13.
POV: Lily.
-Te dejé comida en el microondas, ¿ya lo has visto? Es para tu cena -menciono mientras abro con sumo cuidado la puerta de la habitación de Clara y asomo sólo un poco la cabeza.
Mi compañera de piso (porque dadas las circunstancias no estoy tan segura de si llamarla mi mejor amiga), se encuentra de espaldas, sentada en su escritorio tecleando algo en el portátil. Observo en su habitación, la mayoría de su ropa está perfectamente doblada en el closet, y tan sólo al asomarme ya puedo alcanzar a oler a lavanda, todo el ambiente huele a limpio, lo cual era algo muy suyo, y sería incluso agradable de no ser por el humo del incienso (que tanto detestaba oler), que a Clara se le ocurre encender justo ahora.
Supongo que le gusta estudiar con esos olores extraños, lo cual es algo que jamás podré comprender. Y al parecer, ahora también le gusta ignorarme mientras estudia, porque no recibo otra cosa más que un asentimiento de cabeza apenas perceptible como respuesta.
-Y te he dejado limpia la cocina y el comedor, tú ni te preocupes -añado, pero me siento estúpida cuando no recibo ni una sola señal de que me está escuchando-. ¿Me has escuchado?
El único sonido que llena el silencio a continuacion, son las teclas de su portátil.
-De acuerdo, Clari, sólo vengo a darte aviso de que saldré a la fiesta de la que tanto hablaban Alejandro y Eddie. Sé que no queríamos ir pero... Sabes, si realmente te apetece ir conmigo, estaré en mi habitación -hablo con suavidad.
Me siento fatal por tener que verme en esta situación con alguien a quien yo quiero mucho.
Le doy suaves toques a la puerta de madera de su habitación antes de irme, un código de pausas y ritmos que teníamos desde el primer día que nos mudamos a Barcelona. Sé que me está escuchando.
Me voy con la cabeza gacha a mi habitación. Ella no quería hablarme, ni siquiera estoy segura de si quería seguir viéndome en el mismo departamento. Para mi mala suerte teníamos el más pequeño de todo el vecindario, solíamos decir que no necesitábamos más, que con esos metros cuadrados nos bastaba, y todavía amo la ubicación, las vistas y a los vecinos. Pero ahora mismo desearía que el departamento fuera mucho más grande.
Cruzarnos los siguientes próximos días sería imposible de soportar si no lo hablábamos cuanto antes.
No quería perderla de roomie. Porque ¿Qué haría sin ella? ¿Cómo conseguiría a alguien igual de compatible como ella lo es conmigo? Incluso ambas estudiábamos en la misma universidad y la misma carrera, muchas veces nos tocaba trabajar en grupos, y lo hacíamos perfecto, ¿cómo podría yo empezar de cero sin ella? No estaba en mis planes.
¿Lista? Estoy afuera.
Ya pasaron más de treinta minutos desde que esperé en mi habitación pacientemente a que Clara apareciera con la cabeza gacha intentando hacer las pases para poder ir juntas de fiesta, porque ya saben, mi amiga ama ir de fiesta....
Pero no apareció.
Me levanto del colchón bloqueando mi móvil y me doy una ultima repasada en el espejo de mi tocador, me peino el cabello con los dedos y compruebo mi aspecto. No estoy tan mal. Tuve tiempo de sobra para ponerme bonita, incluso para mirarme turoriales de maquillaje en Pinterest, y aún así a Clara no le tembló el pulso para seguir ignorando mi invitación.
Tiene que odiarme demasiado en éste momento.
Voy.
Presiono el botón de enviar, y el mensaje llega hasta Alejandro según me indica el segundo tick del WhatsApp.
Apago la luz y el aire acondicionador, me aseguro de dejar todo en orden, me asomo por última vez en la habitación de Clara y la encuentro con las luces apagadas y durmiendo.
De acuerdo, si las cosas iban a seguir así, voy a necesitar un buen par de botellas de vino esta noche para sobrellevarlo.
Guardo mis llaves y cierro todo el departamento asegurándome de no hacer mucho ruido. Cuando comienzo a bajar la escalera en caracol camino a la salida, puedo escuchar el murmullo de la música que Alejandro tiene puesto en su coche. Si es que le encantaba ir por ahí llamando la atención.
-¡Gracias a Dios! -expresa Alejandro cuando me ve, su coche negro se encontraba mal aparcado en la entrada del portón frontal.
Puedo identificar la música que está sonando en la radio de su coche.
MOOD Remix, de Jay Wheeler, Nio García y Omy de Oro.
-¿No podías subirle más a la música? Ya casi alcanza a oírte todo el puto vecindario.
Alejandro me mira mal, hace un gesto para que suba y obedezco, no sin antes fijarme en que no se encontraba solo.
¿Estaba alucinando o el que lo acompañaba tenía un aire a...?
-Hola, ¿Lily, no? -me saluda Gavi desde el asiento del copiloto asomando la cabeza como un niño.
Me quedo congelada con un paso a medio camino. Acabo de escuchar mi nombre salir de la boca de Pablo Gavi. ¿Qué cojones? ¿Gavi sabía de mi existencia? ¿Iba compartir el mismo coche con él? ¿Acaso me acabo de convertir en la nueva favorita de Dios? Pues aprovecho y le pido estabilidad emocional, recibirme con notas altas en la universidad, y mucho dinero.
Dios mío.
Me quedo haciendo contacto visual con Gavi más tiempo del necesario, no sé qué decir o cómo reaccionar, me aguanto las ganas de darme un pinchazo para comprobar que no estoy soñando (otra vez). Esta semana resulta ser aún más extraña mientras más avanza.
Pero es verdad, Gavi es amigo de mi mejor amigo, ¿qué esperaba? Tenía que cruzármelo en algún momento. Y Alejandro era igual de famoso que él, sólo que yo aún no podía asimilarlo, ni verlo de esa misma forma.
-Os presento; Lily, Gavi, en fin ¡Que subas! ¡Se nos hace tarde! -insiste Alejandro evidentemente divertido con mi reacción.
Gavi frunce el entrecejo luego de entornar los ojos mientras me mira. Está pensando en algo.
Me muevo mecánicamente sin siquiera sentir mis pies mientras subo al asiento trasero de su coche.
-¿Ya nos habíamos visto antes? -pregunta Gavi.
Vuelvo a encontrarme con sus ojos en el espejo retrovisor del coche cuando ya estoy montada en ella, me está repasando más de lo que me gustaría.
Estoy sintiéndome tan nerviosa, que tirarme por la puerta con el coche en movimiento comienza a parecer una excelente idea.
-No lo creo -me apresuro a hablar, desvío la mirada después de aguantar dos microsegundos en cruzarlas con él.
-Me suena haberla visto antes -comenta para Alejandro, ya no estoy mirando lo que hace porque me enfoco en la ventanilla del coche.
La ciudad se veía hermosa brillando de noche, hace tiempo que no salía a éstas horas a aprovechar las vistas. Eso capta mi atención lo suficiente para calmar mis nervios. Sólo es un futbolista famoso, no es Harry Styles, no tengo que perder la cabeza ahora. Soy solamente una chica normal yendo de fiesta un domingo por la noche.
Todo está perfectamente normal.
-No lo sé, tío, alguna vez habré posteado una foto con ella en insta -responde Alejandro, pero realmente no parece muy interesado en el tema, su vista no se aparta de la carretera cuando maneja.
Debe estar pensando que Gavi lo decía para ser más interesante, o como un clásico intento de formar una conversación conmigo. Pero estoy segura de que no es así.
No sólo por el hecho de que, era obvio que una chica como yo jamás llamaría la atención de Pablo Gavi, sino porque ésta misma mañana, antes del partido del clásico, me encontré con Gavi y le pedí una firma suya haciéndome pasar por Clara.
Es por eso que me acaba de reconocer, pero ninguno de ellos dos sabía acerca ese detalle.
-Joder, qué falta hace Ansu, tu música es una mierda -comenta Gavi mientras el coche avanza dejando atrás mi barrio.
Al instante sonríe remarcando unas arrugas en sus ojos que lo hacen ver increíblemente atractivo. Se sentía tan extraño verlo sonreír tan despreocupado, como si no acabara de perder una final de la supercopa frente a miles de fanáticos. Lo observo desde el espejo retrovisor, cuidándome de que no me atrape.
-La música de ansu cansa, escucharíamos lo mismo en la radio si la encendiéramos ahora mismo -se queja Alejandro.
Se me escapa una sonrisa cuando oigo la conversación, sé cuando Alejandro se molesta, y le molesta un mogollón ser comparado con alguien más. Y por alguna razón presiento que Gavi tiene conocimiento de ese hecho.
Doy una repasada al espejo nuevamente, pero ésta vez Gavi me atrapa mirándolo. Siento un calor subir desde mi cuello hasta todo mi rostro, pero él no parece inmutarse en absoluto, sigue mirándome con los ojos entornados.
Como recuerde en dónde nos hemos visto tendré que...
-Ya sé dónde te he visto -dice Gavi.
Aparto la mirada rápidamente sintiéndome nerviosa. Alejandro parece interesado en la conversación, porque arruga la cara mientras mira a Gavi.
Trago saliva apretando mis labios.
-Si ella es esa Lily de la que hablan con Pedri ¿No? -dice para Alejandro, como si nada.
Giro la cabeza tan rápido que mi cuello se tensa, Alejandro está lanzándole una mirada afilada a su amigo, quien parece notar que acaba de meter la pata y se silencia de inmediato.
-¿Perdona? -pregunto evidentemente confundida-. ¿De mí? Creo que te estás confundiendo.
Ahora es Gavi quien aparta la mirada de mis ojos, y me evita por completo mientras habla.
-Ah... Sí, creo que sí, lo siento.
Alejandro no puede aguantarse emitir un sonido parecido a una risa, apenas perceptible, pero lo noto. De todas formas finjo que no entiendo los códigos obvios entre los hombres, y me distraigo nuevamente con la carretera.
Estaba intentando despejar mi mente del problema que Pedri me causó con mi mejor amiga, y acababa de fallar enormemente. No soy tonta, si Gavi está en el asiento de copiloto de Alejandro ahora mismo, es porque obviamente la fiesta no es sólo de los Balde, es de todos los amigos de Alejandro, de la plantilla del Barça.
Y era muy posible toparme con Pedri en la misma fiesta.
Y era muy posible que Clara se entere de ello si se lo pregunta a Eddie Balde.
Y era muy posible, también, que piense que fui con el propósito de encontrarme con él.
Lo cual era absurdo. Y aún más absurdo seguir con éste malentendido de esta forma.
Ahora en verdad consideraba muy seriamente lanzarme del coche en movimiento e irme a tomar por culo.
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