estaban a punto de cruzar la puerta del palacio cuando fueron interceptados por unos guardias que se pusieron en medio para evitar su salida.

—¡Salgan de ahí, es una orden! —exclamó Taehyung, sin embargo, nadie se movió.

—¡¿Se puede saber qué demonios estás haciendo?! —era la voz dura de su progenitor. Taehyung y Jimin se voltearon encontrándolo a él y a su esposa con un semblante de puro enojo—. Hay una jodida batalla afuera, debes quedarte en tu habitación.

—Una batalla que realmente ahora creo que es obra de tuya—acusó Taehyung y todos los presentes pudieron notar como el rey se ponía rojo de la cólera—. ¿O te atreverás a negarlo?

—¡¿Que mierda estás diciendo?!

—Ya sé acerca de tus intenciones padre y te juro que no me detendrás.

—Taehyung contrólate, no estás pensando cómo alguien racional—le reclamó su madre y el susodicho rio como si fuera el chiste más gracioso del mundo. Su tono de voz estaba cargado de ironía—. Pues soy lo suficiente racional como para no permitir que un inocente vaya a ser sacrificado por tonterías.

—¿Tonterías dices? Ese caballero de cuarta es tu amante, eres la deshonra para tu familia y reino—el monarca soltó con ira. El ambiente por un momento se quedó en silencio, pero el príncipe no se quedaría callado.

—Lo es, y no me arrepiento de nada padre. Él me ha hecho lo suficientemente feliz en estos últimos años. Lo que lamento es que no te bastara con tener la certeza de que cumpliría con mi deber a costa de mis propios sentimientos.

—¿Crees que lo agradecería? No seas cínico, quiera que no tendrías que cumplirlo, esa es tu razón de vida y punto—el hada de piel canela apretó el puño sintiendo la rabia y la tristeza recorrerle las venas. Ya creía muy en el fondo que su padre pensaba así de él, porque siempre le había inculcado con la idea de que llegado el momento debería dejar todo de lado para cumplir con lo que le correspondía. 

Pero no sería a su manera, sino siendo guiado por su progenitor que creía tener la razón en todo. Además de que le trataba como un inútil, que jamás tenía voz ni voto para cualquier cosa que se presentara. 

—No me sirves para nada más, solo traerle bien y equilibrio a nuestro reino.

—Tal vez lo sea, padre. Pero me siento tan decepcionado de ustedes de hacer una barbaridad como esta solo porque no confían en mí. Si lo analizamos, no son tan diferentes a nuestros enemigos, pero por esta vez actuaré de acuerdo a mis convicciones y no porque mis progenitores me lo impongan como han acostumbrado desde que tengo uso de razón.

—Si no te hubieras revolcado con ese don nadie yo no tendría por qué recurrir a esto. Te quitó lo más importante y por eso merece morir—el hombre afirmó sin ningún remordimiento y el castaño le observó con odio—. Deja de desafiarme, soy tu padre y lo hago por tu bien.

—Cada vez esto se vuelve más claro para mí, por eso lo enviaste al frente... —razonó, sintiéndose tonto por creer por un instante que quizá fue un malentendido—. Al hacer esto, demuestras lo bajo que has caído.

—Es lo mejor, así no habrá pruebas de tu error, y no me temblará la mano para hacer lo que yo crea prudente. Mi hijo no tiene que traicionarme más de lo que ya lo hizo.

—¡Ándate a la mierda, padre! —exclamó con determinación—. Iré donde el amor de mi vida, así sea lo último que haga—el mayor quiso abalanzarse donde su propio hijo, pero un viento chocó contra ellos, despistándoles por un momento—. ¡Vamos Jimin!

El joven de cabellos rizados dejó a la vista sus majestuosas alas de hada, y con ayuda de sus poderes dejó inmóviles a los guardias y a sus progenitores que habían sido tomados por sorpresa por la inaudita rebeldía de su hijo. 

Todo esto con el objetivo de tener paso libre para irse volando con su valiente caballero. Jimin copió su acción, y ambos amigos se retiraron con rapidez hacia la frontera de sus tierras, escuchando a la lejanía las quejas del rey que maldecía a diestra y siniestra.

Continuará...