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22.

Cap nuevo, y con disculpa incluida, ya saben, año agotador y facu agotadora.



...

-Dos semanas, Liliana. Nos tardamos dos semanas en hablarnos. Y yo te quiero, te quiero tanto que todo este tiempo me hundí en mi habitación deprimida y deseando que aparecieras... Soy la peor amiga de este universo. De verdad, lo siento tanto por todo el daño que nos he causado...

Lágrimas. No podía ver nada a través de mis lágrimas. La impresión que sentía al escuchar esas palabras abrió un mar de emociones encontradas que no sabía que contenía en mi interior.

Tener a Clara frente a mí, y escuchar su voz me hacia tan feliz. Estar tanto tiempo alejada de ella se sentía como un inmenso peso en los hombros, y en el pecho. Había deseado hablar con ella desde hace bastantes días, pero no quería exteriorizar mi tristeza. Quería que Elio me viera siendo fuerte, quería demostrarle que no iba a derrumbarme frente suyo jamás, que seguiría siendo la hermana mayor más fuerte del mundo, soportando contra viento y marea todo el peso de su enfermedad y lo que acarreaba.

Porque verme triste y débil era lo último que mi hermano necesitaba ahora mismo.

Y gracias a Dios, Clara fue lo suficientemente valiente para plantarse frente al departamento de los Balde, y pedirme perdón.

-Yo también lo siento, he querido ser una buena amiga todo este tiempo, he alejado a un chico que te gustaba, he alejado a todos sus amigos y aunque tuve éxito al principio, ahora soy exactamente lo que dijiste que sería. Una estúpida. Me he enamorado de otro futbolista.

Tengo que respirar hondo para conseguir ahogar un sollozo.

Me siento devastada. Sola, y abandonada.
Decirlo en voz alta se sentía increíblemente liberador.

-Sólo necesito a mi amiga de regreso. -Clara se acerca a darme un abrazo escondiendo un mechon de mi pelo por detrás de mi oreja-. Y tú me necesitas, necesitas a tu amiga en este momento tan difícil. Y yo he sido una cobarde que no se había animado a pedirte perdón. Lo siento tanto, Lily...

Acepto el abrazo y me dejo caer sobre sus hombros.

-Y no eres una estúpida, tienes absolutamente todo el derecho como cualquiera a enamorarte de alguien, sin que yo tenga por qué juzgar de quién se trate. Métete eso en esa cabecita tuya, ¿vale? La estúpida he sido yo.

-Vale -sollozo.

Nuestros brazos se enredan torpemente tratando de darnos consuelo mutuamente. Clara está llorando, y yo parezco una bebé llena de mocos. Si pudiera regresar el tiempo atrás no le habría ocultado nada a mi mejor amiga, y hubiera actuado diferente.
Y algo me decía que Clara haría exactamente lo mismo.

-De verdad, soy una ciega, no sé cómo no había pillado lo de Leo y tú. Es que sois tan obvios.

-Pues estabas cegada por unos celos horribles -suelto una risa triste.

-Lo sé, ha sido una semana muy dura, nunca creí que podía llegar a ser tan... tóxica. Vaya, que lo he sido siempre con Roberto pero no pensé que lo sería contigo...

-No menciones a tu ex -arrugo la nariz mientras agito las manos para espantar cualquier mala vibra-. Yo también he fallado, debí ser más sincera contigo.

-Pero yo tengo toda la culpa, y la asumo. Debí preocuparme más por cómo estabas que con quién andabas. Pero estaba tan... cegada.

-Y yo estaba tan avergonzada.

-Sólo... quisiera que lo dejemos atrás. Y que me cuentes que ha pasado todos estos días.

Nos soltamos, y le lanzo una mirada cargada de miedo.

No sé qué decirle, hay tanto por contarle que no sé por donde empezar.

-¿Cómo te has dado cuenta de Leo y...?

-Los Balde -responde sonriendo-. Cuando no estabas, por visitar a tu hermano, ellos me recibieron.

-¿Has hablado con ellos todo este tiempo? -me sorprendo.

Clara asiente algo avergonzada.

-Me ayudaron a saber cómo pedirte perdón. Además... Hemos salido un poco entre los tres y... Bueno, tal vez Alejandro no es tan cabrón después de todo.

Casi me ahogo con mi saliva de la sorpresa.

-¿Perdona? ¿Qué has dicho? -digo, entre la tos y mis ojos bien abiertos.

-DIJE QUE TAL VEZ ¿De acuerdo? No hagas dramas -le resta importancia.

Parpadeo algo confusa.
¿Acaba de decirme que Alejandro Balde le cae bien? Estos acabarán juntos de alguna manera, es que no hay otra explicación.

-Es como una novela de adolescentes -murmuro pensando en voz alta.

-¿Es como qué?

-Nada -me levanto, y recojo el móvil de la mesilla de la sala de los Balde.

-Vosotras sois tan lamentables, ¿por qué será que las tías son tan complicadas? -pregunta Alejandro, apareciendo desde la cocina con una taza de té y Eddie detrás.

Alejandro mira a su hermano Eddie de una forma cómplice.

-No lo sé, hermano, pero, ¿acabo de escuchar a Clara decir que le gustas? -contesta Eddie.

-¡Oh, no, yo no he dicho nada de eso! -se apresura a decir Clara.

Alejandro regresa la mirada hacia nosotras y sonríe ladeando la cabeza.

-Yo estoy más sorprendida que tú -le respondo a Eddie uniéndome al cachondeo.

-Pensé que nunca lo admitiría -sonríe Eddie hacia mí.

Sé lo que está haciendo, bromeando igual que siempre, pero tengo la sensación de que esconde alguna intención detrás. Así que le devuelvo una mirada de cuestionamiento.

-¿Dijo que le gusto? -pregunta Alejandro todavía bebiendo el té como si no fuera gran cosa.

Clara se enfada.

-Cierra esa boca, Balde, que lo poco que has salvado de tu reputación en mi mente puede borrarse.

-Sí, al parecer eso fue lo que ella dijo -agrego más leña, y aguantando la risa.

-Pues normal que le guste -dice él, encogiéndose de hombros, para después girarse y regresar por donde vino.

Sé que a mi amiga le hierve la sangre con tan solo mirar la manera en que entorna los ojos y aprieta los puños.

-¡Qué engreido! ¿Cómo pueden todas esas fanáticas del barça enamorarse de este egocéntrico? No puedo entenderlo -escupe mientras lo persigue hacia la cocina.

Cuando Clara cruza el umbral y deja atrás a Eddie, me acerco rápidamente hacia él y arrugo la frente.

-¿Qué fue eso?

Silencio, eso es lo que obtengo. Un silencio triste. Lo observo morder una manzana mientras se aleja hacia el sofá y se tumba en él.
Me temía que esto estuviera sucediendo.

-Te gusta Clara -digo en voz baja. Eddie me lanza una mirada furtiva.

-No, eso fue... Lo que te dije no fue real, estaba borracho.

Arqueo una ceja sin terminar de creerlo.

-Dijiste que a ella parecía gustarle Alejandro-murmuro frunciendo el ceño. Si me concentro un poco puedo oír la conversación de Clara con Alejandro en la cocina, que aunque parecía más una discusión, sonaba más amigable de lo normal.

Algo había cambiado entre ellos.

Eddie asiente. Se encoje de hombros, y vuelve a darle una mordida a la manzana. Me fijo en el verde de la fruta, mientras comienzo a hilar cabos sueltos.

-Debí suponer que a ella le gustan los cretinos, y los que le dan pelea -me lamento-. Lo siento, Eddie.

Sonríe restándole importancia. Trato de posar mi mano en su hombro.

-No es tan importante como lo haces ver -responde, a continuación me mira de una forma extraña-. En cambio tú, no te ves nada bien aunque intentes ocultarlo.

Me limpio cualquier rastro de lágrimas que pudiera existir en mi mejilla, y me acomodo en el sofá.

-Es que Clara me ha hecho llorar.

Eddie niega levemente.

-No me refiero a eso.

Trago saliva tratando de no desviar la mirada.

-¿Entonces a qué te refieres?

Eddie sonríe.

-Es obvio, con sólo ver tu cara sé que te duele que Leo y tú ya no estén saliendo.

Suelto una risa de indignación.

-¡No! ¿De qué estás hablando? ¡Ni siquiera..! Salíamos de todas formas...

Mi nerviosismo se podría notar hasta en Grecia. Cuando me doy cuenta intento bajar la voz y encogerme en el sofá.

-Lo vi cuando fui al entrenamiento de Alex -dice, mirándome seriamente-. Tenía la misma cara que has puesto desde que viniste aquí.

Siento algo presionando mi estómago, pero lo ignoro.

-Yo no he dicho que dejáramos de salir o hablar.

-Es obvio, ya no viene aquí a preguntar por tu hermano o por tí.

Trago saliva nuevamente. Me niego a aceptar que eso me importa.

-¿Hace cuánto ya? -pregunta Eddie, con la voz más baja.

Lo observo unos segundos, pensando si debería responder.

-Una semana -confieso.

Eddie asiente.

-Sólo le dije la verdad. Lo quiera o no, me iré a Francia en unos días. Y él no puede hacerme perder el tiempo.

Él no dice nada, pero me observa de una manera nueva. Con compasión.

Mi corazón duele mientras late.

-Y yo no necesito una razón más para enfadarme con el mundo -completo.

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